Partida Rol por web

York, Enero 1520.

Han pasado 5 años desde los sucesos de Nápoles. Aletheia de Lancaster, Cedric de Cornualles y tú trajistéis hasta Inglaterra a Uberto de Ercolano, con el objetivo de interrogarle sobre ciertos experimentos realizados por él con el vitae, un campo en el que los Tremere no quieren bajo ningún concepto intrusos. Tu labor como interrogador fue esclarecer las actividades de Uberto desde que volvió a aparecer en público en 1505 -año, en el que, según averigüaste, abrazó a Alejandro de Nápoles, su único chiquillo conocido- hasta 1515, año en el que fue capturado en Nápoles. Uberto se mostró franco y no ocultó demasiado, y aunque fue sometido a diversas torturas no pareció nunca desesperado por contar la verdad. Daba la impresión, más bien, de que su total locura era un escudo demasiado fuerte para sacar de él la verdad.

En una ocasión, que cayera en tu conocimiento, Cedric de Cornualles encabezó uno de esos interrogatorios: al parecer, quería que Uberto le explicara su actuación en los "sucesos de Jerusalén", algo que, fuera lo que fuera, parecía haber ocurrido un par de siglos atrás. La respuesta de Uberto fue enigmática. Simplemente dijo: ahora está dentro de mí.

Desde tu posición en el clan, sin embargo, mantuviste el ojo puesto en la situación en Nápoles. Pensando que debería saber más de lo que dijo, ordenaste en repetidas ocasiones que se vigilara a Alejandro de Nápoles, el chiquillo de Uberto. Pero de alguna manera, el vástago siempre burlaba a sus vigilantes. Entre los dos se entabló una batalla en las sombras que acabó por trascender las meras formas del deber. Se convirtió en algo personal.

Por eso, cuando se te comunicó que se requería tu presencia en la capilla de York, para un encargo que te alejaría de tus labores como señor de Oxford, anhelaste con fuerza que por fin tus superiores en el clan hubieran ordenado la captura de Alejandro y te la encomendaran a ti.

El anciano lider de los Tremere en Inglaterra te recibió en una de las salas de la capilla de York. No estaba solo: en la habitación había otro hombre al que nunca habías visto antes, y que os daba la espalda mientras miraba por la ventana. Guilderoy te hizo sentar con cierta ceremonia y luego comenzó a hablar.

-Hermano Arkwright, gracias por haber acudido tan rápidamente a nuestra llamada. No me andaré por las ramas: el Clan requiere vuestros servicios fuera de Inglaterra. Después de pensarlo, hemos considerado que sois el vástago más adecuado para este cometido. No quiero extenderme en detalles ahora, pero no sé si habéis oído hablar de la antigua capilla que nuestra Órden mantenía en la ciudad castellana de Toledo...

Mierda, no me van a enviar a atrapar a ese niñato de Alejandro. Tendré que conformarme con esto. A ver si así consigo divertirme un poco
-Lo cierto es que sé poco o nada sobre ella. Presupongo que si ha sido encontrada por los Lasombra y mencionada aquí es porque la destruyeron. ¿Me equivoco, Señor?-Miro a Cedric en espera de respuesta, con una sonrisa de lado a lado de la boca.
Espero que me envíen a matar Lasombras. Será muy divertido.

El hombre permanecía de pie junto a la ventana, sin girarse.

-La encontraron, sí, y exterminaron hasta el último de vuestros hermanos. Fueron brutales, eficaces y astutos: así son nuestros enemigos.

-Y con ello la presencia de nuestro clan en Castilla ha quedado reducida al mínimo. El dominio de los Lasombra en ese reino es casi absoluto...

El hombre asintió, aún sin girarse.

-Hasta ahora. La situación política ha cambiado, y el equilibrio de poder mortal va a dejar de ser favorable a los Lasombra. Se apoyaban en los antiguos reyes castellanos, y están todos muertos. El nuevo rey se ha educado en Flandes, bajo nuestra supervisión: no habrá otra oportunidad, debemos atacar ahora que los Lasombra carecen de apoyo político. Pero eso no quiere decir que vaya a ser fácil: su poder está muy asentado, y lo que va a suceder es un escenario de guerra abierta. Es imperativo que ataquemos simultáneamente varios bastiones del Sabbat. Para ello la Camarilla precisa de vuestro clan. Y vuestro clan os ha recomendado a vos, Jacob Arkwright.

-Si es para honor y gloria de mi Clan, decidme donde he de ir y a quien tengo que convencer para que mate en nuestro nombre. Todo beneficio para el Clan es un honor para mí. Y así podré probar que soy mejor que cualquier escoria Lasombra.Me froto las manos ante la inminencia de la diversión.Es un honor que se haya pensado en mí para esta misión. Contadme, pues todo lo que sea necesario para llevarla a buen término.

El hombre asiente y finalmente se gira para encararte.

-Bien. Será mejor que os ponga al corriente. Castilla es un reino en expansión. La lana de las ovejas de Extremadura y Salamanca se manufactura en Segovia y Ávila y se vende en Burgos con dirección a Flandes, a través de los puertos de Santander. En cuanto a la agricultura, los extensos cultivos de Andalucía la hacen casi autosuficiente, y ahora cuentan con las Indias occidentales, recientemente descubiertas. Si a eso le unimos un poderoso ejército, una gran flota, y el apoyo de Aragón, no es exagerado decir que estamos hablando de uno de los reinos más importantes del mundo. Sólo hay un problema: no controlamos nada de él. Ni una ciudad relevante está en nuestras manos, y nuestros intentos anteriores han resultado siempre en sangrientos fracasos, como el de establecer un príncipe en Burgos hace quince años. Hasta hoy sólo controlábamos Valladolid y Cantabria, pero el príncipe ventrue de Santander ha sido tachado de traidor por el de Valladolid y está en paradero desconocido, así que, en la práctica, sólo tenemos asentado nuestro poder en una ciudad. Vamos a intenter recuperar Burgos enviando a un nuevo príncipe a la ciudad, un Ventrue, pero lo máximo que espero de esa jugada es que sirva de distracción mientras tenemos éxito en otro sitio. En tiempos, en Toledo existió la ya mencionada capilla Tremere, que fue destruída por los Lasombra; hoy sólo queda en la ciudad un nido de Nosferatu, pero se encuentran muy escondidos y nuestros contactos con ellos son, cuanto menos, irregulares. Enfocaremos la fuerza de nuestro asalto en Valladolid, pero eso es justamente lo que el Sabbat esperará, y por tanto necesitaremos abrir otros frentes. -Despliega ante ti un mapa de Castilla, con sus principales ciudades marcadas:

-¿Queréis hacerme alguna pregunta sobre una ciudad en concreto? ¿Tenéis sugerencias sobre cómo deberíamos abordar el ataque?

-Tenemos dos opciones. Mientras sacrificamos al Príncipe Ventrue ese, podemos lanzarnos a la conquista de una ciudad grande y sangrar para conseguirla y dfenderla. La otra opcion es quedarnos un par de ciudades pequeñas y desde allí explotar los recursos y conquistar otra mayor. Con un par de bases sencillas que alberguen a media docena de cainitas cada una y una villa para recoger sustento y mascotas, quiero decir, ghouls, será más difícl que nos echen de allí. En todo caso, sería necesario enviar un sodalicium para asegurarnos mayor efectividad contra el enemigo. Ya lo hizo Jervais bani Tremere en Estonia y ahora podemos emularlo. Si vamos a atacar una ciudad grande, prefiero atacar Salamanca. REsulta curioso como suen el nombre y está estrategicamente bien situada. Nos permite el acceso rápido a tres ciudades más y en caso de apuro hay mucho terreno sin nada digno de mención para huir. Si no le importa contarme lo que sepais de ella...Si no, siempre podemos empezar desde Aragón e ir a por Cuenca. Vos decidís, mi Señor. Miro a Guilderoy.

El anciano asiente ante tus propuestas.

-Sí. Sin duda el recurrir a un sodalicium ya ha pasado por las mentes del consejo interior; y será muy útil toda vez que seamos fuertes en una ciudad y necesitemos consolidar allí una posición segura. Pero vos, hermano Arkwright, sois más valioso para nosotros como estratega que como practicante de la taumaturgia. Salamanca es una buena opción, pues, como no ignoráis, es una ciudad con una antigua y longeva tradición mágica: un lugar ideal para establecer la primera de las capillas de nuestro clan en la reconquistada Castilla. Pero es el deseo de nuestros superiores, (y también el del arconte, aquí presente), que actuéis en representación de nuestro clan en los primeros compases de la batalla. Sin duda, una vez que os encontréis en Castilla vuestro juicio os dirá qué decisiones tomar. Tomaréis con vos a Aletheia de Lancaster y os dirigiréis a la única ciudad segura que controlamos en el territorio castellano: Valladolid. Una vez allí, indagad, hermano, acerca de la fortuna de los tremere en Toledo. Planificad un asalto a Salamanca. Descubrid qué fuerzas mágicas podemos usar a nuestro favor en esta contienda. Mantenednos informados, solicitad la ayuda que preciséis para vuestros planes, y no nos falléis.

-Por supuesto, mi Señor, que no fallaré. Aun no existe cainita capaz de hacer fallar a un Tremere. Partiré lo antes posible. De hecho, voy a preparar el viaje.-Inclino la cabeza hacia Guilderoy en señal de deferencia.-Mi Señor.La inclino hacia Gilbert.-Maese d'Hafleur. Con vuestro permiso. Me marcho de la sala en cuanto me den permiso.

Una vez fuera de la sala.
Busco a Aletheia y a la señora de las gárgolas de nuestra capilla.

Aletheia te espera junto a lo más parecido a un experto en las esclavas que poseéis en York. El distraido Hans de Muhlberg es el único de los presentes en tu capilla que ha generado con éxito -si bien hace mucho de eso, y fue en Alemania, de donde proviene- varios ejemplares de gárgolas. Cuando te sientas a la mesa justo enfrente de él, es evidente que no tiene ni la menor idea de qué deseas. Pero, como regente, eres su superior jerárquico y te debe obediencia.

En cuanto a Aletheia, la joven regente de Lancaster, su mirada no trasluce sorpresa alguna. Es evidente que Guilderoy de Essex y el arconte, Gilbert d´Harfleur, ya han hablado con ella de la misión que os ha sido encomendada.

Buenas noches, mi querida Aletheia. Veo que seguís tan arrebatadoramente bella como siempre. Es un honor volver a trabajar con vos.-Sonrío de la forma más afable posible, dejando de lado mi mueca habitual de mofa.-Espero que llevemos a buen término la empresa.
Me dirijo a Hans de Muhlberg.Estimado Hans. Os he hecho llamar porque preciso de vuestros servicios. Hay una gran misión para el Clan, una oportunidad de gloria inmortal para todos los integrantes de ella. Y he decidido que las mejores de vuestras gárgolas tendrán su parte en la Historia, entrarán en la posteridad formando parte de uno de los hechos más gloriosos de los Tremere. Indicadme cuál es la mejor pareja que teneis, y permitidme marchar con ellas a los confines de la Tierra para conquistar fama y fortuna para el Clan.

Aletheia corresponde a tu saludo con una inclinación cortés de cabeza. Han pasado quince años desde los sucesos de Nápoles, y su rostro ha perdido en parte la expresión de recalcitrante inocencia que tenía entonces.

Después de tu brillante perorata, Hans parece algo abrumado, pero Aletheia, que te mira con renovado interés, toma la palabra:

-Es cierto lo que dice el hermano Arkwright, Hans de Muhlberg. Ésta es una ocasión única...

El hombre balbucea algo sobre el desastroso estado de las gárgolas de la capilla.

-Falta sangre nueva. Y en estas tierras sufrieron mucho durante las revueltas... No son de las mejores... Si estuviéramos en Viena... pero aquí... y ahora, con la Camarilla, quiero decir, señor, que ahora que los Nosferatu y los Gangrel son nuestros aliados, y sobre todo aquí, sin Diablos Tzimisce cerca... es difícil criar buenos ejemplares. Dudo... dudo que sobrevivieran al viaje... pero... pero...

Aletheia se impacienta ante los titubeos del anciano.

-Hablad de una vez, hermano Hans. Debemos partir pronto...

El hombre obedece:

-Llevadme con vos. Si es cierto que vamos... que vais... a los confines del mundo... entonces allí habrá sangre nueva. Sangre que podamos usar. Conozco... conozco el ritual. Bueno, lo recuerdo bastante bien. Y con vuestra ayuda... ¿eh? ¿qué decís?

Está bien. Nunca viene mal tener aliados fuertes cerca. Hans, venid comigo, pues. Pedidle permiso específico a nuestro Señor Guilderoy. Seguro que te lo concede. Dicho esto, tomo a Aletheia del brazo y me dirijo con ella a mis aposentos, para poder ir planeando el ataque.
Antes de salir me dirijo de nuevo a Hans.-Más os vale conocer el ritual sobrenaturalmente bien. Y que tengais un aprendiz que lo sepa tan bien como vos. Sabeis que la Camarilla no tolera fallos. Y yo menos que nadie... Le pongo todo mi maldad y odio en la mirada y la pongo directamente en sus ojos.

El hombre traga saliva y asiente fervorosamente, antes de que abandones la habitación y Aletheia y tú os instaléis en un lugar más cómodo y privado. La regente de Lancaster te observa con cierta curiosidad.

-Así que el Círculo Interior quiere que aprovechemos el ataque masivo de la Camarilla para recuperar lo que sea que perdieron en Toledo... Y nos mandan a nosotros a hacer el trabajo. Sin menoscabar nuestras habilidades, no me parece que seamos los más indicados para esta tarea... debe haber algo más...

En principio van a sacrificar a un gilipollas, un ventrue que se cree útil. Más nos vale no meter la pata y caer en el mismo error. Somos prescindibles ambos, querida, y los puñales se afilan a nuestras espaldas. Nos toman por estupidos. Sólo nos resta no fallar y que salga todo bien. Por si acaso, me llevo una baza que nos puede ayudar. No hay muchos "gargolistas" por aquí, y llevarnos a uno viene bien. ¿Tú que opinas, querida?