Partida Rol por web

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Sharra pareció captar las miradas que Zane le había lanzado, ya que en cuanto sus ojos se cruzaron ésta vino de inmediato a él. Le sorprendió que le dedicara una reverencia ya que en más de una ocasión había aclarado que no eran necesarias, que mientras no tuviera ciertas responsabilidades u obligaciones como bien las tenías su hermano Roland no necesitaba que se dirigieran a él con tanta formalidad. Pero comprendió el motivo de aquello cuando la criada se lo aclaró y lanzó una mirada de soslayo a Anna, quien estaba vigilando que todo saliera a la perfección.

— No hay problema. — Asintió con cierta simpatía, tampoco le suponía ningún inconveniente. — Quería pedirte que llevaras a Catelyn con las demás criadas, intentaré pasar por los establos y ayudar en lo que pueda, no es lugar para la pequeña de la casa. ¿Verdad? — Añadió mirando a su hermana, probablemente se mosqueara con él por dejarla pero tenía que ayudar a la familia en un día tan importante.

Sharra esta relajada al lado de su señor le da ordenes que puede cumplir sin problemas y nunca se ha mostrado enfadado. Ni con ella ni con nadie del servicio.

– Así lo haré señor Zane. – Repitiendo la pequeña reverencia.

Catelyn le pide a Sharra que se agache. La oyes pedirle que antes de dejarla la lleve a la cocina a por un de empanadas y que le dará una. Ves a la pobre Sharra enrojeciendo al darse cuenta de que la has oído a tu hermana.

Pero al inclinarse la doncella te extraña ver todavía en la puerta a tu padre hablando con tu abuelo.

Alia se había puesto nerviosa, tanto que hasta le dió un escalofrío que le hizo que todo su cuerpo temblara levemente, pero Lady Selyse era muy observadora sobre todo con aquellos que pueden enfermar y ella sabía de sobra que Cedric había sido visitado por Alia. Ahora, por su nerviosismo, estaba a punto de perderse el día del nombre de Lady Selyse así que se recompuso y habló con Berta con seguridad y determinación. Berta, es verdad que he temblado, pero ha sido por unos escalofríos que recorrían mi cuerpo por el nerviosismo, ya me ha pasado otras veces. De verdad que estoy bien, sólo un poco nerviosa. Si me encuentro mal soy la primera interesada en recuperarme pero no me hagas abandonar el día del nombre de Lady Selyse por una simple sospecha. Inspeccióname lo que quieras y compruebalo, ya verás como estoy perfectamente.

Berta te oye pero esta concentrada en examinarte. Ella cree que que la preocupación principal de Lady Selyse es por su hija pequeña, los ancianos y los niños son los mas vulnerables a las enfermedades.

– Dices que ha sido por los nervios, pero debo examinarte. Igual que estoy segura de que siempre examinas tus armas cada día.

Sabés que es dura y no se atemoriza como otras sirvientas al saber de lo que eres capaz con la espada. Tu viste el cadáver de tu padre, ella los de toda su familia.

Resignada dejas que te toque la frente para comprobar si tienes fiebre y mantienes los brazos estirados después de descubrirlos.

Al cabo de un tiempo que se te hace larguísimo te dice. – Si estas bien vuelve a ponerte la camisa pero recuerda de dejar tu espada. Lord Kevan ha ordenado que aparte de él nadie podrá llevar mas que una daga aparte de los soldados que tengan turno de guardia.

Alia se puso contenta del diagnóstico de Berta, dejó sus armas y armadura y volvió al día del nombre de Lady Selyse con su mejor vestido, uno que sólo usaba en ocasiones como esta. Se puso lo más coqueta que sabía y apareció de nuevo ante todos con una gran sonrisa.

Antes de que marcharán Zane vio y oyó como la diablilla de su hermana pedía a Sharra que la llevara primero a las cocinas a cambio de un par de empanadas, una para ella y otra para la criada. Sharra se sonrojó cuando descubrió que el chico había visto lo que pasaba, pero él solo se limitó a mirarlas con unos ojos traviesos pero aprobadores.

Antes de dirigirse a los establos vio como su padre y abuelo estaban manteniendo una conversación en la puerta. Víctima de la curiosidad se acercó a ellos con la intención de oír de qué hablaban, era extraño que siguieran tratándose después de la ceremonia de llegada y no esperaran a la cena para hablar de nuevo.

Derek se mantenía un poco atrás, casi temblaba de la emoción, aquel día era muy importante para él. Tenía sangre de ambas casas y quería o más bien necesitaba que éstas se llevaran bien pues no se sentía de una sola de ellas en particular. Veía primos y tíos entre los presentes de la familia Ferragut. Hacía mucho que no los veía pero aún así los tenía el aprecio de la sangre. Esperaba que se relajaran más las formalidades para poder empezar a saludar a algunos de ellos con los que había tenido más relación. Debía esperar a que terminaran los líderes de las casas antes de empezar el banquete para así terminar todo sin contratiempos.

Tras terminar las formalidades Derek se acercó a los dos hermanos Ferragut, Stuart y Joana - Primos! cuanto tiempo ha pasado, cómo estáis? habéis tenido un viaje tranquilo? os acompañaré a indicaros dónde debéis dejar vuestras cosas y daros una explicación del castillo si lo deseáis.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Los dos hermanos se intercambian miradas sorprendidos de tus palabras y finalmente es Stuart quien habla con tono severo.

– Primo Derek, nos vemos cada año, ¿no pretenderás hacernos creer que no te acuerdas? A menos que pienses que somos nosotros los que … – finalmente no puede aguantar la risa. – no… no… nos acordamos.

Joana se pone entre vosotros dos. – Venga ahora tendrás que enseñarnos alguna parte del castillo que no conozcamos. Pero antes tenemos que dejar las armas y las armaduras en los barracones de vuestros soldados. Dándote un pequeño golpe con el dedo. – Tú vienes con nosotros no sea que no te volvamos a ver hasta la cena.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Veis como Lord Steven entra en la edificación principal con Zane y cerca de los barracones Derek esta hablando con Stuart y Joana Ferragut. Al fondo girando hacía las cocinas se retira Catelyn con Sharra pendiente de ella. Lady Nancy Royce se acerca a su hijo Normand y su esposa Greta.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Lord Steven se impacienta ante el silenció de su yerno ante su petición.

Prefería hablarlo con él a solas primero pero parece que no acaba de decidirse.

Mientras tanto Zane se dirige hacía allí lo que le hace tomar una determinación.

– Zane, estas echo ya todo un hombre. Te importaría acompañar a tu abuelo a los aposentos que le tenéis preparados. Cada año diría que han aumentado los escalones y su altura. – Riendo un poco al ver que no sabés que responderle. – Tranquilo nieto cuando llegues a mi edad me entenderás.

Intercambia una mirada con su esposa Nancy indicándole que le de un tiempo antes de subir. Sonriendo esta acepta acercándose a su hijo Normand y su esposa Greta.

Derek vio como se iban separando en grupos mientras los recién llegados iban dirigiéndose hacia sus respectivos barracones. - Se me hace largo Stuart, cada año me quedo en este castillo sirviendo como cazador en los bosques de nuestras familias y tengo demasiado tiempo solo para recordar a la familia que está lejos. - No puede por menos que sonreír cuando ve a Joana - Prima estás hecha toda una mujer, da gusto verte - Dice haciendo casi una reverencia como harían otros hombres cuando intentaran cortejarla. - Veo que la abuela no ha conseguido poneros pretendientes suficientes o esa bestia con malas pulgas tuya los ha espantado? - Dice picándolos un poco con una sonrisa bien amplia.

Con un asentimiento de cabeza acepta las palabras de su prima - Vamos os llevaré rápido a poneros cómodos y luego podremos ir a ver algo.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Tu comentario sobre los pretendientes parece dar en el blanco por la acerada mirada que te echa asi como por la risa que se esfuerza en ahogar Stuart que sigue detrás de su hermana.

– Derek, no juegues, no juegues.

Notas como habla despacio esforzándose por parecer tranquila aunque Sharra, su gatasombra os mira alternativamente sin entender si está o no enfadara contigo.

Cuando volvéis de dejar las armas y las armaduras metálicas en los barracones tu prima te mira impaciente. – ¿Después de tantas horas al sol no vas a servirnos unas jarras de cerveza bien fresca? Luego ya iremos a ver que has pensado.

Los intentos de Zane por escuchar de que hablaban su padre y abuelo se vieron frustrados por el mismísimo Lord Steven, que aparentemente impaciente por el silencio de Lord Kevan decidió finalizar la conversación y dirigirse a su nieto. De todas formas tampoco había razón aparente para querer saber de qué hablaban, eran su familia y estaban charlando tranquilamente en el patio, seguramente intercambiaban más palabras de cortesía como era costumbre en aquellas fechas.

— Tiens razón, abuelo. Cada vez queda menos para que yo también sea nombrado caballero. — Comentó orgulloso al saber que cada vez estaba más cerca de ser como su hermano, a quien había admirado desde pequeño.

— Y sabes que no es molestia. — Añadió con una sonrisa, pasar el rato con su abuelo estaba muy lejos de convertirse en un fastidio. — Si a tu edad me conservo igual de bien que tú más que comprensión sentiré satisfacción. — Podían pasar los años de una forma u otra pero exageraba. Lord Steven era un guerrero y eso Zane lo sabía de sobra.

Y tal y como le había asegurado le acompañó a sus aposentos, esperando por el camino una pequeña e interesante charla que cualquiera esperaría de su abuelo.

Cuando le nombras tu sueño de ser caballero vuelves a ver la expresión que siempre has asociado con tu abuelo cuando eras mas pequeño. Cunado acabáis de subir la escalera se para unos segundos respirando sonoramente antes de contestarte. – Siempre lo has querido ser y tendrás un orgulloso abuelo que te llamara Ser Zane. No recuerdo ahora a ninguno en nuestras familias, pero seguro que los han debido de haber y sino serás el primero.

Os acercáis a la puerta guardada por dos de vuestros soldados.

Peter el castellano confiá en los soldados de la casa así como en el criterio de su esposa Anna con los sirvientes de la casa pero en acontecimientos como este deben contratar muchos sirvientes para atender a los invitados con sus monturas. Un arma valyrio no tiene precio y si no estuvieran guardadas alguien podría tener la tentación de robarlas.

Al llegar a ella abren la puerta y entráis.

Se detiene un momento sirviéndose una jarra de cerveza y ofreciéndote otra mientras procede a quitarse sus armas y la armadura. – Zane, si pudieras ayudarme a sacármela...

Una vez sin ella acaba sentándose Lord Steve en la primera silla que encuentra. – Siéntate Zane. Tengo que contaros una cosa y tendrá que ser a ti a quién lo haga ya que tu padre debía tener cosas urgentes que hacer y Roland no se exactamente donde estaba.

Espera un momento a que te sientes, mientras lamenta que no sea tu padre quién este aquí ya que algunas cosas no podrás responder.

– Tu evidentemente no tienes nada que ver con que nuestras casas durante la Guerra del Usurpador lucháramos como vasallos de la casa Grafton de Puerto Gaviota a favor de los Targaryen contra todas las demás casas del Valle. Jon Arryn era un gran político protegiendo siempre el Valle. Se mostró magnánimo con nosotros confiscándonos algunas tierras cuando otros habrían clavado nuestras cabezas en picas. – Sonriéndote como el Maestre Gilbert cuando imparte una lección. – Ahora en el resto de los Siete Reinos la mayoría de la gente cree que la posición del Valle fue unánime. Estoy seguro de que valoro el prestigio del Valle por encima de nuestras cabezas.

Bebe un nuevo trago de su jarra antes de proseguir. – Viniendo de camino nos hemos encontrado un contingente de centenares de soldados de caballería de la Casa Arryn. Los dirigía Ser Thomas un viejo amigo de mi edad. Lord Jon Arryn ha muerto y ahora es su viuda la Regente. Iban ha recibirla a Puerto Gaviota siguiendo sus ordenes.

Acabando de vaciar su jarra. – Todo eso se sabrá en cualquier momento, puede que ahora el Maestre este recibiendo un cuervo con esas noticias. Lo que no puede salir de la familia es su aviso, Lady Lysa Arryn ve enemigos por todos lados. Los hechos corroboraban sus palabras. ¿Te presentas en los dominios de un vasallo con un ejército normalmente?

Mirándote como si lamentara cargarte con un peso que mas bien debería cargar tu padre que es el Lord o tu hermano Roland como heredero. – Mi lealtad hacía vuestra casa se mantendrá eres tan nieto mio como Stuart. Pero confió en que si volviera ha haber guerra, Lady Lysa a convocado a todos los banderizos de la Casa Arryn y seguramente cuando llegue al Nido de Águilas lo hará con los del Valle, tu padre evalué cuidadosamente a quién apoyar y a quién atacar. Nadie moviliza por movilizar a sus banderizos.

Derek no pudo más que reír ante las respuestas de su prima y asintió alegremente. Estaba de muy buen humor, ver a las dos familias reunidas era la mayor felicidad del muchacho ya que podía disfrutar de ambas partes de su sangre. - Tienes razón prima, armas, cerveza y luego damos un paseo para abrir el apetito. - No paró de sonreír hasta que llegaron a los barracones donde debían dejar las armas. - Dime Stuart, hay alguna noticia de los clanes? han bajado esos bastardos de sus apestosas aldeas de los picos?  - Su odio hacia aquellos bastardos era enorme al igual que la mayoría de la gente de las llanuras pues casi todos habían perdido familiares en sus manos.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Stuart duda un momento cuando le preguntas por cuestiones militares. Notas como si buscara a su padre o su abuelo pero en estos momentos no están a su lado.

Finalmente Joana como siempre toma la iniciativa, desde que comenzó a gatear nadie a podido decir nunca que sea una persona poco decidida. – Stuart es nuestro primo, y Lord Steven dijo que se lo comunicaríamos a la familia, aunque sólo a ellos.

Finalmente Stuart mueve la cabeza acatando la decisión de su hermana. – Tienes razón como siempre Joana. – Girándose hacía ti. – Te lo explicaremos pero tendrás que buscar un sitio sin tanta gente que pueda oírnos.

Mientras te lo dice prácticamente susurrando ves como no hace que lanzar miradas a los soldados de ambas casas que están en el patio conversando con jarras de cerveza en la mano y a los sirvientes que pasan entre ellos ofreciéndoles empanadas recién echas que llevan en bandejas.

Ser Zane, se nombró a sí mismo para sus adentros. Le gustaba como sonaba y al igual que su abuelo también desconocía si en la familia había habido ya un antepasado llamado Zane que le antecediera en su deseo de ser nombrado caballero. Tras entrar a la habitación resguardada por dos soldados, acompañó a Lord Steven hasta unos asientos donde se acomodaron y se sirvieron unas cervezas. Él nunca había sido muy aficionado a la bebida —aunque apenas hacía unos años que había pasado a tomar algo que más que una sola copa de vino en celebraciones— pero a la cerveza nunca le hacía un feo en situaciones como esta; el día del nombre de su madre, una pequeña charla con su abuelo y este tipo de cosas que no sucedían constantemente. Pero antes de darle a la bebida se ofreció a ayudarle en la tediosa tarea que consistía quitarse uno mismo la armadura.

— Por supuesto, deja que te ayude. — Dejó la jarra a un lado de la mesita y se levantó para desabrochar todos y cada uno de los cierres que mantenían la pesada armadura sujeta al cuerpo. — Ya está. — Añadió una vez que las piezas de acero se encontraban amontonadas en el suelo, y al igual que su abuelo él también volvió a tomar asiento.

Una vez cómodos se esperaba una conversación familiar tal como si ya tenía prometida o estaban acordando algún tipo de matrimonio con la hija de algún señor. Lo que no se esperaba fueron las noticias que se avecinaban. — ¿Jon Arryn ha muerto, cómo? — Intervino Zane en algún momento de la conversación, le picaba la curiosidad saber como había muerto la actual mano del Rey.

A medida que su abuelo iba explicando lo sucedido él fue captando por donde iban los tiros. Lady Lysa parecía temer por algo, y tal y como le estaban diciendo era extraño que se presentara con un ejército en los dominios de un vasallo y reuniera además a todos los suyos. — Abuelo, ¿estás insinuando que se avecina la guerra? — Pese a las enseñanzas de sus maestres, padre y hermano Zane no era un chico que brillara por sus dotes en diplomacia o conocimientos bélicos, se defendía en el tema pero hasta ahí al menos creía haber llegado. Todo lo que su abuelo había mencionado sonaba a conflictos.

A Roland le alegraba que todo hubiese salido bien. Después de llegar había ido a cambiarse de ropas para ponerse algo más apropiado. También había ido indicando donde podían dejar las cosas a los sirvientes de los Ferragut. Acompañó al encargado de los caballos al establo para que pudiese darle allí cobijo y provisiones a los animales. También llevó a Karl a la armería para que pudiese dejar allí todas las armas bien custodiadas. Una vez se encontró de nuevo en el patio se acercó a junto su abuela: 

- Tenías algo que proponerme, ¿no es así abuela?

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Ves que tu abuela mientras hablas mira detrás suyo y hace un gesto de asentimiento con la cabeza.

Cuando acabas ves que sus ojos expresan pena. – Mi pobre pequeño, si que quería hablarte de tus primas. Hay muchas que no has visto desde que eran muy pequeñas pero…

Se le rompe la voz y ves que caen lagrimas de sus ojos.

Rápidamente se las seca con un pañuelo simulando que es el calor.

– Cuando veníamos nos hemos encontrado un contingente de caballería de la Casa Arryn con centenares de soldados. Tu abuela no habrá combatido nunca pero si ha visto a muchas generaciones partir a la guerra y esos soldados iban así. No se gastaban bromas entre ellos como si vas a participar en una fiesta.

Te coge del brazo. – Por suerte los mandaba un viejo amigo de tu abuelo. Nos han dicho que Lord Jon Arryn murió en Desembarco del Rey y Lady Lysa Arryn la actual regente del Valle les había ordenado que acudiera a recibirla a Puerto Gaviota.

Aferrándose mas fuerte. – Habla con tu tío Normand. – Te dice después de escudriñar quién esta o no en el patio. – Tenemos que ser discreto. No sólo Lord Varys usa pajaritos, no podemos hablar con tantos oídos alrededor. Uno que una noche comentada lo que oyó...