Partida Rol por web

Algunos se quedaron en el puente, el tecnomarine se fue a la armería y el trío conformado por Asteron, Numaios y Castor se fueron a la sala de entrenamiento. La hermana de batalla Irelia, tras dedicarle una sumisa mirada a Aurelia fue directa a la sala de entrenamiento, siguiendo de cerca a los Marines...

La sala de entrenamiento era bastante amplia y preparada especialmente para los fuertes y aguerridos astartes. Tenía cuatro celdas bajas, en forma de circulo, y entre ellas un ring, bastante amplio con una grada ascendente bordeandolo. La sala estaba completamente silenciosa y algo oscura, unos pequeños globos brillaban en puntos estratégicos, pero tampoco era algo que os molestara gracias a vuestros ojos que se adaptaban rápida y eficazmente aprovechando al máximo cualquier atisbo de luz.

A la derecha de la entrada estaban colgadas las armas de entrenamiento, espadas de madera, gladius, lanzas, y puñales. A la izquierda estaba la amplía estancia dedicada a quitarse las servoarmaduras en caso de necesidad, con una taquilla de gran tamaño para cada astartes asignado a la nave además de las pequeñas taquillas del personal de Marinos que iban a bordo en calidad de escolta armada en caso de abordaje. En el extremo opuesto estaba la puerta que daba acceso a la galería de tiro.

Fue entonces, después de una rápida inspección visual, cuando visteis la imponente figura de vuestro líder, Haydn. El templario negro iba con la armadura de combate, como en la ceremonia de inicio de viaje y os observaba fijamente... Varios servidores voladores pasaron por donde estabais echando volutas de incienso en su mortecino vuelo... purificando la entrada y los que entraban.

¿Qué? ¿Venís a romper mas servidores o a hacer un combate de hombres? - dijo con su dura voz... una voz rota y rajada, una voz que sonaba tan pesada como un martillo de varias toneladas golpeando un yunque de mayor tamaño... una voz perfectamente modulada para que sonara abiertamente a un reto. Apoyado sobre la baranda de la grada, dando la espalda a ring y mirándoos fijamente. Su rosarius, colgado del cuello brillaba con espasmodicas descargas doradas... símbolo de su rango y poder. El cruzius, en cambio, colgaba del cinto y en silencio. Al final se irguió en toda su estatura, un poco más alto que vosotros y colocó ambas manos en el metal, esperando vuestra respuesta en silencio.

La armería estaba en silencio, poco y mal iluminada. Varios servidores se apartaron cuando entraste dejandote el camino libre, y un servidor volador pasó sobre tu cabeza escupiendo volutas de incienso para purificar la entrada y al que entraba. Un joven adepto se arrodilló cuando te vio e hizo una pequeña genuflexion de cabeza para seguir con su trabajo; estaba enfrascado en la reparación de varías carabinas láser averiadas. Era un tipo callado, nunca lo habías oído hablar, pero sin duda intuías que tenía potencial, además de tener unas manos muy duchas a la hora de los trabajos mecánicos y finos a la hora de reparar armas y armaduras. Por lo general te ha servido muy bien a lo largo de estos diez años, aprendió rápido de ti, ya que lo conociste siendo el un chaval de tan solo catorce años, como se acostumbraba en la armada imperial, Keju, había nacido en la nave, y le esperaba vivir en ella y morir si tan si quiera ver un planeta, ver un océano, sentir la arena bajo sus pies... pero así era la vida y asumidos todos lo tenían.

La armería era una estancia cercana a la sala de entrenamiento, comunicada con esta a través de la sala de tiro. A la derecha de la entrada estaban las taquillas llenas de municiones de todo tipo y las pequeñas armas de los Marinos, a la izquierda estaban las armas astartes, sus municiones explosivas... un sin fin de armas, de cuerpo a cuerpo y a distancia... Al final de esos estantes metálicos estaban las armaduras, y las piezas y equipos de reparación.

Después de que vuestros compañeros se fueran, el puente de mando siguió su trabajo habitual. Ahora prácticamente en silencio, con los servidores moviéndose de un lado para otro en una bella danza de trabajo. Oficiales intercambiaban miradas intranquilas y el propio oficial al mando, se revolvía en su asiento mirando unas lecturas algo intranquilo. Pulsó un botón de su asiento de mando e intercambio unas palabras... cuando la comunicación cesó se paso la mano por su abultada frente y pidió un informe al tecnoadepto superior que tenía a su lado.

Asteron se acerco a su líder, con la cabeza bien alta y mirando a los ojos de su respetado capellán.
Sabes que aquí no luchamos como los hombres, nosotros somos otra cosa somos Astartes –sonrió sabiendo perfectamente que había malinterpretado sus palabras –pero siempre es un honor entrenar con usted. Como quiere entrenar hoy con armadura sin ella… y con qué armamento, lo dejo a su elección. Pero solo decirle que hoy tengo ganas de combate sin singular, solo los brazos y el espíritu del guerrero.

El tecnomarine se acerco al joven adepto y lo observo detenidamente mientras trabajaba. Como siempre, su trabajo reflejeba una destreza innata y sus resultados eran perfectos. Despues de considerar que Keju no necesitaria ninguna ayuda por su parte, Jaden se acerco a su taquilla y saco un lanzagranadas auxiliar el cual se dispuso a acoplarlo a su ya tan revisado bolter.

Mientras trabajaba penso en el ultimo comentario del salamandra y se pregunto si al final bajaria a la armeria o iria directamente a las jaulas con los demas. Se encogio de hombros, no es que le importase demasiado, al fin y al cabo el mismo se dirigiria a las jaulas mas tarde para comprobar si su modificacion era util.

-Si es que no estan como la ultima vez- murmuro para si

El tecnomarine suspiro y se aplico en la tarea que tenia entre manos.

     Al ver la escena que tenia delante, el serpiente de hierro echó la cabeza hacia atrás y rió con ganas. No fue una risa destinada a burlarse de Asteron sino el reconocimiento de que se le había adelantado en la intenciones.

     - Capellan Haydn, señor. Cuando acabe de calentar los músculos con el hermano bibliotecario, si quiere le ofrezco un contrincante de verdad. Dijo con una amplia sonrisa. - No culpo a mi compañero por adelantarse. Después de todo usted es el único en esta nave con quien merece la pena medirse. 

     Se acerco a la sala adyacente, y con gran reverencia empezó a quitarse la servoarmadura. Aquello le llevaría un rato, pues los mantras y rituales destinados a apaciguar al espíritu maquina, no podían olvidarse. Desde la puerta volvió a reir. - Hermano Asteron, si quieres podemos acercarnos a la armería y traerte un rifle de plasma para equilibrar el combate. 

El puente se mantenía en marcha, con el zumbido de los servidores en marcha. Laocastus, satisfecho con la efectividad de la tripulación, se disponía a indicar a su hermano de armas y Capítulo que se retiraba a la armería. Sin embargo, el gesto preocupado del capitán captó su atención. Parecía que las lecturas eran preocupantes. Y malas lecturas en el Inmaterium podían significar lo peor. Una pequeña parte de Laocastus casi deseaba que así fuese, así vería algo de acción. El resto de él se horrorizó de que desease que algo atacase la nave, pero diez años sin objetivo le habían vuelto ansioso. Se acercó con cuidado de no interrumpir al capitán, en la pausa entre que este consultó al tecnoadepto y la respuesta que tendría que llegar.

- Si mis hermanos o yo podemos asistirle en alguna manera, estamos a su disposición, capitán. Detecta problemas?

- No te preocupes hermano Asteron, cuando el Capellán Haydn termine contigo yo mismo me encargaré de restañarte las heridas - dice Castor con una sonrisa irónica en la boca pues todo el mundo conoce su profundo odio a los psíquicos, tan solo atenuado por la camaradería de la escuadra - Seguro que mis cuidados serán una caricia comparados a la sesión de entrenamiento.

- Hermano Numaios, - agrega dirigiéndose al marine de asalto - espero que no tengas ningún problema en calentar un poco conmigo antes de enfrentarte con el capellán. A fin de cuentas también tengo que entrenarme un poco y cualquier combate que no sea con un servidor de combate siempre es interesante.

Dicho esto, Castor se dirige a la zona donde se encuentran los servidores y comienza a desvestirse su servoarmadura.

 Numaios asiente con la cabeza al apotecario, con una sonrisa en los labios, mientras continua quitándose la armadura. - Será un placer, Castor.

Jaden reviso unos segundos mas el nuevo acoplamiento a su bolter, despues de cerciorarse de que estaba perfecto se dispuso a salir de la armeria.

Antes de salir dio un rapido vistazo a la armeria para asegurarse que todo estaba en su sitio y luego se dirigio a las jaulas de entrenamiento

Zahariel observas los discretos movimientos del capitan y su tecnoadepto, aun asi su compañero da un paso adelante, anticipandose a el mismo . Por lo que se acerca para ofrecer apoyo y a la vez escuchar las posibles respuestas sobre esta sensacion de alerta que se mascaba en el ambiente.

 Aurelia se pasó la lengua disimuladamente por sus labios resecos debido aquel ambiente  rancio y cargado que acompañaba al puente de mando de la “Umbra” y colocó una mano delicadamente sobre sus caderas, mirando nuevamente a los allí presentes con detenimiento.

Uno de los marines de la Deathwatch pasó por su lado y se detuvo a saludarla, Aurelia tuvo que levantar la vista para mirarle directamente a los ojos debido a su baja estatura con respecto a la del hombre, cuando el hombre terminó de hablar Aurelia no esbozo expresión alguna como si fuese gelida y carente de sentimientos – Ní buena ni mala, tan solo la necesaria – fuerón las palabras que secamente salieron de sus labios, no era una buena conversadora, nunca lo había sido por otra parté tampoco le dio tiempo a decir mucho más el marine se retiró a los pocos segundos del saludo pero ella no despego la vista del inmenso hombre imbuido en su servoarmadura.

Su mente nuevamente se veía nublada por ésa extraña sensación que la tenía intranquila, hasta tal punto que se abstrajo de todo lo que la rodeaba incluso del saludo que otros de los marines de la Deathwatch le ofreció, sintió por unos instantes, en su interior como su corazón se retorcía y su alma se estremecía, era una sensación muy incomoda y desagradable.

Cuando finalmente salió de su propio mundo y alzó la mirada lo primero con lo que se cruzarón sus ojos fueron los de Irelia, un estallido de adrenalina goleó todo su cuerpo provocando que apretase los puños con ira “!Otra vez ésta muchacha haciendo de las suyas!” Aurelia  se dispuso a hecharle una buena bronca pero Irelia se le adelantó alegando el porque se su estancia en la nave, por alguna razón Aurelia le creyó y no le dedico más que una dura mirada – Bien, te quedaras conmigo hasta nueva orden entonces – Aurelia se fijo en que su joven recluta  miraba a los marines – Se van y tu  te vienes conmigo – Le espetó con brusquedad temiendo las intenciones que portaban esa pregunta la cual al parecer fue escuchada por el marine que antes la había saludado dejó que éste le contestase a Irelia sin decir palabra alguna pero nuevamente el mal humor se iba apoderando de ella lo que provocó que sus puños se apretasen nuevamente y adoptase una posición más firme y tensa un nuevo marine se sumó a la conversación y otro y otro y el cabreo de Aurelia iba cada vez a más no le gustaba que sus subordinadas perdiesen el tiempo de cháchara le había dado la orden de irse con ella y eso iba a hacer.

Cuando Irelia llevada por el ímpetu de la juventud decidió seguir a los marines una mano firme apretó su muñeca con fuerza. Sí Irelia girase la vista vería un rostro lleno de ira, se podía ver claramente que tenía los dientes muy apretados por los surcos en sus mejillas - ¿Adonde crees que vas? –Su voz retumbó firme, sobrecogedora y amenazante y apretó más aún la muñeca de la joven Irelia azuzándola para que respondiese.

Se quedó parada en seco. El rostro blanquecino de repente y se giro mirando a Aurelia con la mirada algo nerviosa... por muy rebelde y fuerte que fuera, temía y amaba a Aurelia a partes iguales... era su líder, su madre superiora y a la vez a quién más admiraba.

- Yo... bueno... solo... iba a mirar ... ya sabes... a..aprender - se rascó la nuca con gesto nervioso pero la miraba a los ojos, con ese deje desafiente, aunque estaba más que muerto en aquel momento. Se mordió el labio inferior y se hizo sangre, el síntoma clásico que siempre tenía cuando la arengaban, pero en ese momento, ella miro al capitán de la nave preocupada y señalo subterfugamente

Al final os vais ha adelantar a nosotros -acto seguido de acerco a uno de los habitáculos donde inicio el ritual para quitarse la servoarmadura. Estaba deseoso de empezar su entrenamiento, con el capellán. Ademas quería desviar su mente de la extraña sensación que tenia, desde que entraron en la disformidad.

¡JA! - se carcajeo secamente sin perder la pose - ¿Contra mi? No en esta vida pequeños... os quiero ver luchar, sin la servo armadura, con espadas de entrenamiento, la pena es que seáis impares... pero que más dará, todos contra todos - se echó hacía delante y os observó durante unos segundos hasta que añadió - es una orden... - con voz sibilina, sin duda sonreía bajo el yelmo