Partida Rol por web

Sus compañeros parecían apesadumbrados y deprimidos por aquel escenario en el estaban, sin embargo para Poli un lugar cubierto de muerte, cadáveres y desolación era su particular “Eurodisney”. Como chamana adoraba la muerte, la preciaba hasta el punto de valorarla más que la vida al considerarla la apertura de la mente, la verdadera trasgresión de la existencia sin las fronteras que la vida te proponía… la libertad.

¡Me encanta este sitio! – Expandió sus manos mientras correteaba de un lado a otro con una amplia sonrisa en el rostro, realmente feliz.

Se tiraba al suelo y giraba haciendo la croqueta sobre las cenizas que en algún momento fueron hogares, lanzaba al aire las hojas secas de la muerta vegetación como si de confeti se tratase, o se tiraba sobre los cadáveres en plancha, queriendo hacer un sándwich con ellos. Los espíritus que la acompañaban parecían disfrutar también de aquél sitio, siendo prácticamente igual que el propio infierno en el que vivían.

Poli cogió una calavera prácticamente disecada de alguna persona o animal, difícil discernir, y una rama dura. Tiró la calavera e intentó golpearla con un “batazo” de la rama, fallando estrepitosamente pero sin quitarle la sonrisa, volviendo a intentarlo.

¿Podemos quedarnos a vivir aquí? Mira, esa zona puede ser perfecta para poner la base.- Señaló a uno de los cráteres, corriendo hacia allí.- La sala de reunión puede ir aquí… no, no, aquí.- Apartó de un empujón un cadáver que la molestaba en su visión.

Ratko olisqueó el aire nada más acceder a aquel sitio, lo primero que se le vino a la cabeza fue lo ocurrido en la torre solo que en aquella ocasión todo era mucho más lucido o... ¿real? Se le antojo que bien podría ser una visión del futuro si fallaban o bien una escena de lo que estaba ocurriendo en alguna parte de Alleriah, al fin y al cabo habían escapado de la masacre de los Equu gracias a que Morgan lo tenía todo previsto, en aquellas reflexiones estaba cuando por un lado vio a Poli hacer la croqueta y hacerphacer planes paraepara montarse una casita...

- Esa zona no es buena Poli... Tendrías muchas humedades...

Entonces al mirar Niella y observar su silencio quiso acercarse a ella para ayudarla, lo ocurrido en la torre la había afectado mucho y era algo menos patente que todo aquello por lo que empezó a imaginarse lo que podría estar sintiendo, pero entonces salió a correr dejando al diabal parpadeando unos segundos para después hacer lo propio y salir corriendo detrás suya.

- ¡NIELLA, ESPERA!

Mientras os encontrabais en aquella zona, mirando a cada rincón, experimentando por cada sentido lo que significaba aquello, un sonido es alertó de que algo peor iba a suceder. Algo que a gran parte del equipo le traería malos recuerdos.

Niella, mientras corría sin un rumbo prefijado, se tropezó con una piedra. En el suelo y con las manos manchadas de tierra, alzó la vista para comprobar que había un cuerpo que se levantaba lentamente

- Pude hacer más... - gimoteó.

Por otro lado, Políxena aún se encontraba revolcándose entre los otros cadáveres y cenizas. Ella parecía feliz, hasta que de pronto una mano fría como el hielo la agarró.

- Sin mi poder... estoy vacía... - susurró.

Finalmente, mientras Ratko corría detrás de Niella y contempló asombrado como ésta se tropezó. Notó como un sonido gutural le reclamaba a su espalda.

- Les fa... fallé a todos... - tartamudeó

Ver una imagen de vosotros mismos en mitad de todo aquel apocalipsis generó más ansiedad y carga a lo que teníais por delante. Aquellos que no fueron fuertes de voluntad se sintieron identificados con las consecuencias del mundo. Un mundo que estaba destruido por no haber estado a la altura.

Y lo peor era que el futuro personificado en la propia muerte venía para acabar con vuestra presencia, de una forma definitiva.

Al verse a sí misma, Niella pegó un frenazo que hizo levantarse un montón de tierra y polvo. La muchacha miraba asombrada aquella malévola aparición. Era a la vez parecida al hechizo que había aprendido, pero a la vez muy diferente. A aquella versión de si misma no la controlaba. Y no solo eso, sino que le decía aquellas cosas que sabía que la perseguirían.

—Lo haré— susurró antes de entrar en una especie de frenesí histérico mientras sacaba las dagas— Lo haré LO HARÉ LO HARÉ

El shock había hecho que la dibumae sacase en primer lugar sus dagas para lanzarlas, pues no tenía la confianza necesaria para la magia, y sin embargo, pronto se encontró saltando sobre su doble, como un animal desesperado, sin estrategia ni pensamiento alguno, golpeando con fuerza con un brillo, indudablemente mágico, en las manos, golpeando con furia a sí misma, canalizando toda la rabia por no estar a la altura. Por no haber podido salvar a ninguno de aquellos centauros. Podía haber arrastrado a un niño al sótano, podía.

—¡ARGGG!— Aunque no había tardado mucho en acabar con su rival, el haberse acercado tanto había tenido sus consecuencias. Pese a todo, no pareció importarle demasiado, puesto que, como una bestia sedienta de sangre se giró a mirar a sus compañeros.

Llevaba tiempo sin enfrentarse a nadie y añoraba colocarse en primera línea para molerse a palos con quien fuera que estuviera delante, ¡y qué mejor que poder hacerlo con ella misma! En aquél macabro lugar seguían regalándole cosas, esta vez una visión un tanto graciosa, al menos a sus ojos, de cómo se veía a sí misma, agradeciendo haber cruzado esa puerta negra más que nunca.

Ratko se frenó en seco cuando se vió a sí mismo, o más bien cuando volvió a ver a su lado malvado... No era la primera vez que tuvo que combatir con su misma imagen de manera que lejos de volverse a impresionar extendió su mano y formuló las palabras de poder, la calidez de la llama sobre su palma y su crepitar le hizo enfocarse sin titubeos sobre su enemigo, al instante el fuego fatuo se hizo una bola de fuego azul del tamaño de una cabeza humana y fue entonces cuando la lanzó contra aquella sombra que había adquirido su imagen.

Sin pararse a pensar, Niella se abalanzó sobre el rival que quedaba vivo: el doble de Poli. la muchacha seguía presa de un frenesí, miedo o lo que fuese que estuviese sintiendo en aquel momento y corrió hacia su compañera lanzando una daga que se clavó en los ojos del doble de la chamana. 

Uno podría pensar que, pasado el peligro, la dibumae podría tranquilizarse y coger aire de nuevo. Sin embargo, solo quería salir de allí cuanto antes por lo que, en lugar de parar, siguió corriendo como una flecha. Matar a su doble y ayudar a Poli había sido solo un pequeño alto en el camino y puro instinto animal.

Una vez la última visión se disipó, parecía que la primera amenaza real había sucumbido por completo.

A vuestro alrededor seguía reinando la paz, una paz obtenida a través de la muerte de todo lo que había en vuestro campo de visión.

Niella, aún presa de sus impulsos, corrió sin rumbo intentando encontrar una salida en todos los sentidos, hasta que se topó con algo que emergió del suelo a escasos metros de su posición.

Se trataba de un orbe. Un orbe del mismo tamaño de aquel que vio dentro de la torre.

Tanto Poli como Ratko pudieron verlo a pesar de estar más lejos. El orbe se quedó flotando, a poco más de un metro de altura. ¿Qué era lo que debíais hacer ante una situación así?

—No, no, no, no...

Niella frenó en seco al ver aquella cosa que había aparecido ante ella. Recordaba perfectamente aquel orbe, o uno muy parecido, y lo que había hecho... aunque también recordaba que había sido necesario para seguir avanzando. El terror volvió a apoderarse de ella con más fuerza aún que antes, atenazando sus músculos hasta el punto de sentir auténtico dolor. Aunque no había visto lo que había ocurrido tras su "muerte", finalmente había conseguido sacárselo a Shany, quien le contó las pruebas que habían venido después. En la torre, con su caída se había abierto la puerta y Ratko y Shany habían tenido que enfrentarse a sus dobles. Ahora se habían tenido que enfrentar a sus dobles y... Y parecía que volvía a tocar aquello. Niella recordó las palabras de Ratko cuando la ilusión de la muerte desapareció. Habían sido muy claras. 

No vuelvas a hacer eso.

No vuelvas a tocar orbes raros ni por supuesto morirte

Aunque en realidad, no había prometido nada de aquello, pero si una cosa muy distinta. La muchacha giró la cabeza para ver a sus amigos y se encogió de hombros. Puede que se equivocase o puede que no, pero desde luego lo iba a hacer. De un modo u otro, aquella era la salida.

—Lo siento. Pero es MIO

Y saltó sobre la bola como un gato tratando de atrapar un conejo, con una de las dagas en la mano, dispuesta a, si no la mataba, matar ella al orbe. O lo que fuese.

Lo que visteis a continuación fue directamente fruto de la magia. En el instante que Niella tocó el orbe, aferrándose a él como si fuese un salvavidas, todo lo que había a vuestro alrededor se disipó como si fuese una cortina que se desprendía de la ventana.

En un abrir y cerrar de ojos os encontrabais en una sala vacía, del color gris de la piedra. La Dibumae comprobó que donde antes había un orbe, ahora simplemente una pequeña luz violeta ocupó su lugar.

La luz, de manera automática, comenzó a moverse por aquella sala hasta atravesar una pequeña puerta. Ahora sin tantos cadáveres de fondo, destrucción y ruina, supisteis que fuera cual fuera aquel tipo de prueba, la habíais superado. El miedo se disipó y transformó la inseguridad en confianza: podíais lograrlo.

Sin saberlo, siguiendo aquella luz accedisteis de nuevo a la sala central donde todo comenzó.

Ahora había dos diferencias significativas: las extrañas runas del suelo brillaron durante unos segundos con un resplandor violeta. ¿Significaba entonces que para avanzar en vuestro asalto teníais que atravesar el resto de las puertas? y de ser así ¿qué ibais a encontrar?

Además, la puerta que habíais atravesado ya no mostraba el ónice.

El tiempo apremiaba, ya que sabíais que cada minuto desperdiciado podrían significar cientos de muertes en alguna parte del mundo.

Ratko o se estaba volviendo un viejo chocho o estaba perdiendo facultades o simplemente la paternidad le tenia el coco sorbido... o todo a la vez, porque el caso es que estaba lento... más lento que el caballo del malo y si a eso unimos el que había ido a parar al refugio de los dragones con una niña hiperactiva con síntomas suicidas y una hippie de los espíritus con síntomas exibicionistas... por el cóctel que se presentaba era malo, muy malo para la salud psíquica y física del diabal.

No había echo más que evaporar a su doble en su fuego fátuo cuando Niella ya se había encargado de un salto de cargarse a la doble de Poli para luego ir a toda carrera hacia el orbe negro, un orbe que Ratko sólo había tenido ocasión de enfocar una vez, el tiempo que le dió la cabeza loca de rizos inmensos de la dibuminae para ponerse en su campo visual y hacer todo lo contrario de lo que le había pedido en la Torre de Magia.

- NIELLA ¿QUE DEMONIOS TE DIJE DE COGER ORBES?- grito en vano para tratar de pararla para salir a correr tras suya y sólo ser capaz de alcanzarla cuando la rizos estaba abrazada a la esfera- ¡INSENSATA!

Le espetó furioso al tiempo que todo cambiaba, dando lugar a un nuevo escenario, al parecer habían conseguido superar aquella especie de prueba, pero estaba tan enfadado por el temor que había tenido de ver a Niella fulminada de verdad, que sin mirarla se apartó de manera brusca de su lado para dirigirse a la puerta de la gema amarilla.

- Vamos por aquí...- dijo escuetamente visiblemente molesto

Respirando con fuerza, Niella miró el pequeño orbe que tenía aprisionado y, al ver que cambiaba de color, lo soltó de golpe, retrocediendo con la daga en la mano. La muchacha parecía confusa y asustada, pero pronto, mientras aquella lucecita se alejaba, aquella sensación se disipó. Al parecer, ahora tenían que tocar los orbes. Y no eran peligrosos. No eran como el de la Torre, eran seguros y les trasladarían de un lugar a otro. Cogiendo aire de nuevo, se levantó y fue cuando vio la furia de su jefe.

—Alguien tenía que...— pero Ratko pasó a su lado sin mirarla, haciendo que bajase la cabeza. No avergonzada ni arrepentida, pero nunca había visto a su compañero tan enfadado con nadie, y saber que era el motivo de su ira no era agradable. Aún así, no podía evitar ser ella misma, levantar la cabeza y responder— Y lo volvería a hacer. 

Ratko seguía de espaldas a ella, pero o no le importó o fingió que no le importaba. Con cuidado, se agachó a comprobar que Poli estuviese bien y le ayudó a levantarse, comprobando que llevase bien atada la capucha. La verdad que aquello de ir medio desnuda era un lío.

—Tienes que plantearte llevar algo más de ropa, Poli, aunque sea un vestido. Encontrarás que es muy útil

En todo ese lapsus de tiempo, desde que Niella se cargó a su doble, Poli había estado ausente mirando el lugar donde había estado su “otro yo” con el rostro descompuesto. No le importa el orbe, por ella como si resultara ser una trampa mortal que acabaría explotando y los matara (ojalá, adoraba ese sitio), sólo tenía algo en mente.

Tía, ¡me has pinchao! – Recriminaba a Niella la forma que había tenido de matar a su doble, herida como si el golpe lo hubiera recibido ella.- ¿Sabes lo que duele eso? Podías haberme quemado, cercenado, decapitado… ¿pero los ojos? ¡Eso no se toca! – Estaba dolida, una falta de respeto que no podría pasar por alto.- Ratko dile algo.- Esperando a que el diabal respondiera, con dos dedos señaló sus ojos y luego a Niella, simbolizando que la estaría vigilando.

Una vez decidido el siguiente destino, tan solo quedó una cosa que hacer: avanzar.

Se atravesó la puerta decorada con la gema amatista para veros transportados directamente a un espacio que se sentía vacío. La negrura invadía todo. Mirasteis a vuestro alrededor y tan solo había oscuridad.

A pesar de que no percibíais ningún elemento en vuestro entorno, sí que erais capaces de veros los unos a los otros pero... ¿por cuanto tiempo?

De repente algo sucedió.

Viste como en cuestión de décimas de segundo, cuatro barreras translúcidas te rodearon por completo. Entre cada pared había menos de un metro, convirtiendo la situación en algo absolutamente claustrofóbico.

Más allá de los muros estaba aquella oscuridad que os había envuelto al entrar. El silencio provocó que escuchases el ritmo incesante de tu corazón, a cada latido que escuchaban éste bombeaba más rápido.

Golpeaste el muro sin éxito, no se rompía. Usaste incluso el mejor de tus trucos pero fue en vano. ¿Cómo ibas a salir de ahí?

Entonces sentiste algo en los pies, un cosquilleo que te resultó familiar.

Miraste abajo para observar sorprendida como el espacio donde estabas apretada estaba llenándose de agua. Ahora tan solo cubría un centímetro de tu pie, pero sabías que al ritmo que iba podría cubrirte por completo en cuestión de minutos.

Un pequeño sonido te alertó de que algo había cambiado. Miraste al muro que tenías enfrente para descubrir que se habían dibujado cuatro cubos de colores.

Estos cubos te resultaron exageradamente familiares ¿era un sistema parecido al que te encontraste en la torre? Recuerdas que tuvisteis que resolver una especie de rompecabezas entre los tres para subir a la siguiente planta pero... ahora las cosas eran totalmente diferentes. Estabas sola y con el agua al cuello (casi literalmente)

¡Tenías que descifrar aquello antes de morir ahogada! ¿!Y dónde están los demás?!