Partida Rol por web

-Agh- gruñó la guerra al fallar por poco y esquivar el ataque de su compañero, quien parecía estar bajo la influencia de esa maldita porquería. El ataque fue débil, pues Ratko no era muy ducho en dar golpes, tuvo suerte de que no usara su “fuego” contra ella. La idea de cortarle la cabeza y acabar con su sufrimiento acudió a su mente, pero decidió darle otra oportunidad. Shany era testaruda cuando algo se le metía en la cabeza y solo se rendiría cuando no hubiera ningún tipo de esperanza-. ¡Quédate quieto condenado!

Mientras su compañero manoteaba intentando sacársela de encima, Shany aguzó al vista y esperó el momento oportuno. Solo tendría una oportunidad para quitarle esa porquería de encima. Todavía quedaría saber si funcionaria o debería tajear a su compañero. Una pena, le agradaba, pero no sería el primer pretendiente al que tendría que atravesar con su acero.

Cuando Shany consiguió quitarle el colgante a Ratko la extraña materia que lo había recubierto comenzó a removerse de su cuerpo para ir en dirección hacia la joya del anticuario como si estuviera huyendo hacia ella, mientras lo hacía el rostro del demonio volvió a ser visible al tiempo que su característica mirada dorada cobró vida, Ratko volvía en sí, el demonio gritó, liberado, cogiendo parte de la dichosa materia y quitándosela  de encima, mostrando la parte desnuda de su torso cuya ropa había sido desgarrada para arrojarla hacia el maldito objeto que lo había poseído, con ira.

- ¡Vuelve al infierno maldita cosa...!- dijo muy furioso al agua negra volviendo por completo en sí.

Ratko, una vez liberado no pudo evitar caer de rodillas al suelo con la respiración entrecortada y parte de su ropa desgarrada, concretamente la que le cubría el pecho, cuya palidez resaltaba en contraste con la oscuridad de sus cabellos. 

- Gracias...- le dijo a Shany esbozando una sincera sonrisa, entonces pareció caer en la cuenta de algo y miró a su alrededor- ¿Earendil?- dijo localizando finalmente el cuerpo inerte de la dama del agua, al hacerlo se levantó, ya recuperado y fue hacia ella para tratar de reanimarla usando parte de su magia- Vamos... despierta

Al final pudo quitarle el maldito amuleto, ya luego el mismo Ratko se encargó de quitarse el fluido negro de su cuerpo. La guerrera observó como esa cosa parecía estar viva, reptando hacia el amuleto, el cual estaba en un rincón de la habitación. Una vez se aseguró que eso no intentaba reptar hacia ninguno de sus compañeros, fue detrás del demonio quien se había arrodillado frente a su líder.

-Fue lista, arrojó el collar lejos- de no ser por eso, quizás fueran dos los afectados y debería haber elegido. Y hablando de esas mierdas… quería destruirlas, lo mismo que todo ese maldito lugar, luego buscaría al viejo y le estacaría en frente de su tienda-. La cargaré- dijo levantando a su líder siendo bastante más delicada de lo que la vieron nunca-. ¿Puedes caminar?- sus ojos recorrieron el cuerpo del demonio, como si buscara algún rastro de la materia negra-. No sé tú, pero yo quiero destruir todo esto.

Se la veía seria, pues sentía que les habían engañado, así que estaba deseando derramar sangre en venganza. Nadie se mete con un Orumita y vive para contarlo.

Arrugué el entrecejo mientras volvía a la consciencia, notando que el cuerpo pesaba el triple de lo normal o mis fuerzas habían flaqueado de forma considerable. El hecho de incorporarme en el suelo ya fue un esfuerzo casi titánico, pasándome la mano por la frente mientras terminaba de abrir los ojos.

¿Estáis bien? – No sabía qué había pasado, levantando una mano para que me ayudaran a levantarme al ser incapaz de hacerlo sola, aprovechando también para usar el báculo como bastón.

Ratko emitió un ligero suspiro cuando vio como Earendil se recuperaba tras ser atendida por él, con parte de su magia... en un principio temió que la nigromancia no contemplara la sanación, pero a medida que le fue imponiendo sus manos comprobó como el calor que emanaban de ellas conseguía sanar a su compañera, parecía que la magia al fin y al cabo partía de una misma base y que no era incompatible una variante con otra.

- Nosotros sí, tu estás peor... permite que te ayude- se ofreció ayudando a levantarla para que después Shany se ofreciera a hacerse cargo de ella- Voy a destruir esas malditas cosas...- dijo invocando de nuevo su poder, recitando las palabras arcanas que precedían a su azulada bola de fuego, sentir el cosquilleo de la magia alrededor de su cuerpo fue realmente refrescante después de lo que acababa de vivir, era como volver a nacer, ser él. Una vez lista la bola sobre la palma de la mano apuntó a los colgantes que estaban en el suelo y lanzó la llama sin miramientos.

La magia de Ratko destruyó por completo los colgantes. ¿Ese gesto implicaría el fracaso de vuestra misión?

Shany se quedó unos segundos observando el fuego destruir esos amuletos, regodeándose de esa destrucción. Se giró con paso decidido y se acercó a Eärendil. Le apoyó una rugosa mano en el hombro, mirándola con atención. Su líder se veía de un azul mucho más pálido y parecía que le temblaban las piernas.

-Puedo llevarte hasta la salida- le dijo bajando su cuerpo para que estuviera a la misma altura que ella y poder verla a los ojos-. Incluso podría llevarlos a los dos- sonrió-. Lo hicieron muy bien, no se dejaron vencer- asintió aprobadoramente, guardando su arma y continuando con una mano sobre el hombro de la elfa. El orgullo era algo muy importante, por eso preguntó antes de hacer algo que molestaría a su líder, pues ella misma preferiría arrastrarse antes que mostrarse débil. Pero ambos podían estar tranquilos, a ojos de Shany, no eran gente débil.

Iba a negarme por completo a que destruyeran los colgantes, sabiendo que perderíamos no solo el pago por completo del encargo sino la reputación de fallar las misiones que nos surgían, pero antes de que pudiera abrir siquiera la boca el demonio ya estaba creando una bola azulada.

Preferí no decir nada, aparte de que las palabras sobraban ahora que los había destruido no tenía las fuerzas para ello. Me giré al notar una ruda mano en mi hombro y escuchar la proposición de Shany. Negué con la cabeza, intentando mantenerme en pie aunque apoyara prácticamente todo mi cuerpo en el báculo. Ya no era solo el orgullo de mi raza, sino demostrar que la líder podía seguir caminando sola.

Estoy bien.- Tenía claro que hablaría con Demitrev y su nulo aviso sobre el poder que albergaba la fuente, una peligrosa magia que había podido llegar hasta mi.- Salgamos, no tenemos nada más que hacer aquí.- Encaminé la marcha, aunque de forma más lenta que de costumbre, con la firmeza del que sabía que tenía que aclarar cuentas.

A Ratko, francamente le daba igual haber fracasado en la misión... lo que estaba claro es que aquel viejo decrépito los había engañado y mandado a la muerte, de no ser por Shany él al menos habría acabado siendo un engendro putrefacto y Earendil... pues lo mismo también, por eso ignoró a esta última y caminó al lado de la guerrera, agradecido por su gesto, a sabiendas de que le debía la vida y que... había que ajustar cuentas con el anticuario.

- Te debo una...- le comentó a Shany a su lado remendándose la ropa para ir andando despecherado por la vida- Sí, salgamos...- asintió a las palabras de la jefa.

A paso apresurado recorristeis los mismos pasillos y salas con tal de llegar hasta la salida. Bastaba un poco de trabajo en equipo para lograr acceder de nuevo a la superficie, donde la noche escondía más de un secreto entre la oscuridad y las sombras.

Ahora a salvo y con los sentimientos a flor de piel tras vuestra experiencia en los subterráneos, tan solo quedaba algo que hacer: encontrarse de nuevo con Demitrev.

Sin embargo el encuentro fue más rápido de lo que parecía puesto que, en una de las ramas de los árboles cercanos se encontraba una figura oculta por la noche y cuya voz reconocisteis a la perfección.

- Vaya... esto sí que no me lo esperaba - no había duda ¡era él!

- Normalmente no suele haber supervivientes y cuando los hay... ni mucho menos son tres - os examinaba desde las alturas.

- Espero que al menos haya merecido la pena... ¿tenéis mis colgantes? - comentó sin conocer con exactitud lo que habíais pasado en la mazmorra.

De un salto bajó de la rama y se colocó a escasos metros de vosotros.

Costaba andar más de la cuenta, notando una creciente rabia que hacía ancestros que no sentía: La impotencia de haber caído en magia negra, el no saber cómo sanar las heridas que el cuerpo parecía no tener y sobre todo que me hubieran pillado con la guardia baja cuando siempre tenía todos los sentidos pendientes de cualquier ruido o sombra. Desconocía si era una trampa de Demitrev pero sabía a dónde nos llevaba, preguntándome si aquellos cuerpos con los que combatimos eran otros mercenarios.

Andaba por el mismo trayecto que recorrimos anteriormente aunque de forma más pausada, parándome muy de vez en cuando para reposar, apoyándome en la corteza de los árboles que nos rodeaban. Quedaba mucho camino por delante, incluido el acantilado por el que casi caigo, comprobando que estaba especialmente torpe en esta situación. Necesito meditar, las aguas están agitadas.

No sabía cuánto tiempo nos quedaría de viaje, pero se acortó más de lo que pensaba en un principio. Retrocedí un paso y preparé el báculo al escuchar un ruido, incorporándome al ver la figura picuda del hombre.

Los destruímos.- No iba a mentir, de nada serviría teniendo en cuenta que no los teníamos, además de que queríamos saber a dónde nos había mandado.- Sabías que el manantial estaba maldito, por eso no podías ir personalmente.- Recordaba la conversación que tuvieron en la tienda, empezando a hilar algunas cosas.- Dinos, ¿qué clase de magia es?

Los dientes de Ratko se afilaron cuando descubrió al pajarraco que los había interceptado. Las palabras que les dijo fueron más que suficientes para confirmar que los había enviado a una trampa y que los colgantes los quería mínimo, para forjar un ejército de engendros... ¿qué clase de cliente los había contratado? no pudo evitar recordar la primera misión, la que les encargó Roger... seguramente habría corrido la voz sobre el tipo de mercenarios que eran, lo que significaba que los clientes que los contrataban debían de ser de dudosas intenciones, como era el caso y no es que algo así le importase a un demonio como él, pero si que le escocía que se pusiese su vida en peligro de aquella manera.

El demonio guardó silencio dejando hablar a Earendil, que debía estar muy airada por no haber podido cumplir la misión, pero él se mantuvo atento, esperando cualquier indicio de peligro para hacer arder al anciano.

Shany solo se encogió de hombros, le agradaba que su líder no se dejara amedrentar por un extraño ser que intentaba dominar su cuerpo, sino que decidió continuar sola. Se notaba que no lo estaba pasando bien y que el esfuerzo era agotador, lo que le daba aún más crédito. Decidió acortar sus zancadas, fingiendo que vigilaba los alrededores. Ratko se le colocó al lado, mientras intentaba enmendar su ropa, la cual fue arrancada en parte cuando le quitó el maldito medallón.

-Hablaremos de deudas más tarde- le dijo con una media sonrisa, intranquila aun por el lugar donde se encontraban.

Pudieron salir sin muchos problemas de la mazmorra, complicándose ligeramente justo antes de salir, donde la bajada era más pronunciada. Shany tenía su arma desenvainada durante todo el trayecto de salida, moviéndola con una delicadeza impropia para esas manos, pero que no impedía imaginar que podía atacar de un segundo a otro con endiablado poder. Por eso cuando apareció el viejo cuervo, Shany dio un paso al frente, sin levantar el arma, pero con el acero tiñendo su mirada. Como Eärendil comenzó hablando, detuvo su avancé, pero sin perder de vista al viejo. Sus pensamientos eran bastante simples.

-Parece rápido y ágil. Debo cortar algún tendón importante, limitando sus movimientos. No es un viejo común, estaré atenta y seré precavida… luego lo destriparé.

Demitrev gruñó.

- Así que ahora no hay colgantes... me dejáis en una situación muy delicada - comentó mientras os seguía observando.

- Sin ellos no hay trato, y sin trato no hay dinero - comentó de forma bastante fría.

- El poder que hubieran encerrado esos colgantes valdría millones. ¿Sabéis cuantos estarían dispuestos a pagar por ellos en el mercado negro? Servirían para acabar con reyes, con naciones enteras... - aquel vejestorio parecía emocionado hablando.

- ¡El poder de un Dios encerrado en una joya! ¿No es increíble? - dicho aquello avanzó un par de pasos.

- Bueno, parece que nuestro contrato ha terminado... así que si sois tan amables... - Demitrev se quedó esperando... quería recuperar su dinero.

Podías ser muchas cosas pero no me consideraba una asesina despiadada sin razón. Éramos mercenarios, el dinero movía nuestros pasos y acatábamos las misiones que teníamos siempre y cuando el precio fuera el esperado y no hubiera demasiados peligros para los integrantes, así que no dudé en bajar mis manos hacia la bolsa de cuero que nos había tendido en la tienda y devolvérsela.

- Todo tuyo.- Eché una rápida mirada a ambos. No quería que atacaran, tampoco que hicieran nada que pudiera perjudicar el honor del clan, prefiriendo irme con las manos vacías antes que manchadas de sangre.