Partida Rol por web

El viaje fue rápido y frío. Sin muchas palabras. Ninguno sabía que decir.

La casa era muy tipica de San Francisco, bonita, sobria, familiar. Aunque ahora estaba algo descuidada de como estaba antes, en su pleno apogéo, pero seguía siendo bonita.

El coche familiar entró en la oscuridad del garaje y las luces del mismo iluminaron segundos después el cuarto, lleno de herramientas, viejos recuerdos (junto a la ropa de su madre, metidas en cajas) Sol se quitó el cinturón.

-Mira, solo quiero que hables conmigo, pago mucha pasta a ese psicólogo, y está bien, pero quiero que hables más conmigo. Últimamente parece que viva con una desconocida en casa, y esto no me gusta.

Aclaró Sol, como todos solían llamarlo.

-Quiero que hables conmigo.

Repitió, mirándola.

No había ido tan incómoda en un coche en toda mi vida y la verdad es que sabía que no era la única porque notaba como el viejo me miraba cada poco por el espejo, como si estuviera pensando mil cosas que decir pero las estuviera descartando antes de decirlas.

- Quieres que hable contigo. - Repetí sus palabras y me desabroché el cinto para luego bajarme del coche.

Desde que mi madre había muerto, mi madrastra claro, porque el recuerdo de la otra era una de esas espinas que escondes para siempre y en las que te niegas a pensar de tal forma que hasta tu sibconsciente ignora su existencia, la relación entre mi padre y yo se había enfríado muchísimo. Él no se molestaba mucho en hacer algo que no fuera gritarme y yo, no me molestaba ni en decirle apenas hola para evitar así que todas las conversaciones acabaran en peleas, así que es eso no podía quitarle la razón, no hablábamos nunca.

- Ahora así de repente quieres que te hable.. Claro. ¿ Y me puedes detallar más sobre qué quieres que te hable? ¿ Porque a mí si me gustaría saber por qué me sigues?

Así no empezábamos bien y lo sabía, así que me dirigí a la puerta y llegué hasta la cocina dejando mi mochila sobre la mesa y dándome la vuelta para encararme a mi padre.

- Llevas años sin interesarte por nada más que mis notas del instituto y que no falte a mis citas del sicólogo, así que no entiendo a qué viene tanto interés de repente..

Sol siguió a su hija durante todo el camino, cerró la puerta con un manotazo y tiró las llaves pesadamente sobre un cenicero que su difunta esposa colocó en una mesilla, para tenerlas siempre a mano, él lo había considerado una tontería, pero siguió respetándolo, por ella.

-Porque quiero que cambie las cosas entre los dos, Brenda. ¡Quiero que cambien!

Solomon se apoyó en la barra de la cocina y se masajeó la sien con los dedos.

-Me...me he dado cuenta de que las cosas pasan, de que todo tu mundo puede caerse en cualquier momento, y toda una vida puede irse a la mierda en dos dias.

Chascó los dedos, para hacer énfasis en sus palabras.

-Pero no quiero acabar mis días así, pensando en tu madre constantemente, como si estuviera aqui, pero ya no está.

Sonrió, pero de forma triste.

-A ella no le gustaría vernos así. Hay que empezar a construir de nuevo nuestro mundo, y quiero empezar a construirlo empezando por tu y yo.

Luego repitió eso último, acercándose más a ella.

-Por ti, y por mi.

Se rascó luego la calva y miró hacia otra parte.

-En cuanto a seguirte, si, lo hice, no estoy orgulloso de ello pero me temía lo peor. El director, el señor Morrison, me ha dicho que tuviera cuidado con tus compañías, y me he preocupado, eso es todo. Dame un respiro. Lo siento.

Cuando comenzó a decir aquello de mi madre y de que las cosas podrían cambiar en apenas un par de días, sabía que era totalmente cierto. Yo ya había tenido que enfrentarme a la muerte de dos madres y ahora lo único que me quedaba era él, así que sentí una punzada de culpabilidad cuando le miraba y le veía así de preocupado.

- Quizás tenga algo de razón y deberíamos intentar tratarnos un poco.. aunque sólo sea algo..

Nunca había sido una persona de esas cariñosas, sino más bien arisca y poco comunicativa con la gente que me importaba, pero eso no quería decir que pasara olímpicamente de ellos y si cada vez que abría la boca no era para echarme la bronca estaba dispuesta a intentar colaborar un poco más como hija.

- Vale. - Dije haciendo una enorme pausa para buscar las palabras para seguir hablando. - Supongo que a mamá no la gustaría que nos lleváramos mal y supongo que podemos intentar llevarnos mejor de lo que lo hacemos, pero podías haberme preguntado antes de seguirme... No me drogo y no soy la " chica " de nadie, así que no tienes que preocuparte por eso. - Aclaré para que no le diera un infarto por pensar algo así. - No voy al gimnasio todo lo que puedo para luego meterme mierdas..

Otra cosa igual no, pero era tan sana como una lechuga.

- Ahora es cuando preguntarás que qué hacía ahí esta noche y te lo voy a decir para que no tengas la necesidad de seguirme, pero no quiero una escenita. Quiero llegar al Lethal Figth pero la única forma de hacerlo es participar en peleas poco ummmm legales. Participé en una y me grabaron y hay un interesado en que formemos un equipo para un combate dentro de dos meses. Es algo importante y podría haber ojeadores del Lethal y...

Me parecía que le estaba hablando más en aquella conversación de lo que le había hablado en todo un año, pero creí que debía dejarle un poco de tiempo para asimilar lo que le estaba contando así que me callé unos segundos.

- Uno de los componentes de mi equipo entrena donde he ido esta noche, por eso estaba allí. El otro es un idiota al que no tengo ganas ni de hablar y la otra chica estudia es mi instituto, es una de esas niñitas con dinero.

Sol sonrió y movió la cabeza, aliviado por lo que ella le contaba.

-Me dejas tranquilo. Siento haber dudado de ti.

Aunque lo que explicaba tenía sentido, el problema era que, con la sangre caliente, poco iba a razonar él. Poco a poco, ella le fue relatando lo que hacía allí, su padre la miró atentamente, sin decir nada hasta que ella acabara, como si lo estuviera digiriendo.

-A tu madre no le habría hecho gracia, lo sabes ¿no?

Inquirió, acariciándose la barbilla con la mano.

-Yo...en fin...solo quiero que me prometas que no te harán daño. Si ves que te superan, tira la toalla, nadie quiere a un luchador tullido.

Al parecer, se lo estaba tomando bien.

Aunque luego hizo otra reflexión, sonriendo.

-¿Sabes una cosa? no te voy a decir que no lo hagas, si crees que puedes llegar, inténtalo. No hay nada peor en la vida que rendirse antes de empezar. Te preguntas todo el rato ¿y si hubiese hecho aquello? ¿como habría cambiado mi vida?

Solomon rodeó la barra y abrió la nevera para coger una cerveza, haciendo una pausa. La abrió y luego señaló con la botella a la chica.

-¿Es tu sueño? ve a por él, pero una vez conseguido, dejalo estar, no vayas a más, eso solo lleva a la autodestrucción, de ti y de tu sueño ¿entiendes lo que te digo?

El hombre bebió un trago de la cerveza, miró la botella un segundo, y luego volvió la mirada hacia la chica.

-Ven, voy a enseñarte una cosa.

Casi me quedé con la boca abierta al ver cómo de bien se lo estaba tomando mi padre, esperaba algo así como la tercera guerra mundial y en vez de eso, encontré con que me estaba apoyando y animando para que lo hiciera, aunque avisándome de que no dejara que se me subiera a la cabeza si lo conseguía y sonreí tras sus palabras.

- Tengo que intentarlo, como bien dices, si no me arrepentiré eternamente.. además estoy entrenando duro y voy a intentar que se fijen en mí..

Quizás en aquel momento me sentía más animada de lo que había estado en mucho tiempo. Era increíble lo que cuatro palabras podian obrar, pero se las agradecía y todo lo que ellas significaban.

Me levanté para seguirle a ver aquello que quería mostrarme, pero cuando me puse a su lado, como algo meramente excepcional y sin decir nada, di un abrazo a mi padre apretándolo quizás con excesiva fuerza aunque cuando me vi cuenta aflojé los brazos y susurré un " gracias " que de verdad salió con toda la sinceridad del mundo.

Un poco avergonzada por mi reacción me separé de él y luego le miré con curiosidad.

- ¿ Enseñarme el qué?- Dije queriendo cambiar de tema rápidamente, como si una situación demasiado " tierna " me incomodara.

Sol se quedó tan sorprendido como ella ante ese abrazo, no lo esperaba, ya que conocía el caracter de su hija muy bien.

El hombre cerró los ojos y rodeó a la chica con sus brazos, dándole un beso en la frente.

-Te quiero, eres mi hija.

Se quedó así un segundo hasta que se separó. Se pasó la mano por la calva, nervioso por aquella situación tan extraña para ambos. Bebió un trago de su cerveza y luego le hizo un gesto para que le siguiera.

-Antes de venir tu a casa, tenía un hobby, aunque ya sabes como era tu madre, no se le podía decir que no, y a ella no le gustaba mucho el tema, así que me lo hizo guardar en mi despacho.

Explicó, abriendo la puerta de la pequeña habitación. El hombre avanzó al interior, dejó la cerveza sobre la mesa de escritorio donde estaban todos los documentos del trabajo y su pc. Luego se acercó hacia la estantería y sacó una caja, la dejó en la mesa y se sentó sobre el pico del mueble.

En la caja habían cosas de Win Fight y Lethal Fight, videos, libros viejos y algún que otro merchandising.

Se echó a reir recordando las viejas peleas con su esposa mientras sacaba cosas, entre ellas una foto enmarcada con T. Ice, un luchador de color (el primero) en pelear en Win Fight, aunque el fisico de su padre era totalmente distinto, era flaco y tenía pelo, lo que le hacía algo extraño.

-Esto fue antes de conocer a tu madre. Iba a trabajar al supermercado cuando lo vi pasar por delante de la calle. T. Ice, en un barrio de mierda de New York, donde crecí. Me pregunté muchas veces que le traía allí, siendo tan famoso. Lo gracioso.

Hizo una pausa para reirse y luego continuó entrecortadamente.

-...lo gracioso fue que dejé el supermercado solo, eché a correr hacia T. Ice, con una cámara polaroid del jefe. Me costó cogerle, pero lo hice. No me hizo falta decir nada, T. Ice me miró, yo le miré, cogió la camara de entre mis manos y se la dió a un tipo que pasaba por allí. Nos hizo la foto, y el muy cabrón se echó a correr y me robó la camara.

Siguió riendose hasta que luego se pasó las manos por los ojos.

-Luego volví al local, con la foto en la mano, y descubrí que me habían robado todas las revistas del mostrador y lo que había en la caja registradora. Todo fuera. Cuando vino el jefe me echó a la calle y no solo eso, me hizo pagarle la polaroid poco a poco. Pero ¿sabes que hice yo?

Sonrió un poco y miró a Brenda a los ojos, con los suyos humedos de la risa.

-Sonreí. Me quité el delantal, lo dejé caer y me largué a comprar un marco para mi foto, mi pequeño tesoro.

Se rascó el entrecejo con el dedo pulgar. Tras unos segundos sin hablar siguió.

-Poco después mataron a T. Ice, le dispararon desde un furgoneta, en Harlem. Era el mejor, pero cuando se lesionó el brazo y tuvo que dejar la lucha, no quiso aceptar que dejó de ser famoso y empezó a frecuentar malas compañías, apostó mucho dinero que no pudo pagar y acabó asi.  El mejor luchador negro de LF muerto, en la calle, como un mendigo.

Explicó con pena, mirando hacia el suelo, dejando la foto sobre la mesa.

-En fin, mira a ver si te sirve algo.

No dije anda cuando mi padre me dijo que me quería, era incómodo para los dos y mucho, pero después del abrazo él ya sabía que también le quería aunque no se lo dijera, así que estábamos parra.

Escuché aquella historia pensando que sólo me lo estaba contando para decirme que tenía algo en común conmigo, pero cuando terminó la historia entendí lo que pretendía y asentí.

- Te prometo que si esto no sale bien dedicaré todo el tiempo que paso en el gimnasio a estudiar, aunque no se me dé muy bien..

Normalmente no solía prometer las cosas, porque luego me veía en la obligación de cumplirlas, así que cuando prometía algo lo hacía de verdad.

Le cogí de la mano y lo arrastré hasta delante del ordenador y eso que era una de esas cosas que teníamos en casa y que apenas nadie usaba y luego, busqué mi combate en Youtube pero antes de ponérselo, le hablé.

- El combate lo perdí, pero se han fijado en mí aún así.. tengo que esforzarme para ganar el siguiente. El chico contra el que peleo es Ryan, el compañero con el que estaba esta noche.

Dicho esto puse el combate y fui negando con la cabeza a cada golpe que me daban, como si pudiera haberlos podido evitar todos y no lo hubiera hecho.

Sol se sentó en la silla y observó el combate, parecía dolerle todos los golpes que ella recibía como si los recibiera él.

-Peleas muy bien, creía que solo era por Hobby.

Anunció sorprendido por como peleaba.

-Pero pegas muy fuerte.

Señaló a la pantalla.

-Ese blanco era el que te acompañó ¿verdad?

Ella no tardó en confirmarselo.

-No soy un genio en esto, pero, hace muchas florituras, parece una rana, debería ser como T. Ice, golpes fuertes, directos, con florituras pero sin abusar. Deberías ver como peleaba ese negro, tal vez te ayude a fusionar la tuya con la suya, vamos, si quieres, yo ya te he dicho que no soy un genio en la materia.

Se giró en la silla para mirar a su hija.

-¿Y si contratamos el canal LF, para ver los combates por televisión? Bueno, sería interesante compartir un rato juntos, aunque sea un rato, luego ya podrás hacer todo eso que hacen los jóvenes hoy dia.

Sonreí cuando mi padre me dijo que peleaba bien, ya que aunque jamás lo reconocería, me sentía increíblemente bien contando con su aprobación y sus palabras me hicieron feliz.

- En cuanto le cuente esto al sicólogo lo va a flipar en colorines..

- Sí, el hombre que entrena a Ryan me ha dicho que soy un poco sosa, que tengo que adornar un poco más los golpes, así que supongo que me voy a pasar un tiempo probando a dar saltos y cosas así.. seguro que los videos de ese hombre que tanto te gustaba me ayudarán mucho..

La verdad es que sentía curiosidad por verlo, sólo por el mero hecho de que había sido algo así como el ídolo de mi padre.

- ¿ Contratarlo? Vives en la edad de piedra, viejo.. !! - Le dije metiéndome con él pero sin ninguna mala intención. - Podemos descargarnos lo que nos apetezca ver de internet y luego tirarnos en el sofá a verlo. ¿ Qué te parece?

Estaba aceptando aquella propuesta de que hiciéramos algo juntos. La verdad era que me apetecía, pues llevaba mucho tiempo sintiendo que mi única compañía era la soledad.

- La gente de mi edad no hace lo mismo que yo, así que no te preocupes que no me importa ser un bicho raro. - Aunque mi padre lo debía saber ya. - No salgo por ahí y apenas tengo amigos.. así que creo que no me va a ser muy difícil hacerte un hueco para ver la tele.

Sol se echó a reir cuando su hija le dijo eso, se apoyó en el marco de la puerta por el codo y asintió.

-Si, me estoy quedando atrasado en esto de las nuevas tecnologías, de no ser por ti, seguiría con el casette y el cd.

Luego mantuvo la sonrisa pero fue más directo.

-Claro, esta noche cancelaré la reunión para verlo contigo.

Se dio la vuelta y luego, como si recordara algo, volvió sobre sus pasos.

-Oh si, ¿hoy no pelea esa chica tan buena, Eli Graft, contra Cardozo? Seguro que le mete una buena paliza a ese frijolero.

Nada más acabar la frase se quedó en silencio al oir eso último que dijo su hija.

-Lo que hace la gente de tu edad no me gusta. ¿Qué voy a decir yo? Soy tu viejo. Así que me alegra saber lo del LF. Suelen decir que los lazos que se crean entre compañeros de equipo son muy fuertes, cuando empieces en serio con el LF, seguro que sacas compañeros, quizá la rana...¿como era? Ryan ¿no? No parece mal chico.

La miró durante un rato y luego no dijo nada, hizo un gesto con la mano y apretó los labios, despidiéndose con un gesto con la cabeza, luego por fin se dio la vuelta para volver a lo suyo, dejando a la chica sola en el despacho.

Aquella noche la pasaría con mi padre, sin duda, y el que nos lleváramos bien aunque fuera de repente me habñia alegrado el día, así que ahora estaba de buen humor.

- Papá!! - Fue una queja a lo último que dijo. - Lo único que no necesito es que me hagas de celestina que lo sepas!

Estaba dejando bien claro que había por temas que no iba a pasar y mi inexistente vida sentimental era una de ellas.

Cuando salió por la puerta yo pensé en salir prácticamente detrás. Aquella tarde había sido una de las más desaprobechadas de aquellos días en cuanto a entrenamientos, pero al menos, había aprendido que era lo que debía mejorar y había mejorado la relación con mi padre, así que mi conciencia decidió no arrepentirse demasiado por ello. En vez de ello, busqué por internet unos cuantos combates del T. Ice, quien tanto le gustaba al viejo, quizás puediera sacar alguna idea de todo aquello.

Los videos de T. Ice no eran populares, de hecho, la lucha antigua era considerada, y a veces, con mucha razón, desfasada; sin embargo, T. Ice peleaba bastante bien. Era un negro más pequeño, robusto, su estilo de pelea carecía de técnica, al menos, la tècnica propiamente dicha, aun así, tenía una "técnica" propia bastante singular, donde mezclaba movimientos de kárate, lucha libre, y boxéo, vamos, lo que ahora llaman un estilo fusión. Lo cierto es que la gente lo apoyaba, le daba a la gente lo que quería, sin necesidad de saltos, sino con espiritu y también con algo de show.

Sea como fuere, Brenda bajó aquellos videos, también aquel combate de Graft contra Cardozo, y se fue a verlo con su padre al salón. No acabaron hasta las tantas de la noche, y luego se quedaron dormidos allí, en el mismo sofá.

La alarma del móvil de Brenda saltó, despertándola. Miró a su alrededor y allí estaba su viejo, durmiendo, con el menú del pendrive del televisor abierto al acabar la lista de reproducción. La chica miró el móvil y allí ponía algo en la agenda:

8:30 Consulta del doctor Rourke.

Le iba a tocar ir al psicólogo hoy.

Estuve agusto viendo aquellos combates con mi padre, aunque eso sí, se nos hizo un poco tarde y cuando el despertador sonó y vi la hora que era me hirvió la sangre del enfado.

- ¿ Pero cómo coño se me ha pasado cambiar la hora para ir a correr? - Me levanté de una mal humor increíble por ser tan estúpida. El día anterior por la tarde no había hecho nada y hoy por la mañana tampoco. Así no podía llevar un control sobre nada.. - Así no ganarás ni amigos..

Mi entrenador siempre decía que para que las cosas salieran bien había que seguir un planning y no llevaba una semana y ya lo estaba mandando todo a la mierda y encima para más inri tenía que ir donde el puto sicólogo..

Al menos eso significaba que era fin de semana y que no tenía clase, así que luego podía intentar redimirme y salir a correr, aunque después de comer tendría que ir a meterme en el gimnasio y hacer sesión doble, lo del día anterior y lo de ese.

Me vestí para salir a correr, incluso me llevaría el mp3 a la consulta del sicólogo y así, cuando saliera, me podía ir a correr un buen rato.

- Sí, eso es lo mejor que puedes hacer hoy sino cuando tengas que saltar te pesará mucho el culo para hacerlo.

Tras ello desayuné bien, pues la dieta al menos no me la había saltado y luego, intentando no despertar a mi padre le eché una manta por encima para que no cogiera frío y salí para ir al sicólogo.

Brenda salió de casa, no hacía mal tiempo para correr, ya que el cielo estaba nublado y no hacía un calor pegajoso. Primero debía diriguirse a la consulta de Rourke.

Hizo un paseo hasta el centro de la ciudad, al distrito financiero. Brenda cruzó Union Square, que incluso a esa hora, había gente yendo y viniendo en sus quehaceres. Luego siguió algunas calles más hasta llegar a la consulta privada del doctor Rourke.

La chica tocó el timbre y una mujer la miró desde el escritorio, tocando ella otro botón para que la puerta pudiera abrirse. Brenda pasó.

-Buenos dias, Brenda.

Saludó la recepcionista. Luego su mirada fue al monitor del pc y a continuación volvió a su interlocutora.

-Llegas un pelín tarde.

La mujer hizo ademán de guiar a la chica hacia el despacho, pero la puerta del mismo se abrió y salió Rourke.

El doctor era un tipo maduro, allá por los cuarenta y tantos más cercano a los cincuenta. Solía llevar el pelo hacia atrás, pero sin gomina, unas gafas de pasta le caían sobre la nariz, sin casi nunca apoyárselas bien atrás, tenía una sonrisilla que solía poner nerviosa a la gente a la que no trataba, incluso Brenda se sintió rara las primeras veces, vestía un traje no muy caro, pero quizá, su tendencia a sofocarse le hacía estar sin un boton abrochado, solo los de la camisa, y el nudo de la corbata algo deshecho.

-Hombreeee, señorita Arnold.

Saludó a su modo.

-¿Me ibas a dejar plantado en nuestra cita? que a todo esto, deberíamos pensar en boda, de tanto tiempo que estamos quedando.

Bromeó, sonriendo.

-Pasa si quieres.

Rourke se acercó al mostrador y dejó unos papeles, luego tomó la carpeta de Brenda de un archivador y la siguió al interior del despacho.

El paseo me sirvió para que mi mal humor se esfumara, lo bueno de tener un caracter tan explosivo como el mío, era que los cabreos se iban con la misma facilidad con la que aparecían y para cuando llegué allí ya se me había olvidado, aunque seguía molestándome el hecho de que se me hubiera pasado poner el despertador para antes..

En cuanto me abrieron la puerta y me dijeron que llegaba tarde asentí como diciendo que era consciente de ellos pero sin decir nada, a fin de cuentas, era cierto, pero cuando Rourke se hizo el graciosillo casi me echo a reir.

- Me he quedado dormida, perdón. Diría que se me han pegado las sábanas pero anoche me dormí en el sofá así que.. - Luego levanté la vista, antes de entrar a la consulta y negué con la cabeza. - Lo siento, eres demasiado viejo para mi gusto y preguntas demasiado como me siento para que lo nuestro tenga un final feliz..

Riéndome ya pasé al despacho y sin esperar a que él se sentase, ocupé mi silla habitual.

Soltó una carcajada al oir lo que le decía Brenda.

-Eso mismo dice mi mujer...

Aclaró, con una sonrisilla traviesa.

Pasó al interior del despacho y cerró la puerta. Acompañó a la chica a los sillones, e hizo ademán con la mano, invitándola a tomar asiento. Luego él se sentó en su silla. Abrió despacio la carpeta y repasó lo que había pasado en la última cita. Luego levantó la mirada hacia ella y sonrió. Se recostó despacio en la silla.

-¿Como va todo, Brenda? ¿algo nuevo?

Casi me volví a echar a reir con eso de su mujer, pero no lo hice, tan sólo me acomodé en aquel sofá y sonreí negando con la cabeza como si pensara que a aquel hombre le faltaban un par de tornillos.

- Bien supongo, como siempre.. - Eso no era del todo cierto, así que rápidamente me corregí. - Bueno creo que el viejo y yo nos vamos a llevar bien a partir de ahora. Parece que por fin se ha acordado de que tenía una hija y la verdad es que me alegro de que lo haya hecho.. le echaba de menos..

Reconocí delante del hombre, pues a fin de cuentas ya me había acostumbrado a hablarle sin ningún tapujo, aunque mi tiempo me había costado.

- Me siguió y le estuve contando lo que te conté el otro día sobre pelear y todo eso, porque creo que se pensaba que tomaba drogas o algo peor, así que preferí decirle la verdad y se lo ha tomado tan bien que incluso me ha animado! - Le expliqué no sin sorpresa en mi voz. - Creo que sería un buen momento para jugar a la lotería, igual me toca..