Partida Rol por web

-¡Oh, claro que ha sido mi voz! -exclama con su dulce voz mientras sostiene una toalla húmeda para limpiarse el rostro-, pero eso sólo sería la mitad si tú no estuvieras a mi lado.

Se sienta en una silla. -Ai Joe, a veces pienso que no sé si hubiera podido llegar hasta aquí sin tí. Aunque no vamos a negar que tengo talento, ¿verdad querido? -dice para no quitarse mérito, pero de tal forma que parece que no le importa. A veces parecía haber en ella un punto de ingenuidad, un punto dulce, pero que no debía llevar a engaños. Sally quería a Joe como a nadie más, había sido su amigo, su confesor... estaba siempre ahí, era simplemente Joe. Pero ella conocía su talento, sabía de lo que era capaz. Y lo más importante, tenía carácter, y sabía aprovecharlo.

-Sally...- Repite despacio mientras su mirada recorre de nuevo el local con tranquilidad hasta encontrarse con la tuya.
-Aunque tiene un indudable talento no se puede comparar con el tuyo, querida.- Dice mientras te dedica una sincera sonrisa. -Estoy deseando que me regales otra de tus brillantes actuaciones...- Se detiene un instante y te observa atentamente.
-¿Pasa algo Elisabeth?...- Suaviza de nuevo su expresión antes de proseguir. -...Algo te preocupa, ¿Que sucede?.-

El tipo que empujaste hace un traspié y casi está de irse de culo al suelo, luego te mira sorprendido con expresión abobada.
-Maldita sea, Dylan...- Dice una vez te reconoce. - ...este mono quería entrar en el club y como comprenderás no podiamos dejarle pasar.-
De reojo observas al objetivo de la paliza, en el suelo se retorcía un chico negro de unos 25... aunque se hace difícil determinar su edad en esa situación.
-Dijo que era sobrino de nosequién...- Escupe con desdén. -Todos estos monos son igual de embusteros...-

Conocías lo suficiente a Mark como para tragarte esa farsa. Su aprecio hacia su perro era mil veces mayor a la que sentía por esos negros. Cualquier pretexto era suficiente para vejar a cualquiera de ellos.

La estruendos risa de Joe retumba a lo largo del pasillo y através de la puerta del camarino. -Si, tienes razón, pequeña, tienes mucho talento para el espectáculo...- Dice alegre. -...pero poco para arreglarte, siempre me acaban doliendo los piés esperándote a que acabes de vestirte. Con lo menuda que eres poca ropa necesitas. Mi tía, en cambio, se envolvía con las cortinas del comedor y aún iba falta de tela...-
A Joe le encantaba charlar de su tía... en realidad le gustaba cascar de la família en general.
-Por cierto, ¿Sabes que hoy nos visita mi sobrino Michael? Le dí la dirección de este local y dijo que vendría a visitarnos.- Cambia de postura antes de proseguir. -Es un buén tipo, un chaval honesto y trabajador... además toca muy bién el acordeón... es extraño que aun no esté por aqui.-

-Cálmate Mark, joder -miró al chico que aún estaba en el suelo - y tu -dijo empujándolo con el pie- quien demonios eres? has pensado que puedes colarte aquí como si nada?

Dylan ya se encontraba más tranquilo. Por lo menos todo parecía haber acabado sin que Davide se hubiera percatado de nada.

Vaya es cierto! le di directamente con la confianza... ok, merci no volverá a pasar. por cierto estoy perfilando la aventura ya mismo te digo algo por si te apetece jugarla.

-¿Michael? No recordaba ningún sobrino tuyo llamado Michael. Oh, espera, ¿acordeón has dicho? Creo que ya me hablaste de él.

-El acordeón es un extraño instrumento, ¿nunca lo has pensado? –dice girándose hacia Joe-. Puede usarse como el instrumento más célebre o como el de los más paletos -Sally calla un segundo y reflexiona-. Ai, no me hagas caso.

-¿Y dices que vendría esta noche? –la sonrisa de la artista se torna ligeramente pícara-. Espero que haya llegado a tiempo de ver el espectáculo.
La chica se levanta, había terminado ya de desmaquillarse y de volverse a pintar esta vez más discreta. Con ligereza, se acerca a un pequeño armario y saca otra ropa con la que vestirse. Una vez preparada se dirige a la puerta. –¿nunca te han dicho que eres un poco impaciente? –le dice y acto seguido le sonríe-. Vamos, tomemos algo ahí fuera.

Su melena rubia caía en ligeras ondas sobre sus hombros. Agarrada del brazo de joe, salió del camerino. Tacones altos y una falda que marcaba sus caderas era parte de su vesturario. La otra la componía una blusa que dejaba entrever un bonito escote. No era demasiado descarada, siempre había que dejar algo a la imaginación, una de las armas más poderosas de todo hombre. Sentirse deseada era adorable, y ella siempre lo conseguía.

Mis dedos se enredan en el pie de la copa mientras escucho las palabras del Don. Vaya July parece que te has lucido...¿no estarás perdiendo tus dotes interpretativas? Sin proponermelo la voz de mi abuela resonó en mis pensamientos amonestándome por esa reacción tan estúpida que había tenido. Sabia que un pequeño fallo, un error podía suponer la caída, la perdida de todo. No me imaginaba mi vida de otra forma que no fuese tal y como era actualmente. Las noches pasaban deprisa mientras me ocupaba del Blue Note, era una mujer respetada por mi trabajo y tenia un hombre que se preocupaba de mi a su manera. Aunque sinceramente su manera de preocuparse por mi me convenía enormemente, no tenia gana alguna de casarme con nadie y quedar relegada en una casa vacía la mayor parte del día, o incluso algo mas espantoso, dedicarme a tener hijos o cuidar de los que ni siquiera eran míos.

Una sonrisa picara se formo en mi rostro mientras dos de mis dedos sujetaron la banderilla de la guinda mientras removía el contenido de la copa. No estamos aquí para preocuparnos de mis problemas, sino para hacerte mas ligeros los tuyos. Con descaro me llevé la banderilla a la boca mordiendo sensualmente la guinda. Mientras mis dientes acariciaban la piel de la fruta el licor que la empapaba resbalo hasta mi lengua dejándome el gusto amargo del cóctel. Cuando terminé de juguetear con la fruta dejo la banderilla en la servilleta y sonrío.

Creo que esta noche no me atrevería a salir por nada del mundo, esa muchacha de piernas largas se ha metido al publico en el bolsillo y yo odio perder. Mi risa sonó durante unos cortos segundos tras mi respuesta cantarina, como siempre.

El chaval levanta la cabeza y te mira con ojos vacilantes.
-Yo...- Su voz sonaba entrecortada. -...tengo que ver a Joe Arizona...- Deducías por su marcado acento sureño que no era de Nuevayork, quizá se tratase de algún pueblerino.
Joe Arizona... te sonaba ese nombre.

-¿Joe Arizona no es ese chimpancé que ha venido con esa cantante nueva?- Dice Mark con desdén. -Es el colmo que dejen actuar a uno de esos perros en el Blue Note...- Ves que Mark ya se ha levantado y se coloca a tu lado. -... Si Franky llevara este garito seguro que no dejaría entrar a esta escoria embustera.-

Joe te repasa de arriba abajo como escrutinando el aspecto que ofrecías. Sabías que siempre se fijaba en los detalles y no era raro que te recriminara algún tipo de atuendo que el considerara inapropiado. Su criterio solía ser acertado, aunque un poco conservador, ya me entiendes.
Asiente con una de sus amplias sonrisas y os encaminais hacia la multitud que habia en el bar.
Veis a lo lejos la mesa que ocupaban Elisabeth y un hombre ya entrado en edad que hablaba distendidamente con su acompañante.
El salon se encuentra repleto de personas que producen un murmullo continuo entre las paredes del amplio local. Algunos musicos afinan sus instrumentos en el escenario mientras unos camareros les ofrecen algo de bebida.
Os cruzais con una camarera que te ofrece un coctel y dirije una mirada de sorpresa hacia Joe. Después se aleja apresuradamente.

-Venga chico, fuera de aqui antes de que me vaya -dijo dylan con el semblante serio- La próxima vez no volveré a pararlos. -Bien sabia que eso no era del todo cierto. 'Ninguna pelea en mi turno' solía decir.

Joe Arizona... Qué demonios tenía que decirle tan importante como para arriesgarse a recibir una paliza?. Sentía curiosidad, pero se reprimió.
Dylan se dió la vuelta dispuesto a marcharse y le dió una palmada a Mark en el hombro. Quizá como disculpa por el empujón de antes, quien sabe...
Llevaba demasiado rato fuera del Blue Note y no se lo podia permitir.

-Creo que será mejor que te espere fuera...- Te dice el hombre tras reflexionar unos instantes. -Diviértete, estaré esperanto a Michael.-
Tras una breve mirada ves como Joe se encamina hacia la salida.

Justo cuando te disponías a entrar de nuevo en el local te cruzas con alguien inesperado.
Un tipo de color salía desde el interior del local. Lo habías visto tocar hacía unos momentos junto con aquella muchacha de voz dulce.

-¡Michael!- Exclama mientras se abre paso a empujones. -¿Que demonios te han hecho?- Ese negro parecía haverse vuelto loco y por un momento te parece ver a Mark llevarse la mano a lo que tú ya sabías que era la empuñadura de su revolver.

Vuelvo a agarrar a Frank del brazo. 'Pero que demonios esta pasando aquí?'

-No veo que le pase nada -digo con descaro a pesar de los evidentes hematomas- Deberías estar dentro tocando con la banda. No tengo más tiempo que perder. -impaciente.

Vigilo en todo momento al músico, sus gestos, sus movimientos, preparado para cualquier posible locura, lo veo muy nervioso.

-Está bien, Joe. Como prefieras -dice algo contrariada por la reacción de su amigo-. No tardaré demasiado, tengo ganas de conocer a Michael.
Una sonrisa se dibuja en su rostro al nombrarlo. Después, se despide de Joe con un gesto de la mano y se acerca a la barra del local. Esperaba que alguien le invitara a tomar algo, así que se sienta sobre uno de los taburetes y simula estar esperando a alguien.

-Ya... pocos hombres serían capaces de resistir tus encantos, querida...- Dice Davide intentando disimular un atisbo de nerviosismo al verte juguetear con la guinda.
-Me gustaría verte actuar esta noche... es...- Hace una pausa antes de proseguir como midiendo las palabras que iba a decir. -... especial...-
Por encima del hombro ves aparecer a Sally desde la salida de los vestibulos. La muchacha atraviesa el local y se sienta en la barra donde atrae gran espectación. Realmente ha ofrecido una buena actuación.

El hombre ayuda a poyarse el chico y se dirije hacia vosotros.
-Maldita sea vuestra sangre, jodidos racistas...- Dice Joe con odio cuando de repente se queda quieto con los ojos y la boca muy abiertos.
Entonces un leve reflejo te hace girar la vista y ves a Mark con su Colt 44 apuntando a los dos negros, no sabrías decir con exactitud a quién de los dos.
-Negro hijo de la gran puta...-

'Mierda!'
Intento levantar el brazo de Mark por si se le ocurre disparar. 'no en mi turno' como suelo decir.
Este cabron de Mark está loco.