Partida Rol por web

El hombre ríe con soltura después de escucharte.

-Me refería a tu actuación... mi regalo...- Dice Davide justo cuando llegais de nuevo a la mesa. En este preciso instante los músicos se encontraban recogiendo sus intrumentos y despejando el escenário para la siguiente actuación.

Acaparabas multitud de miradas, la gente sabía que no tardarías mucho en actuar. Davide también te miraba absorto, ese hombre podría ser el peor de los demonios que hayas vivido en tus pesadillas y el mejor amante y atento galán de tus sueños. Una mezcla explosiva que te hacía dudar en demasiadas ocasiones. Aunque te sentías afortunada de tu posición.

Llegas a la altura de tu camerino y entran Joe, junto con su sonrino, y el gorila que se queda en la puerta.

-Si, Sally, Es mi sobrino...- Dice Joe aflijido. Crees que nunca lo viste en ese estado, incluso crees que de un momento a otro podria ponerse a llorar. -... él no entiende de las cosas de ciudad, señorita, el es de fuera,... no tendría que haber pasado... si se me entiende...- Joe estaba muy nervioso. Justo cuando oyes una voz ya conocida.

-Señorita Sally! Déjeme hecharle un vistazo, estoy estudiando medicina, quizá pueda darle una mano!- Ves a Jeremie acercarse por el pasillo de acceso a los camerinos.

-¡Alto! Quién coño eres tú!- Le increpa el gorila dándole un empujón y haciéndole caer al suelo. -Largo de aquí si no quieres que te arregle ese cutis.-

-¡Estate quieto grandullón! -increpa Sally abriendo la puerta de golpe e intentando evitar que dañen también a Jeremy-. ¿Acaso no te parece suficiente por hoy? -le dice señalando el interior del camerino.

-¿Qué has dicho, cielo? ¿Medicina? -la chica miró de forma algo descarada al joven. Parecía que se estaba insinuando, pero no era el momento oportuno y bajó a la realidad-. Vamos, pasa, corre. Cierra la puerta.

-Joe, este es un amigo. Estudia medicina, tal vez pueda hacer algo por él. Dice al presentarles.

Sally agarra por el hombro a su amigo e intenta que se separe de su sobrino para que deje a Jeremy espacio.
-Vamos Joe, tranquilízate, todo se arreglará -hace una pausa-. Cuéntame, ¿qé ha pasado ahí fuera?

Veis el local repleto de clientela y un espeso humo flotaba en el aire junto con las notas de un dúo de piano y metal que acompaña al ambiente.

De una rápida ojeada descubrís en la mesa que había al pié del escenário a Davide acompañado de Elisabeth, ama del club y acompañante habitual del Don, que disfrutaban de la dulce melodía.

Los camareros recorren el local con sus bandejas prestas a los clientes y ofreciendo copas. Uno de ellos se acerca al veros entrar y os ofrece un par de coktels que llevaba en una bandeja.

Levanto las cejas en un gesto de sorpresa ensayado cuando menciona lo de la actuación, es decir, su regalo. Como bien has dicho es tu regalo, no el suyo, y si no fuese por tu irrefutable poder de convicción sabes que hoy no pondría un pie en el escenario. Miro hacia la puerta unos instantes antes de añadir mas bajo y menos después de ese incidente, menos mal que siempre que te necesito estas aquí. Dejando un espacio mas grande entre los dos no dejo de mirar como los músicos terminan de sacar sus sillas y sus instrumentos del parquet del escenario, mi sangre empieza a hervir nerviosa por la futura actuación, lo cierto es que no había preparado ninguna canción en especial así que o bien repetía alguna de mi repertorio o decidía improvisar con alguna otra.

Querido ahora si que debo dejarte para salir en unos momento, el espectáculo debe continuar, como bien sabes. Me giro sobre mis talones y camino coquetamente hacia los camerinos para empolvarme la nariz un poco antes de someterme a los focos del escenario. El cosquilleo rítmico que provocan los flecos en mis pantorrillas son el mejor indicativo de que mi caminar es correcto y sinuoso, volteo la cabeza en el preciso momento en el que le dedico un guiño de ojo y una sonrisa divertida antes de perderme tras la puerta de personal.

El gorila escupe con desdén al suelo antes de indicar al chico que entrara con un leve gesto de cabeza.

Jeremie se saca el sombrero y se acuclilla junto a Miachael. Tras una corta ojeada empieza a chequearle.

Mientrastanto Joe toma asiento.

-Han sido esos malnacidos...- Dice Joe mirando atentamente como su sobrino era atendido por Jeremie. -...cuando llegué me lo encontré en este estado. Seguro que aquel bastardo de perro guardián tiene que ver, me lo encontré junto a Michael...- El tipo estaba muy nervioso y no acababas de entender del todo lo que quería decirte. Y al parecer él se dió cuenta. Suspira profundamente antes de proseguir. -Había tres hombres y uno de ellos era ese Dylan... aquel que suele estar por aqui, ya lo tengo visto, es uno de los hombres de Davide.- Joe niega con la cabeza y se lleva las manos a la cara. -... Solo tiene 17 años... no sabe nada de las ciudades y sus reglas... maldigo mi sangre!-

-No se preocupe por el chico...- Dice Jeremie después de que hablara Joe y incorporando a Michael. -... esta magullado, pero se recuperará. Solo necesita reposo y, sobretodo, no meterse en mas lios...- Dice intentando sacar fuego al asunto con una amable sonrisa.

Joe se levanta de un salto. -Gracias, muchas gracias...- Exclama casi fuera de sí y zarandeando la mano de Jeremie el cual reprime un gemido de dolor.

Tras avanzar unos pasos me quité el sombrero, sacando un peine repasé mi peinado y pedí al la camarero un wiskhie doble. Antes de acercarme a la mesa del Don eché un vistazo al local en que nos encontrábamos, no era la primera vez que acudía y aunque no fuera un habitual, cada vez acudía con más asiduidad, no sólo para reunirme con Davide sino por disfrutar tranquilamente de un buen ambiente y la música. En aquella ocasión Tom Morrys tocaba soberviamente su trompeta en compañía de dos pianistas, Tom tenía la cualidad de aquellos músicos de Jazz para lograr con un instrumento la misma personalidad que le correspondía a la vocal.

Uno de los camareros se acercó a la mesa del Don y acercándose a uno de sus hombres le dijo unas palabras al oído mientras miraba hacia donde Bianchi y yo nos encontrábamos, ya habían anunciado nuestra presencia, de manera que lo mejor sería no hacerse esperar. - El Señor Davide nos espera, será mejor no hacerle esperar.- Con paso firme y esquivando las sillas y gentes del local me acerqué a la mesa donde el Don estaba siendo advertido de nuestra llegada y estirando el brazo donde portaba mi sombrero dejé paso a Bianchi para que fuera el primero en ser recibido.

Al acercaros veis como la mujer que acompañaba Davide se levanta y se dirije hacia una puerta que se encontraba a la izquierda del escenario. Posiblemente creeis que puedan ser los accesos a los camerinos.

Esta vez había tenido suerte y antes de retirarme tras la puerta de personal para dirigirme a un camerino, los acompañantes, a los que seguramente Davide llevaba un tiempo esperando, habían echo su entrada triunfal. Lo cierto es que formaban una pareja extraña o mas bien peculiar, por un lado un hombre blanco de modales mas o menos correctos, trajeado impecablemente y con la suficiente confianza consigo mismo como para acercase al Don destilando tranquilidad. Por el otro lado un tipo de clara ascendencia Latina con algo menos de gracia vistiendo y moviéndose por el local. Suponía que ese aparentaba mas que otra cosa su propia confianza, la cual se fundiría como los hielos de un whisky ante los ojos de Davide.

Lamentablemente no podía retrasar mi abandono de la mesa, ya que me había despedido y estaban esperando mi actuación. Así que molesto conmigo misma por no poder cotillear los asuntos que venían a comentar con él cerré la puerta tras de mi y afronté el pasillo con rapidez. Antes de salir al escenario tenia un asunto pendiente. Ese trompetista y su primo me debían una conversación. Mis tacones repiquetearon contra el suelo creando un sonido rítmico hasta que me detuve frente a la puerta de mi despacho, antes de entrar pasó una de las chicas con la bandeja repleta de cajetillas de tabaco bien ordenadas, caramelos y otras baratijas y chucherías que se vendían en la sala. Hazme el favor de buscar al trompetista y a su primo, diles que les espero en el despacho y tengo mucha prisa. Mi voz se tornaba claramente fría y metálica cuando me preocupaba por impartir ordenes y hacerlas valer. Los negocios eran el lobo feroz, pero yo había dejado de ser caperucita hacia muchos años.

Entré en el despacho y cerré la puerta en las narices de la muchacha sin darle opción a replica. Una vez en mi pequeño refugio me relajé un poco. Sentándome en una pequeña butaca frente a un tocador comencé a retocarme levemente para ir ganando tiempo. pensar en la canción que iba a interpretar no me vendría mal en este momento, pero tenia otras cosas en mente y necesitaba ver a esos chicos ya.

Con cuidado, y ayudado por Joe, Jeremie coloca a Michael en una de las butacas que había en tu camerino. El aspecto de aquel joven de color no era mucho mejor que el de un boxeador tras cuatro asaltos duros. Ves como Jeremie le coloca algún apósito encima de los labios rasgados por algún fuerte puñetazo y comprovaba la gravedad del golpe que llevaba en el ojo izquierdo que se le empezaba a hinchar y tomaba un color morado intenso. Apesar de estar consciente, el chico no emitía ninguna palabra ya que, tal y como dijo Jeremie, el dolor le impedía hablar. Solo emitía algún que otro sonido gutural cuando le curaban las heridas.

Al cabo de unos minutos se abrió la puerta por la mano del gorila que aún permanecía allí fuera. Aquel grandullón dió paso a una chica que iba vestida con el atuendo de camarera del local.

-La señorita Frances quiere veros...- Dijo mirando de reojo al chico que yacía en la butaca.

Al veros llegar el hombre se levanta y os saluda todo ofreciendo dos asientos en la mesa. Sin saber como, un par de camareros os habían servido una copa a cada uno de vosotros y despachado con discreción las mesas más cercanas.

-Bienvenidos al Blue Note Club, lugar de la buena música...- Dice con un grandilocuéncia sarcástica. -Y bién, Bianchi...- Sigue hablando más distendidamente mientras recoge uno de los vasos que había encima de la mesa y se lo lleva a los labios. -... menudo susto esta mañana... Hay que decir que en estos momentos los chicos estan trabajando para dejarlo todo en condiciones. No debes preocuparte por nada.- Su mirada era penetrante y notabas como escudriñaba al interlocutor en todo momento. Sin perder detalle. -Además está el tema legal, y de eso seguro que el señor Leyton, al cual su fama le precede, se habrá ocupado...- Dice dirijiendo su atención hacia Frank.

-Aunque les confieso que me encantaría conocer los pormenores del asunto...- Ahora hace una pequeña pausa antes de concretar. -...veran, me intriga saber si la ficha del señor Bianchi aún conserva cargos.- Su tono era paternal y desinteresado.

Tras bajar ligeramente mi cabeza para saludar al Don, lentamente tomé asiento dejando el sombrero sobre la mesa, crucé las piernas, tomé una de las copas, que por su color y tono ambarino sin duda era un Whisky, y dando un ligero trago rápidamente me mostró que aquella bebida era realmente un bourbon de la mejor calidad, posiblemente un Marker´s Mark. Deposité nuevamente el vaso sobre la mesa con la servilleta cuidadosamente colocada y escuché a Davide. - Por el momento el señor Bianchi es sospechoso, aunque creo que más bien la policía quiere tenerle cerca como testigo. No veo porque la ficha del caballero debería verse ensuciada por este asunto.

Pese a mi exposición había algo que aun no había cerrado y podía dar problemas de manera que sin rodeos ni miramientos lo puse en conocimiento del Don. - Me preocupa la chica que salió herida, parece ser que la policía aun no habló con ella, si pudiéramos adelantarnos y convencer a la familia de que el señor Bianchi nada tuvo que ver, este saldría indemne. Él no vio apenas nada, una pequeña discusión y al detective repentinamente abriendo fuego en su local, el criminal aquí es ese loco.- Estaba claro que si había algún juicio la mejor salida era dar a entender que el culpable de que se disparasen las armas era Connors, partiendo de esa base el resto de participantes habían actuado como cualquier ciudadano en esa situación.

-Tranquilo, Joe, el chico no sabía lo que hacía -mira de reojo al muchacho magullado. Realmente tenía una aspecto horrible. Pobre-. Cuando todo se calme habrá que explicarle ciertas cosas, pero nada más.

La puerta del camerino se abre. A punto estaba Sally de gruñir al hombre de seguridad por dejar que alguien entrara, cuando vio que se trataba de una camarera. -¿Qué... -intentó preguntar la chica, pero la camrera se adelantó y habló primero-. Está bien, dígale que no le haré esperar-, le dice Sally mientras le invita sutilmente a dejar el camerino y volver a la barra del bar.

-Al parecer Elisabeth quiere hablar con nosotros. Es posible que le hayan informado de algo.

Sally mira la cara de preocupación del músico. Estaba claro que no tenía ninguna gana de dar explicaciones y menos, de perder su empleo.
-Ay Joe, no te inquietes! -dice alargando una mano y acariciando a su amigo-. Iré yo a hablar con la señorita Frances. Tú quédate aquí. Volveré lo antes posible.

-Gracias -dice ahora a Jeremie mientras se acerca a él y le da un suave beso en la mejilla. Después abre la puerta del camerino y sale en busca de Elisabeth Frances.

Dejas a los tres hombres en la habitación y te dirijes hacia el office que usaba de camerino Elisabeth Frances.

Por lo que se podía escuchar, el espectáculo seguía ajeno a los acontecimientos y la música y el buén ambiente seguían regalándose entre copas de coctel y Bourbon.

Llegas ante la puerta del camerino de la señorita Frances. Llamas a la puerta.

Te gustaba lo que reflejaba aquel espejo. Aquella mujer triunfadora. Atractiva. Capaz de sobrebivir enmedio de la jungla que suponía aquel estilo de vida, y no solo sobrevivía, sinó que crece paso a paso. Que crece inexorablemente como lo hace una flor enmedio de hierbajos descoloridos ofreciendo su luz y su aroma. Destinada a ser admirada.

Aquel reflejo suponía la culminación del mayor éxito.

Por lo que se podía escuchar, el espectáculo seguía ajeno a los acontecimientos y la música y el buén ambiente seguían regalándose entre copas de coctel y Bourbon.

Quizá pasaron algunos minutos cuando alguien llamó a la puerta de tu office. Algunos más de los que te hubiese gustado.

Estaba retocandome el peinado con dedos ágiles y precisos, entrenados en crear bucles aquí y allá para darle mas colorido a mi melena con los reflejos de los focos cuando unos nudillos se estamparon contra la madera de la puerta como señal de espera. Me levanté de la butaca no sin antes observar que el maquillaje de mis ojos seguía impertérrito y perfecto. Una vez alzada miré a mi alrededor para asegurarme que todo estaba donde debía estar.

Adelante mi voz dio paso a las visitas, que esperaba sin duda que fuesen los dos músicos que habían organizado ese pequeño desastre en la puerta del local. Me alejé del espejo para colocarme detrás del escritorio que presidia la sala. En lugar de sentarme decidí permanecer de pie, con un codo apoyado en el alto respaldo de la butaca y la mano colgando lánguidamente.

Ves como se abre la puerta.

Pero en lugar de los músicos ves a Sally. La cantante entra con paso decidido.

El hombre enarca una ceja y observa largamente a sus interlocutores.

-¿La chica dices?...- Repite pensativo. -... si, quizá tengas razón, Leyton...- Sentencia tras una pequeña pausa.

Después de eso se acomoda en la silla y os ofrece encima de la mesa una caja de puros habanos "Romeo y Julieta" perfectamente colocados ordenadamente. Alrededor, en el local, la fiesta seguía ajena a los acontecimientos.

-En cambio lo de ese detective...- Dice ahora sobreactuando una expresión de lástima y gesticulando encogiéndose de hombros. -... verán, no comprendo como alguien sería capaz de abrir fuego en un local de nuestra jurisdicción... a menos que estuviera loco de atar...- De nuevo realiza una pausa a fin de encender el puro que le bailaba en la boca. Tras tres fuertes chupadas prosigue. -...no creo que debamos preocuparnos por un loco...- El tono usado en estas ultimas palabras, junto con la sonrisa esbozada al pronunciarlas, os hiela la sangre. Algo leíais entre líneas, algo que no os había contado directamente.

El club de jazz Blue Note no quedaba demasiado lejos del gimnasio de Andrei. Por el camino, arropados por las estrellas de la noche y los faroles que se encendían perezosamente, habeis podido observar el paso de multitud de gente. Esta es una noche animada en la 3th West Street, por lo visto. Y esa sensación se hizo evidente al llegar a las puertas del local.

Por lo que se podía escuchar, al entrar en el local, el espectáculo seguía ajeno a los acontecimientos y la música y el buén ambiente seguían regalándose entre copas de coctel y Bourbon. Una multitud inundaba el club, aunque quizá gracias a su alto techo, el ambiente no se hacía apesumbrado y el aire que se respiraba, aunque cargado de aromas de licor y refinado tabaco, no molestaba al ser respirado.

O, por lo visto, no a todo el mundo...