Partida Rol por web

Llorando Pecados

...con olor a muerte

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25/03/2010, 08:09
Director

El camarero miró a Aengus con curiosidad.

-El señor Bothan siempre está presente en las cocinas cuando se sirve el almuerzo o la cena. Él supervisa cada plato y se asegura de que todo esté según lo dispone el señor Conde.

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25/03/2010, 08:16
Bothan

El viejo mayordomo, más parejo una escalera de madera de peldaño estrecho que a un hombre, se encogió de hombros ante la pregunta de William. Con ese gesto únicamente consiguió hacer que su cuerpo pareciese aún más estrecho. Se diría que era capaz de pasar por entre las juntas de las tablas del techo.

-Desconozco donde está el Doctor McKenzie. No le he visto en toda la noche - tan acartonada resultaba su voz que daba la sensación de que la habitación se oscurecía cuando él hablaba. Respondió entonces a la segunda pregunta de William -. Digo que vi llegar al señor Conde a las cocinas porque vi llegar al señor Conde a las cocinas. Así fue. Vino solo, apoyado en un bastón, pero sin la ayuda de ninguna otra persona. Nos pidió que saliéramos y así lo hicimos. Aguardamos en el pasillo hasta que vimos el humo.

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25/03/2010, 08:27
Duncan

-¡¡QUIERO AQUÍ AL DOCTOR YA!! ¡TÚ! ¡VE A BUSCARLE! - el estallido de furia de Duncan se cebó sobre uno de los camareros, quien puso tierra de por medio antes incluso de que el pistolero acabase de pronunciar la orden -. Además de contarnos lo que sucedió mientras estuvo con el Conde y si lo dejó solo o acompañado de alguien, el doctor también tendría que estar aquí para certificar su muerte y quizás incluso podría decirnos algo más sobre como ocurrió.

Giró sobre sí mismo como un animal enjaulado. Recordó entonces las anteriores palabras de William y las trasladó al mayordomo.

-¿Traía consigo el Conde cadenas cuando entró en las cocinas?

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25/03/2010, 08:34
Bothan

-No, no las traía. Creo que, a pesar de mi edad, recordaría un hecho tan insólito. - el tono del mayordomo rayaba el desafío. Podía tratarse de uno de los pocos hombres en aquella mansión que no demostraba miedo al mercenario.

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25/03/2010, 12:33
Eminé Leary

Eminé siempre intentaba mantener una actitud alejada y distante del resto de personas. En muy pocas ocasiones lo conseguía ya que se trataba de una mujer cargada de sentimientos y emociones difíciles de aplacar. Las palabras que en aquel momento dijo Margarett sobre ella la ruborizaron pese a que intentó evitarlo. No habló, limitándose a asentir y a apartar la mirada cuando se consideraba vulnerable.

- No sé cuánto podremos averiguar aquí. La mayoría de los libros son novelas o escritos de autores de mayor o menor notoriedad. Tanto el Conde como su supuesta hermana son personas manipuladoras y astutas, y muy posiblemente hayan sabido guardar las referencias a su posible parentesco en algún lugar más seguro. Quizá su despacho o sus propias habitaciones. Aunque es cierto como dice que esta sala está repleta de libros y encuadernaciones, y haber visto y leído todas es prácticamente imposible. Se necesitarían varias vidas.

Se levantó aún con las palabras de la mujer en su cabeza. Quizá estaba dejándose influir demasiado, mostrándose vulnerable y accesible, algo que no quería revelar. Caminó por la estancia en dirección a las estanterías mientras intercambiaba miradas hacia la mujer en caso de que fuese a necesitar ayuda.

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25/03/2010, 12:18
William McDonald

-Supongo que si las cadenas hubieran estado dentro de la cocina antes de la llegada del Conde, usted las habría visto, y no las vio, ¿cierto...? Es decir, a ver si lo he comprendido bien... -el pobre William no estaba siendo irónico, ni nada parecido. Realmente estaba ofuscado, e intentaba asimilar las ideas que iban apareciendo en su mente, y además dotarlas de un significado. -...el Conde apareció solo, en las cocinas, apoyado en un bastón... y sin cadenas. Les pidió que salieran, cosa que ustedes hicieron... y entonces vieron el humo. Entiendo, por lo que dice, que mientras tanto nadie entró en las cocinas, ¿no es así...? Y... ¿hay alguna otra entrada que no sea esa...? ¿alguien pudo entrar sin que se dieran cuenta...? -dándose cuenta de que sí existía, rectificó de inmediato. -Oh, sí, claro... acaba de nombrarla Duncan. La puerta opuesta a esa por la que hemos entrado... desde luego. ¿A dónde conduce esa puerta...?

Notas de juego

Editado por lapsus de puertas.

:P

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25/03/2010, 15:32
Aengus Rosston
Sólo para el director

-¡Oh! ¡No lo sabía! Pues entonces, no hay nada de lo que hablar ¡MUCHAS GRACIAS! –dijo dándole una fuerte palmada en la espalda a modo de agradecimiento y encaminándose junto a los demás.

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25/03/2010, 15:54
Aengus Rosston

-¡OH! ¡ESA PUERTA! –dijo cuando sus pasos se detuvieron junto a William, una vez que terminó de hablar con el camarero y se unió a ellos- según sé se comunica con las dependencias de la servidumbre. Lo que desconozco es si a esas dependencias se tiene acceso solo a través de la cocina, o existe alguna otra puerta al exterior u otra parte de la casa –Aengus se encogió de hombros y levantó las dos manos en señal de desconocimiento- Supongo que lo suyo sería ir a comprobarlo. ¿Quiere que me acerque en un momento? Así saldremos de dudas -preguntó a Duncan.

-Las cadenas podían estar aquí, hay muebles de sobra en las que guardarlas –dijo abarcando con su brazo toda la habitación- lo que sí se es que...bueno...no lo sé, pero lo supongo, es que el señor Conde no se pudo atar él solo así al pilar ¡NADIE EN SU SANO JUICIO LO HARIA!

Un olorcillo insistente, diferente del olor a madera quemado no dejaba de penetrar en la nariz de Aengus, pero hasta ahora no había reparado en el. En ese momento, pensativo sobre las razones que una persona pudiera tener para autoinflingirse aquel dramático final, si eso era posible y cuestionable, se llevó su mano a su querida barba, con la intención de mesarla como hacía por costumbre cuando pensaba. Pero sus dedos se cerraron sin encontrar lo que esperaba. Subieron un poco más, otro poco más, y por fin encontraron lo que buscaba, pero con un diferente tacto del esperado -¡MIS BARBAS! –exclamó mientras palpaba las puntas quemadas de lo que quedaba de ella.

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25/03/2010, 18:15
Allan Murray
Sólo para el director

Allan se sintió decepcionado ante la soledad de la nueva estancia. Decepcionado y aliviado, no tuvo ninguna duda, pues el resoplido de su pecho alarmado no daba lugar a equívocos. Aún así, inspeccionó el sitio con ojos escrutadores y caminó de modo firme, sus pasos amortiguados por la gran cantidad de alfombras. No podía ser que el Conde de Fife no estuviese allí. Pasó al lado del cuadro una y otra vez, sin mirarlo, pues lo que le interesaba era la evidencia de que allí no había entrado un cuerpo. Miró a su alrededor intentando ubicar otros accesos, intentando pensar que el Conde de Fife podría haber salido, podría...

Se estremeció. Nuevas ideas acudieron a su mente, nuevas y frescas, más probables que las anteriores. ¿El Conde de Fife atado a una columna en su propia cocina? ¿O en Conde de Fife atando un cuerpo a una columna? O quizás... Allan dio al vuelta, alarmado, agitado por una serie de nuevas certezas que se le hacían cada una más improbable, y por tanto, más posible en la realidad de aquel pedazo de tierra escocesa. Comenzó a dirigirse a la salida con rapidez, intoxicado de nuevas ideas. Por ello, no pensó en el cuadro hasta llegar a la puerta y girarse para cerrarla.

Y esos ojos...

Allan retrocedió de modo instintivo. Retrocedió, por el peso de todas sus ideas y de la convicción de que estaba enloqueciendo. Tenía que actuar rápido, pero estaba completamente aletargado, demoraba mucho en todo, se detenía a pensar cuando sólo tenía que dejarse llevar... ¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Cómo podía dar crédito a que los ojos de un cuadro se hubieran movido? Debía estar más intoxicado de lo que había pensado con el humo. Sabía bien que las intoxicaciones podían producir alucinaciones temporales. Allan mantuvo la mirada fija en los ojos del cuadro de la niña durante unos largos segundos, inmóvil, buscando confirmar con la inmovilidad de los trazos de pintura que sólo era su mente, él mismo, accediendo a la locura.

Notas de juego

Si no se mueven, Allan se da vuelta y corre hacia el doctor caído. Si le encuentra aún inconsciente, le empieza a sacudir para despertarlo y preguntarle qué le ha pasado.

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29/03/2010, 07:56
Nelson

El mercenario no respondió en primera instancia a Aengus, se limitó a mirarlo con severidad.

Sin embargo, no hubo tiempo para aclaraciones, pues en aquel instante la puerta de la que estaban hablando se abrió. El hombre que Duncan había enviado a investigar la salida regresó con gesto serio. Era algo más que seriedad, estaba sorprendido, afectado.

-Duncan, tienes que ver esto - volvió a girarse de inmediato, para desaparecer en el oscuro pasillo, dejando tras de sí las palabras en el aire. Sin mayor explicación.

Duncan se dirigió hacia allí y se apresuró tras el hombre. No dijo nada. No pidió compañía. Tampoco cerró la puerta.

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29/03/2010, 08:20
William McDonald

No cabía duda. Habría que ir a ver... lo que fuera. Ya, cualquier cosa cabía en lo que uno pudiera imaginar. Desde el bidón de aceite utilizado para rociar al Conde hasta... otra muerte.

William se apresuró, tanto como podía hacerlo con su pierna lisiada y su estado maltrecho, y salió en pos de Duncan por la puerta en que éste acababa de hacerlo. Hacia... ¿la respuesta a la misteriosa inmolación del Conde de Fife...?

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29/03/2010, 12:09
Margarett Heisell

- Es posible que tenga usted razón, Eminé - dijo Margarett ante las palabras de la mujer -. A simple vista no distingo nada que pudiera ayudarnos en la búsqueda que le proponía y, en efecto, son demasiados volúmenes como para revisarlos de forma exhaustiva. De hecho, su idea no es descabellada, más bien al contrario - dijo con un brillo calculador en su mirada -. De existir algo comprometedor o que no se quisiera que el común lo supiera, no estaría al alcance de nuestros ojos. Tal vez el despacho de James o sus aposentos, serían el lugar más lógico en el que tratar de dar con las respuestas adecuadas. Eminé, présteme su echarpe. Es más, ayúdeme a hacer un cabestrillo para mi brazo. Yo le indicaré cómo. He visto demasiados accidentes de caza como para no saber cómo hacerlos. Prefiero un brazo dolorido a la desazón de la ignorancia y Sir Bartley se retrasa. No estoy dispuesta a permitir que se nos manipule como se ha venido haciendo hasta ahora, ni a perder más tiempo. Dígame, Eminé, ¿sabe usted dónde se encuentra el despacho de James Duff?

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29/03/2010, 12:29
Aengus Rosston

Aengus recibió la mirada severa de Duncan con desconcierto ¿A que venía aquello? ¿Había dicho algo malo? Se quedó allí, tieso y petrificado aguantando la mirada del hombre, esperando escuchar lo que , estaba seguro, iba a decirle y en un tono no demasiado agradable. Pero para su sorpresa, la puerta de la que hablaban se abrió. Por como se desarrollaron las cosas en los siguientes instantes, Aengus comprendió que Duncan ya había dispuesto revisar las dependencias del servicio. Buena previsión por parte de Duncan y, lógica en todo caso. Fallo de él suponer que no se le habría ocurrido. Ahora entendia la reacción que había tenido ante sus palabras. Y durante unos instantes temió recibir la ira del hombre ante lo que podía considerar un menosprecio de sus labores y su eficacia. Y, evidentemente, una gran insolencia por parte de Aengus en meterse a organizar lo que a él no le correspondía. Aengus se preparó para recibir sus palabras.

Pero Duncan olvidó a Aengus tan rápido como lo había hecho objeto de su atención. Y este último, vio como William seguia al mercenario. Allí, solo durante unos instantes, observó al cadaver aun humeante. Observó la cocina. Observó la puerta por la que en esos momentos desaparecia William. Observó todos los pares de ojos que aun estaban allí, quietos y silencios mirando la escena. Se observó sus pies. Levantó las puntas de los pies hacia arriba. Se mesó lo poco que le quedaba de barba. Y de repente, echó a correr en post de Duncan y William. Aunque él no fuera nada más que un mero invitado en aquella casa, el que estaba abrasado en el pilar era el Conde, aquel que lo había respetado como artista. Y tenía que saber que le había ocurrido para poder dejar que descansara en paz en su memoria.

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30/03/2010, 13:15
Director

William y Aengus siguieron a Duncan, quien a su vez hacía lo propio con Nelson. Tras ellos escucharon los pasos de varias personas más.

Dejaron atrás la cocina, pero no necesitaron caminar demasiado. Al poco de entrar en el pasillo éste giraba hacia la derecha y allí mismo se detuvieron.

A los pies del mercenario, encogido y arrugado como un saco de desechos, se encontraron con el cuerpo de Bruce Keenan, un cuerpo sin vida. Éste último hecho resultaba irrefutable a la vista del enorme charco de sangre sobre el que descansaba el cadáver. Por lo que parecía, alguien lo había asaltado desde atrás, degollándole el cuello de parte a parte con un objeto afilado, dejando en su lugar una escalofriante herida. Observaron horrorizados como las manos del joven aún aferraban su garganta, ahora fría e inmóvil. Quien quiera que fuese su agresor lo dejó en el suelo tal cual cayó, desangrándose.

Nelson observaba al muchacho con un gesto forzado, aunque no terminó de apartar la vista. Duncan, por su parte, apretó los puños con rabia. A sus espaldas se sucedieron exclamaciones de pánico.

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31/03/2010, 11:23
Director

Tal y como él mismo esperaba nada se movió en el cuadro. Toda aquella psicosis, aquel ambiente de muerte, testamentos y falsedad, comenzaba a afectarle. Sentía peligrar su cordura.

¡Un cuadro moviéndose! ¡Tamaña tontería!

Dejó tras de sí ojos, cuadro y habitación, regresando hasta la posición donde se encontraba el doctor. Éste apenas se había movido, aunque comenzaba a recuperar el conocimiento poco a poco.

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02/04/2010, 13:25
William McDonald

Una pesadilla no podría ser más terrorífica. Ni sangrienta. Ni cruel. William había tenido muchas desde que su vida se fue al traste por culpa del Conde, y en ellas lo había visto muerto en innumerables ocasiones. Pero la realidad era mucho peor. La muerte real del Conde de Fife había sido espeluznante, y no había llegado sola. Se había cobrado otra víctima, la de apenas un muchacho, alguien que había sido arrastrado en esa espiral que les empujaba a todos hacia un infierno de violencia y de maldad.

No reaccionó, se quedó allí delante, viendo las facciones lívidas, los ojos abiertos y turbios en la muerte, las manos crispadas sobre el cuello abierto, incapaces de detener la pérdida de sangre, de vida. No pudo evitar sentirse en su lugar por unos instantes, no pudo dejar de sentir su agonía, la impotencia de sus últimos latidos. Ni siquiera habría podido gritar pidiendo ayuda, si lo había intentado. Completamente seccionado su cuello, no sólo habría sajado las arterias, también la tráquea. La sangre habría inundado los pulmones, además de derramarse por el suelo.

Terrible, pavoroso.

Sin darse cuenta se llevó las manos al cuello, con un gesto paralelo al del propio cadáver. Mudo, se quedó allí, sin articular palabra, sin poder hacerlo aunque hubiera querido, aunque hubiera tenido algo que decir.

Tras unos largos instantes, en los que todo a su alrededor sucedió al margen de sí mismo, sucedió al ralentí, en otra cadencia de tiempo, pudo por fin recuperar parte de su consciencia, de su cordura. Desató su mirada del influjo macabro que el cuerpo sin vida ejercía, y la levantó de nuevo, enfocando vidriosa a los que se hallaban a su alrededor.

Duncan, Aengus, Nelson...

Y tras ellos, el pasillo seguía. Tragó saliva, debía conseguir hablar.

-¿A dónde... lleva este pasillo...?

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04/04/2010, 23:44
Aengus Rosston

Aengus salió a la carrera detrás de William, agarrándose sus ropajes para no tropezar con ellos. Dejó la cocina atrás, recorrió el pasillo y al doblar a la derecha en el recodo del mismo tuvo que parar en seco al encontrarse con que todos los que habían salido de la cocina antes que él estaban allí parados, mirando al suelo. Siguió el ejemplo de los demás. Y se arrepintió enseguida.

Sus ojos se abrieron hasta alcanzar cotas inimaginables. Su boca siguió el mismo ejemplo, pero ningún sonido salió de ella. El pasillo comenzó a tomar vida y a sus ojos se ladeo cuarenta y cinco grados por lo menos. El olor de la sangre le golpeó duramente en su nariz y sintió como el suelo pasaba de ser de dura y noble piedra a tener la consistencia de unas gachas calientes. Levantó su mano en la dirección en la que creía que encontraría una de las paredes. El frío tacto de esta refrescó su mano al tocarla y se aferró a esa sensación para no caerse redondo al suelo.

Sangre....sangre....solo olía a sangre...Su estómago protesto y una arcada de bilis se le vino a la boca.

-El joven Keenan.....-murmuró para si.

Escuchó la pregunta de William, a su lado, y trató de enfocar el final del pasillo. Ladeo la cabeza para verlo recto y poco a poco lo devolvió a su posición original. O eso creía. Se limpió la boca con su manga. ¿Qué más daba?.

Aquel cuerpo sin vida, roto, era el del joven Keenan. El no tenía que morir. Era joven, tenía ilusión, toda la vida por delante.... Se horrorizó al pensar que cerca de ellos había alguien capaz de cometer dos muertes tan horrendas, despiadadas, sin sentido para él. Nada tenía sentido. Nada. Absolutamente nada.

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05/04/2010, 05:57
Allan Murray
Sólo para el director

Su cordura ya estaba frágil, extremadamente frágil. Allan no supo darse cuenta mientras desandaba sus pasos y volvía al exterior de la habitación, pero un alivio doloroso cundía por el interior de su cuerpo y calmaba de algún modo su ansiedad. Su cordura rengueaba y amenazaba con partirse, pero no había tenido que enfrentarse a una demostración de que se hubiera partido. Sólo a un intento, sólo a una idea que jamás hubiera tenido éxito antes en su memoria, y que le mostraba lo alterado que se encontraba. Pero había sido sólo una idea, y quizás por la situación era mucho más humano y lógico que hubiera caído en considerarlo posible que si no lo hubiera considerado de ninguna manera. No se había partido aún, y eso era como un soplo de aire fresco en aquel ambiente viciado. Pero no faltaba mucho, no.

Se agachó al lado del doctor y le dio la vuelta con toda la suavidad que pudo. Intentó hacerlo lento, pero se escurrió en sus acciones una desesperación que ya no podía evitar, y el movimiento fue bastante brusco. Sin embargo le sostuvo la cabeza, presionando donde tenía la herida, y con la otra mano comenzó a golpearle tenuemente las mejillas.

- Doctor, despierte usted - le dijo, en voz apremiante - Soy Allan Murray, se encuentra usted conmigo, pero debemos movernos rápidamente. ¿Qué le ha pasado? ¿Quién le ha hecho esto?

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06/04/2010, 09:27
Alexander Duff
Sólo para el director

Sir Bartley indiqueme el lugar del accidente, sobre el doctor no se donde se puede encontrar. miró hacia arriba Pregunte en la cocina por si alguien de todos los reunidos alli lo supiera, sobre lo de mi tio, lo he visto con mis propios ojos.
Luego esperó las indicaciones para ir a ver a Margarret, su medicina era lo bastante fuerte como para aplacar dolores, aunque no los curara. Además aquella mujer para el era como su tía, y no quería perder a los dos en un mismo día.

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06/04/2010, 10:33
Sir Bartley Longstaff, Excelentísimo Conde de Moray

-El accidente ocurrió en la biblioteca, una de las estanterías se quebró, no me pregunte como, y cayó sobre Margarett. Con la ayuda de Lady Leary conseguimos sacarla de allí debajo, la he dejado en un sillón recobrando el aliento. Creo que tiene un brazo roto... o quizás el hombro... - balbuceó atropelladamente en respuesta a las instrucciones de Alexander -. Yo iré a buscar al doctor, vaya usted a ayudarla.

Desapareció sudoroso y alarmado por la puerta que conducía a las cocinas.