Partida Rol por web

Mikor observo a Tian con curiosidad, sin saber aun lo que hacia... Hasta que lo vio encontrar el reflejo del sol para redirijirlo.

¡Ja! -dejo escapar una carcajada-. Eres más listo de lo que pareces. -le dice a Tian con una sonrisa. Siempre era bueno, pensó Mikor, tener personas con cerebro de tu lado. Sobretodo porque el mercenario sabia que la mejor manera de no estirar la pata de forma prematura era redondeando las propias carencias. No le molestaba su propia falta de educación; había una cosa que Mikor sabia hacer mejor que la mayoría, algo en lo que los demás podían depender de él, así como el esperaba poder depender de los “cerebritos” en cosas de numeneras y tal.

Después del atentado y que los heridos fuesen puesto a buen recaudo sobre la bestia por fin volvíamos a ponernos en marcha, el calor sofocante no ayudaba a hacer el camino mas ligero sino todo lo contrario y aquellos que como Lyonell , sufrían de un exceso de peso padecían con mayor fuerza del calor abrazador que nos rodeaba.

Puestos en marcha podía sentir como incluso el sudor que siempre me había sido desagradable, ahora era algo preciado , la saliva, e incluso las lágrimas, cualquier tipo de líquido que mi cuerpo pudiese crear era un tesoro en estas ardientes tierras.

Cogí el escudo de Tian alzando una ceja cuando me lo pasó, suponía que su plan de dar ánimos había mutado a otro, y al ver como el sol brillaba sobre su armadura sonreí ampliamente – para que después digan que solo eres una cara bonita – bromeo ligeramente para después sacarle la lengua brevemente.

Continuo tranquila el camino. Estoy acostumbrada a las inclemencias del tiempo y a sufrirlas al aire libre, por lo que aguanto bien en tirón. Además, mucho mejor a cielo abierto que encerrada en un vagón. 

En silencio, tranquila, voy observando a mis compañeros, haciéndome una idea de como es cada uno. 

Sonrío ante la idea de Tian pero me mantengo alerta por si surge cualquier problema. 

Selisse estaba realmente absorta en sus pensamientos mientras se dirigían a la ciudad, realmente estaba absorta, en parte preocupada y en parte expectante. Miraba en el horizonte preocupada por lo que podrían encontrar y en especial por aquel artefacto, era sin duda inquietante

La marcha se vuelve más pesada y los heridos se quejan cada vez menos, en tanto que el campamento está como quien dice en la punta de los dedos. Alma sonríe a Tian con sus labios cosidos, sino le afease la sonrisa, sin duda sería muy bonita. Algunos mercenarios más caen al suelo, pero son ayudados por el resto para mantener la caminata. 

Casandra se sube al Skoriet con la gracia que le caracteriza y utiliza el escudo para hacer señales luminosas. Tras un momento de angustia, podéis ver movimiento en el campamento y que sin duda os han visto. Solo os falta un poco más para conseguir llegar hasta allí. Cuando Tian se encuentra que cae Alma desfallecida entre sus brazos y el skoriet nervioso carga hacía el campamento con los heridos...

-Sólo un poco más- pienso con un aire alegre que no expreso. 

Me fijo en Selisse, por si necesita ayuda para llegar pero la chica es de pasta más dura de la que parece, y aguantará sin problemas hasta que lleguemos. 

Sí, sin duda, empezamos a movernos de verdad. Y Alma es el motor que nos hay puesto en marcha. Me acerco a ella con mi aire serio. 

- Alma, ¿qué haremos al llegar?- pregunto. 

Aquella caminata estaba haciendo verdaderos estragos entre nosotros pero, por fortuna, la ciudad cada vez se veía más cerca. El problema era que no sabía cuánto aguantaría la chica de la boca cosida, Alma. Se la veía demasiado exhausta para continuar con aquel esfuerzo que estaba realizando y, más a menudo de lo que me gustaría ver, sus desmayos parecían desconcentrar al skoriet.

Pero las señales que se habían hecho parecían haber surtido efecto. Por fin. Por fin venían a buscarnos y saldríamos de allí. No veía la hora de descansar un poco, aunque la peor parte se la estaban llevando algunos de los que nos acompañaban y que ya no disponían casi de fuerzas para continuar.

Poco. Faltaba muy poco para llegar.

Una pregunta master, mi conexion dice "Escoge a un personaje. Te sientes extrañamente protector hacia esa persona, y no quieres ver que algo le pase." ¿Ya esta hecha esa seleccion o puedo hacerla?

Cargo a Alma en brazos, completamente agotada, mientras el skioret se empieza a alejar. El lagarto gigante es quien mantiene a los gusanos del desierto alejados de nuestro grupo, así que tendremos que hacer un último esfuerzo para mantener el ritmo, al menos hasta que llegue la gente del campamento.

Y eso siempre que no piensen que el lagarto desbocado y el grupo de mercenarios exhaustos son un enemigo que intenta atacarles por la retaguardia.

Me acerco al sargento con la mujer en mis brazos.

- Sargento, será mejor que anime a la tropa para mantenernos cerca de ese lagarto. Además, estaría bien que alguien enarbole nuestra bandera antes de que nos tomen por un enemigo - le digo al hombre en voz baja. Hasta donde yo sé, él tiene el mayor rango en este grupo, así que pretendo recordárselo antes de que se venga abajo. Quien sabe, igual hasta le condecoran por habernos sacado de la zona del accidente. - Prácticamente ya hemos llegado y su gente viene hacia aquí - le digo para infundirle ánimo al suboficial.

Miro a Sara y luego a Alma. Con suerte está suficientemente consciente como para contestar, aunque no tengo muy claro que sea el mejor momento para hacerlo, al menos hasta que hayamos descansado un poco y bebido algo de agua.

Selisse seguia caminando sin dejarde mirar a la ciudad a lo lejos, no prestaba demasiada atencion a las personas que iban en el convoy a fin de cuentas lo que mas le llamaba la atencion era la ciudad y estaba concentrada en eso, no le importaba demasiado los mercenarios que a fin de cuentas les habian intentado atacar antes

¿No nos queda agua? - le pregunto a quienes van conmigo al ver al Alma desfallecer, el lagarto parecía descontrolarse cuando la mujer no estaba concentrada y aquello podía ser peligroso.

Tian tiene razón, es mejor que vean que somos amigos antes de que vengan a atacarnos - comento con toda la tranquilidad que era capaz, esto mejoraba y empeoraba cada dos por tres y era estresante, ¿que tocaría ahora?

Mikor andaba con su mirada fija en la ciudad y el campamento. Sin preocuparse por nadie ademas de su propio grupo. A su alrededor muchos caían, era evidente que sin ayuda no lo lograrían, pero era enteramente su culpa. Era bueno que su mascara ocultara sus facciones, de otra forma no podría esconder el desprecio que sentía por esta gente.

No deberían estar aquí, no tiene la fortaleza. La guerra no es para ellos.

Su grupo parecía estar soportando las inclemencias del clima bastante bien, incluso Selisse. Era extraño, pero se sintió orgulloso de ella.

El skoriet corre desbocado, quizás por quedar libre por el control, quizás por oler a otros de sus congeneres. Lo único malo es que 3 de los muchos heridos no pueden mantenerse sobre el gran lagarto y caen suelo. En tanto viendo racional lo que ha propuesto Tian, Lyonell asiente y saca una pequeña caja, que al pulsarla ofrece un holograma enorme que muestra la bandera de Torkemekia, lo que sin duda eliminara cualquier ataque por parte de los apostados. Sonriente dice:- Enseguida tendremos ayuda...-

Esa afirmación parece bastante acertado, cuando veis hasta movimiento en sus filas, varios hombres montan Shuantis, grandes pájaros de combaten que no vuelan, pero que corren a gran velocidad sobre sus dos grandes patas, para alcanzaros, mientras lanzan delante de ellos una especie de proyectiles sónicos que parecen alejar a los gusanos. 

En tanto Alma abre ligeramente sus ojos, pero cuando parece que va a hablar en vuestra mente como las anteriores veces, cae de nuevo en la inconsciencia. Los mercenarios que están a vuestro lado simplemente corren detrás del skoriet buscando algo de protección sin hacer caso a los caídos, aunque Knin se queda junto a ellos sacando una especie de hoz curva que parece ser su arma de mano. Debajo de vuestros pies notáis un temblor que tanto Mikor como Lya saben que no predice nada bueno.

—Pues a ver si es verdad. —Farfullé para mí.

Estaba cansada ya de ese viaje y no hacía más que preguntarme si había hecho bien. Suspiré aliviada al ver que sí nos habían visto y que parecía que venían a ayudarnos. Menos mal, porque si tuviéramos que seguir un poco más en aquellas condiciones, con toda seguridad la mitad de los que aún quedábamos en pie, no llegarían a destino. Eso sin contar con la mudita que nos guiaba, estaba hecha un desastre y poco más aguantaría.

Ver los Shuantis acercándose, a pesar del creciente cansancio, había conseguido acelerar mi paso, pero el temblor bajo nuestros pies, temblor harto conocido, me hizo detenerme en seco durante unos segundos. Se avecinaban problemas... problemas gordos.

—Oh, oh... Mal asunto.

Empuñé mi Verred para estar preparada mientras mantenía todos mis sentidos alerta.

Mikor vio como se alejaba el skoriet, dejando atrás a los caídos. No le importaba.

El temblor que indicaba la cercanía de los gusanos comenzó a sentirse. Tian, llevaba en sus brazos a la mujer aquella, así que no correría a buen paso como para alcanzar al skoriet. Y por su parte, Lya parecía no tener intenciones de huir, así que Mikor tomo lugar a lado de ella mientras liberaba su montante del arnés.

-Mal asunto -confirmo las palabras de Lya-.

Para variar, sonrío un poco cuando veo llegar a los Shuantis. Una cosa es que aguante bien el ritmo del desierto, y otra cosa es que no prefiera estar tomándome algo fresquito a la sombra. 

Pero como todo en este viaje, siempre pasa algo. 

-Este viaje está maldito, no puede ser- pienso con impaciencia mientras cojo en arma y me pongo en guardia. 

- Ojo, que parece que tenemos visita, otra vez- advierto a grupo. 

Observo cómo reaccionan mis compañeros ante el temblor y frunzo el ceño, preocupado.

- ¿Qué demonios ocurre? - les pregunto a Lya y Mikor que corean las mismas palabras casi al unísono.

Observo a Alma, aún inconsciente en mis brazos. Sin saber qué está pasando no voy a arriesgarme a dejarla en el suelo. Sin embargo, suelto sus piernas y desenvaino mi espada, reajustando el peso de la mujer en el otro brazo, aun a sabiendas de que no podré enfrentarme a nada en estas condiciones. Pero, de alguna forma, el familiar tacto del acero en mi mano me infunde una cierta tranquilidad.

- ¡Maldita sea! - exclamo exhortando al resto de los mercenarios. - ¡Corred hacia el skioret! Haced que esos refuerzos lleguen aquí lo antes posible - grito. Seguramente muchos de ellos estén más que deseosos de escapar de aquí, así que al menos espero que mi imprecación les dé una salida medianamente digna e incluso útil si pueden avisar a nuestras tropas, en vez de dejar que echen a correr de forma desordenada.

En cuanto el Skoriet toma cierta distancia, la tierra que esta bajo vuestro pies vomita enormes gusanos, como si fuese un cadáver que lleva demasiado tiempo pudriéndose a la intemperie. De color metálico reflejan el ardiente sol y pronto cubren cada zona de vuestro alrededor con sus serpeteantes cuerpos, buscando enlazarse para poder devoraros con tranquilidad, como ya están haciendo con algunos de los más desafortunados mercenarios.

Knin al contrario que vosotros parece estar libre de su presencia y protege a los mercenarios caidos con ferocidad con su hoz, cortando a las criaturas den dos haciendo que brote una sangre color malva que baña su cuerpo. Lyonell en tanto ha activado su escudo y los ataques de las criaturas rebotan en él. Mientras mantiene en alto el holograma buscando la ayuda que se está acercando a toda velocidad, dejando un pasillo libre de gusanos. 

Uno de los soldados lanza uno de sus proyectiles sonicos por lo que los gusanos flojean en su presa por un momento. Solo tenéis que aguantar un poco más...