Partida Rol por web

Tiendo la mano a mis compañeros para ayudarles a subir al vagón.

- Sí, Casandra y Sara están abajo. El sargento y varios de los mercenarios han sobrevivido... aunque hay muchos heridos. ¿Vosotros estáis bien?

Cuando están a nuestro lado les indico el camino por el que hemos venido para volver a bajar.

- Hay una mujer que se comunica por telepatía. Alma. Nos ha pedido que recuperemos una reliquia para destruirla - les informo, sin saber si Alma también ha hablado con ellos con sus poderes. - De momento parece que controla a un skioret que podrá ayudarnos a llegar a la ciudad. Parece que echarle una mano es nuestra única forma de salir de aquí.

Dejo que sea Selisse quien les explique más sobre esa reliquia (después de todo, es ella quien tiene mayor conocimiento sobre los numenéra) y yo vuelvo a descender por el vagón hacia el lugar donde se quedaron nuestras compañeras.

Selisse asiente y dice:

- Si, basicamente es eso, parece que es una reliquia muy peligrosa y no me extrañaria que todo esto que esta pasando de la guerra o el ataque a la ciudad como querais llamarlo tenga un poco que ver con esa reliquia

Sonrie y se limpia un poco de sudor por haber subido escalando aquel vagon y dice.

- Pero bueno, ya sabeis como sone stas cosas, nunca se sabe realmente hasta que estas ahi, asi que habra que llegar  primero sanos y salvos para poder comprobarlo todo bien no?

La tranquilidad vuelve a mi al ver la actitud de los mercenarios, no les temía para nada, pero empezaba a cansarme todo esto. mis compañeros fueron en busca de los demás, a ayudar a quienes lo necesitaban y aquello les honraba sin duda. Aun con el arma en la mano posé mi mirada en aquella extraña mujer, parecía cansada pero sobretodo sola y aquello lo entendía perfectamente. Me acerqué a su lado y me senté en el suelo  - Gracias por la oferta - le digo en un susurro esperando no desviar su concentración.

Asentí ante la confirmación que los miembros de nuestro grupo había salido ileso. Eso era buena noticia.

-Sí, nosotros estamos bien. Hemos tenido mucha suerte.

Me dispuse a descender de allí escuchando la historia de aquella telépata y el encargo que nos acababa de hacer. Valoré si era buena idea fiarse de ella o, por el contrario, lo único que conseguiríamos era meternos en una trampa. Aunque... Si nos ofrecía la oportunidad de largarnos de donde estábamos ahora y acercarnos de puñetera vez a la ciudad estaría bien.

-¿Una reliquia muy peligrosa? Mmm... ¿hasta qué punto consideráis que lo que nos dice esa mujer es cierto? Pero si es nuestra única oportunidad de salir de esta entonces... supongo que habrá que aceptar ¿no?

Este viaje estaba resultando más enrevesado de lo que esperaba en un principio y sólo esperaba que el premio fuera acorde con el peligro.

Mikor escucha, claramente disgustado, la explicación de Selisse y Tian. La misión estaba pasando rápidamente de un simple trabajo mercenario con buena paga a una incierta y problemática aventura.

Antes de adentrarse por el vagón echo una ultima mirada al gran desierto. Con los gusanos de por medio no había forma de cruzarlo sin un skioret, así que por ahora su única opción era escuchar la propuesta de la mujer.

-¿Una reliquia muy peligrosa? Mmm... ¿hasta qué punto consideráis que lo que nos dice esa mujer es cierto? Pero si es nuestra única oportunidad de salir de esta entonces... supongo que habrá que aceptar ¿no?

-Eso parece, por ahora. Salgamos de este desierto y escuchemos lo que tiene que decir.

Selisse sonrie y dice.

- Por eso estoy yo aqui, soy experta en analizar reliquias y demas, y claro por supuesto antes le tengo que hechar un vistazo, nunca se sabe como puede ser de peligrosa, porque a lo mejor destruirla es peligroso, o puede que mas que destruirla sea peligroso que siga aqui o quien sabe, por eso quiero examinarla, ademas es como habeis dicho, es la mejor forma de salir de aqui

El sargento que está más atento a los posibles supervivientes del otro lado del vagón, lo cruza, tras echar un vistazo vuelve, con la mirada sombria. - Parece que somos los únicos supervivientes... Pues vamos a sacar a los heridos y ponerlos en el Skoriet- Le dedica una mirada al espadachín llamado Shoj, que le responde con una sutil sonrisa. Sin duda el tipo es muy peligroso. Vuelve a bajar para llamar al resto de supervivientes para que salgan por las ventanas del vagón hacía el suelo cerca de la bestia. Parece que vais a poneros en movimiento.

Alma a pesar del trance te sonríe ligeramente ante tu presencia y te responde mentalmente:- Hago lo que me ha dicho mi maestro...- Poco después aparece Lyonell desde arriba con su oronda figura recortando la luz del sol para advertir:- Nos vamos muchachos, somos los únicos que quedan. Salir por las ventanas más bajas para ir donde está el Skoriet. Pondremos a los heridos arriba de la criatura, el resto tendremos que ir a pie.- La orden alivia a los mercenarios que ya pensaban que iban a quedarse más tiempo en el deprimente vagón junto a los muertos.

Me acerqué al destruido vagón para ayudar a sacar a los heridos. Cuanto primero acabáramos con aquello primero saldríamos de allí. Me preocupaba que los gusanos pudieran volver por eso el apremio en cada una de mis acciones. No pude evitar mirar al espadachín que nos había ido a buscar, sopesando hasta qué punto era de fiar. Aún tenía muchas dudas sobre él.

-¿Faltan muchos? El tiempo se nos echa encima y no quisiera ver la cara a esos bichos de nuevo, ni tampoco me gustaría morir abrasada bajo este calor.

Tal es la vida de un mercenario. Pensó Mikor al ver a los pocos sobrevivientes; las evidencias mostraban que ahora el control de la situación había pasado a manos de Pejite, y él y su grupo deberían cambiar de bando si querían sobrevivir... al menos por ahora pues no había forma de que la pequeña ciudad-estado sobreviviera por mucho ante Torkemekia.

Aun así, gracias - le digo con el pensamiento sin tener claro, si es capaz de escuchar lo que digo. Pero la voz de Lyonell me saca de aquellos pensamientos, al fin se iban y respiré realmente tranquila, no sabía a ciencia cierta que nos esperaba con esta mujer y su misterio maestro, pero era exactamente lo mismo que que sabía sobre la misión con los mercenarios, así que a peor no podría ir.

Una vez encontrados Lya y Mikor no tiene mucho sentido seguir aquí. Ya hablaremos de las reliquias cuando estemos todos juntos en un sitio más discreto, pero lo primero es llegar a esa maldita ciudad.

Desciendo por el vagón siguiendo más o menos el trayecto por el que subimos y vuelvo junto al resto de los mercenarios. Rápidamente, busco a Casandra con la mirada, pensando que se había quedado con Alma y con Sara, pero sin saber exactamente dónde está.

Selisse permanece donde está a la espera de que se pongan en camino mientras aprovechando que está en un lugar más alto mira hacia el horizonte tratando de ver si la ciudad puede verse desde donde están

Después de un rato veo aparecer al resto de "los míos" , de  la conversación con la extraña mujer no había sacado nada en claro, pero al menos no había tenido que lidiar con los energúmenos de los mercenarios. Alcé la mano levemente para saludar a Tian que buscaba a algo o a alguien, y también a los demás. Y había disfrutado demasiado de la tranquilidad de la arena y quería ponerme en marcha de una buena vez.

Los mercenarios que estaban en el interior de trozo de vagón salen afuera después de que Lyonell les llamara. La gran bestia se queda mansa, mientras que los heridos empiezan a ser depositados en el lomo del gran lagarto y el resto maldice su suerte, viendo que la ciudad aunque no está muy lejana. les tocara llegar a ella a pata. Alma está junto a estos mercenarios mirando al horizonte, en tanto que Shoj el espadachín, cubierto por la sangre a saber de quien se mantiene sonriente  a expensas de empezar la caminata.

Pronto abandonáis el sitio del atentado y empezáis la caminata. La ciudad se ve a lo lejos, su forma tiene cierto parecido a una mano clavada en la tierra, casi esperáis que termine aplastando a las fuerzas de Torkemekia que parecen que forman una pulsera a su alrededor. El trayecto se hace en silencio, forzado por el cansancio y el calor. Lyonell francamente lo está pasando mal, quizás en un clima frio, su exceso de grasa fuese una ventaja, pero aquí hace que el sudor le caiga en gruesos goterones de su frente. En tanto que Knin está con el resto de mercenarios, hablando con ellos, simplemente ignorando la presencia de Casandra. Quizás dentro de media hora os encontréis en la misma base de la ciudad en el lado de los sitiadores.

Selisse se había colocado en un lugar desde el que poder ver el camino pero sobretodo alejada de la boca de la gran bestia ya que nunca se sabía, siempre podría pasar cualquier cosa. Mientras viajaba miraba de reojo a los allí presentes, intentaba que no coincidiese su mirada con la de ninguno de ellos pero mirando de reojo para ver un poco como era

A pesar de llevar la vista fija en el horizonte, observando la ciudad a la que, poco a poco, nos acercábamos, mis sentidos se encontraban pendientes de lo que sucedía a mi alrededor. No sólo al grupo que habíamos quedado de supervivientes y sus escasas conversaciones, sino a la arena, esa arena que encerraba un peligro al que no me quería enfrentar. Sólo esperaba poder llegar de una maldita vez a la ciudad sin sufrir más bajas, ni por los gusanos ni por el agobiante calor que hacía que mis pasos cada vez fueran más pesados.

De vez en cuando lanzaba miradas desconfiadas al espadachín que nos había ido a buscar. Su sonrisa me mosqueaba, así como su actitud despreocupada, y aún no conseguía dilucidar si era digno de confianza. Sentía el cuerpo sudoroso y mi mente sólo hacía que presentarme imágenes de un refrescante baño acompañado de una bebida bien fría en la mano. Un poco más, sólo un poco más y quizás esos deseos se vieran cumplidos.

Seguís avanzando en silencio, quizás por que con cada palabra gastáis la poca humedad que queda en vuestras bocas. Algunos mercenarios han guardado algo de agua, pero la guardan como si fuese un tesoro, que pronto produce los primeros roces entre ellos, incluso llegando a las súplicas. Este desierto parece sufrir un efecto lupa en la atmosfera y hace que el ya calido sol sea aún más potente. Casi esperáis terminar en llamas de seguir así. El Skoriet avanza con lentitud y a veces da cabezadas impaciente gruñendo enfadado, en tanto Alma ha caído varias veces de rodillas. Solo quedarán unos 6 kilómetros, podéis ver los campamentos de los sitiadores, si alguien os pudiese ver quizás saldríais antes de este suplicio. 

Me agacho junto a Alma para ayudarla a levantarse y le ofrezco mi brazo para caminar. Supongo que controlar al skoriet la está dejando exhausta y entre el calor y la caminata nuestro avance resulta realmente penoso. Incluso mi armadura, que en parte es como una segunda piel para mí, empieza a resultarme insoportablemente pesada.

- ¡Ánimo, que ya falta poco! - digo a modo de arenga a todo el grupo. Viendo la forma en la que miran las cantimploras prácticamente vacías de sus compañeros, parece evidente que necesitan una pequeña subida de moral. Busco al sargento con la mirada, pues ese debería ser su trabajo, pero el hombre bastante tiene con aguantar el paso.

Observo el campamento a lo lejos. Es prácticamente impensable que nadie se adelante sin la seguridad que nos proporciona el reptil y por mi parte, carezco de los medios para hacer una señal visible a esta distancia... ¿O no? El reflejo del sol en una de las armaduras de los mercenarios me da una idea. Descuelgo mi escudo y se lo paso a Casandra.

- Échame una mano - le digo mientras hago girar mi espada de doble hoja para buscar su reflejo sobre la arena y orientarlo hacia el campamento. - Tal vez desde allí puedan ver el destello de las armas y manden a alguien a investigar.

Cada metro ganado nos acercaba más a la ciudad, pero a mí me seguía resultando igual de lejana. El calor se hacía insoportable y notaba mis labios cuarteados y la boca completamente seca, la arena que se metía por todas partes no ayudaba tampoco en nada para sentirme mejor. Veía como los pocos que aún tenían algo de líquido en sus cantimploras, guardaban éstas como su más preciado tesoro, y tenía que reconocer que en aquellos momentos así era.

El paso era lento, demasiado para mí, pero no se le podía pedir más a Alma, la cual hacía lo que podía. Como siguiéramos así estaba convencida que no llegaríamos. En aquellos momentos sólo tenía una idea en la cabeza, y ésta no era otra que calmar la sed que tenía.

Asentí con la cabeza a lo que estaba haciendo Tian, sin preocuparme si era buena o mala idea. Si alguien nos veía y nos podia venir a socorrer bienvenido sería, y ya si venían cargados de cualquier líquido bebible y que calmara la sed, entonces era capaz de recibirlos con abrazos. Hasta ese punto podía llegar.