Partida Rol por web

Las cosas se habían agitado bastante durante la Coronación, y tenías la sensación de que aquello iría a más. Las arpías andaban alborotadas, hablando entre ellas y con el resto de vástagos que habían decidido quedarse, ya fuera por prudencia, o por no tener ganas de aguantar más a la nueva Reina.

Sentada en el banco, podías verlo todo. Y oír mucho, cabe añadir.

Durante la gran aventura que había sido su asistencia al evento, había permanecido sentada solitariamente en una banca, a ratos horrorizada, a ratos calmada. La Reina no era más que una mujer sádica con hambre de poder, y eso jamás sería una buena noticia. Por si fuera poco, faltaba de la sutileza y del sentido común necesarios para un cargo diplomático como el que ocupaba. Estaba segura de que pronto se haría con un apodo que traspasaría generaciones, y dudaba que fuera "La Bella" o "La Justa", y la memoria de los vampiros que hubiesen estado en su presencia definitivamente no recordarían con cariño. Ahora, aún sentada, miraba el último desastre. Porque claro, ordenar ataque a todo un clan por una muerte inconclusa suena de lo más sensato... 

La única manera en que su actuar tuviese algo de sentido es si efectivamente la Reina hubiese planeado todo el asunto. Se imaginaba que con el horrible carácter que tenía y su ridícula facilidad para hacerse enemigos, era la clase de persona que haría algo así. Más aún con toda esa actitud de madre preocupada que luego se transformaba en tu peor pesadilla. Una mujer caprichosa y de corto genio que cree tener dotes de actriz y se hace pasar por una persona decente. 

Resolvió, prontamente, levantarse de la banca. Lo hizo sin mucho apuro, para no llamar la atención de alguno de los lamebotas de la encantadora mujer. Aún no estaba segura de dónde ir ni con quién hablar, sin embargo no lo había estado durante toda su visita.

El hombre calvo que reconoces como tu Primogénito se te acerca, dispuesto a entablar una conversación.

- Extraña noche, ¿verdad Jennet? - su cuerpo carente de pelo resultaba ciertamente impactante, pero no sería el primero en aquella sala que tuviera parafílias raras.

Extraña, ciertamente. - contestó.

La apariencia de su primogénito siempre le había parecido por lo bajo extravagante, y no era difícil imaginarlo como el personaje de alguna obra de teatro más que como una persona que te encuentras caminando por las calles. 

Me pregunto si será prudente quedarse mucho tiempo más. Ya van tres escándalos en una noche, no sé si quiera quedarme a presenciar el cuarto...

- Yo solo he presenciado un escándalo, ciertamente. Todo lo demás ha sido... parte de la función. Estamos en un teatro, ¿verdad? - repuso con tono neutro - Ando preocupado últimamente, la Dementación sigue propagándose, pero no consigo realizar avances en mi investigación que constituyan un paso definitivo. ¿Qué tal te sientes? Espero que sigas la recomendación general de evitar a cualquier compañero de Clan Dementado... - comentó con preocupación.

La verdad no he notado ningún cambio. De todas maneras, he sido cuidadosa. Se sabe demasiado poco del cambio como para decir con precisión que tan peligroso es y no quiero tomar más riesgos de lo necesario. ¿Que tal usted? ¿Se ha sentido bien? Me imagino que estando en medio de la investigación puede estar en peligrosa cercanía de los afectados. 

Habían rumores que hablaban de gran poder y otros que hablaban de una enfermedad que los hacía perder aún más la cordura. Si alguien preguntaba, le parecía que ambas cosas iban tomadas de la mano tanto para mortales como para vástagos.

Se encogió de hombros.

- No, estoy bien, el ácido se encarga de ello, no te preocupes. Sin embargo, si quería compartir con algún compañero de Clan una inquietud que me ha asaltado en la última semana. - la miró, con ojos vacuos, casi vacíos - He perdido contacto con un miembro del Clan, uno ya dementado. Es peligroso que ande suelto sin reportar, sobre todo para nuestros compañeros sanos. ¿Crees que podrías hacerte cargo? Yo no puedo descuidar mis ocupaciones en el hospital...

Pues, si me dijese que precauciones tomar cuando lo encuentre y por dónde partir mi búsqueda, estaría encantada de invertir mi tiempo en algo productivo. 

Cualquier cosa era más productiva que lo que hacía actualmente, que era, ehm, básicamente nada. Además no iba a decirle que no al Primogénito de su clan cuando le pedía algo personalmente, y de manera tan cordial.

- No quiero que interactues con él. Simplemente saber dónde está. Si sigue siendo una incógnita, podría aparecer en cualquier lugar y eso sería malo. Sólo necesitamos saber dónde se encuentra y pondré algún criado a seguirlo. No te acerques, no le hables, no dejes que te mire a los ojos, y huye si ves que la cosa se te va fuera de tu control. - explicó, de forma casi mecánica, como si fuera algo que él utilizara a menudo.

Haré mi mejor intento. ¿Confío en que me hará llegar información sobre el susodicho? El nombre, o dónde lo vieron por última vez, por ejemplo...

Se sentía como parte de una película de detectives, y ahora tenía una importante misión. Por cómo había respondido el Dr. Timothy se preguntaba cuantas veces habría jugado él mismo en ese rol.

¿No tiene un retrato hablado o una foto por casualidad, no?

El Malkavian hizo un gesto desdeñoso.

- No te preocupes por esas nimiedades. Un criado te llevará las señas y toda la información que necesites, y te acompañará en tu cometido. ¿Necesitas algo más? ¿Medio de locomoción? ¿Dinero? El criado lo llevará consigo cuando os reunáis. - preguntó, con gesto severo.

No, nada más, muchas gracias. 

Sonrió, intentando borrarle el gesto tan serio al Primogénito. Sería divertido tener una misión de ahora en adelante. ¡Quería empezar inmediatamente!

- Bien. Mientras tanto, hoy se está haciendo tarde, y quizás prefieras comenzar mañana con la búsqueda. Quiero presentarte a dos ilustres de nuestro Clan. ¿Ves esas dos mujeres? Las que están vestidas como si estuvieran en la corte de Enrique VIII. Pues bien, realmente estuvieron en la corte de Enrique VIII. Son Ana Bolena, la morena de allí, y Jane Seymour, la rubia de ese otro lado. Te recomiendo especial precaución con ellas. Desde que Mithras desapareció, son de facto los vampiros más antiguos de Londres, y sus ambiciones son un misterio, incluso para mi. - explicó, señalándolas discretamente con el dedo - Lo más sensato es seguirles el juego y tratar de no disgustarlas.

Puedo entender que disimularan la muerte de Jane Seymour, considerando que fue en privado... Pero ¿La de Ana Bolena? Hay miles de personas que aseguraron verla decapitada.Nunca deja de sorprenderme el alcance del poder vampirico. Ni el del teatro. Ok, ok, no más preguntas. Prometo intentar ser lo más prudente posible. - le susurró

No estaba segura de querer ir, pero lo más probable es que no fuera una opción. Además prefería ser presentada por el primogenito de su clan a que ellas pensaran que les estaba haciendo algún tipo de desprecio. Se dispuso a seguirlo.

El Primogénito mostró cara de indiferencia.

- Supongo que habría que justificar de alguna manera la desaparición de la Reina. - respondió como si no viera la dificultad en ello - Al fin y al cabo solo tienes que ejecutar a alguien muy parecido al reo, y escribir en los papeles que realmente fue él. Los historiadores se encargan del resto. De todas formas, los mortales solo saben de aquello que pasó hace siglos por las fuentes que alguien escribió, sin plantearse si esa persona escribía verázmente o si era un simple cuenta cuentos. Dentro de cincuenta años, si la historia escrita contara que Hitler se batió en duelo a caballo contra Churchill, cayendo herido de muerte por el galán inglés, todo el mundo se lo tragaría. - comentó, mientras se acercaban a Lady Ana Bolena - Buenas noches querida. Quería presentarte a una de las últimas adquisiciones del Clan, que sensatamente decidió pasar inadvertida durante la ceremonia. Lady Ana, esta es Jennet. Jennet, os presento a Lady Ana Bolena.

Es un honor conocerla, Lady Ana Bolena. - saludó mientras hacía una sutil reverencia.

Para sus adentros lo único que podía pensar era "DEBES PASAR DESAPERCIBIDA". Increíblemente, desde que recordaba siempre había tenido una habilidad natural para enfrentar el pánico escénico. Quizás debería hacer algo al respecto, como hacerse cantante o algo por el estilo.

Por otra parte, no era tanto tiempo el que recordaba y no eran tantas las veces que había sufrido pánico escénico en ellas. Se guiaría por instinto como hasta ahora le había resultado.

Lady Ana se giró al notar la presencia del Doctor, y sonrió al ver a la muchacha.

- Es un placer querida. Buenas noches Doctor, ¿qué tal van sus investigaciones? - preguntó, para después volver con la nueva - Aunque realmente me preocupa más todo esto que ha pasado en el Eliseo... ¿Te lo puedes creer? ¡Ni siquiera han limpiado aún esas sucias cenizas! Si mi vestido se manchara, ¡os juro que rodarían cabezas!

El Doctor ni se molestó en responder a la Arpía, sabía perfectamente que no le interesaban sus investigaciones.

No se preocupe, Lady Bolena, no me imagino razón por la que tuviese que siquiera acercar ese precioso vestido a ese lugar. - dijo sonriendo

La Reina decididamente le había causado una impresión. No podría olvidar esta noche prontamente, y creía que nadie que la hubiese presenciado podría salvarse de aunque fuera una pesadilla influenciada por los gritos y la sangre vertida en el Eliseo.

El último sabbat...

Lady Ana hizo un deje con la mano, como restando importancia a lo del Sabbat.

- Bueno querida, el Sabbat es como un hormiguero. Puedes llenarlo de aluminio líquido, puedes fumigarlo, puedes reducirlo hasta la mínima expresión, que siempre acabará volviendo. - miró un momento al estrado y volvió hacia Jennet - Fue una demostración de fuerza, no algo definitivo. Inteligente por su parte, pero no lo tomes como la tónica general de los sucesos en Londres. Siempre habrá patanes, como ese Alguacil y esa rata de cloaca, para estropear los logros de otros.

Supongo que sí... Mientras una ideología sobreviva, por escrito o viva en los recuerdos de alguien, siempre va a haber alguien que la retome. Solo espero que no haya muchas más demostraciones de fuerza, con esta ya parece suficiente. ¿Que habrá pasado con ellos, el alguacil y el nosferatu? 

Esperaba jamás llegar a acostumbrarse o a restarle importancia a ese tipo de actos como lo hacía la mujer frente a ella. Sería perder lo poco que le quedaba de humanidad.