Partida Rol por web

El taxista se dió prisa, tanta prisa como pudo, para librarse de tu pestilente presencia. Por supuesto, se cobró prácticamente todo lo que llevabas encima, mucho más de lo que correspondería, pero pagas sin rechistar. Bastante favor ha hecho con llevarte sin poner demasiada objeción, aunque tu sentido común te incita a omitir esta parte del relato a los defensores de la Mascarada, por las repercusiones que pudiera tener.

Ahora, otra vez frente al Palacio de Justicia, el sitio es un hervidero de policía.

Oculto entre las sombras busco, entre la multitud, alguna cara conocida: Alguien que pueda llevarme ante Lady Bowesley.

No hay nadie esta noche que conozcas, todo caras tensas.

Debo encontrar a La Reina aunque, habida cuenta de las circunstancias quizás no sea todo lo accesible que me gustaría...  Conduzco hasta El Eliseo, a ver si allí tengo más Suerte y alguien me sabe dar noticia de Ella!

Te bajas del coche y llegas a la puerta de Eliseo, que en ese momento se encontraba cerrada. Una vez tocaras aquella puerta, no habría marcha atrás.

The Globe Theatre: El lugar en el que empezaron mis desdichas... No! En realidad el infortunio comenzó mucho antes, cuando el indeseable de mi Padre me transformó en la horrible Criatura que soy! Alzo la mano y dudo antes de golpear la puerta: No he sido invitado mas preciso encontrar a La Reina, me encomendó una Misión y debo comunicarle mis resultados, pese a quien le pese!

Golpeo la puerta: Dos secos porrazos. Terribles. Noto el eco que producen rebotando en la inmensidad de su interior, turbando lo que sea que acaece dentro...

La puerta se abre al cabo de un poco. Un hombre joven te mira, de arriba a abajo, antes de preguntar.

- ¿Con quién tengo el placer?

Observo al hombre con detenimiento: No parece alarmarse ante mi espeluznante aspecto, ya de por si horrible pero ahora afeado por hallarme cubierto de una curiosa mezcla de escamas de sangre y vísceras tanto humanas como de rata:

- Soy Leroy... - explico - ...es preciso que me reúna con Lady Bowesley inmediatamente o, en su defecto, con Baring-Gould o quien sea que esté encargado de la custodia del Eliseo: Aprisa!

Llevo una mala noche: A punto de sucumbir a las criaturas del Amo, para luego verme convertido, yo mismo, en un mosntruo asesino, perdido en Londres y ahora sin tener idea de donde se encuentra La Reina!

El hombre frunció el ceño.

- Incluso siendo usted, debería de cuidar lo que dice por la calle. Todos tenemos obligaciones que mantener. Pase. - dijo, flanqueándote el paso al interior del Eliseo - El Guardián del Eliseo vendrá en seguida. - y tras lo cual, desapareció por uno de los pasillos.

El Guardián del Eliseo tardó poco en venir. Su cara te resulta familiar, pero no sabes por qué.

- ¿En qué puedo ayudarle, señor... Leroy? - preguntó.

debería de cuidar lo que dice por la calle. Todos tenemos obligaciones que mantener. 

No puedo evitar ojear con asco, acaso desprecio, al insignificante espécimen que, en una noche como la que llevo, trata de darme lecciones. Ni siquiera me molesto en replicarle, y le sigo hasta que me lleva en presencia del Guardián.

A la llegada del cancerbero, observo su rostro a la vez que un pensamiento repta en mi interior... "De qué me suena este tipo???"

¿En qué puedo ayudarle, señor... Leroy?

Sus palabras me sacan de mi ensimismamiento, sorprendiéndome cavilando acerca de esta presencia extrañamente familiar. Despierto:

- Eeeehm... Si... - algo aturdido aún - ...es preciso que me reúna con Lady Bowesley; debo hablar con Ella -. No me extiendo en más explicaciones. 

Apostarías una mano a que ese vástago es, ni más ni menos, Sir William Shakespeare.

El dramaturgo, abrazado en su tiempo probablemente por su genial talento, negó con la cabeza.

- Me temo que eso no va a ser posible en este momento. La Reina se encuentra trabajando en su refugio personal, desde que alguien asaltó su despacho en la Corte de Justicia. Y como comprenderá, nadie sabe dónde esta dicho refugio. Sin embargo podemos dejarle nota a Sir Brian Horrocks, y con suerte podrá entregársela pronto. ¿Se trata de algo grave? - preguntó, y te diste cuenta de que el hombre te agradaba. No hasta el punto de hacer cualquier cosa por él, o tener poderes sobrenaturales activos sobre ti, pero si había una inherente traza de poder para agradar a la gente. Estabas, sin duda, ante un maestro del poder de la sangre llamado Presencia.

A pesar de no requerirlo, suspiro profundamente: No me agrada, en absoluto, sembrar el Mundo con mis descubrimientos, no poder reunirme en persona con Lady Anne... mas Sir William me inspira una extraña confianza que no logro discernir si es real o artificialmente creada mediante el inmenso poder que sin duda ese Vástago atesora...

Me duele, igualmente, que mi pretensión de asaltar el Palacio de Justicia haya derivado en la reclusión de Lady Bowesley y, en consecuencia, la imposibilidad de reunirme con ella...

Busco papel y pluma, y redacto lo siguiente para La Reina:

"El Amo resulta ser el Sire del Primogénito de Los Míos. Pretenden dividir el Reinado y quedarse con el Inframundo. La mención que me indicó causó un efecto inmediato: Él quiso acabar conmigo, a punto estuvo de lograrlo! El Asalto al Palacio de Justicia no debe preocuparle: Fue un estratagema que urdí para ganarme la confianza del Amo. Estoy presto, a sus órdenes, para lo que desee, Alteza. Hasta que no disponga lo contrario me pongo a disposición del Guardián del Eliseo. L"

Con sumo cuidado, pliego el papel en cuatro trozos y lo introduzco en un sobre en el que aplico un sello de cera:

- Sir William... - no me importa que note que me he dado cuenta de quien se trata - ...haga llegar este sobre a La Reina: Es importante que pueda leerlo cuanto antes! Corren tiempos difíciles, el futuro es incierto... uno no sabe cuan precioso es el Tiempo hasta que dispone de La Eternidad por delante!!!

Le entrego el sobre, confiando que, como Guardián del Eliseo y poderoso miembro de la Sociedad Cainita, sabrá hacerlo llegar prontamente!

- Y ahora, Sir William... - genuflexado torpemente ante Él - ...este humilde Vástago lleva una Noche terrible! Horrible! - Me incorporo - Pero, igual que usted, estoy a las órdenes de Su Majestad; el Tiempo apremia y estoy seguro que habrá algo que usted sepa que sea preciso hacer para mantener el Reinado!

Resulto realmente zopenco en lo que a la etiqueta refiere, espero que, en cualquier caso, se dé cuenta que me pongo a su disposición para lo que sea que haga falta hacer!

El Guardián recogió el papel redactado y lo enrolló para ponerle un sello de lacre con un anillo que llevaba en la mano. Después, se encogió de hombros.

- Señor Leroy, no se qué puede correr tanta prisa como para buscar de forma tan desesperada a la Reina, pero lo que si es cierto es que yo tan solo soy el Guardián del Eliseo, y nada más. Mis dominios acaban donde se abren aquellas puertas, y no es mi obligación ni algo para lo que me sienta capacitado, decidir en asuntos de gobierno o crisis. - dijo, señalando las puertas de salida - Eso es tarea de los Sheriffs.

Eso es tarea de los Sheriffs.

Las últimas palabras de sir William retumban en mi interior, tentándome a regresar a la vera de Ernest y Morgan a la que tengo la certeza que no sería bien recibido... dónde ir, pues? Parece que el destino me conduce, indefectiblemente, a ser rechazado por todo aquél con quien me cruzo:

Repudiado por los de Mi propio Clan, el inframundo se ha convertido en un lugar excepcionalmente peligroso para mi...

Tras mi maniobra en el Palacio de Justicia, la propia Reina se ausentó del Lugar y ahora mismo es un hervidero de policía y servicios de todo tipo...

He despreciado a los que a priori pudieran haber sido mis aliados, Ernest y Morgan, incluso Mark, mi Sire, y ahora nadie va a apoyarme... 

Westminster Abbey también fue presa de un ataque en el que me tope con Halesworth husmeando, nada más sé al respecto...

Southwark es el hogar de Los Cazadores de Hoodchild y Harker: Una fortaleza inexpugnable que alberga al misterioso huésped, esos Merodeadores cuya sola mención crispa los nervios de cualquier Vástago...

Recuerdo que Lady Bowesley deseaba capturar a Bainbridge e interrogarlo al respecto de lo que sepa acerca de Southwark, me pregunto si habrá dado con él y, de ser así, imagino que un lugar adecuado en el que inquirirlo pueda ser la Torre de Londres...

Cabizbajo, creyéndome perdido en este misterioso mundo en el que se tejen complicadas alianzas imposibles de discernir para mi, subo al vehículo cedido por Lady Anne y me dirijo a la Torre... quizás allí encuentre algo que me sea provechoso!

Conduces hasta la Torre de Londres. El sitio había sido una fortaleza en su momento, y ahora era una cárcel. O lo había sido, al menos, durante la Segunda Grande. Ahora, si bien algunas partes estaban abiertas al público, otras, muchas otras, permanecían en el más absoluto misterio. Sus paredes, de piedra pulida, que tan pintorescas parecían de día, resultaban aterradoras de noche. Ni un resquicio por el que trepar, si se consiguiera superar el foso, que había sido conservado en perfectas condiciones. Impenetrable para un simple mortal.

Aparcas cerca, y la observas, con desesperanza. ¿Qué buscabas allí, exactamente?