Partida Rol por web

 Al oír el grito, tengo la tentación de romper el silencio impuesto, pero me obligo a mí misma a permanecer callada mientras lanzo una mirada asustada a Walter.

Si estuviese en cualquier otro lugar, no dudaría en socorrer al herido, aun cuando pusiese en riesgo mi propia vida. Sólo el pensar que podría ser mi hermana gritando de dolor...

Pero estábamos en los Juegos del Hambre, y todo lo que podíamos esperar era muerte... O la propia, o la de todos los demás. 

Apoyo la nuca en el tronco donde permanezco reposada, con los ojos cerrados y sintiendo un gran sentimiento de culpa. He decidido no interferir con quien está gritando, pero las dudas sólo duran unos segundos. Con cuidado para no hacer ruido o evitarlo lo máximo posible, estiro la cabeza mientras intento girarme en la dirección de la que proviene el sonido, deseando poder ver algo.

Walter y tú os miráis, parece que ambos estéis pensando lo mismo. Pero eso solo dura unos segundos, los mismos segundos que os hacen daros cuenta de dónde estáis.
Intentas asomarte desde lo alto del árbol pero, salvo lo alto de los árboles, no consigues ver nada. Sea lo que sea lo que está sucediendo, es en tierra firme, imposible ver nada del suelo desde lo alto. Lo que sí puedes es más o menos saber aproximadamente de dónde proceden esos gritos.

Se oye de nuevo un grito ahogado, pero esta vez prevalece, se queda ahí, torturando vuestros oídos. Un instante después se oye un cañonazo:

Pero el grito de dolor sigue escuchándose, ¿quién habrá muerto si no es el dueño de esa voz desgarradora que parece pedir a gritos que terminen con su vida de una vez?

Por otra parte, no hay rastro de la serpiente por el momento.

¿Un cañonazo?

Alguien había muerto, pero seguimos sin saber quién es el que grita. Las muertes se suceden, y puede que pronto nos toque a nosotros..

A pesar de ser peligroso enfrentarse a alguien, por herido que esté, no puedo seguir escuchando los gritos sin hacer nada.

-Walter, quédate aquí mientras bajo a ver qué pasa-. Sé que si nos separamos existe la posibilidad de no volvernos a ver, sobretodo con una serpiente en paradero desconocido... Pero no quiero seguir esperando a ver qué pasa con el que grita.

Con cuidado, empiezo a descender del árbol, mirando a mi alrededor por si la serpiente hiciese su aparición.

No puedes seguir escuchando ese grito desgarrador, es superior a ti. Quieres que termine ya, aunque eso suponga la muerte de otro tributo más, de otro chaval o niño, de uno de esos a los que conoces, muy poco, pero conoces. Recuerdas las caras de todos los muchachos que emergieron de esos ascensores a la par que tú, ante la Cornucopia, a los que abandonaron como a ti en este maldito lugar.

Vas haciendo memoria según bajas del árbol y comienzas a andar a paso ligero. No hay rastro de la serpiente, por suerte. Recuerda que en las primeras horas ya murieron 2 muchachos, el moreno profesional y el rubito del Distrito 3. Quedan todos los demás vivos, en la Arena, puede ser cualquiera de ellos salvo Walter, que está ahora detrás tuyo. No quiere quedarse solo a pesar del peligro de la serpiente y, sobre todo, el de acercarse a ver de dónde viene ese grito.

Tras 10 minutos andando deprisa y corriendo incluso notas que te acercas al lugar. Unos 100 metros más y podréis conocer el rostro de esa voz ronca, suplicante...

Poco a poco nos vamos acercando, sabemos que falta poco porque los gritos no sonaban de tan lejos, y ya llevamos un rato caminando.

No olvidamos el peligro que corremos al descubierto, así que poco a poco vamos paranso el ritmo para acercarnos lo más despacio posible. Una vez creo que estamos lo suficientemente cerca, intento buscar un lugar para esconderme y poder oír sin ser oído.

Walter trata de esconderse, sin lograr hacerlo, pero pasa de largo desde tu posición. Sin embargo, los gritos siguen escuchándose y e sonido que él hace al caminar no son fácilmente percibibles con el jaleo que hay creado en esa zona.

Te hace un gesto para que te acerques instantes antes de intentar vislumbrar algo asomándose entre las hojas de unos arbustos.

Siguiendo el ejemplo de Walter, camino con cuidado detrás de él para poder ver algo de lo que tenemos delante. Ya que hemos venido hasta aquí, espero que podamos conseguir nuestro objetivo, y averiguar por fin quién grita de tal manera.

Tras unos arbusto podéis ver al fin el espectáculo y a quien está gritando de esa manera que os ha hecho acercaros al lugar:

Una visiblemente enferma y cansada Brigitte, la chica de larga melena rubia del Distrito 6, está de pie en medio del círculo de lucha que se ha creado en ese lugar en concreto del bosque. Tiene la cara, cuello y la parte de los hombros que está a la vista llena de granos, ampollas y pústulas, además de estar manchada de sangre y de la pus de las mismas. La chica mantiene agarrada una espada bastnte grande llena de sangre.

A pocos pasos de ella se encuentra Izan, que es quien está gritando de dolor de manera tan exagerada, y es que no es para menos, no tardais en daros cuenta de que le falta la pierna izquierda, que está a su lado, separada del resto del cuerpo.
Y por si eso no fuera poco hay un cuerpo más en tan horrenda visión. La cabeza de Duna, la compañera de Izan y ambos del Distrito 5, está en el suelo, con la boca abierta en expresión de horror, mientras que su cuerpo se encuentra a varios metros de distancia.

Tras girar como una peonza, repentinamente desorientada y con un malestar que comienza a debilitarla, Brig intenta levantar la espada una última vez... sin lograrlo.

- ¡¡Cállate de una vez!! - le grita a Izan, que sigue agarrando su ahora muñón.

 La escena que presenciamos me deja aturdida, ya que no esperaba para nada encontrarme con esta situación.

Puedo reconocer el cuerpo tirado, ya que tan sólo unas horas atrás nos habíamos enfrentado.

¿Qué narices ha pasado aquí?

Cuando le quitamos la mochila, sabíamos que les dejaríamos a merced de la suerte y desamparados. Pero ahora una de las participantes parecía haber matado y separado la cabeza del cuerpo de Duna. Esa idea no la puedo resistir, ya que no puedo evitar sentirme culpable. Si no les hubiésemos atacado, tal vez habrían cogido otro camino.. 

Pero ahora ya era tarde. Al menos para Duna, ya que la culpable seguía de pie. Algo que intentaría cambiar.

Con una creciente furia, dejo mi mochila a un lado, intentando taparla con la vegetación, mientras cojo con fuerza la lanza. Quiero hacerle pagar por lo que ha hecho, a pesar de ser todos enemigos. ¿Quién le ha dado derecho de tratar así a otra persona? Soy consciente de que es la esencia de los juegos, pero no por eso voy a imitarle.

-Walter, necesito tu ayuda. No quiero que esa chica mate a nadie más, y para ello tendré que enfrentarme a ella. Pero cuento con tu ayuda-. Le hablo en voz baja para no alertarla antes de lo debido, mientras le cuento mi plan-. Quiero intentar hacerla huir, cuento con el factor sorpresa. Si no lo consigo, hazme un favor y dispárale.. para matarla. Pero quédate aquí a resguardo, y si todo está perdido, corre y aléjate. 

Una vez oigo su respuesta, salgo a la luz del claro, bien a la vista y con la lanza preparada, apuntando a Brig.

Walter saca el arco de su espalda y, mientras responde a tus palabras, va poniéndose en posición y sacando una flecha del carcaj.
- De acuerdo, si la rubia se pone chulita le mando una flecha. - te susurra tu compañero y te guiña un ojo mientras se busca una posición desde la que poder ver mejor a Brigitte.

Brigitte sigue sudando a mares pero parece que quiere volver a intentar atacar a Izan, que ahora comienza a intentar levantarse con mucha dificultad. La rubia te ve por el rabillo del ojo y sin poder ocultar su sorpresa y el susto por advertir tu presencia, se gira hacia ti, espada en mano y en su rostro ves desesperación.

- ¡Aléjate de aquí si no quieres acabar como ella! - te grita señalando con la punta de la espada al cadáver de Duna.

 -No estás en situación de decidir nada. Somos dos contra una - miro de reojo a Izan, para comprobar que no lo desmiente. De momento no quiero revelar la posición de Walter-. Te puedo asegurar que no saldrás de aquí viva si decides atacar. Quiero que te marches. Ahora-. Enfatizo la última palabra para que se concience.

Brigitte se echa un buen mechón de pelo hacia atrás con un gesto de la mano que tiene libre. Desafiante te dirige una mirada entre furiosa y... desesperada, mucho. Alza de nuevo la espada, esta vez tiene que hacer fuerza con ambas manos para poder sujetarla por encima de sus hombros. Pero sus movimientos son lentos y, para colmo, no parece dispuesta a atacarte a tí sino a acabar lo empezado con el muchacho rubio que ahora se encuentra medio levantado apoyado con ambas manos en un árbol, desangrándose.

- Sé que no saldré viva de esta... ¡pero tampoco dejaré que otros lo hagan! - dice mirando a Izan, luego se gira para mirarte directamente a ti.- No pienso marcharme a ninguna parte.

 -No dejaré que le hagas daño. Te he dado una opción, si no la coges, tendrás que enfrentarte a las consecuencias-. Por poco que me guste, si la chica vuelve a atacar, yo haré lo propio, aunque tenga que matarla. Éste no es un juego de niños.