Partida Rol por web

En completo silencio, Istyarem seguía a los otros. Su mente parecía por momentos algo evadida, como si pensara en las cosas que tenía que hacer lejos de allí. Debía estar recuperando la mala costumbre de dormir menos de lo que debería. Algo inquieta, se fuerza a regresar al momento presente abriendo y cerrando la mano enguantada para sentir su presencia. No solo era extraño no saber dónde estaban, sino que ni tan siguiera sabía si lo que quiera que estaba pasando tras ese muro era o no era peligroso. La sensación de estar a punto de interrumpir a un grupo de coristas estaba muy presente. - Me siento un como una superherohína de DC... - Murmura para si muy bajito antes de ir detrás de los demás, situándose donde le indicaba León mientras tomaba el colgante en sus manos y lo situaba sobre el ojo izquierdo - Más vale asegurarse, al menos de lo mínimo... - y vocaliza sin llegar a emitir sonido, estirando un poco la imposición de su foco, aún sin tenerlas todas consigo de si funcionaría o no... - Rhal Ne aeth sens Met

Se hace evidente a tus ojos ahora una suerte de torbellino invertido de fuerzas primordiales dentro del recinto que se clava en el cielo nocturno. Pero hay algo extraño en esas corrientes telúricas, y lo único con lo que logras hallarle parecido es con un río congelado en la superficie a través de cuyo transparente hielo puedes ver las aguas de debajo en raudo movimiento. Que hay magia en marcha ahí dentro es evidente, pero ¿hay más magia que la que conoces? Parece ser que sí, porque ésta que tienes ante ti no se parece en nada a la Magia Despierta.
 

Rachel susurra un pequeño salmo: El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré?

Escuchar aquellos salmos de parte de Rachel siempre le pareceria curioso, pero lo que se estaba desplegando ante su vista no sabia no como llamarlo y poco le aclaraba. - no son como nosotros, y aun asi... el torbellino que estan controlando es inmenso...- murmura en un hilo de voz contenido.

Uno de los dos que dejan restos de luz con sus manos alza la cabeza y estás seguro de que te ha descubierto.

Una de las voces cambia su forma de cantar. Es como si, en un coro, uno perdiera un poco la concentración por tener un ataque repentino de pánico o de ira.

Tengo una duda: ¿Al final León se ha encaramado ya al muro? Porque entiendo que las chicas están en el suelo a sus cosas.

Logras treparte a la parte superior del muro en relativo silencio. Al menos, no se te oye por encima del cántico que se traen. El interior del recinto, como cabía esperar, es un cementerio antiguo, como si fuera el de una vieja iglesia. Hay una puerta enrejada en la cara norte - en la que no hay nadie - y las lápidas de dentro están como salpicadas, sin tener el orden y concierto que se ha visto en el resto del cementerio.

En la mitad norte del recinto, rodeando una lápida algo desvencijada, hay un grupo de personas que visten túnicas negras. Cuentas seis. Son los que están con el cántico. Dos de ellos gesticulan a la vez, y sus manos dejan rastros de luz como si dibujaran en el aire. La tierra bajo ellos está cruzada de líneas que también brillan.

En el muro oeste ves a Michael recortando silueta contra la luna gibosa.

Cómo no nosotros teniamos que hacer lass cosas difíciles y nadie usaba la puerta, que visto por otro lado quizá nos diese ventaja sorpresiva frente a los encapuchados. Apresuráos Dije a las chicas tendiendo mi mano. Hay varios encapuchados y seguro que Michel y Ziva no nos esperan. Porqué siempre los encapuchados de negro disparan las alarmas, sólo faltan cruces invertidas.

Rachel se ayuda de Leon para encaramarse mientras dice: Uno de ellos se ha ido de tono , parece nervioso o asustado...lo que se que vayan a hacer será pronto.

Michael salta al suelo ágilmente mientras su mano saca la cantimplora de agua y la echa a sus pies formando un arco irregular mientras dice con voz clara y potente en la lengua de los espíritus.

Espíritus, yo os desconvoco, sois libres de partir de este lugar si ese es vuestro deseo.

Michael salta al suelo ágilmente a la par que convoca uno de los poderes de su collar para que salgan garras de las yemas de sus dedos. Cuando toca el suelo sus manos están perladas de sangre.

En este momento estaría muy bien que llegase la caballería

Logras treparte a la parte superior del muro con la ayuda de León. El interior del recinto, como cabía esperar, es un cementerio antiguo, como si fuera el de una vieja iglesia. Hay una puerta enrejada en la cara norte - en la que no hay nadie - y las lápidas de dentro están como salpicadas, sin tener el orden y concierto que se ha visto en el resto del cementerio.

En la mitad norte del recinto, rodeando una lápida algo desvencijada, hay un grupo de personas que visten túnicas negras. Cuentas seis. Son los que están con el cántico. Dos de ellos gesticulan a la vez, y sus manos dejan rastros de luz como si dibujaran en el aire. La tierra bajo ellos está cruzada de líneas que también brillan.

Michael salta desde el muro lanzando lo que parece un aullido de desafío. Los de las túnicas mantienen su cántico, salvo uno de ellos - no uno de los que dibuja con luz - que abandona el círculo, alzando algo que refleja la luz de la luna en una mano, directo a su encuentro.