Partida Rol por web

Xanjahar había sido enviado por la Iglesia de Horus-Re a la ciudad de Majoor, para ayudar en todo lo que pudiera a un pueblo sacudido por el brote de la letal enfermedad conocida entre los supersticiosos lugareños como la maldición escarlata. Una persona era a ojos de un observador casual una dotación exigua, pero al fin y al cabo no querían enviar el mensaje erróneo al precepto Kethphron Derlaunt de que estaban entrometiéndose en sus asuntos. Sin embargo, Xanjahar no era un guardia cualquiera, sino un guerrero excepcional y un sirviente leal y capaz que se había labrado la confianza de la Iglesia de Horus-Re con el sudor de su frente, y no solo en mor de la fama de su apellido.

Por un motivo distinto aunque igualmente singular había llegado Nathifa a la ciudad portuaria. Había sido guiada allí por una visión profética de la mismísima Encarnación de Hathor, una en la que ella había sido protagonista. Nathifa había estado esperando y observando, aguardando el momento en el que recibiera algún tipo de señal para hacerla verdadera. Al fin y al cabo, las indicaciones de la profetisa habían sido muy vagas, y desconocía los detalles de la misma.

Ambos estaban en el mercado cuando unos tipos llamaron su atención, la de ellos y la mitad del bazar, porque recorrían los puestos con el estrépito de un elefante recorriendo una tienda de lámparas de aceite. Su actitud, su forma de andar, como si aquel sitio les perteneciera, gritaba problemas en los ojos de alguien como Xanjahar, que había dedicado su vida a mantener la paz del faraón. Nathifa, en cambio, se fijó en que todos ellos tenían los brazos tatuados con diversos motivos de serpientes. Ajenos a vuestro escrutinio los tres tipos merodearon por los tenderetes, molestando a clientes y dependientes, tomando lo que querían y burlándose de todos aquellos con los que se topaban.

Un mendigo envuelto en harapos se acercó entonces a pedirles limosna. Como había salido ese desgraciado del Cenagal y había llegado tan lejos sin que los guardias lo detuvieran era todo un misterio. Pero uno de aquellos tipos le propinó una patada que envió al pordiosero al suelo. Hablaron algo entre ellos y decidieron arrastrarlo por el suelo fuera del mercado, a uno de los callejones oscuros y estrechos que circundaban la plaza.

Como misión sagrada, aquello había resultado hasta ahora incluso agradable. Pasear por el mercado, admirando las telas, las joyas y los muebles venidos de aquí y allá, con el olor de la comida y las especias y plantas medicinales, los sonidos y el ajetreo del mercado. Podía escoger haberlo hecho incluso para aprovachar una mañana de ocio con sus amigas. Y entonces llegaron aquellos hombres, decididos a estropear su día. Es verdad que eran tres, y que iban pintarrajeados con serpientes, pero a ella le parecían más gusanos que representantes de ninguna divinidad, fuera la que fuera. Y si se suponía que era un lammasu, aquel pobre viejo debía de ser uno bastante anciano y decrépito. Pero después de todo, era lo más cercano a la profecía que se había encontrado hasta ahora.

Por eso tras prepararse, corrió hasta la entrada del callejón, con cara de miedo, y les gritó:

-Mis señores. ¡No toquen a ese hombre si no quieren acabar enfermos!

La labor de Xanjahar era sagrada. Así lo sabía él y así lo sabían sus superiores. El humilde servidor del padre de los dioses, había conseguido tal comunión con HorusRe que ahora era capaz de soportar la presencia de cualquier enfermedad sin verse afectado por sus síntomas. Y seguramente aquella fuera una de las principales razones por las que le habían elegido a él para llevar a cabo aquella pequeña misión de investigación. 

También era una gran oportunidad para la casa Helthaunt de recuperar algo del prestigio perdido, de dar un paso adelante. Cualquier pequeño logro que se fuera consiguiendo por parte de un miembro de la casa, era un pequeño golpe en la mesa. Y más ahora que estaban cerca del poder de la iglesia. Sin embargo, todo esto era secundario para Xanjahar que, lo único que quería, era acabar con los problemas que aquella enfermedad estaba causando.

Fue agradable encontrarse con Nathifa. Conocía a la mujer de algunas cenas de gala en las que había amenizado el ambiente con sus canciones y su forma de tocar el arpa. Además era una excelente conversadora, y era muy agradable pasear con ella por la ciudad. Momento en que también aprovechaba para buscar indicios sobre la enfermedad, algo que aún no había conseguido.

Y sin embargo fue la propia Nathifa la que nombró la enfermedad. El paladín ya estaba mosqueado con la actitud de aquellos hombres, y el hecho de que quisieran salir de ojos indiscretos metiéndose en un callejón era peor. Iba a hablar, pero las palabras de la bardo le resultaron tan chocantes como sorprendentes. Así que en vez de discutir con aquellos tipos, se quedó mirando a la chica con los ojos abiertos.  

Seguisteis a los tres rufianes tatuados al callejón al que habían arrastrado al mendigo. El grito de Nathifa los puso alerta, y giraron sobre sus talones. Miraron a la arpista, al mendigo despatarrado en el suelo y a la arpista otra vez. En efecto, el cuello y la cara del mendigo estaba cubierto de llagas y heridas. Pero los matones también parecían estar contagiados por la Maldición Escarlata.

—¿Y tú quién coño eres? —espetó a Nathifa uno de ellos—. ¡Lárgate de aquí antes de que lo lamentes!

Nathifa había dado al mendigo la ventana de oportunidad que había estado buscando. Sin mediar palabra se levantó del suelo de una voltereta, deshaciéndose en el aire de los harapos como una mariposa dejara atrás el capullo. Una espada corta destelló en su mano, y no dudó un instante en blandirla contra unos de sus agresores.

—¡Enfrentad vuestro juicio!

El rufián gritó de la sorpresa cuando el filo salido de la nada rebotó contra su coleto de piel. La armadura le salvó la vida, el impacto había sido dirigido con precisión mortal.

Todos habéis superado vuestras tiradas de Percepción y sois conscientes de que el mendigo ha desenvainado su arma. Por tanto, no hay asalto sorpresa. Salvo él, todos los demás comenzáis el combate desarmados (ojo con eso, Sopa).

Podéis empezar el combate en cualquiera de las casillas que están sombreadas en color naranja y tirad iniciativas. Ninguno de los dos puede igual o superar la iniciativa del mendigo así que me he tomado la libertad de actuar por él. Si sacáis más de 7 podéis actuar, si no, simplemente colocaos en el tablero y reaccionad a lo que ha pasado.

Habib ibn Gaddour ataca a Rufián de la Mano Serpentina 1, pero falla (ataque 11).

(23) Habib ibn Gaddour: ileso
(7) Rufián de la Mano Serpentina 1: ileso (desprevenido)
(7) Rufián de la Mano Serpentina 2: ileso (desprevenido)
(7) Rufián de la Mano Serpentina 3: ileso (desprevenido)

(X) Nathifa: 22/22 (¿desprevenido?)
(X) Xanjahar: 29/29 (¿desprevenido?)

Bien, parecía que bajo la mugre y los harapos sí había un lammasu escondido. Y que debería haber dado otra razón para que aquellos hombres lo dejaran en paz.

Al menos, su treta parecía haberlos distraído lo suficiente para darle la oportunidad al hombre de cogerlos por sorpresa. Aunque suponía que su ayuda debería consistir en algo más que eso, o dificilmente merecería una visión divina su presencia allí. Por suerte, podía hacerlo sin acercarse demasiado ni a los filos que estaban blandiendo en la pelea, ni a las llagas de enfermedad de las que iban cubiertos, y se dispuso a coger su arpa.

A pesar de la enfermedad que cubría al hombre, parecía que estaba esperando que le atacaran. El salto que dio, desenvainando el arma y atacando pilló por sorpresa a todo el mundo, incluido al paladín. 

Pero sin retrasarse demasiado, desenvainó su gran arma mientras se movía para atacar al enemigo que tenía más cerca. Tenía que proteger a Nathifa, pero tampoco quería dejar al mendigo... si es que era un mendigo... sólo ante el peligro. 

Y demostró por qué le habían mandado a él. Con un tajo vertical, atravesó las defensas de su enemigo, causando una grandísima herida que hizo manar un gran reguero de sangre de la espalda del rufián. 

Xanjahar apenas recordó no gustaba de atacar a oponentes desarmados¹. En este caso, juzgó en una fracción de segundo, el empleo de la violencia estaba plenamente justificado en aras de proteger al mendigo enfermo. Con un único impacto brutal de arriba a abajo abatió al rufián que cayó al suelo del callejón en un charco de sangre.

Sus dos compinches se habían dado la vuelta para lidiar con el hombre de los harapos. Uno de ellos lanzó una estocada que el mendigo desvió con un movimiento lento y torpe. Viendo un hueco en sus defensas, el segundo se precipitó contra él y le clavó la espada en las tripas. 

El hombre no gritó. Miró la espada clavada en las entrañas, vomitó sangre y se desmayó en el acto. Los rufianes tatuados se dieron la vuelta, hicieron una floritura con sus armas y se prepararon para vengar a su camarada caído.

—No deberíais haber venido aquí...

1: como te comenté por privado, deberías haber aplicado el -4 al ataque. Sea como fuere es un crítico confirmado y te lo cargas igual.

Rufián de la Mano Serpentina 1 desenvaina su arma como acción de movimiento, da un paso de 5' a D-03 y ataca a Habib ibn Gaddour, pero falla (ataque 9)

Rufián de la Mano Serpentina 2 desenvaina su arma como acción de movimiento, da un paso de 5' a D-01 y ataca a Habib ibn Gaddour, y le asesta un golpe crítico (ataque 20, crítico confirmado con un 21; daño 6x2=12).

¡VUESTRO TURNO!

(23) Habib ibn Gaddour: 12 puntos de daño, inconsciente y moribundo
(10) Xanjahar: 29/29
(7) Rufián de la Mano Serpentina 1: 27 puntos de daño, muerto
(7) Rufián de la Mano Serpentina 2: ileso
(7) Rufián de la Mano Serpentina 3: ileso
(4) Nathifa: 22/22

Si lograba llegar hasta él a tiempo, aún podría salvar a aquel hombre. Pero dudaba que los matones de la serpiente fuesen tan amables como para dejarla pasar sin problemas. Por el momento, sacó su arpe y empezó a tocar una canción que esperaba diera fuerzas redobladas a Xanjahar.

Xanjahar escuchó las notas de Nathifa y notó como aquella arpa redoblaba su valor y su concentración. Tenía que llegar al mendigo para poder salvarle antes de que fuera tarde. Se movió hasta uno de sus enemigos mientras levantaba de nuevo su poderosa arma. Y mientras golpeaba decía: 

- Erradicaremos el mal que hay en estas ciudades. Gente como vosotras no merece seguir aquí. Rendíos ahora y vivid. - Pero lo cierto era que la fuerza del golpe no parecía indicar que fuera a dejar que se rindieran, aunque el ataque se desvió de su objetivo. 

—¡No sabes con quién te estás enfrentando! —le respondió a Xanjahar uno de los rufianes.

Los matones rodearon a Xanjahar como una manada de chacales haría con una presa de cierta envergadura. Con un rugido, le atacaron desde direcciones opuestas, pero pronto comprobaron lo difícil que era pelear contra un oponente acorazado que podía mantenerlos a raya con un arma más larga que los cuchillos curvos que ellos llevaban.

@Faris: los 10 asaltos de duración del Inspirar valor empiezan a contar después de que dejes de cantar. Si te dedicaras todos los turnos a mantener la canción podría durar todo lo que tú quisieras.

Rufián de la Mano Serpentina 1 retrasa acción hasta que actúe su compinche.

Rufián de la Mano Serpentina 2 mueve a F-03 dando un rodeo para evitar el AdO de Xanjahar. Entra en posición de flanqueo. Ataca a Xanjahar, pero falla (ataque 10)

Rufián de la Mano Serpentina 1 ataca a Xanjahar, pero falla (ataque 18)

Habib ibn Gaddour no consigue estabilizarse y pierde 1 PG más.

¡VUESTRO TURNO!

(23) Habib ibn Gaddour: 13 puntos de daño, inconsciente y moribundo
(10) Xanjahar: 29/29 (Inspirar valor +1)
(7) Rufián de la Mano Serpentina 2: ileso
(7) Rufián de la Mano Serpentina 1: ileso
(7) Rufián de la Mano Serpentina 3: 27 puntos de daño, muerto
(4) Nathifa: 22/22 (Inspirar valor +1)

- Nathifa, tenemos que hacer algo por él - dijo refiriéndose al mendigo que estaba desangrándose en el suelo. Si tan sólo pudiera quitarse a estos enemigos rápidamente. 

Le habían rodeado, pero se había visto en situaciones mucho peores, así que no le tembló el pulso al atacar a su enemigo. Si conseguía mantenerles entretenidos, quizás Nathifa podría aprovechar para ayudar al moribundo. No era un plan, pero tampoco podían hacer muchos planes en aquella situación. 

Nathifa a un podía ayudar al anciano, pero no podían esperar mucho más sin que esa ayuda ya requiriese de alguien capaz de resucitar a los muertos.

El problema eran aquellos tipos de la serpiente que estaban en medio. Había varias opciones que podía usar. Podía intentar seguir ayudando a Xanjahar y confiar en que la lucha pronto estuviese a su favor. O correr a pedir ayuda. O rodear los edificios y llegar por el otro lado. Pero lo más rápido era simplemente correr hacia él, y confiar que Hathor estuviese mirando y les diese su bendición, y que aquellos hombres estuviesen lo suficientemente ocupados con Xanjahar como para preocuparse de alguien tan poco importante como ella.

Así que eso fue lo que hizo.

Xanjahar abatió a un segundo oponente. El rufián que aún seguía en pie se dio la vuelta y empezó a correr como alma que lleva a Asmodeo, huyendo del improvisado campo de batalla. Al acercarse, Nathifa vio mucha sangre. El mendigo estaba mortalmente herido, además de gravemente enfermo. No estaba segura de poder salvarle la vida.

Rufián de la Mano Serpentina 2 no consigue estabilizarse y pierde 1 PG más.

Rufián de la Mano Serpentina 1 emplea acción de retirada para evitar el AdO de Xanjahar

Habib ibn Gaddour no consigue estabilizarse y pierde 1 PG más.

Creo que Xanjahar no tiene manera de alcanzar al Rufián que se escapa así que por mí damos el combate por terminado.

(23) Habib ibn Gaddour: 14 puntos de daño, inconsciente y moribundo
(10) Xanjahar: 29/29 (Inspirar valor +1 9 asaltos)
(7) Rufián de la Mano Serpentina 2: 12 puntos de daño, inconsciente y moribundo
(7) Rufián de la Mano Serpentina 1: ileso
(7) Rufián de la Mano Serpentina 3: 27 puntos de daño, muerto
(4) Nathifa: 22/22 (Inspirar valor +1 9 asaltos)

Xanjahar observó con calma como el último de los rufianes salía corriendo. En menos de quince segundos habían resuelto el problema. La ayuda de Nathifa era vital, pero él también era un sanador. Colocó sus manos sobre el herido e hizo una plegaria a los dioses, esperando que el poder de Horus cerrara las heridas del hombre. No podría curarle la enfermedad, pero al menos, si conseguía estabilizarle en aquel estado... 

Después miró alrededor para ver si había alguna tela o alguna cuerda con la que poder atar al rufián que estaba en el suelo. Si podía evitar su muerte, mejor. Además así podrían preguntarle alguna cosa. 

- ¿Has dicho que sabías que estaba enfermo? ¿Cómo sabías eso? - le preguntó  a Nathifa. 

Mientras Xanjahar se ocupaba del anciano, Nathifa se acercó al atacante tendido en el suelo que estaba sólo muerto en su mayoría, y no totalmente muerto aún, y se acuclilló junto a él, apartando las armas de donde estuvieran a su alcance, cuando, o  si, recuperaba la consciencia.

-No lo sabía. Sabía que la gente tiene miedo de acercarse a los que están enfermos y pueden contagiarlos. Y sabía que que un mendigo esté enfermo no es extraño. Confiaba en que si se apartaban de él para no contagiarse, también estarían demasiado lejos para hacerle daño-Dijo, mientras atendía las heridas del lo suficiente, esperaba, para que dejara de desangrarse. Por supuesto, podía simplemente usar el cinturón de sanación o alguna de sus habilidades para curar para que recuperara vitalidad más pronto. Pero eso podía hacer que despertara, y haría mucho más complicado atarlo. Y registrarlo. Así que podía esperar. Entretanto, le quitó el turbante* y le ató las manos con la tela enrollada.-Que de verdad estuvieran todas enfermos fue una desafortunada coincidencia.

Estaba segura de que Xanjahar sabría mucho mejor cómo asegurar a un prisionero para que no se escapara, pero al menos ahora tenía alguna seguridad de que si despertaba, tendría más dificultades para oponer resistencia. Así que aprovechó para registrarlo en busca de algo que le dijese quienes eran aquellos hombres.

La pregunta había pillado desprevenida a Nathifa. Xanjahar creía en sus palabras, pero ver cómo registraba a aquel hombre, el poco cuidado que estaba poniendo en lo que hacía, le decía lo contrario. 

Mientras Xanjahar esperaba que el hombre al que había intentado sanar se repusiera, ajustó las ataduras del rufián y rebuscó en su cuerpo. 

Dejasteis escapar al último de los rufianes, era más rápido y probablemente conocería mejor los callejones de la ciudad que vosotros. Xanjahar impuso las manos al mendigo¹ y lo devolvió al doloroso mundo de la consciencia. Gimió, se tumbó de costado y escupió sangre, lo que era muy mala señal. Aquel hombre estaba en las últimas. Se limpió la comisura del labio con la manga y trató de incorporarse sobre un codo. No lo logró y volvió a derrumbarse.

—Gracias por vuestra ayuda, mis buenos desconocidos, aunque mucho me temo que la maldición escarlata se cobrará mi vida de todas maneras. Mi nombre es Habib ibn Gaddour, asesino juramentado de la Hermandad de Osiris —reveló, antes de sufrir un nuevo acceso de tos y vomitarse la sangre encima—. Escuchadme bien. Estos hombres... la organización criminal a la que pertenecen... han robado un objeto muy valioso. El Cáliz de Hatharia. Con él la Iglesia de Thot podría poner fin a esta plaga.

Gritó de dolor y tuvo que parar para tomar aire.

—Si habéis sido tan benévolos como para tratar de evitar que un mendigo recibiera una paliza en un callejón, quizá podáis ayudar a recuperar la reliquia y salvar no solo a un hombre, sino a la ciudad entera —jadeó por el esfuerzo y cerró los ojos—. Hablad con Karranis, en el templo de Thot. Decidle que...

El Hermano de Osiris sufrió un ataque y empezó a gritar como un poseso. Os apartasteis, sobresaltados, antes de que su grito se convirtiera en un gorgoteo agónico y prácticamente explotara desde dentro, en una exhibición macabra que dejó su cadáver reducido a poco más que un montón de pulpa sanguinolenta.

1: no estoy seguro de por qué Nathifa se refiere a él como "anciano", a menos que sea porque ella misma es muy joven. El hombre debe tener entre treinta y muchos o cuarenta y pocos. Vamos, que está en la flor de la vida.

El registro somero del cuerpo que hizo Nathifa no le proporcionó demasiados frutos: una bolsita de cuero con unos cuantos faraones de oro y un anillo, una baratija de poco valor que tenía la forma de una mano cuyos dedos eran serpientes. Xanjahar fue mucho más concienzudo, pues él no tenía miedo a contraer la enfermedad. En un bolsillo interior, encontró un papel doblado, al abrirlo vio que se trataba de una carta.

Un registro tan esmerado tuvo una consecuencia, empero. En la boca del callejón aparecieron a la carrera una pareja de guardias, alarmados por los gritos. Iban ataviados con armaduras de cuero, y lucían los yelmos de cabeza de pájaro que los identificaba como guardias al servicio de la iglesia de Thot. Echaron un vistazo al panorama, pero parecieron tranquilos, casi aliviados, al ver que los tipos tatuados con serpientes estaban en el suelo y el hombre con los tres círculos tatuados -Xanjahar-, permanecía en pie.

—Buenos días, mi señor —dijo uno de ellos, dedicándole un gesto de respeto al paladín de Horus-Re e ignorando mayormente a Nathifa, que solo tenía un círculo tatuado—. ¿Qué ha sucedido aquí? ¿Necesita nuestra ayuda?

En el matón inconsciente encontráis además de la carta y de su armadura de cuero, un anillo con la forma de una mano cuyos dedos son serpientes, una espada corta, una daga y 7 faraones de oro.

La nota que habían encontrado en aquellos hombres resultaba tan misteriosa como la enfermedad en sí misma. Pero el relato de Habib era realmente increíble. Tanto, que de no ser por la perspicacia del paladín y su reconocimiento de la verdad, hubiera pensado que se trataban de los delirios de un moribundo. 

Si la enfermedad tenía su origen en un objeto mágico, simplificaba mucho su tarea. Aquello, de ser cierto, era un auténtico rayo de esperanza. Mucho mejor que tratar de controlar una epidemia contagiosa, que era lo que pensaba que iba a tocar hacer, sin vistas a mejorar la situación. Si, este hecho lo cambiaba todo por completo. 

Al ver acercarse a los guardas, Xanjahar se irguió en toda su gran estatura. 

- Compañeros, ruego os mantengáis alejados para salvaguardaros de la enfermedad. Estos rufianes asaltaron a este hombre en el callejón, tratando de darle muerte. Intentamos defenderle, -Yo, Xanjahar de la casa Helhtaunt y mi compañera, Nathifa- pero al parecer estaba afectado por la maldición escarlata, y no he conseguido salvar su vida. Sin embargo, sí que pueden ayudarme con dos cosas. Hay que alejar y quemar estos cadáveres para evitar la propagación de la enfermedad. Y necesito cierta información. Tengo entendido que estos rufianes son miembros de una secta de adoradores relacionados con el culto a Set y sus viles criaturas. ¿Podéis llevarnos ante algún representante de la iglesia de Toth? Necesito hacerles llegar una información muy importante.