Partida Rol por web

—Sé lo que te prometí. ¿Pero cómo iba a saber yo que me iban a robar?

—La próxima vez sé más discreto con tus planes y con tu ruta —replicó Beket—. Y no le pasará nada a tu caravana.

—¡¿Qué?! —dijo el aludido perdiendo el aliento—. ¿Quieres decir que han sido tus hombres los que han robado mi cargamento? ¿Por qué me haces esto?

Beket señaló al mercader con el dedo, en un gesto admonitorio, sin confirmar o desmentir lo que acababa de decir.

—Escúchame bien: este es el último aviso. Págame o de lo contrario... —dejó la frase en el aire—. El dinero es todo lo que me importa. El resto es tu problema.

Azabache posó por primera vez la vista en vosotros y frunció el ceño.

—¿Y vosotros qué miráis? —dijo dando la conversación por terminada, y se preparó para girar sobre sus talones y regresar al Faraón.

La historia del mercader conmovió un poco a Shem, pero también era cierto que se había buscado su suerte al pedirle dinero a una persona en un antro como aquel. Estaba claro que de allí no se podía sacar nada bueno o medianamente legal.

El sacerdote tuvo que reconocer que el intento de Xanjahar por sacar algo de información fue muy acertado... pero entonces salió aquella mujer... mejor dicho, aquella "matona" y empezó a descargar todas aquellas amenazas sobre el pobre diablo. Su doble juego le pareció repugnante, puesto que se había aprovechado claramente de la desgracia de aquel hombre.

El tipo lo había perdido todo por confiar en aquellos métodos lo cual, en circunstancias normales, habría sido una buena lección de la ley de la causa efecto.

Cuando la mujer se refirió a ellos de aquellas formas, lanzó una mirada a su compañero Xanjahar. No le faltó ni un segundo para saber que un Paladín de Horus-Re se revolvería ante aquel abuso descarado. Torció el gesto. No habían venido a salvar mercaderes idiotas, asi que intentó intervenir antes de que lo hiciera el poderío físico de su compañero.

-Bueno mi señora, lo cierto es que no hay mucho más que ver aqui fuera. -comentó con serenidad sin sentirse intimidado. Ayudaba estar protegido por alguien como Xanjahar- Parece que tenéis entre manos un peliagudo asunto ya que vuestra codicia ha hecho que no vayais a tener ninguna ganancia.

-Claramente pretendéis sacar beneficio de este hombre, pero vuestras acciones, lejos de daros rédito, os va a dar más dolores de cabeza. Al robarle lo invertido, este hombre no sólo no va a poder daros el doble de lo que le distéis sino que además, si no entiendo mal, le vais a dañar como medida intimidatoria... eso aún le dejará en peor disposición de hacer negocios y, por tanto, no será capaz de daros nada... y al final creo que optaréis por ¿matarlo? ¿para mantener una "reputación"? Cosa aún más absurda. Habéis perdido el tiempo, habéis arriesgado hombres en un robo y vais a terminar matando un hombre y todo ¿para qué? ¿para seguir con el mismo dinero que teníais en el mejor de los casos? -negó con la cabeza para dejar su punto bien claro- Aunque existen otros modos de que ganéis los dos... si estáis dispuestos a escuchar, claro.

Lanzó una mirada a su compañero, para que al menos, diera una oportunidad a las palabras. Ya si la mujer no era razonable, igual tendría que dejar que fuera él quien se "comunicara" con aquella matona.

Madsul respiró aliviado al ver que las palabras de Kéfera no habían ofendido a aquella fría mujer. Por otro lado, parecía que ya había vendido el cáliz. Siempre que no les estuviese mintiendo. Percibía el nómada cierto sentido del honor en las acciones de aquella mujer de ojos serpentinos, algo parecido al que le había unido a él con sus hermanos de tribu en los tiempos de caza y en los enfrentamientos con otras tribus. No se entregaba a los hermanos, ni por pieles ni por caza. Pensó que tal cosa sería una deshonra, aunque tal vez en las ciudades la forma de proceder fuese otra.

- Sin duda nuestro señor desearía mantener su identidad en secreto. - dijo Madsul, anticipándose a una respuesta brutal de Kéfera, aunque en realidad la Madre de las Serpientes no le interpelaba a él - Claro que quizá aquel que posee lo que nuestro señor ansía podría estar dispuesto a escuchar una oferta por tan preciado bien. Tal vez podáis hacérsela llegar, por un adecuado precio, y sin necesidad de traicionar vuestro buen nombre, venerable Madre de las Serpientes.

Hablaba melosa y servicialmente, aún revolviéndose su interior por las dos voluntades que vivían en él.

Xanjahar no podía dejar pasar aquella situación, si bien es cierto que hizo un amago de espera para ver la reacción de Shem. Aún no conocía del todo a sus compañeros y no sabía hasta que punto reaccionarían de un modo u otro ante una situación como aquella.

Si bien era cierto que los negocios son negocios, y una mala inversión puede hacer que pierdas todo, el hecho que tocó la fibra justiciera del paladín fue el reconocimiento por parte de la mujer de ser quién había asaltado al mercader.

- Los negocios son más fructíferos cuando apoyas a tus socios - dijo el paladín sin parecer alterarse lo más mínimo - Si en lugar de asaltar al mercader escoltaras su convoy, permitieras la compraventa de enseres y lo vieras como una verdadera inversión, podrías sacar mucho más dinero. - dijo aclarando las palabras de su compañero. - Cualquier mercader o escolta de mercader sabe eso. - dijo dándose un golpe en el pecho ante las últimas palabras. Sin embargo, dejó que fuera Shem el que llevara el peso de la conversación, pues él era la verdadera tapadera.

—Pero es que yo no me dedico a escoltar caravanas, sino a prestar dinero —replicó Beket—No sé por qué querríais ayudar a un desconocido. Pero un faraón de oro es un faraón de oro, sin importar de dónde venga. Has llamado mi atención, te escucho.

Frunció el ceño.

—Pero no voy a seguir escuchándote durante mucho tiempo si no me gusta lo que dices —le advirtió.

Nathifa daba gracias por su entrenamiento en mantener la compostura en toda situación, porque tuvo que contenerse para no reír ante la conversación entre Amuir y la tal Se-Nefer. Había que admirar la elocuencia y el arte con la palabra de la bailarina/asesina. Puede que sus expresiones no fueran las más sutiles y poéticas, pero no se podía negar su capacidad de crear unas imágenes de lo más vívidas en las mentes de los que escuchaban. Su don de expresión corporal ayudaba, por supuesto. Especialmente cuando había tan poca tela en medio que pudiese impedir el ver esa expresión corporal.

Pero por muy entretenido que fuera escucharlos, tenía sus propio teatro en el que participar. Asintió a las palabras de Madsul.

-Coincido en que si el objeto es del suficiente interés, quizás podríamos establecer un intercambio que beneficiase a todas las partes. Con una comisión adecuada para los intermediarios. Pero antes de establecer negociaciones, deberíamos saber de qué estamos hablando. El nombre del cliente es secreto, pero imagino que a nadie perjudica saber qué fue lo que se vendió. ¿De qué clase de objeto estamos hablando, que pueda dar protección a mi señor  en esta epidemia¿Y qué precio tendríamos que batir para compensar lo que pagó ese hombre?

Shem agradeció con la mirada a Xanjahar su intervención. Seguramente había hecho que su intervención sonara mejor y es que, en aquellas lides el sacerdote no se sentía nada seguro... pero le pareció mejor seguir con aquello antes de que el de Horus-re decidiera aplicar otros métodos de intervención.

El feligrés de Toth pensó que alguien como Beket tendría la avaricia como debilidad y la querencia a ser temida, asi que pensó que debía seguir yendo en esa dirección.

-Bueno... simplemente me conmueven las oportunidades mal aprovechadas. Seguramente creéis que habéis sacado un buen beneficio al estafar a este desgraciado pero... -hizo una señal para que se acercara y así poder bajar el tono, intentando que el mercader no se enterara demasiado- ...seamos razonables, la capacidad de generar beneficios de ese hombre seguramente se ha reducido a la nada... más si le dañais. Yo creo que ha aprendido ya varias lecciones: primero, que ha de ser más discreto y, segundo, que no puede jugar con vos. Miradle, está completamente aterrado... y lo sabéis. -intentó que aquello sonara como un mérito, aunque tuviera que hacer de tripas corazón- Ahora es el momento de mostrar algo de clemencia e incluso actuar de tal forma que os siga sirviendo como productor de beneficios. Podríais haceros con sus servicios y que trabajara para vos, hasta que salde su deuda. Pero ya os digo, es mejor que vea que tiene una oportunidad, no que le espera una muerte inminente. Una persona desesperada tiende a hacer locuras y un simple grano de arena, a veces, puede llegar a ser un problema en el camino. -hizo una pausa y añadió- Tomad mi consejo como queráis, por supuesto, pero creo que estáis desperdiciando una oportunidad. -terminó diciendo ya en tono normal.

Shem cruzó los dedos mentalmente para que aquello resolviera la situación sin violencia. Seguramente aquello no sería del agrado de Xanjahar -tampoco del suyo- pero tampoco podían echar la misión de sus compañeros a perder.

Kéfera se quedó unos instantes parada, pues no se esperaba esa respuesta de la yuan-ti... parecía más intrigada que enfadada, a si que adoptó una posición más abierta y relajada, pero sin dejar de prestar atención a lo que la rodeaba.

- No te pido que traiciones a nadie... ni me interesa. - dijo sinceramente mirándola a esos ojos reptilianos. - Eso podría dañar a tu negocio, o por lo menos resentirlo. Yo te pediría que fueses más sutil en este tema y que hicieses de intermediaria.

La devota de Thot se mostró menos ansiosa que en su primera intervención y consiguió dominar su nerviosismo y sus ansias de conseguir aquello que más quería en ese momento.

Se-nefer se acercó a Amuir para hacerle carantoñas, al parecer había pasado el momento de las palabras. En la habitación, La Madre de las Serpientes se acomodó en el diván.

—La naturaleza de lo que vendí sí que es información delicada —dijo la yuan-ti—, pero os explicaré cómo puede ayudar a vuestro señor. Hace falta un conjuro de  la tercera esfera para curar una enfermedad. Eso es un problema, porque no hay tantos clérigos que gocen de un favor tan alto de la deidad a la que sirven. Con el objeto del que os hablo, es posible curar la enfermedad con un conjuro de la primera esfera. Lo que convierte la cura en algo mucho más conveniente y asequible.

»Por la asequible cantidad de doscientos faraones puedo enviar un mensajero al intermediario con el que traté para que, a su vez, contacte con su señor. Si él decide tener tratos con vosotros o no, ya no es cosa mía. ¿Os interesa?

La mujer morena suspiró sonoramente.

—Está bien, está bien. De verdad que no sé por qué os importa tanto un desconocido —gruñó la mujer, antes de hacerle un gesto con la mano al mercader —. Deja el camello a cargo del muchacho ven. Vamos dentro a hablar de negocios tú y yo.

El mercader os dedicó una mirada de alivio y gratitud. Aún tenía un largo trecho por tener resuelto el problema, pero estaba en mejor posición para resolverlo gracias a la labia del clérigo de Thot. Hizo lo que Azabache le pidió y ambos entraron en el Faraón Sonriente.

A los demás les queda ya poquito (creo).

- O una desconocida - dijo Xanjahar sonriendo, haciendo hincapié en que -del modo que mostraba Shen- ella también sacaría más beneficio. 

Una vez se hubieron alejado, se giró hacia el clérigo. 

- No has manejado mal la situación. Gracias por interceder por el pobre desgraciado. Aunque lo más probable es que le hayamos ganado tiempo, espero que haya aprendido la lección y sepa juntarse con mejor socio la próxima vez. 

Shem asintió a las palabras de su compañero añadiendo un gesto con su mano y dando a entender que su intención era ayudar a los dos. Quizá fue demasiado... exagerado, asi que se reprendió a si mismo por aquello. Estaba claro que aquel no era su elemento.

Al ver que la mujer, al menos, decidía llevar el asunto lejos de los ojos de Xanjahar, respiró aliviado y se apoyó un momento contra la pared.

-Gracias Xanjahar... aunque debo reconocer que ha sido todo un desafío. No sabía muy bien cómo actuar. Sólo espero no haber echado a perder los esfuerzos de nuestros compañeros de dentro. -y aunque no lo dijo, aquel agradecimiento le quitó más peso aún, sabiendo que había sido suficiente para el de Horus-re.

-En otras circunstancias entiendo que habríais requerido más contundencia. -volvió a susurrar- la desfachatez de esa mujer no parece tener límites. -terminó de decir esperando que la respuesta del paladín le diera un atisbo más profundo de su forma de ser.

Lanzó una mirada furtiva hacia la ventana más cercana. No sabía si la ausencia de noticias por parte de sus compañeros era buena señal o todo lo contrario, pero viendo que el local no había estallado en gritos o golpes (o algo peor), supuso que todo seguiría bien dentro.

Shem-su-namun no consiguió ver nada a través de las ventanas: pertenecientes a la antigua abadía, el vidrio era esmerilado y coloreado, y mostraba las escenas religiosas relacionadas con el culto a Horus-Re. Dejaban pasar la luz, pero no era posible discernir gran cosa a través de ellos. Los sonidos que le llegaban del interior eran, empero, tranquilizadores. Los normales de un antro de aquellas características.

Seguro que están bien. Eso se decía a sí mismo el grandullón para tranquilizarse. Seguro que la tapadera ha funcionado. No sabía si conseguirían demasiado, pero al menos, por ahora, no parecía haber ido a peor.

Miró a Shem, sus pensamientos parecían ir en la misma dirección. Xanjahar no quería hablarle mucho para que no perdiera la concentración en el hechizo, y por si acaso le hablaban. No conseguía entender cómo funcionaba aquella hechicería, de todas maneras.

Le puso la mano en el hombro, cómplice. Esperaba que eso calmara su inquietud interior y le diera más confianza. Ahora iban a trabajar juntos, y entre todos los asesinos y ladrones que parecían componer el grupo, Shem era quién -sin ningúna duda- más se parecía al propio paladin. Aunque sus valores, debido a sus respectivas creencias, no fueran exactamente los mismos.

Nathifa se inclinó hacia Madsul, poniendo la mano en su espalda para mantener mejor el equilibrio y susurró en su oído.

-200 faraones por mandar un mensajero al intermediario de quien la tiene. El precio es caro por un simple mensaje, cuando ni siquiera sabemos quién la tiene o si accederá a hacer un trato con nosotros. Pero supongo que una reliquia que permite curar la enfermedad a clérigos con conjuros de la primera esfera no es fácil de encontrar. Creo que nuestro señor estará de acuerdo en que el riesgo merece la pena y es mejor que aceptemos.

Probablemente no era necesario el debate, no tenían muchas opciones para poder encontrar a quien tenía la reliquia. Pero el parlamento con Madsul permitía tener una excusa para poner la mano tras su espalda, disimulando el señalar con el dedo hacia la posición donde deberían estar Xanjahar y Shem-su-namum. Y con suerte, lo que decía resultaba lo suficientemente natural, si los sentidos de la yuan-ti eran tan afinados como para escuchar las palabras, como para no ser tomados por otra cosa que dos intermediarios debatiendo si las condiciones del trato era aceptables.

Esperaba que Shem-su-namun recibiera lo que había dicho, y entendiera que debían vigilar si veían salir a algún mensajero de la taberna.

Se incorporó de nuevo, dejándole a Madsul la última palabra con la Madre de las Serpientes.

Madsul se inclinó junto a Nathifa, escuchando sus palabras. La mujer susurraba, posiblemente de un modo que a la Madre le resultase audible. O, al menos, manteniendo el engaño ante la posibilidad de que fuese así.

- Sí, sin duda nuestro señor los pagará con gusto. - confirmó Madsul para Nathifa - Su prioridad era lograr esa protección in importar el coste.

Tras el breve intercambio con su hermosa acompañante, se volvió de nuevo hacia la Madre, hablando de nuevo con aquella voz melosa y servicial, de nuevo emergiendo el fulgor en su mirada.

- Pagaremos tal precio, oh venerable Madre de las Serpientes. - le dijo, sonriente - Nuestro señor desea esa protección, y no tendrá inconveniente en tomar esto como un adelanto. Sin duda le complacerá que hayamos acelerado el asunto tanto como sea posible. Tanto es así que nos proporcionó algunas monedas para ese menester.

Madsul echó mano a la bolsa, extrayendo de ella los faraones de oro reclamados por la Madre de las Serpientes. Sería más fácil solicitar a sus nuevos compañeros de viaje que contribuyesen con su parte más adelante. Aunque, ciertamente, el apego del nómada por el oro no era excesivo.

La voz de Nathifa os llegó, susurrando a través del conjuro.

—200 faraones por mandar un mensajero al intermediario de quien la tiene. El precio es caro por un simple mensaje, cuando ni siquiera sabemos quién la tiene o si accederá a hacer un trato con nosotros. Pero supongo que una reliquia que permite curar la enfermedad a clérigos con conjuros de la primera esfera no es fácil de encontrar. Creo que nuestro señor estará de acuerdo en que el riesgo merece la pena y es mejor que aceptemos.