Partida Rol por web

De modo que regresasteis al Cenagal. Os separasteis de Amuir y empezasteis vuestras pesquisas entre los habitantes del barrio pobre, siempre cerca de la tienda del ingeniero gnomo por si algo se torcía. Y se torció. Justo cuando un mendigo plañidero se acercó a vosotros pidiéndoos limosna, regresó Amuir. Decir que estaba herido sería quedarse corto. Tenía varias heridas de espada, muy graves, y sangraba profusamente por ellas, dejando un rastro en el suelo. Estaba pálido y cojeaba.

El mendigo interrumpió su retahíla de dolencias para dejar paso al malherido Hermano de Osiris.

Amuir: 4/29

Nathifa no perdió tiempo al ver a Amuir y se acercó a él corriendo, imponiéndole las manos e invocando el poder de una de las más valiosas reliquias que portaba, su cinturón de sanación, para que su energía cerrase sus heridas.

-¿Qué ha pasado?-Le preguntó, en tono tenso. Mil escenarios corrían por su mente, pero especular era innecesario cuando el asesino podía sacarlos de dudas.

El regreso al Cenagal se produjo sin complicaciones. Shem siguió con la cabeza tapada y con el bastón bien a mano. Esperaba que las "buenas" gentes del lugar, recordaran lo que había pasado hacía unas horas cuando habían intentado abordarles de aquella forma tan masiva. 

Lo malo de aquella situación es que entendía la desesperación de aquellas gentes pero no podía permitirse el simpatizar con ellos pues había que centrarse en la misión de encontrar el cáliz. Una vez con él en la mano, incluso acabar con la enfermedad podría ser cuestión de unos días.

Vio bien la opción de Amuir de hablar con el gnomo e intentar convencerle, pero le daba la impresión de que aquel tipo todavía tenía algo que ocultar.

Empezaron a merodear en busca de pistas cuando el Hermano de Osiris regresó a su lado... herido. Acudió rápidamente a atenderle, al igual que la dama Nathifa, la cual empezó a usar una reliquia que tenía cerrando sus heridas.

Miró a su alrededor, preocupado quizá por más reacciones adversas y comprobando que Amuir se sintiera mejor por el tratamiento de la dama. Luego, indicó un lugar tranquilo donde estar algo más discretos mientras no pudo evitar asentir dando fuerza a sus palabras y urgiendo al hombre para que les contara lo sucedido lo antes posible.

Madsul se quedó estupefacto al ver llegar a Amuir en aquel estado. Sin duda aquello debía haber sido obra de algún miembro de la Mano Serpentina, quienes debían tener algún tipo de conexión con el gnomo, más allá de usarle como mero intermediario. En lo que esperaban a que el de Osiris les explicase lo ocurrido, Madsul oteó a su alrededor, como solía hacerlo allende el desierto, en busca de peligros que pudieran acechar en las sombras.

Amuir tardó unos segundos en recobrar aliento, cuando el dolor de las heridas remitieron gracias al poder curativo que alguien había usado con él. Nathifa, descubrió más tarde. Se puso en pie y le dio un apretón en el hombro a la muchacha para indicarle que estaba bien.

-Gracias. Te debo la vida.

Una vez superado el peligro, el asesino limpió las khopesh de sangre con un trozo de tela y las envainó.

-El gnomo ha ido a la guardia para reportar que le hemos robado -explicó con una sonrisa, le hacía gracia la situación-. Espero que se encuentre con Xanhajar. Dentro de su tienda estaba Loto Negro y dos de sus matones, no sé si eran de las Manos Serpentinas o no. Sabían quién era yo porque he usado el nombre de mi hermano Habib, así que saben que estoy detrás de la búsqueda del cáliz, igual que sabían a quién perseguían cuando lo robaron. Me he enfrentado a ellos, creo que he matado a Loto Negro, pero no puedo estar seguro del todo. Estaba muy malherida y ha caído atravesada por mis espadas, pero he tenido que huir antes de que sus secuaces me mataran a mí. 

29/29 pg Gracias xD

-Me dás más importancia de la que merezco. Puede que haya acortado la recuperación, pero dá gracias a tu habilidad que no hayan alcanzado ningún punto vital -Le contestó con tranquilidad, dedicándole una sonrisa, mientras volvía a colocar el cinturón de forma que resultara más discreto entre sus ropas. Sólo una ligera palidez traicionaba que la impresión al verlo llegar malherido había sido mayor de la que su compostura y modales bien entrenados daban a entender.

Que el Loto Negro supiesen quienes eran resultaba interesante. Y preocupante. Había tenido algunas sospechas. Sabía que el portero había reaccionado con suspicacia cuando se habían presentado, y eso explicaba por qué Se-Nefer se había echado encima de Amuir de ese modo. No es que el asesino no tuviera atractivo, pero alguien no llegaba a la posición a la que el Loto Negro ofreciéndose a ponerse desnuda y sin coraza en manos (o brazos, o cualquier otra parte del cuerpo que fueran a utilizar) del primer sospechoso desconocido que se presentara. Pero si estaba intentando traerlo a una trampa eso era más comprensible. Había desechado sus sospechas porque había supuesto que si sus charada no hubiera funcionado, no habrían mandado el mensajero al intermediario real. Pero parecía que se había equivocado. Aunque entonces, ¿por qué no simplemente los habían mandado fuera, sin mandar un mensajero junto a Hamweather? Aunque era posible que el mensaje estuviese dedicado a amenazarle para que no hablara con nosotros.

-Ahora que estamos juntos y tú recuperado, ¿deberíamos ver si aún está allí el cuerpo?¿O ella, si sólo estaba herida?¿Quizás perseguirlos? Es posible que llevasen algo importante encima. Por ejemplo, lo que se supone que le robamos a Hamweather. ¿Llegaste a saber lo que era, por cierto?

-No creo que el cuerpo esté allí, ya se lo habrán llevado sus secuaces -respondió el asesino, echando la vista hacia atrás, hacia la tienda, para hacer el cálculo de tiempo-. No creo que los hayais visto salir, ¿verdad? Y lo que se supone que le robamos a Heamweather fue la carta en pedacitos, la que lo relaciona con la madre. No creo que le hemos robado nada más. En todo caso, ya que el gnomo no está y que la tienda debe estar vacía, podemos buscar un plano en su interior. Puestos a robar... -se encogió de hombros-. Por cierto, Loto Negro no es Se-nefer, por si os lo estabáis preguntando. Son dos personas distintas. Me delaté con mi nombre nada más entrar en la guarida de la Madre, raro es que me dejasen salir vivo. 

Al ver que Amuir llegaba herido de gravedad, y que Nathifa, antes que ninguno se lanzaba a ayudarlo, Kéfera se quedó estupefacta y pensativa. "Cómo narices... joder tenía que ser una trampa" se perdía entre sus pensamientos mientras que la ira la comenzaba a recorrer por su interior.

La exploradora se quedó mirando como la bardo se encargaba de las heridas del asesino, mientras que éste daba las explicaciones pertinentes.

- Esa mierda de gnomo. Nos la va a pagar... coaccionado o no, nos engañó... y no fuimos lo suficientemente inteligentes. - se reprochaba Kéfera a sí misma - Tenía que haberle dado una paliza. - miró a Shem para buscar algo de apoyo, pues sentía que la ira que albergaba en su interior se iba apoderando de ella de nuevo y agachó la mirada - Sé que no estás de acuerdo, y tendré mucho por lo que rezar después de todo esto, pero dime lo que hacer, creo que me estoy perdiendo en el camino.

Amuir continuó, mientras que Kéfera no se creía lo que escuchaba.

-Ahora sí que es peligroso volver, si el gnomo realmente ha avisado a la guardia, éstos ya estarán allí. Hemos de desaparecer... debemos de aprovechar y aventurarnos en el cenagal. Si está muerta o no, creo que el saberlo ahora no cambiará nuestra situación.

Madsul escuchó con atención el relato de Amuir, y se sorprendió de la habilidad de aquel hombre para salir vivo de una confrontación con tres enemigos.

- Diestro Amuir, sois realmente hábil. - dijo con gran veneración.

Después escuchó los cursos de acción sugeridos por sus compañeros de fatigas, preguntándose qué hacer.

- Uno piensa que volver a esa tienda es mala idea. El hombrecillo gnomo podría haber retornado con la guardia, o esos advenedizos manos serpentinas con más de los suyos.* Aunque la poderosa Kéfera desea con fuerzas batir sus aceros con un enemigo, quizá sea mejor buscarlos en el cenagal, como ella misma sugiere. - sonrió.

Al ver la situación, Shem puso una mano en el hombro de Kéfera para que se tranquilizara.

-Si Amuir acaba de venir de allí y le atacado, igual la guardia aún está al caer. Además, no tiene porqué habernos engañado... aunque es cierto que todo apunta a que no nos rebeló toda la verdad. Yo también estoy de acuerdo en que quizá es muy arriesgado volver a la tienda. Igual podemos echar un vistazo en la lejanía y si vemos que ya han llegado los guardias, seguir nuestro camino, como bien decís casi todos. -terminó de decir en tono bajo y discreto.

-Sólo porque nos haya denunciado no significa que tengamos que actuar como si fuésemos criminales y huir de la guardia, mucho menos enfrentarnos a ellos en caso de que nos los encontremos. Aunque sería inconveniente que nos detuvieran para interrogarnos, si Hamweather quiere ir a decir que le hemos robado, también puede explicar que acudimos a él porque buscábamos una reliquia robada necesaria para la ciudad, y que lo que rescatamos y que él mismo había tratado de destruir, eran pruebas para encontrarla y que demostraban su implicación en el asunto. Actuar de forma sospechosa sólo aumentará el tiempo que nos retengan si tenemos que dar explicaciones.-Les dijo a los demás, en voz baja. Actuar llevados por el pánico ante la idea de la guardia sólo iba a complicar las cosas.

Pero no estaban allí sólo esperando por Amuir. Cuando él había llegado estaban intentando averiguar si la gente del Cenagal les podía dar información. Y el mendigo con el que estaban a punto de hablar aún les estaba esperando.

-Díscúlpenos, no pretendíamos crear un alboroto, ni dejarle esperando. Aquí tiene unas monedas para que se compre algo de comer y disculpe las molestias. Seguro que una buena comida le ayuda a recuperar la salud.-dijo, poniendo tres monedas de plata en su mano.-Pero si nos pudiera ayudar con lo que estamos buscando, se lo compensaríamos aún mejor. Hemos oído que unos hombres que se hacen llamar de la Mano Serpentina están asentados aquí. ¿Sabe por donde suelen reunirse?

El mendigo cogió las monedas de plata y las arrojó en su cuenco.

—¡Mis oídos no oyen! ¡Mis ojos no ven! ¡Y mi nariz moquea!

A continuación, agitó el cuenco enfáticamente en dirección a Nathifa.

Nathifa sacó una moneda de oro y se la enseñó un momento, haciéndola relucir a la luz, antes de volver a guardarla.

-¿Quizás esta otra más brillante ayudaría a que llegase mejor la luz a tus ojos, venerable? Pero dinos si es tratamiento adecuado para tus dolencias. Pues si en nada serviría para limpiar tus ojos, y orejas, y nariz, y hacer más ágil tu lengua, quizás otros aquí aprovecharían mejor las curaciones que ofrecemos.

—¡Mis rodillas están viejas y tiemblan! ¡Mi garganta está irritada! Y... ¡mis dientes se caen! —contestó el mendigo mientras hacía tintinear las monedas del cuenco, frenéticamente.

-¿Tantas cosas?-Dijo Nathifa, pensativa, mientras se rascaba distraidamente la mejilla con la moneda-No creo que nuestra sabiduría sobre enfermedades dé para tanto. Sobre todo, sin saber aún siquiera si con vista más clara serías capaz de ver lo que nosotros necesitamos. Quizás es mejor oportunidad para ti que busques la ayuda de clérigos más altos que nosotros cuando pasen por aquí, y nosotros encontremos otros aquí que les aproveche mejor nuestra ayuda. Aunque quizás encontrásemos más remedios para ti si primero nos dieses una pequeña demostración de todas las cosas que podrías ver y oír.

Les echó una mirada de reojo a los demás, que quizás prefiriesen pagar sin más, o tuviesen algo que añadir.

Viendo que Nathifa era un hueso demasiado duro de roer, el mendigo cambió de objetivo. Se dirigió a Amuir, que tenía una abultada bolsa que hacía un ruido metálico al caminar tan estruendoso como el de un gólem de hierro oxidado. Como conseguir deslizarse en silencio con semejante cantidad de calderilla era el secreto mejor guardado de la Hermandad de asesinos de Osiris.

—¡Tengo piojos en el pelo, orzuelos en los ojos y me crecen las uñas de los pies para dentro! —dijo, alargándole el cuenco.

Milady Nathifa volvió a hablar de forma cabal, pero quiso precisar una cuestión.

-En ningún momento me gustaría actuar de forma sospechosa con la guardia. Coincido con vos en que la intervención de la guardia sólo puede ir en contra de Hamweather, no contra nosotros, pero no hay duda de que podríamos perder un tiempo valioso.

Luego miró al mendigo y fue testigo de aquella negociación con Nathifa. No quiso intervenir pues no solía negociar con aquel tipo de personas y no sabía qué podía ser un precio justo o hasta qué punto aquel hombre podía decir algo útil, asi que le observó detenidamente para ver si conseguía averiguar algo*.

Crees que el mendigo quiere asegurarse de recibir el dinero antes de hablar, probablemente porque se la han jugado muchas veces antes.

Amuir se frotó los ojos. Con un excelente juego de manos, sacó dos monedas de su bolsa que todo el mundo parecía pensar que era infinita. Dos monedas de oro aterrizaron sobre el platillo del mendigo sin que éste supiera de dónde habían caído. Nathifa no se estaba dando cuenta de que el mendigo le estaba apretando las tuercas porque los había visto ansiosos y a él medio muerto y cubierto de sangre.

El asesino suspiró. A este paso, acabaría dejando dinero a todos los mendigos del Cenagal.

Ya llevo 6 po en sobornos xD

Elijo 10 en Juego de manos para un total de 15.

El mendigo vio a Amuir sacar las monedas de la bolsa. No quedó muy impresionado por su habilidad manual, pero sí por el metal de las monedas que dejó en su cuenco. Cogió sendas monedas, las mordió para comprobar que no eran una ilusión, y las guardó entre sus andrajos.

—Todo el mundo sabe que tienen su guarida en las ruinas antiguas, bajo la ciudad —reveló el mendigo—. Pero yo me he enterado de que echaron a Hapu a patadas de una entrada concreta el otro día. Seguro que se reúnen allí. ¡Seguidme, conozco el camino!

Aparentemente revivificado de todas sus dolencias gracias al oro de Amuir, el mendigo os hizo un gesto con la mano para que lo acompañarais.