Partida Rol por web

El pálido sol ha deshecho la bruma del amanecer y los muelles muestran su follón habitual. El mismo ruido, trajín y olores que en cualquier puerto de la Costa de la Espada: se descargan los barcos, los estibadores, con el parche de su gremio cosido a la blusa, llevan las mercaderías, se cierran tratos. Mujeres de pescadores reparan redes sentadas en bancos delante de la playa, mientras cantan nostálgicas canciones. En las puertas de las tabernas se come, se bebe y se chismorrea. Dicen que un fantasma mató a dos personas ayer. Eso no tiene nada raro, porque Velen es la ciudad de los fantasmas, y hay espectros y apariciones en mil esquinas.
Los velenses como Wymar conocen la mayoría de barcos habituales por silueta más que por nombre. La panzuda Cienpiés, con sus doscientos remos; la Cantrip Audaz, con sus velas mágicas de mil colores; la Reina de las Ostras, que está siendo calafateada. Se ven además dos poderosos dromones de la Armada en el muelle real: la Jinete de los Vientos y la Justicia del Trono.

-Ahhh, Rebás, si quieres oír una historia de mostruos exagerada, habla con cualquiera de estos pescadores. En serio, nuestro encuentro con el hombre lobo parecería un cuento de niños al lado de los krakens, sirenas, dragones marinos y tantas cosas que estos hombres cuentan a diario-Wymar miró a Rebás con su sonrrisa característica- ¿Ves esos parches de los estibadores?, seguro tu mente predilecta nos facilitará el trabajo porque debe recordar el dibujo, los colores, y hasta las manchas y la cantidad de puntadas que tenían los estibadores que viste en el bar. Así que demos una vuelta y hablaremos con quienes porten el mismo parche. 

-Una sola cosa tenemos que acordar antes. a la hora de sacar información. ¿Vamos a ser los guardias buenos.... o los chicos malos?- Mientras decía esto, Wymar sacaba de su mochila el sobretodo que usaba para personificar al matón Rolf diestravelóz.

-Sí, he escrito alguna que otra que era más interesante que las otras, pero siempre hay alguna nueva versión- dijo sonriendo un poco.

Ciertamente la gente tenía una predisposición a inventar historias nuevas en vez de buscar unir los puntos, lo idéntico en lo diferente, lo diferente en lo idéntico. Un proyecto que tenía era el de empezar a dilucidar qué había detrás de tantas historias, por más que sabía que algunas eran reales. Sería un buen aporte a Toth.

-Sé que Toth me indicará el camino correcto, no te preocupes- dijo tocando el símbolo de plata que colgaba de su cuello, levemente oculto por sus ropas.

-En cuanto a la estrategia, creo que lo mejor sería utilizar tu estatus- dijo mirando a Wymar de reojo, ya que su observación estaba siendo más amplia y aguda: no necesitaba mirar a su compañero para entenderse -No creo que quieran ocultar nada, al menos por lo que fue mencionado. Otra cosa sería con el señorito.-

Entendía las costumbres occidentales de nobles y reyes, pero le daban gracia. ¿Cómo es que lograban mantener su poder sin legitimarse con sangre divina? Sólo por sangre igual de mundana que cualquier otro, sólo porque su familia había logrado tener mejores relaciones sociales, económicas o vaya a saber uno qué acuerdo. Lo que no entendía es por qué los plebeyos aceptaban semejante idiotez. De todas formas, no era su rol juzgar, sino sólo conocer y utilizarlo.

-Ni bien terminemos aquí, podría visitar a mi... familia- dijo en un tono jocoso -Estuviste bien, por ahora no sé cómo reaccionaría Blarc... y ese tal Destro parece ser alguien que no puede mantener la boca cerrada-

Os fijáis en que hay un puesto al final de los muelles donde, bajo un toldo con el símbolo redondo de los estibadores, hay un anciano jorobado que va alquilando grupos de estibadores a los mercaderes.

A poca distancia veis también la calle donde está el almacén que buscáis.

Wymar asintió a las palabras de Rebás y se acercaron juntos al almacén.
Entró tranquilo y con tono jovial saludó a los que se encontraban allí.
-Buenos dias señores. Wymar Beltran, investigador de la guardia de Velen- Se presentó - Necesito hablar con uds sobre Yrac, se que trabaja en este lugar.

Mientras se iban acercando al almacén, Rebás le dio una mirada más atenta al viejo que alquilaba estibadores, y luego revisó a grandes rasgos (por si encontraba algún detalle a simple vista) el almacén, viendo si terminaba allí o si había otras salidas.

Luego, una vez Wymar inició la conversación, él se colocó detrás, con mirada atenta, seria, observadora.

Los estibadores dejan de trabajar y el que parece el capataz se os acerca conla gorra en la mano:

- Yrac trabaja aquí, señor. Pero esta mañana no ha venido. Ayer sufrió un accidente, me han dicho, y hoy no puede trabajar.

-Oh, ya veo-  Dijo Wymar fingiendo sorpresa - En tal caso, ¿les suena el nombre de Lark el marino o un tal Yves Carrack?- Mientras menos explicaciones diera wymar por el momento, mejor por lo tanto el detective se limitaba a preguntar sin comentar ni decir nada.

Rebás se adelantó, justo después de que Wymar preguntara.

-¿Ayer trabajó aquí también?- preguntó y dedicó una mirada a los demás trabajadores, buscando algún rostro conocido -¿Con todos ellos o falta alguien más?-

- NO falto nadie más, señor... Yves trabaja aquí a veces si hay mucho barril que cargar. Pero no gusta a nadie. Creo que vive en la calle del Tolete. No me suena ese Lark.

-Raro que una espalda mas para cargar que les alivie algo de su trabajo no sea querida, que tan malo puede ser el hombre hey. Que sin el tendrían mas trabajo para uds- Una sutil forma de preguntar "porque nadie quiere a Yves", sin ser tan evidente el interés por el hombre. 
 

- Yves es muy raro y va la suya. Y trabaja solo cuando le gusta el capitán dle barco o el dueño del almacén...
- dice el capataz de estibadores.- Se gira hacia un tipo que empuja una carretilla vacía fuera del gremio, tiene un extraño paso lateral.- ¡Eh, Cangrejo, sabes algo de Yrac o de Carrack?

El tal Cangrejo se detiene y piensa:

- A Yrac no le he visto, Carrack hace un rato entraba en la taverna de Picalagartos.

- Ah, eso está cerca...

La taverna de Picalagartos está a apenas dos manzanas, Beltran la conoce.
Justoen este momento veis a Blarc caminando por la calle del puerto...

-Entiendo, entiendo- Dijo Wymar complacido al tiempo que le lanzaba una mirada a Rebas. Había que visitar una taberna- Una cosa más, ¿ quién dio aviso que Yrack sufrió un accidente?- Resultaba muy extraño que si Yrack había sido asesinado, alguien apareciera a mentir para cubrir su falta-

Mientras esperaba respuesta, el detective se dió vuelta y llamó al paladín- !Blarc, que bueno verte aquí compañero. puedes esperar un segundo?, ya en breve termino con estos señores y tengo que contarte algo!. Disculpe capataz, continúe.

La imagen del caballero gris no era ni más que, valga la redundancia, la imagen de un caballero. Su armadura no había sido pulida y aún conservaba ciertos rasguños y sutiles mellas del último encuentro. A fin de cuentas, era la clase de cruzado que imponía más miedo que valor.

Curiosamente, pareció que el destino decidió cruzarlo primero con el detective antes que con su objetivo. Quizás, era parte del camino. Asintió levemente, y permaneció esperando al margen de la situación. Sea lo que sea, no se entrometería en los métodos de Beltran. Si por algún motivo la situación se tensase, sabía que contaba con su vigilancia.

- Ha venido su mujer a primera hora a decirlo.

Interrumpe la conversación un creciente ruido de golpes, botellas rompiéndose, muebles usándose como porras, insultos en varios idiomas de la Costa de la Espada y más allá, y finalmente un semiorco que sale volando a través de la puerta de la cercana taverna de Picalagartos, donde parece que hay una tremenda bronca de marineros.

En su guardia, no pudo hacer vista gorda ante el sonido de la trifulca del otro lado de la taverna; y la figura de aquel hombre despedido por la puerta. Aún estando en asuntos de mayor seriedad... Seguía siendo un miembro de la guardia, un representante de Helm. Debía completar su deber.

Se acercó a paso pesado, hacia la figura del herido. Era... Un semiorco. Se arrodilló ligeramente para observarlo, sus heridas en particular, si es que las había o eras meros moretones. Sus ojos buscaban esperando lo peor, esperando que no hubiesen marcas de garras o mordiscos en su cuerpo. Por el escándalo del otro lado no parecía, sin embargo...

- Marinero ¿Qué hace sucedido? - Le pregunta con un tono firme y severo, como todo representante de la ley. Y lo suficiente como para despertarlo de cualquier aturdimiento.

...No podía permitirse volver a confiarse.