Partida Rol por web

- Lo siento caballeros, pero no tengo tiempo de milongas del burgomaestre. ¡Nos vemos en las velas!

Con eso el tal Carrack echa a correr persiguiendo a los fugitivos.

-En serio?, Sabía que tendría que haberlo noqueado mientras hablaba con Rebas- se lamentó Wymar en voz alta.

El detective salió corriendo tras Carrack y lanzó un golpe con la empuñadura de su estoque que dió en la espalda del hombre. 

-Quedate quieto ya mismo Carrack- Le dijo con voz de mando

Verdad o no, no había excusa para afrontar la ley o la verdad. Y peor aún, en este caso, no había motivo alguno para dejar rienda suelta a un potencial monstruo disfrazado bajo la piel de un hombre.

El Paladín de Helm alzó su puño, enseñando el símbolo del Ojo Sagrado tallado en el mismo.

- En nombre de Helm y su Guardia. ALTO. - Emitió con su imponente voz, una que casi se duplicaba con una segunda de origen más divino, cuya autoridad era difícil de ignorar. En especial para Carrack, a quién iba dirijida la sagrada Orden.

- Eh! ¿A qué ha venido eso?- Yves salta a un lado cuando la hoja de Wyman corta en su costado. Desenvaina su cimitarra. - Hablas de Helm... ¿Ahora los casco-ollas vais con asesinos?

Murmura unas palabras y un brillo dorado parpadea ligeramente a su alrededor.

-Sólo te has resistido y el detective te ha dado una advertencia- dijo Rebás con la cimitarra afuera, pero sin actitud amenazante -De los esclavistas se ocupará la guardia, pero nosotros tenemos asuntos contigo, y si vuelves a intentar escapar, vas a tener más que asuntos con nosotros, ¿entendido? En cambio, si cooperas, hasta podríamos ayudarte con esos esclavistas- y le hizo un gesto a Wymar para que continuara, después de todo, él era el mandamás allí.

Lo de los esclavistas no le molestaba demasiado al mulano, después de todo, sus padres le habían contado del Imperio, y allí había en casi cualquier hogar. Pero entendía que para Carrack era importante.

Su concentración estaba débil, así como el poder de la voz divina como para detener la voluntad de un mero mortal. A menos que, mero mortal ya no fuese. De cualquier manera, era su deber detenerlo y asegurarse.

Trató de seguir a paso ligero al detective y Carrack, cuando el primero logró hacer lo suficiente como para captar su atención y detenerlo. Una atención más desafiante de lo tolerable, mas tras su última experiencia sabía que no debía confiarse.

- Vamos a donde la justicia nos guía. Y eso nos ha llevado a ti. - Comienza a desenvainar su plateado y ensangrentado espadón, lentamente. - Es tu decisión si decides oponerte a la voluntad divina. - Aún sin retirar el arma del todo, dándole una última oportunidad de elección. Su tono era calmo, pero firme. Sabía que el marinero no se retiraría, y de temer lo peor más que asustarse dispararía una transformación.

- La guardia no toca un pelo a los esclavistas. ¿Qué queréis? Tengo prisa.

Vuestra conversación a ritmo de glaciar se interrumpe con un siseo chisporroteante y siniestro que se va acercando cada vez más... Giráis la cabeza a tiempo de ver un cohete de madera en forma de dragón que vuela hacia vosotros y explota ante vuestras narices envolviéndoos en una apestosa nube de pólvora y fuego.

Lo que menos se esperó Rebás es que hubiera justo una estrella voladora, como le decían algunos niños de los bajos fondos, explotando en su propia cara en ese momento y que además lo tomara tan desprevenido a él y al detective, e inclusive a Blarc.

De todas formas, los reflejos del joven mulano le permitieron cubrirse con el escudo y parapetarse con la pared esquivando la mayor cantidad de fuego y esquirlas.

- ¡Maldita sea!- Yves sale de la nube tosiendo.- ¡Os dije que estaba ocupado, payasos!

Lanza una daga contra una figura embozada en el tejado encima de la taberna, pero falla. La figura huye. De un salto de tantos metros que solo puede tener magia por algún lado, Carrack salta a los tejados para perseguirla.

- ¡Aghh! - Gime el paladín, incapaz de reaccionar ante tal explosión que le dio y derribó por completo. La espesa nube de humo y magia tardó en disiparse, ante lo que Carrack parecía haberse ido. No... El tejado.

El caballero se acercó corriendo por instinto, mas esa era una altura que era incapaz de igualar en un salto.

- Tiene que haber otra salida... - Susurra para sí, buscando alguna ruta alternativa que lo lleve al tope de esa cubierta.

Wymar no reaccionó a tiempo y la explosión lo arrojó hacia un costado. Se levantó rapidamente tratando de seguir a Carrack y la figura.

-Que diablos pasa aqui?- Se preguntaba el detective

Blarc no podía perder tiempo, al menos no quería perderlo. Un potencial peligro para el puerto se escapaba de sus manos. Miró un lado y hacia el otro, y sin meditarlo mucho encaró su carrera hacia la dirección más aproximada. Quizás podría seguirle el ritmo a lo largo de la calle o entre las casas.

Mas las explosiones y el tumulto de gente le entorpecían en gran medida su paso, en especial cuando parecía chocarse con cada marinero posible que ni con su pesada armadura lograba quitarse del camino. La gran ahumadera, tampoco le ayudaba a tomar suficiente aire para una mayor carrera. Maldición...

Rebás se levantó de un salto, y con una leve plegaria, le pidió a Toth el conocimiento necesario para alcanzar a ese embozado que perseguía Carrack. Como si fuera una epifanía, creyó que lo más óptimo para él sería correr por la calle, ya que Carrack iba por los tejados y claramente tenía magia que lo ayudaba.

Sin mirar si Blarc o Wymar lo seguían, comenzó a correr en pos del misterioso personaje, intentando no perderlo, ni perderse entre tanto caos. Pero ni bien comenzó a correr, un mercader ambulante con su carro se interpuso en el camino hacia donde veía que se alejaba su objetivo. Con un empujón de pocos miramientos, corrió al mercader, pero aunque aún tenía a vista al perseguido, se había alejado mucho. Varios insultos en mulano emergieron de su boca.

Rebás se subió ágilmente a unas cajas acumuladas que seguramente descargarían en breve, y viendo que el sospechoso se alejaba con Carrack detrás, decidió probar suerte antes de continuar corriendo, ya que vio que ni él ni sus compañeros tenían muchas esperanzas de alcanzarlo.

-Vélos odigós- musitó extendiendo la hoja de se espada hacia el sospechoso.

Su símbolo brilló, y un rayo de luz blanca se dirigió como un arco radiante, pero que golpeó un techo de tela que prendió como hojarasca seca, con una llama brillante e intensa.

Bajó murmurando insultos, y corrió persiguiéndolo con todas sus fuerzas.

La saeta de Rebas, guiado sin duda por Toth, alcanza al fugitivo mientras salta de un tejado a otro, eso le hace caer sobre un montón de basura en un callejón.