Partida Rol por web

El marinero está inconsciente, pero el dueño de la taberna, que sale cubriéndose con una bandeja lo explica muy claro:

- ¡Menuda bronca me ha montado ese Carrack! ¡Señor guardia, haga algo que me rebientan el local!

 Wymar vió a Blarc darse vuelta y terminó rápidamente la conversación.
-Grácias capataz, eso es todo- Saludó mientras seguía a su compañero y Rebás salia detras suyo.

-Blarc, tengamos cuidado, los estivadores nos han dicho que Carrack, uno de los sospechosos está ahí dentro. Si es el hombre lobo, Evitemos que se transforme. Si no, le damos una buena tunda y lo llevamos para interrogarlo.

Escuchó las palabras del posadero y desenvainó su estoque -Quien es Carrack?, descríbelo para ubicarlo.

Y no tardó en hacerse oír el nombre de quién buscaba...

Su objetivo era claro, mas se detuvo al oír las palabras de Wymar.

- Muy bien. Le dejaré la palabra a usted, detective. Yo lo cubriré. - Asintió firme el caballero. Por mucha impotencia que le diese, sabía que de momento era incapaz de enfrentar a la bestia transformada. Y por más deseo tuviese de destruirla, había demasiados inocentes en peligro dentro de la taberna. Todo eso, en el peor de los casos... Pero para alguien que lo había visto todo, siempre esperaba lo peor.

Mientras su compañero se enfocaba en localizar a sus sospechoso, Blarc no dudó en abrir de par en par la puerta del bar para plantarse como una piedra tras el seco sonido del portazo al golpearlo. Tras ello, dos metálicos y muy pesados pasos, seguidos de un silencio mientras ponía su imponente figura en el centro. La figura de la ley. Sus ojos, tras su yelmo, buscaban a todos y cada uno de la plebe. El mensaje era claro. La guardia estaba aquí, presente... Y no cualquier guardia ¿Tendrían las agallas, o la insensatez, de continuar con su riña?

La masa humana de la taberna está demasiada entusiasmada sacudiéndose, mordiéndose y gritándose para escuchar a Blarc. El posadero señala un tipo bajito pero corpulento que reparte leña con una silla enmitad del fregado.

Wymar miró a Blarc y al hombre bajito, negando con la cabeza. -No parece ser el mismo de la otra noche, así que habrá que "tranquilizarlo" y luego hablamos con Él. -El investigador dió un paso entre la multitud y se giró para hablarle a Blarc.
-¿Quieres empezar?, probablemente se la piense dos veces antes de golpearte a ti con la silla.
El estilo de Wymar no era confrontar, prefería que Blarc lo distraiga mientras el comenzaba a rodearlo entre la gente, para darle un golpe por la espalda si llegaba a ser necesario

- Muy bien. - Asiente suavemente el caballero. Aunque ambos sabían que tranquilizarlo estaba dentro del mínimo de posibilidades, cuando el guerrero apenas podía conservar la tranquilidad en su propio interior. Opresión, control y disciplina, eran sus herramientas más cercanas y confiables.

Se acercó a paso firme a través de las riñas, con su yelmo bien firme hacia donde se encontraba el principal buscapleitos. Se plantó firme a pocos centímetros de él, para tenerlo frente a frente. - Marino Carrack ¿Sucede algo? - Le pregunta de manera cortante y severo, claramente la pregunta era retórica y un llamado de atención de la propia guardia si no es que poseía una buena explicación para continuar infringiendo la ley. No obstante, si tenía algo para decir en su defensa, lo escucharía.

Incluso con su imponente apariencia, por firme y severo fuese su paso, la pelea y confusión eran tales que su intimidante presencia fue ignorada por completo y bloqueada por múltiples choques y sacudidas. Cuando se había dado cuenta, se veía atrapado en medio del conflicto, y fue cuando un botellazo de vidrio se partió sobre su yelmo derramando vino blanco sobre el mismo... Que lograron agotar su paciencia.

Si estos hombres no eran capaces de respetar la autoridad, la haría respetar. Sus órdenes individuales de arresto deberían esperar, no obstante, ya que poseía un objetivo superior. Así que el cruzado tomó parte de la contienda, y comenzó a abrirse paso a los golpes, metiendo cuál puñetazo al estómago o codazo a la mandíbula fuese necesario... Si es que podía hacerlo a tiempo. 

Rebás avanzó apenas como para mirar mejor al supuesto Carrack, y se volteó hacia Blarc y Wymar.

-Wy, rodea la taberna por si hay otra salida. Blarc, atrápalo si sale por aquí- les dijo escuetamente y esperó un momento para que el detective pudiera recorrer más espacio.

Luego de un momento, le hizo un asentimiento a Blarc mientras desenvainaba su hoja fina y curva.

-¡Huye!- dijo con autoridad y en voz alta mientras sostenía en una mano el símbolo de Toth. Esa palabra iba cargada de magia, don divino de aquel Dios extranjero, y pareció ser escuchada sólo por el hombre a quien los ojos negros no se le despegaban.

Mientras Blarc forcejea con la multitud con escaso exito, la orden de Rebas es más efectiva. Carrack se sacude de encima dos tipos que le sujetan y sale corriendo del local, aunque recibe un botellazo en la cabeza porel que sangra profusamente.

Cuando ya ha pasado la puerta, supera su pánico y os mira.

- ¿Qué quereis de mí?

-Hablar- Dijo el detective con voz autoritaria-, podrías cooperar e irnos de aquí, antes de que la turba de la taberna vuelva a agarrarte y te den una tunda, o dejamos que te dejen inconsciente a los golpes y luego arrastramos tu cuerpo para despertarte e interrogarte. Tu decides

Incluso para el enorme Paladín, abrirse paso en medio de tal turba resultaba una tarea demasiado dura. Detestaba tener que malgastar sus energías en meros marineros ebrios, mas hizo lo que pudo para abrirse paso y quitárselos de encima, a punta de puño si era necesario. No tenía una reputación por ser especialmente piadoso, y esa oscuridad era algo que se veía incluso a través del yelmo.

Afortunadamente, el poder de Rebas y la audacia del detective lograron hacer su trabajo mientras él se había mantenido ocupado con el resto de los visitantes. Tan pronto pudiese, se integraría hacia el grupo que había logrado acorralar a Carrack. Si era posible, se plantaría por detrás de él en silencio, para cortar psicológicamente su coartada. Su voz no era necesaria, no aún.

- Pues iba a detener un grupo de esclavistas con unos amigos... Pero son demasiados y se ha armado la gorda. No pienso dejarlos solos. ¿ME ayudáis o preferís llevarme atado?

Rebás no se esperaba esa respuesta. Para nada. Pero era lo que tenían en frente. Miró a Wymar... luego a Blarc...

-Hay cosas más importantes que un grupo de esclavistas- dijo el mulano con tranquilidad -Preferimos que nos acompañe por... las buenas- e hizo un leve gesto en dirección a la mole que era Blarc.

- La Guardia dictaminará en su momento el destino de sus compañeros, y los esclavistas. - Reafirma Blarc fríamente por detrás, dejando aquel conflicto en un segundo plano para centrar la tensión en el sospechoso marinero.

- Ahora, será menester colabore con el caballero. - Añadió con un seco y neutro tono de autoridad, dándole el peso físico que necesitaban las palabras de Rebas junto al peso intelectual que ya cargaban.

- ¡La guardia! ¡La guardia!

Por fin entre botellazo, golpe de silla y mordisco, la turbamulta se ha dado cuenta de que han llegado unos agentes de la Ronda. Y ante la perspectiva de pasarse un año de galeras por romper la paz del rey, los camorristas arrancan a correr atropellándose hasta la salida trasera del tugurio, que da a un callejón.