Partida Rol por web

La figura la veis fuera del islote. En la orilla del lago

Entonces el tipo este ha vuelto a la orilla de donde venimos nosotros?

Exacto, no justo desde la parte de la orilla de donde venís pero sí para que nos entendamos 

No puedo editar mi mensaje...

Si te parece bien recuperar las partes que quieras usar con un copia y pega? 

Tameiki únicamente caminaba entre sus compañeros, observando toda la isla pero sin buscar nada en concreto, simplemente en guardia. Giraba la cabeza de tanto en cuanto, con sus cabellos volando por aquí y allá. Sus brazos parecían inertes, cerca del cuerpo pero únicamente colgando, como si estuviera guardando toda la energía posible para un imprevisto. ¿Dónde estaba el shugenja?

Observó a sus dos compañeros, y su mirada se posó en ellos. Demasiadas casualidades en el evento de los torbellinos: el nuevo nemurenai de Shiroi, la extraordinaria fuerza que habían demostrado el Moto y Oni Negro... Se fijó después en la callada monje, el león herido y el fénix. Demasiadas casualidades. Siguió caminando por la isla sin rumbo fijo, sin describir círculos ni líneas rectas, simplemente andando, atenta a todo, al viento, al sonido del agua, a las pisadas de todas las personas en aquella isla.

-Kyoshiro-san, habéis vivido con shugenjas más que el resto, a buen seguro, ¿se os ocurre que ha podido pasar? -detestaba admitirlo, pero sus conocimientos acerca de la magia eran casi nulos, sólo historias y advertencias de su maestro.

Nuestro pequeño grupo se dirigió hacia Hidenaga quien parecía tener problemas con el remolino. Una vez que estuvo a salvo dentro de la burbuja nos dirigimos al islote como teníamos pensado desde el principio. Al salir del agua la burbuja que nos había mantenido a salvo desapareció como si nunca hubiese estado ahí.

No sabía la razón pero aun no me sentía seguro y normalmente hacía caso a mi intuición, era lo que me había mantenido con vida tanto tiempo, a mi y a los que protegía. Por lo que en cuanto puse un pie en el islote me prepare para lo que pudiese ocurrir.

En el islote los objetos que había diseminados por el indicaban que alguien vivía en el mismo y que o se había marchado con prisa abandonándolo todo o no se había ido aún.

-Kyoshiro-san, habéis vivido con shugenjas más que el resto, a buen seguro, ¿se os ocurre que ha podido pasar?

Si es cierto que había pasado casi la mayor parte de mi vida con shugenjas, pero mi vida la había dedicado exclusivamente a proteger a una sola persona. Por lo que tendría que fiarme de lo que sabia de ella.

En la orilla opuesta del islote había una densa vegetación que hacía las veces de bosque.
Y en su interior, Valkai vió la figura de un hombre moviéndose, juraría que el mismo que había visto mientras navegaban.
El tipo que estaba aquí... de algún modo ha ido a la orilla...
Dijo a sus compañeros, señalando la orilla por la que habían venido.

El Cangrejo se quedó mirando a la lejanía, a una pequeña porción de vegetación y las palabras de Valkai le sacaron de sus pensamientos.

-“Valkai-san tiene razón, nuestro objetivo se ha marchado fuera de nuestro alcance, al menos por el momento. Propongo que dividamos nuestras fuerzas. Algunos de nosotros debemos volver a cruzar el lago para darle caza. Conozco el conjuro que ha utilizado, puesto que ya lo he visto en otras ocasiones, puede caminar por encima de las aguas como si fueran tierra firme. Sin embargo habrá dejado un rastro que seguir en la playa. Si decidiera volver al islote los que se queden deben pararle los pies”.

Oni Negro miró a si obi y lo tocó con suavidad. –“Algo ha despertado en mi obi, noto cómo mi fuerza ha aumentado así como mi concentración en lo que me rodea, pero creo que no durará mucho, por lo que si queremos encontrar al fantasma, debemos partir hacia la otra orilla de inmediato”.

Suspiró sonoramente y asintió a las palabras del Cangrejo
El gato y el ratón, versión Truenos, con un lago iracundo de por medio. Contuvo el repunte de mal humor que asomaba a sus labios, y clavó sus afiladas agujas negras sobre el cobarde que había huido de la isla. Se sentó en el suelo, con las piernas y los brazos cruzados. No movería un músculo para ir tras él, y contaba con que su actitud dejara a las claras que era una de las que permanecería en tierra firme

Si el desconocido volvía a la isla se encontraría con ella, y haría lo imposible para que no escapara de nuevo. No confiaría la tarea a la mayoría de sus compañeros, y tampoco arriesgaría de nuevo su pescuezo cruzando las violentas aguas. Si era un juego de astucia, ¿cuál sería el próximo destino si la isla y la orilla estaban ocupadas por ellos? Sonrió de medio lado, ansiosa, paladeando por adelantado el desconcierto de su enemigo y deseando que se cruzara en su camino

Miró a Oni y luego a Valkai.

-Lo mejor será que vayáis vosotros a por el shugenja, entonces -propuso- El resto dependemos de Shiroi-sama, y puesto que parece que la magia de su obi no se agotará, podemos esperar a ver si vuelve -continuó- El problema será confiar en que sólo dos de nosotros puedan derrotarle, a pesar de ser dos bushi tan experimentados y habilidosos como vosotros dos

Se cruzó de brazos por dentro del kimono y esperó a que el resto de compañeros opinaran.

Por mas que pensaba en que podía haber utilizado no se me ocurría nada, pero no podía reconocerlo abiertamente. Fue el trueno Unicornio el que le saco de esa embarazosa situación, al parecer había visto a alguien en la orilla del lago. Y no era el único pues Oni Negro también lo había visto.

Ahora nos encontrábamos en el lado incorrecto del lago.

La proposición de Oni Negro era muy acertada, había que ir tras el lo antes posible y no dejarle marchar, pero con la heridas aún recientes de Shiroi tuviésemos que ir ligeramente mas despacio. La opinión de Tameiki era acertada, dependíamos de Shiroi para cruzar el lago.

- Si no les importa me gustaría quedarme con Shiroi-san, si tuviese que cruzar de nuevo el lago puede que solo los retrasase y ahora mismo soy mas valioso aquí.

Cuando sus compañeros avistaron a la misteriosa figura en la otra orilla del lago, Shiroi abrió los ojos, contrariada. No le gustaba la forma en la que estaban sucediendo las cosas, envueltos en un juego del gato y el ratón con un letal lago de por medio. Y además, no podía evitar sentir que había algo que no estaba terminando de comprender al respecto. Faltaba una pieza en todo ese rompecabezas, y no era capaz de dar con ella.

-Está bien, intentad darle caza en la orilla exterior. –Intervino finalmente, cuando expusieron el plan. –Nosotras nos quedaremos aquí para evitar que pueda volver, y trataremos de no perderlo de vista para guiaros. Partid ahora. No sabemos cuánto durarán las magias que nos sostienen, y el tiempo corre.

Mientras el cangrejo y el unicornio se preparaban para regresar al lago, la ronin se acercó a las pertenencias del misterioso shugenja y rebuscó en ellas. Cualquier cosa podría ser importante. Pertenencias personales, un mon… lo que fuera. También observó con interés el suelo… cualquier lugar donde podría haberse enterrado algo.

-Ah… y Valkai, Oni Negro… -Añadió, girándose hacia los dos Truenos antes de que se zambulleran, clavando sus profundos ojos negros en ellos. –Regresad con vida.

Había quedado claro que la única manera de intentar apresar al shugenja era dividiéndose.

De algún modo, tanto él como Oni parecían los que más opciones tenían de regresar a nado, ya que se trataba de una importante distancia y váyase a saber si volverían los remolinos.

Miró a Tameiki cuando expresó sus dudas sobre si serían capaces de derrotarle.

Tranquila, Tameiki-san. Si le cogemos, sabemos lo que hacer.

Asintió convencido, mirando ligeramente a Oni.

Se preparó para saltar, cuando la voz de Shiroi pidiéndoles que volvieran con vida le hizo sonreír levemente.

Supuso que la joven ronin lo decía por el bien de la misión, si bien Valkai no estaba acostumbrado a que se preocuparan por él.

No os preocupéis, cuidaos vos también, no deberíais cometer ninguna locura con esas heridas.

Dijo, antes de lanzarse al agua.

El cangrejo asintió ante las palabras del resto de sus compañeros. -"Decididos estamos entonces, nadaremos hacia la otra orilla pasando lejos de los remolinos y trataremos de encontrar al fantasma siguiendo su rastro. Vosotros buscadlo por aquí..."

Las últimas palabras de Shiroi le sacaron de su concentración. Se volvió hacia la ronin con una evidente sonrisa detrás de su máscara por la contracción de su mirada. -"Cuidaros vosotros también, todos somos necesarios para cumplir con nuestra misión. Nos vemos a la vuelta..."

Oni Negro miró entonces a Valkai y asintió. -"Vamos..." Después de eso empezó la andanza hacia la otra orilla.

Ves que en la orilla opuesta del lago, desde donde habéis venido, hay una figura de un samurai que parece un shugenja observando hacia vosotros.

Moto Valkay y Oni Negro se dirigen hacia la orilla donde se encuentra el origen de sus problemas evitando los remolinos que aún están actuando; pero para desgracia de todos otro remolino empieza a formarse justo cuando ambos se encuentran a medio camino intentando llevarse a los truenos hacia el fondo del lago.

Valkai se lanzó al agua, tratando de evitar los remolinos.

Aunque lo consiguió, no tardó en aparecer otro que trataba de atraparlos.

Valkai usó sus últimas fuerzas de reserva, esperando poder salir de allí.

El Cangrejo se lanzó al agua nadando con todas sus fuerzas hacia la otra orilla, sin embargo otro nuevo remolino apareció en las aguas que se encontraban entre los dos Truenos y su escurridizo objetivo. 

La fuerza del agua era poderosa, pero las brazadas de la sombra oscura eran cada vez más rápidas y precisas tratando de evitar el arrastre del remolino y aprovechar su fuerza para salir con más velocidad de la que había llegado a su lindero.

La Dragón observaba en silencio, de reojo, las vicisitudes del Oni Negro y Valkai para cruzar las aguas. Parecían más preparados ahora que sabían que podía ocurrir, y en principio dieron la impresión de poder sobreponerse. En cualquier caso, ella no movería un dedo, no por no salvarles -cosa que en otras circunstancias haría- sino por el simple hecho de que asumía su parte en la misión y no iba a jugar al ratón y al gato con quien fuera que estaba desatando aquello

De brazos cruzados, colmada de paciencia, suspiró quedamente