Partida Rol por web

Aunque no tengas la habilidad historia puedes tirar por inteligencia.

El plan había salido bien, y Oni Negro había logrado obtener el Jade que necesitaban para proseguir con garantías su viaje.
Las minas habían cumplido con su función.

Reunidos de nuevo, no tardaron en llegar a la Tumba de Iuchiban, un lugar del que se hablaban horrores y que era uno de los últimos sitios en Rokugan que hubiera deseado visitar.
Pero la presencia en su interior de un supuesto Pergamino Negro, era suficiente motivo para visitarla.

Tuvieron que encender antorchas ante la total oscuridad del sitio, si bien Kyoshiro parecía no necesitarlas...
Sus ojos brillaban de forma malsana, y algo le decía que posiblemente La Mancha estuviera relacionada.
Como sus compañeros, Valkai no dijo nada, pero aquello era claramente perturbador, y deberían vigilar de cerca al Fénix.

Con Oni Negro en cabeza y advirtiéndoles de las trampas a sortear, llegaron a una sala con nueve baldosas en las que cada una contenía el nombre de uno de los Hijos de Amaterasu y Onnotangu.
Valkai supuso que deberían pulsar las baldosas en determinado orden... quizás en el que habían quedado los enfrentamientos para decidir el primer Emperador de Rokugan.
Puede que el orden sea el mismo en el que quedaron los Hermanos en el primer torneo por el trono de Rokugan... murmuró el Moto, intentando aportar sus ideas.

Quizás tus compañeros tengan dudas pero haciendo memoria de los conocimientos de historia de Rokugan la solución al enigma se debe remontar a la batalla entre los hijos del Sol y la Luna, en la cual se decidió quién iba a ser el primer Emperador. Hantei venció a Akodo, que a su vez venció a Doji, y así hasta llegar a Togashi, que no participó. El orden correcto de las baldosas, empezando por el vencedor, es por tanto el siguiente: Hantei el Victorioso, León, Grulla, Fénix, Escorpión, Ki-Rin, Cangrejo y Dragón.

Tameiki no perdió ojo del Shiba mientras iban avanzando estancia tras estancia. Gracias a las habilidades de Oni fueron capaces de llegar sin percances a una sala que presentaba un enigma, a todas luces. Tameiki trató de pensar en qué podía significar a ello, buscando en lo profundo de su memoria recuerdos del pasado que pudieran ayudarle en el presente.

Quizás tus compañeros tengan dudas pero haciendo memoria de los conocimientos de historia de Rokugan la solución al enigma se debe remontar a la batalla entre los hijos del Sol y la Luna, en la cual se decidió quién iba a ser el primer Emperador. Hantei venció a Akodo, que a su vez venció a Doji, y así hasta llegar a Togashi, que no participó. El orden correcto de las baldosas, empezando por el vencedor, es por tanto el siguiente: Hantei el Victorioso, León, Grulla, Fénix, Escorpión, Ki-Rin, Cangrejo y Dragón.

El regreso de ONI NEGRO con su bolsa cargada de pequeños trozos de jade no pareció provocar ninguna sensación de alegría en el parco HIDENAGA. Y, de hecho, ni siquiera consiguió brindarle al menos un aire de tranquilidad al samurai.

Pues aún cuando ello significaba que su decisión había sido correcta, y que el tiempo perdido en alejarse hasta las minas no había sido en vano, también suponía algo quizás más terrible. Y que podía hacer que todos sus esfuerzos se volvieran irremediablemente fútiles.

Ahora contaban por fin con jade suficiente como para continuar su viaje hasta el mismísimo Jigoku, si fuera necesario. Y ya no deberían temer a los anhelantes susurros de la corrupción que ahora anidaba en las almas de cada uno, siempre acechando en los confines de su consciencia para apoderarse de sus almas y de sus cuerpos.

Ahora podían mantener a raya al Enemigo que se debatía en su interior. Aunque quizás a un costo terrible. Pues la fabulosa arma que empleaban, había sido despreciada por sus portadores originales, y eso solo podía significar una cosa: el Cangrejo había caído definitiva e irremediablemente bajo la influencia del Maligno.

Solo así podía explicarse que decidieran abandonar la única protección que el Imperio había conocido para enfrentar sus maléficos designios...

Sumido en tan amargos pensamientos, el antiguo León no opuso reparos a las decisiones que tomaron sus camaradas, y se dejó arrastrar hasta el siguiente objetivo sin dedicarle mayores consideraciones al asunto. Después de todo, hacía ya tiempo que se habían adentrado en un mundo donde la lógica y el pragmatismo del Akodo habían dejado de tener sentido.

Cuando finalmente llegaron a la ominosa tumba, el Cangrejo se apresuró a tomar la iniciativa, aprovechando que parecía tener una mayor experiencia que el resto en investigar aquel tipo de lugares. Mientras su camarada se adentraba en la oscuridad, HIDENAGA se conminó a no pensar demasiado en cómo había conseguido ONI NEGRO aquellas destrezas...

- Sería extraño. - respondió con tono sombrío el antiguo León a las palabras del Unicornio. - Pues en ese caso, no deberían estar las lozas del Dragón y del Maligno. Ellos no participaron del Campeonato.

- Quizás los ingenieros que idearon este lugar imaginaron que solo por una decisión conjunta de todos los clanes podía volver abrirse esta tumba. En ese caso... - sentenció el Akodo mientras se movía unos pasos, hasta tomar posición sobre la loza con la inscripción del León - ...tal vez debamos simplemente ocupar el lugar que nos corresponde.

Escuchando hablar a Hidenaga, negó con la cabeza antes de alzar una mano, como pidiendo la palabra y que se detuvieran todos.

-Si no me equivoco, podría deberse a los participantes para saber quién sería el primer emperador, como apunta Hidenaga-san... -comentó, asintiendo- Pero, siendo esta la primera losa que hemos activado y estando situada aquí para ser activada... creo que deberíamos ir en el orden inverso al de eliminación... Esto es León, Grulla, Fénix, Escorpión, Ki-rin, Cangrejo y... finalmente el Dragón, que no participó en el torneo -explicó, encogiéndose de hombros.

Aquella deducción había sido una verdadera chispa fruto de su intuición, pero ver aquellas losas hizo que recordara aquel primer torneo. Las enseñanzas eran claras a ese respecto y tendían a dejar claro el orden de eliminación en el mismo. Siendo la primera losa en activarse (y, aparentemente, se activaba siempre que alguien entrara en la sala), era lógico pensar en el orden inverso.

Decidís un curso de acción bastante razonable, seguir el orden inverso a la batalla entre los hijos del Sol y de la Luna a la vez que cada uno avanza hacia la casilla del kami que le corresponde según su Clan. Tras avanzar Hidenaga al León, Shiroi avanza a la Grulla, Kyoshiro al Fénix, Tameiki al Escorpión, Valkai al Ki-Rin, Oni Negro al Cangrejo y por último Kaori al Dragón. Tras lo cual justo delante de la casilla dónde Kaori termina se abre una puerta.
Os dirigis con precaución hacia la siguiente sala y de la misma forma que en esta la puerta se va cerrando cuando entra el primero por lo que os tenéis que dar prisa para entrar todos y no separaros.
Esta nueva sala es muy parecida al resto de la tumba. Paredes de roca caliza, con protecciones entre las rocas, y puertas en los muros norte y sur del recinto cerradas al entrar vosotros.
En el muro izquierdo se halla una inscripción en la que se puede leer las palabras de un complejo encantamiento.
Tras un rato allí sin saber que hacer uno de vosotros consigue descifrar el conjuro y lo lee en voz alta. Apareciendo un guardián kami, saliendo de las palabras inscritas como si fuese mercurio, se junta en el centro de la habitación, y poco a poco toma la forma de un anciano de aspecto fantasmal con una rueca. Literalmente, parece estar tejiendo su cuerpo con la rueca. Su brazo izquierdo termina justo por encima del codo, y el resto va desapareciendo poco a poco hasta terminar formando parte del hilo. Mientras habla, va dando vueltas a la rueca, tejiendo lentamente su miembro incompleto.
Habéis violado las salas de la oscuridad dice con voz tenebrosa y camináis movidos por una ambición que no tiene fin. ¿Quienes sois, y por qué debería dejaros vivir?.

De alguna forma, su plan funcionó. Sin que llegaran a saber si fue por la asignación de sus clanes, o por el orden en el que activaron las losas, la siguiente puerta se abrió ante ellos para que la atravesaran. Desde la losa que representaba al clan de la Grulla, Shiroi suspiró con cansancio, y retiró la tela que escondía la tsuba de su espada. El emblema de núcleo de la familia Doji refulgio a la luz de las antorchas. Ya no tenía mucho sentido esconderlo. Daba igual que hubiera perdido su apellido, su destino era ser el Trueno de la Grulla. Una vez lo hubo hecho, avanzó junto a sus compañeros por la puerta que se había abierto.

Pero el acceso que habían superado no llevaba hasta el terror que guardaba la tumba, sino hasta una nueva prueba. Una que, en esa ocasión, tomó la forma de un kami provisto de una rueca que parecía estar fabricando su propio brazo.

Las palabras del espíritu hicieron que la expresión del rostro de Shiroi se oscureciera. Había hostilidad en esas palabras, y la arrogante presunción sobre sus intenciones la puso en guardia ante un posible conflicto. Dubitativa, la ronin observó con los ojos entrecerrados al guardián, como si esperara poder discernir de aquel modo si estaban ante un enemigo o un simple guardián.

- La Tormenta se acerca, y sus ecos se escuchan incluso en un lugar tan resguardado como éste. -Comenzó a decir con voz contenida. Aún no estaba segura de si el kami sería hostil o no, pero sí daba por hecho que el tiempo del que disponían era limitado. El brazo perdido del anciano, que con cada giro de la rueca estaba más cerca de completarse, era como una cuenta atrás. Una que no auguraba nada bueno. -Y nosotros somos los Truenos que deben evitar el final más oscuro. Se nos ha escogido para enfrentarnos a Fu-Leng en su regreso a ningen-do.

La mano de Shiroi estaba ligeramente alzada, pero sin llegar a tocar su espada, desde una posición en la que podría reaccionar a la velocidad del pensamiento. Sus ojos vigilaban el macabro giro de la rueca, antenta a cualquier peligro. Pero, a pesar de todo, continuó hablando, llenando la sala con los hermosos matices de su voz acerada.

-Observadnos de nuevo, guardián de esta tumba, os lo ruego. No traemos ambición alguna con nosotros salvo la de cumplir con el destino que se nos ha asignado. Pero para ello, debemos entrar a este lugar y tomar el Pergamino que guarda. Humildemente os pedimos que nos franqueeis el paso. Pues os juro que nuestro espíritu no lleva consigo ambición ni miedo. Todos hemos mirado a la muerte a los ojos y sabemos cómo termina la senda del Trueno. Cortaremos al kami caído, o moriremos intentándolo.

Se mantuvo en segundo plano, observando en silencio al guardián. No sabía quién era, ni tan siquiera por qué estaba allí, pero parecía ser precisamente el guardián del Pergamino Negro que habían ido a buscar. Shiroi había hablado, y sus palabras eran justas, tal y como ella misma lo pensaba. Se cruzó de brazos y esperó...

La tranquilidad del Fénix era destacable incluso en este momento tan tenso, habia tenido qué manchar su alma un poco para poder ver al enemigo, y ahora estaban, por lo qué parecía, ante el guardián.

El tono aterrador no sacó a Kyoshiro de su paz interior, incluso ante sus miradas reprobantes previas a la apertura del pasadizo, qué notó con tanta intensidad pudieron sacarlo del reino que le pertenece.

La dama ya había respondido al espectro, y el hombre de la naginata se mantuvo a una distancia acorde.

Al escuchar la palabras de Shiroi, y dar por hecho que ella hablaba por todos, el kami se desvanece y la siguiente puerta se abre.

Esta puerta da a un estrecho corredor que avanza diagonalmente. Los muros, el techo y el suelo están repletos de puntiagudos pinchos. Los pinchos apuntan hacia el interior del corredor, no tan profundamente como para que no pueda ser atravesado, pero lo suficiente para que se tenga que hacer con precaución extrema. Para empeorar las cosas, hay una corriente muy fuerte de aire que atraviesa el corredor, sin que pueda precisarse si su origen es natural o producto de un hechizo, esta hace que se apaguen todas las fuentes de luz, oscureciendo todo el corredor, y obligando a que avancéis "intuyendo" el camino.

Al parecer sus palabras, acompañadas de los gestos de asentimiento de sus compañeros, habían sido suficientes para aplacar al espíritu que protegía la sala. O eso esperaba, pues el kami se desvaneció sin emitir un solo sonido más. Sin palabras de bendición o de condena, desapareció como si nunca hubiera existido y una nueva puerta se abrió ante ellos.

Frente a los Truenos se extendía ahora un pasillo repleto de pinchos por el que apenas un niño hubiera podido pasar con seguridad. La Trueno grulla apenas tuvo tiempo de memorizar un vistazo general de esa escena antes de que un viento frío y sobrenatural barriera el pasillo, extinguiendo toda fuente de luz. Toda, salvo la que emanaba de los ojos del Trueno Fénix. Pero hubiera preferido la total oscuridad antes de ver la sombra de Jigoku cerniéndose sobre su compañero.

-Dejad que sea yo la que se adelante. –Dijo Shiroi, dando un paso adelante hasta que su bota sintió el contorno de la primera lanza que debía sortear. A su alrededor, el viento aullaba, haciendo difícil moverse con equilibrio y casi imposible guiarse por el oído. Pero no era tan diferente del arte del iajutsu. Encontrar el movimiento perfecto, el instante, el hueco en el que golpear y no ser golpeado. –Os avisaré cuando esté al otro lado.

Y avanzó, oculta a la vista de todos salvo a la enfermiza y verdosa mirada de Kyoshiro, la ronin se lanzó hacia la letal oscuridad. Caminó como en un baile, esperando a sentir las afiladas puntos de los pinchos en la piel para hurtar el cuerpo en el último momento, contorsionándose siempre a un paso de la muerte.

Pero, incluso con la habilidad innata de la mujer, hasta en dos ocasiones las puntas de lanza llegaron a atravesar su piel, provocando dos pequeños regueros de sangre que no hicieron salvo aumentar su concentración. Y así, con unos últimos movimientos finales, de pronto se encontró libre de obstáculos, con tan sólo el viento como compañero y el dolor de sus rasguños como recordatorio de lo que acababa de hacer.

-Ya he cruzado. –Anunció a los demás Truenos en voz alta, esperando que pudieran escucharla. –Intentaré encender fuego mientras los demás llegáis hasta aquí.

Pese a su intento de parecer dura, el Fénix pudo ver cómo la ronin grulla cruzaba por el estrecho camino y se lastimaba por cometer errores minúsculos, quería guiarla y ayudarle a cruzar, pero sus ojos manifestaban el desprecio y por eso quedaba callado.

Después de qué la dama blanca pasara, el no esperó, y con una rústica elegancia, sorteó con éxito cada espacio del peligroso sendero.

Cuándo llegó, se colocó al lado de Shiroi, pudiendo ver cómo trataba de prender la antorcha.

-Si me permite Shiroi-san, os puedo guiar por el camino sin riesgo alguno...-

En ese instante, cierra los ojos apagando esa luz verdosa qué sabia, tento les molestaba.

-Solo si... Lo deseáis... Claro está- Su voz estaba llena de pesar, al menos podria ser de ayuda en estos momentos críticos, pero si no dejaban de mirarle con juicio, por más tranquilo qué estuviera, se volveria insostenible para su corazón, a pesar de su causa, sin el apoyo de los truenos, tomaría el wakizashi y se abriría el estomago.

Al llegar Shiroi al final del corredor, se escucha si se presta mucha atención unos pequeños crujidos. Kyoshiro cruza y una vez al otro lado los crujidos que se escuchaban se manifiestan haciendo que varias secciones de los muros del corredor se muevan hacia dentro y hacia fuera. Transformándose el corredor en una trampa andante de piedra y acero.

Si las paredes se mueven la tirada dejaría de ser agilidad/actuar, para ser agilidad/atletismo o agilidad/defensa, ¿No?

Ahora la trampa está activada, pises mal o bien vas a recibir un pinchazo, por lo que la supervivencia no depende de su accionas o no un actuador, al estar en marcha. No sé si me explico :)

La tirada sigue siendo agilidad/bailar.