Partida Rol por web

Poco a poco fuisteis avanzando por la cueva, que parecía todo lo normal que uno esperaría, hasta que entrasteis en una especie de cámara que era diferente. 

El suelo estaba lleno de baldosas grandes, de aproximadamente un metro cuadrado de superficie y cada una de ellas tiene una letra escrita en el centro.

Al final de la cámara había una salida pero sin duda hay que ir pisando en cada una de las baldosas para llegar hasta ella. El número de baldosas es de 4x6.

Los mensajes de las baldosas son los siguientes:

m   e     s     r    r   i
l     a     t     g   t   n
t     n    a     e   b   e
s     u    n     l   e   o

El profesor se detuvo en cuanto entró en la cámara. Miró al suelo, al final de la cámara y también a los lados.

-¡Cuidado, chicos! Vaya, parece que el bueno de Willy nos ha preparado algo -comentó -. Sin duda esta debe ser una de sus trampas, preparadas para dejarnos pasar solo si somos lo suficientemente inteligentes.

Al adentrarnos en la oscuridad de la cueva, los pelos se me pusieron de punta. Algo de miedo me estaba entrando y empezaba a pensar en lo peor. Un pensamiento se me iba abriendo paso entre las ideas, las imágenes de las criaturas aladas, los perversos piratas, estar en otro universo y vete tú a saber qué cosas más. ¡En este mundo no volvería a comer nunca más hamburguesas! Una descarga eléctrica recorrió mi espalda...

Miré atrás y vi que los piratas se detenían en la entrada, no les hacía falta perseguirnos, ya que por lo visto la cueva estaba llena de trampas. Podríamos morir aquí y ahora. El profesor se acercó con una tea que había encontrado en la pared y que encendió con unas cerillas. La luz se esparció por la estancia de piedra, danzando por su superficie. Avanzamos muy unidos, casi pegados unos a otros, expectantes de ver qué nos encontrábamos.

Al llegar a una pequeña estancia natural, vimos que el suelo pétreo sin trabajar daba paso a unas baldosas cuadradas. Dentro de ellas había una letra, como las sopas de letras que venían en los cuadernos de los crucigramas. No era muy docto en estas lides, pero alguno había hecho y no se me daba nada mal. Me puse en el borde y empecé a fijarme bien y a hacerme croquis mentales de alguna palabra con sentido que se formase. Había que pisar de una en una para pasar al otro lado, sino seguramente el suelo se vendría abajo y caeríamos a algún río de lava o una cámara llena de pinchos, que nos atravesarían como a aceitunas.

Un rugido resonó por la estancia. No, no era una de esas criaturas... ¡Era mi estómago pidiendo alimentos!

Ora trastabillado... ora tropezado... ora del revés... ora hacia delante... 

Esa era mi forma de entrar a la cueva, eso si, lo hice con mucho porte y dignidad, faltaría más, había que dejar muy alto el pabellón Wang.

Afortunadamente fue entrar a la gruta y todo lo pasado se me olvidó... plaf... lo que se dice un "borrón y cuenta nueva". Observé como el profesor encendía una antorcha - bien hecho, pgofesol Agmitage, bien hecho - y me puse a rebuscar por mis bolsillos...

¿Dónde andalá? Am... aquí está... - y mostré al resto un pequeño tubito azul... era curioso, lo tenía desde hace años guardado por si me enfrentaba alguna vez a la escena de un crimen y tuviera que hacer un CSI en toda regla, mira por donde, ahora lo usaría para añadir algo de luz al fuego del profesor.

Y ahí estaba yo, embobado mirando la luz de mi tubito, cuando me percaté de que todos estaban callados... y bien callados...

¿Que ocule, chicos? Palece como si hubieseis visto un fantas.... ¡¡uau!! - acabé exclamando, cuando vi lo que ellos ya veían desde hace rato... una especie de damero monocolor, un tablero de alguna especie de scrabble... un montón de casillas con letras...  un monton...

Tioz, ¿no os palece lo de Indiana Jones? Si si... la palabla de dios... - y guardé silencio mientras me hacía sitio frente a las baldosas...

Milad... puede leelse "sangle" - añadí mientras señalaba las casillas con el dedo...

Estuve a punto de pegar un grito cuando noté a alguien agarrarme de la mano, pero alivié el gesto y mi expresión de susto al descubrir que se trataba de Rebecca. Enseguida dibujé una sonrisa nerviosa en su dirección que se me descompuso prácticamente al instante al apretarme ella con una fuerza que no esperaba. Ay, qué daño, pero tenía que mantener la compostura como fuese. Y, dicho sea de paso, esta era la primera vez que tomaba a una chica de la mano, aunque no fuera en las mejores circunstancias. 

—Eh, ¿estás bien? —le pregunté en un susurro.

Mientras avanzábamos con cautela, pensaba en si nuestros padres se creerían toda esta historia. Ellos vivieron algo increíble en el pasado, pero esto se escapaba de la lógica humana. ¡Si es que parecía que fuéramos los protagonistas de un libro de aventuras con tintes fantásticos! Dejé de divagar —por el momento— al entrar en la sala de las baldosas; revisé concienzudamente cada una, intentando recordar si conocía un enigma o prueba similar. Imaginaba que el profesor, dada su experiencia, podría aportar más información aunque el apunte de Paul había sido muy bueno.

—Bien visto, Paul. Es la palabra con más sentido... Salvo que sea una trampa y precisamente la combinación para cruzar sean letras aleatorias —comenté, sin demasiada convicción.

Os dais cuenta de que las paredes están llenas de orificios. Es como un gigantesco queso gruyere. 

Sin duda tiene que poder formarse alguna combinación de seis letras, de izquierda a derecha. Cuando leéis las letras, conseguís formar la palabra "SANGRE", tal y como dice Paul.

Sangle... está clago... ¿vegdag? 

Y miré a los demás, casi implorando que me diesen la razón. Lo cierto es que no atinaba a extraer más información y, no solo eso, el tiempo apremiaba. O salíamos de ahí rápido o... mejor ni pensarlo.

¿Paso yo plimelo? Pala eso soy el mayog.

Me posicioné frente al suelo abaldosado y respiré hondo varias veces. Demonios... me sentía como un tipo de esos que se tiran de los acantilados dando volteretas...

¿Y si me equivocaba de baldosa? ¿Y si sangre no era más que una casualidad? ¿Y si...? 

De peldidos al lío...

Y de un saltito alcancé la baldosa con la S...

El profesor observó en silencio y con una sonrisa como los chicos desentrañaban aquella trampa y se lanzaban a atravesarla. Aunque en un primer momento, se preparó para detener a Paul, al ver que lo conseguía sin problemas, dejó que fuese aquel joven quién les guiara.

-Tened cuidado, chicos. Uno a uno, uno a uno, vaya a ser que piséis en donde no debáis -les advirtió, mientras intentaba controlar un poco a todos. 

Se volvió entonces hacia todos vosotros y vio entonces a la pequeña Hailee, preocupándose por ella. Tendría que llevarla encima porque las piernas de la chiquilla no eran suficientemente grandes para saltar.

-Yo llevaré a esta jovencita cuando todos hayáis pasado -dijo, cogiendo a Hailee.

-Sí, sí, estoy bien. Estamos bien, las dos. Un poco de susto, jajaja. ¡Pero tengo fotos! -respondió al amable Billy, con cierto nerviosismo causado por tanta impresión. 

Sangre. Hum. Becca observó las baldosas, unos saltos y pasarían las primera prueba. No parecía difícil. Aunque a ella no se le había ocurrido. ¿Una trampa dijo Billy? -No seas escéptico. No todo va a ser malo.

Estuvo atenta al salto de Paul- Muy bien, Paul. has acertado. Vamos todos.

Cuando el profe fue a coger a su hermana, Becca la protegió. No es que no se fiara de las buenas intenciones pero no pensaba dejarla atrás con el viejales.- M hermana va conmigo. Saltará. ¿verdad Hailee? Yo la ayudaré.

Efectuó un gracioso salto, con patines y todo, hasta la primera letra. Luego le tendió la mano a su pequeña hermana para que saltase con impuso.-¡Sin miedo, Hailee!

Alcancé la baldosa marcada con la letra S con cierta facilidad... si es que algo podía ser fácil en esta realidad que ahora vivíamos...

Respiré profundamente... tratando de ralentizar mi ritmo cardíaco, pues pensaba que el corazón se me iba a salir del pecho.

Miré hacia atrás y vi rostros de expectación, sonrisas e incluso ¿rezos? Si... parecía que alguno de mis amigos salmodiaba algún tipo de plegaria.

Les guiñé un ojo y dije - pan comido, chicos... ahora la A

Y volviéndome de nuevo hacia delante localicé la segunda baldosa. Ésta estaba algo más lejos, tenía que salvar la N, lo que implicaba un salto de un metro y pico... 

¡¡Uau!! Jeje... pan comido... pan comido...

Viendo que no ocurría nada volví a saltar... esta vez la N...

En mi cabeza resonaban los acordes del maestro Van Halen... Jump!...

Rebecca saltó después de Paul. Mientras este conseguía llegar a la N, ella no pisaba bien y tocaba una de las baldosas de al lado, lo que hizo que inmediatamente, de varios de los agujeros de la pared surgieran unos dardos que cortaron el aire y se dirigieron hacia ella.

Ninguno de vosotros los vio salir, pero sí que escuchasteis el sonido como de un tubo hueco del que salía algo.

¡Pluf! ¡Pluf! ¡Pluf!

Una vez concretado cuál sería el recorrido a realizar entre las baldosas, permanecí atento para cuando Paul pisó la primera de ellas, pero al ver que no ocurría nada extraño, pude respirar tranquilo. Quizá me estaba dejando llevar por la paranoia, aunque no era para menos teniendo en cuenta todo lo que habíamos presenciado y padecido hasta el momento. Aguardé mi turno con una tensión creciente en mi cuerpo, pues no me fiaba de que los nervios pudieran traicionarme en el instante más inesperado y aquello pudiese suponer una fatalidad.

—Rebecca, ¡cuidado! —exclamé al verla pisar en falso una baldosa. Por suerte tuvo buenos reflejos para esquivar los dardos o lo que demonios hubiera activado el mecanismo al que estaba conectada—. Este sitio bien podría pertenecer a las películas de Indy... —murmuré, preparado para imitar el movimiento de la chica e instalarme en el hueco que había dejado libre.

- Tened mucho cuidado... - les pido a mis compañeros desde el último lugar de la fila...

Desde la atalaya que me proporcionaba la letra N miré hacia atrás... vi con cierto temor como Becca pisaba malamente y algunos dardos salían de la pared...

¡¡¡CUIDADO!!!

Llegué a exclamar, aunque ya mi amiga se contorsionaba cual bailarina esquivando todos y cada uno de los proyectiles que con tan mala uva nos habían preparado.

Respiré aliviado y asentí cuando el resto de los goonies comenzaron a moverse.

Me limpié el sudor de la frente.

Me encomendé al sumo dador, Dagda, y salté... pero... pero...

¡¡¿pero qué demonios?!! - pensé

Y era cierto que en ese momento en que tu vida corre verdadero peligro el tiempo se ralentiza... me dio tiempo a pensar en muchas cosas mientras volaba hacia la siguiente letra... en los dardos que casi alcanzan a Rebecca, en los piratas que nos perseguían, en lo bonito que estaba saliendo todo, en Mario Bros y en dados de 10 caras de todos los colores, en tortitas de cebolleta...

Y lo cierto es que ni todo era tan fácil ni yo era Jonathan Edwards...