Partida Rol por web

Lex reprimió un “¡oh!” de sorpresa cuando la mascara de Armitage cayó, enfureciendo más a las Walsh.

-¡a la mierda! - bajo el interruptor de la alarma de incendió solo para comprobar una cosa

Scott trató de decirle a Kingston lo que tenía en mente. Aunque era posible que no se enterase ni de la mitad.

- Descubrimos el tesoro de Willy. Estaba en una cueva debajo del faro del cuadro. Es un tesoro precioso señor Kingston y lo tiene al alcance de su mano... - Desveló Scott mirando a Sadie.

No tenían muchas posibilidades. Su aquel hombre estaba dispuesto a disparar, por mucho que corrieran no podrían ser más rápidos que las balas. Puede que la clave estuviera en ser más astuto que el señor Kingston, que de señor tenía muy poco. Por desgracia, la astucia no era una de las características que más destacasen en Scott.

- No habría mejor momento para que volviera ese estúpido monstruo volador que nos atacó en el museo, que ahora mismo... - Pensó resignado el joven Devereaux.

Lex bajó el interruptor... pero no sucedió nada. A pesar de que tenía que haber sonado la alarma, todo el pasillo permaneció en completo silencio.

-Lo siento, joven Walsh, pero tuve que desconectar las alarmas y el sistema eléctrico para que nadie me interrumpiera, y eso incluye los interruptores de emergencia -explicó, sin alterarse lo más mínimo y volviendo a apuntar... a Sadie.

-Bueno, volviendo a lo que nos interesa. Está bien. Acepto que tuvieses a tu hija como un tesoro. Es estúpido, pero creo que te pega mucho. Sin embargo, no voy a conformarme con eso. Tienes tres segundos para decirme lo que quiero saber o tu hija se llevará la peor parte y te recuerdo que en este mundo, los dos sois mortales. Puede que allí dentro no envejezcas, pero aquí sí. Quiero el secreto de cómo creaste un mundo así. Lo quiero.

- Solo una pregunta.- Dije en medio camino entre la emoción y el estar asustada.- ¿Como hizo para deshacerse del bicho volador?

¿Qué bicho volador? -preguntó extrañado el doctor -. No me hagáis perder el ti....

Kingston no pudo terminar la frase porque en ese momento, ESE bicho volador apareció de la nada, o más bien, del exterior, sobrevolando por todo el pasillo y graznando como un cuervo gigante.

El doctor se agachó, pero al mismo tiempo empezó a disparar contra él... y uno de esos disparos, impactó en el cuerpo de Willy, que cayó al suelo.

¡PADRE! -gritó Sadie, soltándose de los que estaban con ella y abalanzándose sobre Willy, que estaba en el suelo, sobre un charco de sangre.

-¡No, no, no. No, por favor. No mueras. A pesar de todo... no te mueras!

Los sollozos de Sadie solo eran comparables en intensidad a los insidiosos sonidos de la criatura que intentaba agarraros.

En mitad de todo el caos formado, tres piratas más salieron del cuadro, o más bien, cayeron al pasillo, justo al lado del agonizante cuerpo de Willy.

-¡MIRAD, ES EL CAPITÁN! ¡ESTÁ HERIDO! -exclamó uno.

-¡CUIDADO, HAY UNA BESTIA VOLADORA! -dijo otro al ver al bicho, que estaba chocando contra las estrechas paredes del pasillo.

Ahora todo tenía todo sentido. Cuando habían llegado el museo estaba vació a excepción de aquellas bestias y el cadáver pero la alarma no había saltado. En ese momento lo había achacado a que podría tratarse de una alarma silenciosa pero las palabras de Kingston arrojaron un jarro de agua fría a la realidad.

-dita sea- masculló la joven de los Walsh al comprobar que sus suposiciones eran ciertas tras accionar la alarma de incendiós – malnacido avaricioso

No quería tentar a la suerte mientras el Doctor Kingston sostuviera aquel arma, así que mantuvo sus palabras de rabia contenidas mientra regresaba junto a los demás muy despacio. Tomo la mano libre de Anne en un intento de arroparla ante su disgusto, al igual que Emiko lo había hecho con su abrazo, dejando que una sonrisa tranquilizadora se dibujara en sus labios.

-todo saldrá bien – le dijo enlazando sus dedos con los de ella y apretándola con suavidad cuando formulaba su pregunta a Kingston - ¡oh joder!

Fue lo único cuando dio tiempo a decir, tiro de Anne hacía el suelo y esta a su vez lo hizo de Emiko. Todos hicieron lo mismo tratando de escapar de las garras de la bestia alada como de los disparos del aterrorizado hombre.

-¡Willy! - gritó al escuchar los de Sadie, abriendo los ojos entre el terror y la satisfacción

En aquellos instantes en su interior se enfrentaban la admiración que sentía por la leyenda de Willy, el tuerto, primer Goonie honorario que había ayudado a salvar los muelles de Goon con su tesoro y Willy, el despreciable pirata que había maldecido a su hija encerrándola por quien sabe cuantos años. Pero no quería que nadie más sufriera por toda aquella esperpéntica situación. A la que ahora se sumaban nuevos problemas en forma de piratas.

-¡tienes que estar de puta coña! - negó con la cabeza viendo la llegada de aquellos tres hombres de Willy, normalmente no decía tantos tacos pero en un día tan poco normal como el que estaban viviendo bien podía ser una excepción única – ¡Patrick! - buscó a su primo y cuando dio con el se acercó lo que puedo para agarrarle por la manga, con Anne aún cogida de la otra mano*- tenemos que impedir que salgan más piratas – les susurró a ambos – debemos destruir el lienzo como sea para que nadie más salga – los miró con preocupación y miedo a que los escuchara Kingston pero estaba lo suficientemente distraído con la criatura – hay que quitarlo de la pared y rajarlo o lo que sea y...hay que ir a por el del Infierno, tenemos que usarlo para atraer a la bestia y que vuelva allí con todos – su mirada fue de los piratas a Kingston

Había permanecido todo el rato, boquiabierto, incapaz de creer que el señor Kingston, aquel amable director de museo, hubiera sido el responsable de la desaparición del profesor Armitage. Antes de que pudiera decir una palabra, había aparecido una de las bestias aladas y, en medio del caos, Kingston había terminado disparando a Willy el Tuerto, que ahora se hallaba tendido en el suelo. Para rematar la faena, tres hombres de la tripulación de Willy habían atravesado el cuadro en ese mismo momento.

-Éramoz pocoz y parió la abuela... -murmuré, poniendo los ojos en blanco.

En esos instantes, los piratas eran un mal menor, sobre todo comparado con el hecho de que Kingston tenía un arma de fuego en las manos y teníamos un monstruo alado rondando por los alrededores.

-¡Vueztro capitán morirá zi no hacéiz nada por zalvarlo! -le espeté a los piratas-. Vueztra única oportunidad ez llevarlo al otro cuadro, el del Infierno. Zi él creó eze mundo con magia negra, incluyendo laz criaturaz y trampaz, podrá encontrar también la forma de impedir zu propia muerte.

La idea de Caleb se implanto a fuego en la mente de Lex y no dudo en llevarla a la práctica.

-Es cierto, si queréis que Willy viva agarradlo y seguidme. Os llevare de vuelta al Infierno - si aquel malnacido de Kingston no lo había movido de lugar claro estaba.

Dejando ese funesto pensamiento a un lado la joven se lanzo en cabeza, esquivando a la bestia se dirigió hacía el pasillo que daba a la puerta del sótano donde se detuvo agazapándose junto a la pared para cerciorarse que los zopencos tripulantes de Willy lo agarraban siguiendola.

-Venga pasmarotes no tenéis todo el día si queréis salvar a vuestro capitán – les instigo desde su “refugio” - y vosotros poneos a salvo – rogó a sus amigos

Mientras Sadie se agarraba a su padre y lloraba por su muerte, Caleb y Lex idearon lo que podía ser un "plan". Ante la sorpresa por todo lo ocurrido, los tres piratas miraron con odio a Kingston, que por primera vez parecía estar asustado de verdad.

-¡Maldito hijo de Neptuno!* -dijo uno de ellos mientras se abalanzaba sobre Kingston. Éste asustado, apuntó su arma hacia el pirata mientras el resto de Goonies se agachaba para cubrirse y también para proteger a Willy y a Sadie, pero no llegó a disparar. La criatura alada se abalanzó sobre él y lo atrapó entre sus garras, haciendo que sus gritos resonaran por todas partes.

Mientras tanto, los otros dos piratas hicieron caso de las palabras de Lex. Cogieron a su capitán y entre ellos y Sadie corrieron hacia el sótano, siguiendo a Caleb y a Lex.

Cuando llegaron a la puerta, entraron todos en tromba, uno detrás de otro, Caleb, Lex, Sadie, los dos piratas llevando a Willy y el tercero detrás, protegiéndolos... y todos los demás, intentando huir de la criatura alada, que continuaba graznando y dando vueltas, sin soltar el cuerpo de Kingston, que se retorcía de dolor al sentir sus garras profundamente clavadas en sus hombros.

Todo aquello había sido demasiada emoción para mí. Dejar atrás los peligros de la isla escapando del faro para encontrarnos de nuevo en el museo pero que, en lugar de ser una salvación sólo era un peligro más no era lo que yo estaba esperando. La aparición de Kingston apuntándonos con un arma, el profesor con Willy, la discusión por culpa de Sadie,... todo estaba ocurriendo a demasiada velocidad para poder digerirlo bien.

Y para colmo el loco de Kingston disparaba a Willy hiriéndolo. Aquello iba de mal en peor pero aún podía ser mucho más terrible ya que, salido de la nada, apareció un nuevo actor en escena, nada más y nada menos que el bicho alado que habíamos dejado atrás cuando saltamos al cuadro.

Al ver cómo mis compañeros y los piratas echaban a correr para ponerse a salvo, y de paso poner a salvo a Willy, y viendo cómo Kingston chillaba atrapado por el bicho, y también aproveché para ponerme a cubierto siguiendo al resto aunque, como no podía ser de otro modo, apenas logré dar un par de pasos ya que tropecé con Patrick que a su vez había tropezado antes que yo. Ahora los dos estábamos expuestos ante el bicho.

Por si todo eso fuese poco, además de aquella criatura, apareció otra procedente del cuadro del faro. Aquella pintura podía ser un auténtico apocalipsis si dejaba entrar a todas las criaturas aladas que estaban en aquel mundo que Willy había creado, a no ser que lo destruyeran.

Aquella segunda criatura, totalmente confundida por el cambio de escenario, se lanzó hacia Patrick y Sarah, que estaban en el suelo.

Los acontecimientos se habían precipitado. Scott solía estar atento siempre a todo y bien o mal solía ser de rápida reacción. No obstante, ente piratas, seres voladores, disparos y los lloros de Sadie, había colapsado.

Ayuda a Willy. Consuela a Sadie. Corre con Lex. Combate a los piratas. Esquiva a los monstruos. Quítale el arma a Kingston. Destruye el cuadro... Tantas eran las opciones y tan poca su decisión, que para cuándo logró decidir que hacer, el museo de había convertido en todo un caos.

Desenfundó su espada de atrezzo. Estaba decidido a hacer una cosa. No podía permitir que más piratas o que más bestias llegaran a su mundo. Iba a destruir el cuadro

Espada por delante inició una carga contra el portal que les había devuelto a casa y fue a mitad de carga cuando una de aquellas bestias sobrevoló si cabeza arañándole en la hombro. Casi le agarró elevándolo por los aires, pero tropezó torciéndise dolorosamente el tobillo y acabó en el suelo desparramado.

- ¡Ahhh! - Gritó dolorido. Sin duda tenía un esguince. Conocía bien ese dolor. Ya le había pasado antes en el campo de béisbol.

Como siempre, desde que habían entrado en aquel dichoso cuadro, todo era correr y correr. Willy estaba herido, pero la criatura alada estaba haciendo el trabajo por todos ellos al agarrar a aquel maldito traidor y levantarlo por el aire.

...si queréis que Willy viva agarradlo y seguidme. Os llevare de vuelta al Infierno.

Emiko escuchó las palabras de Lex y comprendió a qué se refería, porque Caleb lo había explicado muy bien. Si dentro del cuadro no envejecían, tampoco podrían morir, así que miró como los piratas levantaban a Willy y echaban a correr detrás de Lex y Caleb, que se agachaban para evitar la criatura.

Ella les imitó. Corrió y corrió y aprovechó la distracción del doctor para seguir adelante, sin darse cuenta de que detrás de ella, Patrick, Scott y Scott habían tropezado y caído.

Fue cuando apareció una nueva criatura alada cuando se percató de ello. Emiko nunca había sido muy valiente, pero aquellos chicos también se habían arriesgado por ellos, así que se detuvo... y volvió sobre sus pasos para ayudar a uno de ellos. 

-¡Rápido, vamos! -le dijo a Patrick, ayudándole a ponerse en pie y tirando de él hacia el sótano.