Partida Rol por web

El profesor contempló horrorizado como la criatura alada se llevaba a Kingston en medio de tremendos gritos, y aunque sentía rabia y dolor por la traición, sufría por quien había sido su amigo y ahora bien podía estar a punto de morir.

Pero no había tiempo para mucho más. Los piratas alzaron a Willy y se lo llevaron hacia el sótano y él comenzó también a correr.

Delante de él se estaba formando un tropel. Patrick había tropezado y caído, aunque la joven Emiko había vuelto a ayudarle. No obstante, la otra chica, Sarah, y Scott, también habían caído, éste último entre gritos de dolor y tocándose el tobillo. Además, aquella segunda criatura que había aparecido de repente parecía haber cogido a Sarah.

El profesor no se lo pensó dos veces.

-¡Fuera, fuera! -exclamó, agitando mucho los brazos e intentando que la criatura se fuese.

Por desgracia para él, ni siquiera le hizo caso. A su espalda, Scott seguía doliéndose y delante, el camino estaba cortado.

Scott estaba dolorido, pero era un chico obstinado y por encima de todo cabezota. Por eso tenía claro que emplearía hasta sus últimas fuerzas para acabar lo que había empezado.

Miró a su a su caótico alarededor, buscando su espada roma y solo encontró caos. Daba igual, debía llegar hasta el cuadro y destruirlo. Trató de ponerse en pie y entonces sintió un intenso dolor en el tobillo que le hizo volver a caer.

Daba igual, se arrastraría si hacía falta y eso hizo. Empezó a reptar en dirección al cuadro esquivando zapatillas, botas y zarpazos y fue entonces cuando vio si espada.

Hizo un esfuerzo titánico por hacerse con ella. Le caían las lágrimas de dolor, pero se hizo con la empuñadura de su arma y miró hacia arriba. Allí estaba el cuadro del faro. A pocos pasos de su posición.

Sobreponiéndose al dolor se puso en pie aunque le dolía horrrores, no iba a permitir que más bestias o piratas abandonaran el cuadro. Entonces se lanzó de nuevo contra éste para achuchillarlo una y otra vez.

Scott volvió a caerse tras el primer paso que dio. Enfadado dio un golpe con su puño contra el suelo, lo que solamente le causó más dolor.

- ¡Estúpido, Scott, eres un estúpido! - Pensó. - ¿Y ahora qué? - Se dijo a si mismo.

Agarró su espada, miró al cuadro, apuntó, cogió a impulso con el brazo hacia atrás y entonces lanzó con fuerza. La espada salió rodando a toda velocidad y en dirección al cuadro. Había sido un buen lanzamiento. Scott tenía confianza en sí mismo y entonces impactó.

Se escuchó un estruendo de vidrios. La espada había quebrado el cristal que protegía el cuadro del faro y la suerte estuvo de su parte, pues uno de esos vidrios rajó el lienzo.

¿Lo había conseguido? ¡De ser así había sido una suerte equivalente a sacar un diez en un examen sin haber estudiado!

- Vamos... - Dijo esperando que sucediera algo.

El cuadro se rasgó como si fuese papel, y una especie de pequeño estallido rodeado de chispas acompañó todo el recorrido de la espada.

Cuando Scott retiró el arma, el cuadro se volvió negro, como si se estuviese quemando, desde el centro hacia fuera, hasta que finalmente, todo el lienzo se desvaneció en forma de cenizas, quedando únicamente el marco vacío con restos de cristales.

El escenario que dejaban atrás no era ni de lejos alentador para sus amigos pero si eran capaces de llevar a Willy y los suyos de vuelta aligerarían la carga de problemas. Que al cruzar la puerta del sótano escucharan un alarido de dolor, que sin duda provenía de Scott, no les hizo más fácil la tarea. Los piratas y Sadie los seguían de cerca con el moribundo Willy, por su mente paso el regresar pero fue volver la cabeza y pensarlo mejor. No podía enfrentar a esos piratas y tampoco dejar solo a Caleb, era el pequeño del grupo y además su mejor amigo - después de Patrick claro – así que solo quedaba seguir adelante con el plan.

Esta vez las luces del sótano estaban encendidas, conocía el camino así que no dudo, agarrando la mano de Caleb para saber donde estaba en todo momento siguió adelante.

-es por aquí, el cuadro del infierno esta en ese rincón solo deberéis tocarlo como con la luz del faro y listo, estaréis todos a salvo – apretó con fuerza la mano de Caleb – tú y yo nos mantendremos alejados del lienzo ¿de acuerdo? Los sostendremos por el marco, sin tocar la pintura – le dijo asintiendo; mataría por haber tenido unos guantes a mano, aunque dudaba que eso pudiera marcar la diferencia

Debía confiar en que solo la pintura era el portal, al menos ahora sabían como salir aunque esperaba no tener que volver aquel faro nunca más.

Emiko y Patrick consiguieron llegar también al sótano, justo detrás de los piratas. En esos momentos, Lex estaba sosteniendo el cuadro y hablando con todos ellos. Sadie estaba junto a su padre, que tenía muy mal aspecto.

-¡Daros prisa! Esos malditos bichos están por todas partes -gritó Emiko.

Sadie sostenía a su padre por la cintura. Sentía como sus piernas flaqueaban y por primera vez en años, que el tiempo no había pasado en balde. Lo notaba cansado, desesperado, humano...

El único ojo de Willy se fijó en su hija por primera vez en mucho tiempo, mirándola como la persona que más le importaba en el mundo, el último rastro de su humanidad. Era cierto lo que habían dicho aquellos malditos muchachos. Ella estaría mucho mejor allí, envejeciendo, viviendo, que atrapada en un nido de piratas o en una cueva. El peligro formaba parte de la vida y aunque él ya había decidido que no deseaba ver más el mundo, Sadie aún estaba lejos de todo eso. Tenía derecho a encontrar su lugar.

-Te quiero, hija -logró decirle, conteniendo el dolor y sabiendo que la vida se le escapaba por segundos -. Perdóname por haberte encerrado. Yo solo...

Sadie selló los labios de Willy con una mano y a continuación, le dio un beso en la mejilla.

-Yo también te quiero, padre. Siempre lo haré.

Por primera vez en mucho tiempo, aquel pirata se sintió humano de nuevo, y aquella chica, la hija de su padre, que recordaba tanto había cuidado de ella en los peores momentos de su vida. Nunca tuvo una madre, pero sí una vida de aventuras y pasión en donde aquel viejo pirata, estuvo siempre dispuesto a dar su vida en su nombre y a protegerla de cualquier mal, incluido él mismo.

-Capitán, vamos rápido. Morirá aquí si no entra.

Estar ahí sosteniendo el cuadro mientras Willy se debatía entre la vida y la muerte, despidiendo – aparentemente- a su hija era cuanto menos incomodo. No estaba segura de lo que estaba pasando si Sadie había decidido de verdad quedarse en su mundo, si Willy iba a dejarla ir o si aquello podían dar aún algún giro inesperado. De haber escrito ella la historia así habría sido pero era una espectadora, así que se mantuvo en silenció sosteniendo firmemente el marco del Infierno, procurando tener sus dedos lejos de la pintura.

Sus ojos bailaban de un rostro a otro, de los de Patrick y Emiko tras los piratas que esperaba para llevar a Willy de vuelta al barco, a los de los emotivos Sadie y Willy, luego a Caleb y vuelta a empezar. No quería impacientarse pero el cuadro pesaba lo suyo y necesitaban llevarlo cuando antes arriba para salvar a sus amigos, más ahora que las chicas habían anunciado la presencia de más de una bestia.

Mientras la despedida llegaba a su fin, miro alrededor buscando algo que le fuera útil.

-ey Cal – reclamó la atención del hijo de Gordi, luego señalo con la cabeza una lona cercana que estaba tirada en el suelo y parecía de un tamaño adecuado – cuando hayan cruzado coge esa lona de ahí, cubriremos el cuadro con ella para que no haya accidentes

-¡Vamoz! -le indiqué a los piratas, apremiándolos a que condujeran a Willy el Tuerto al otro lado del cuadro-. ¡Zi oz retrazáiz mucho, vueztro capitán no lo conseguirá!

Mientras sostenía el cuadro con ayuda de Lex, le hice un gesto a los piratas para que entrasen en el cuadro todo lo rápido que pudieran. No sabía cuánto tiempo podía quedarle a Willy. Asentí levemente a las palabras de Lex, mientras dirigía una mirada a la lona con la que podríamos cubrir el cuadro.

-Cuando ezto termine, habrá que ezconder el cuadro en un lugar donde nadie lo encuentre -le dije a mi amiga-. Ahora que van a deztruir el otro, no habrá forma en que alguien pueda zalir de eze mundo zi entra a travéz de ezte cuadro.

Aquel maldito bicho no se sintió amenazado por el profesor, pero sí que se distrajo lo suficiente como para soltar a Sarah en el suelo. En cuanto lo hubo hecho, además, se dio cuenta de que su "compañero" estaba arrastrando a Kingston hacia el sótano, así que se olvidó de todos vosotros y se dirigió volando hacia él, siguiéndolo.

En ese momento entraron las dos bestias aladas, la primera arrastrando todavía al doctor Kingston, que tenía una mueca de terror en su rostro que difícilmente podríais olvidar, y la segunda, siguiéndola, por suerte sin nadie entre sus garras. 

Sobrevolaron por encima de los piratas y casi como si hubiese algo que las llamara, cayeron en picado hacia el cuadro, desapareciendo los tres en su interior. Los piratas se miraron entre ellos y por fin se decidieron a hacer lo único que podían. Cogieron a Willy y saltaron sobre el cuadro, desapareciendo en el lienzo, dejando a Sadie de rodillas, sollozando.

Todo se quedó en silencio, pero en cuanto pudisteis, os asomasteis al barco... y visteis varias figuras que se movían, una de las cuales parecía Willy, con su peculiar parche.

Willy estaba de pie y parecía estar agitando un brazo. Todo parecía estar bien.

Sadie lo miró y sonrió alividada entre lágrimas.

Todo sucedió demasiado rápido, un cúmulo de gritos, carreras y caídas propiciaban que uno de aquellos monstruos me atrapase como había ocurrido con el capullo de Kingston, quién era culpable de la desaparición del profesor un maldito traidor y asesino que disparó a Willy sin piedad.

Scott consiguió destruir el cuadro del faro pero aún quedaba el del Terror en el sótano así que eché a correr detrás de Lex y Caleb pero tropecé y caí de nuevo estrepitosamente al suelo, por un momento creí sentir como aquella bestia alada clavaba sus zarpas en mi espalda para llevarme de nuevo a su guarida pero en vez de eso, Emiko se arriesgó yendo hacia mí y ayudándome a ponerme en pié, sonreí agradecido y eché a correr cogido de su mano escaleras abajo.

Ya en el sótano Caleb y Lex tenían el cuadro en sus manos instando a que Willy y los piratas volviesen a su mundo a través de él al igual que habían hecho las bestias aladas con Kingston en sus garras. Sadie permanecía tendida sobre su padre llorando y asustada, por primera vez aquel pirata parecía un padre de verdad, pidiéndole perdón a su hija con el único ojo sano que tenía, enrojecido por las lágrimas. Yo quedé como mero espectador mirando la triste escena sin darme cuenta de que aún tenía la mano de Emiko apretada con la mía y cuando me percaté de ello la solté al instante ruborizado mirando a Emiko de soslayo para luego correr hacia Lex y Caleb.

-Vamos, hay que cubrirlo y esconderlo en algún lugar, nadie puede verlo, ni tocarlo....o quizás lo más seguro sería destruirlo también...-susurré mirando a la desconsolada Sadie.

El nudo en la garganta de Lex se hacía cada vez mas grueso, haciéndose difícil contener las lagrimas que bañaban sus cristalinos ojos. Su mirada se cruzó con la de Patrick al otro lado sosteniendo la mano de Emiko, haciendo que asomara una leve sonrisa en su gesto de congoja pero de golpe aparecieron las bestias aladas.

-¡Cuidado! Patrick, Emiko agacharos – así lo hicieron

Ambas criaturas sobrevolaban el sótano sobre sus cabezas, una sosteniendo a un aterrorizado Doctor Kingston y la otra oteando cabezas a ver cuál sería su siguiente víctima. Pero hicieron lo que menos esperaba Lex, que junto a Caleb se escondieron como acto reflejo tras la pinta cuando estas descendieron en picado contra ellos. Incluso estuvieron a punto de soltar el cuadro pero no hubo impacto alguno, al volver a abrir los ojos ya no estaban.

-hasta siempre, Willy – alcanzo a decir cuando el pirata, cargado por sus hombres, cruzo la mirada con la goonie, después nada.

Vamos, hay que cubrirlo y esconderlo en algún lugar, nadie puede verlo, ni tocarlo....o quizás lo más seguro sería destruirlo también...

-¿también? - bueno eso respondía una pregunta no realizada - comprendo

Dejó con cuidado el cuadro apoyado contra la pared, al hacerlo pudieron distinguir la silueta del que sin duda se trataba de Willy.

-Lo siento mucho Sadie, al menos te queda el consuelo que esta sano y salvo en su querido Infierno – sin duda eso había sonado extraño al decirlo en voz alta y no debía de servir de gran consuelo. No se detuvo demasiado a consolar a la chica.

No sabía muy bien que decir o que decir en una situación así, no es como si su padre hubiera muerto, al contrarió seguiría vivo mucho tiempo después que ellos y que posiblemente los hijos de sus hijos hubieran muerto. Lo cuál resultaba algo macabro al pararse a pensar en ello. Junto con un escalofrió que recorrió todo su cuerpo tomo la lona que Caleb había recogido y entre los dos taparon el cuadro.

-creo que nadie podrá salir por aquí, Patrick, estaremos seguro...creo que la decisión de destruirlo o no, le corresponde a Sadie y ahora...no es el mejor momento – se agacho junto al cuadro cerciorándose que estaba bien envuelto, sin posibilidad que se desprendiera inesperadamente y los absorbiera de golpe. Toda la operación la realizo con sumo cuidado, cuando finalizo se puso en pie girándose hacía ellos – será mejor que volvamos con los demás, el cuadro no se va a ir a ninguna parte ¿vamos?

Anne, Scott y Sarah, ayudándose unos a otros y también gracias al profesor, lograron por fin llegar al sótano, una vez las bestias aladas hubieron desaparecido. 

Aunque bajar los escalones resultó ser un suplicio, cuando por fin lo consiguieron, vieron que allí abajo solo estaban Lex, Patrick, Caleb, Sadie y Emiko... y que no había ni rastro de los piratas, Willy o las criaturas.

Pero el cuadro estaba a su lado.

Supongo... que han entrado en el cuadro, ¿verdad? -preguntó el profesor en cuanto estuvieron abajo, mientras ayudaba a Scott a sentarse en el suelo y aliviar su incomodidad por ir a la pata coja.

Lex se encontraba incorporándose junto a lo que parecía ser el cuadro del Infierno cubierto con una lona.

-ey – saludó con un gesto de cabeza antes de fruncir el ceño al ver que medio cargaban con Scott - ¿que le ha pasado? - añadió señalando al enamoradizo del grupo cuando el profesor se dirigió a ellos – sí, las bestias se lanzaron en picado llevándose a Kingston con él – contesto con un leve hilo de voz al llegar a la parte del director del museo – me temo que si se ha destruido el cuadro del faro esta...atrapado al otro lado con Willy y los suyos

- Lo he destruido... - Dijo el joven Devereaux. - En el intento me he caído y... - Gimió de dolor
- Creo que tengo un esguince. - Aseveró. - Pero soy fuerte. - Miró relajado a su alrededor. - ¿Entonces ya está? ¿Era un cuadro de entrada y otro de salida?

Miró entoces a Sadie. Era evidente que quería a su padre. Pero también había dejado claro que no quería regresar al cuadro y ahora solo había un camino de ida, pero no de vuelta. Por otra parte, su padre estaba herido y no sabían si sobreviviría. No había podido despedirse de él. ¿O sí? Scott no lo sabía.

- ¿Qué vas a hacer Sadie? - Le preguntó. - ¿Lo tienes decidido?

Scott no preguntó por Kingston. Le daba igual ese hombre y lo que fuera de él. Era malo y estaba bien entre piratas. Ellos darían buena cuenta de él.