Partida Rol por web

La joven negó con la cabeza. No había tenido tiempo de pensar en nada que no fuese salir de aquella cueva, primero, y ayudar a su padre después.

Ahora estaba en un sitio diferente, en un mundo completamente distinto al que había conocido nunca.

-sentad a Scott ahí –dijo acercándose al chico y cogiendo otro trozo de lona que descansaba sobre alguna reliquia, que ahora bien poco le importaba – ¿es este pie?...voy a quitarte la zapatilla – actuó por instinto, había tenido algún que otro esguince y había atendido a alguna de las animadoras cuando se habían hecho alguno, no era un experta pero por su experiencia era mejor tratarlo cuanto antes – se que te va a doler – siguió explicando mientras le quitaba el calcetín empapado, dándose cuenta que con las zapatillas así de mojadas era raro que no hubieran acabado todos rompiéndose algo – debes mantener el pie en esta posición ¿de acuerdo?...te dolerá solo un rato pero con este vendaje – rasgo la lona con los dientes improvisando una venda, con la que comenzó a envolver el tobillo de Scott – podrás apoyar el pie y caminar con cuidado hasta que te vea un médico, aunque deberás seguir ayudándote de una chica guapa como apoyo – primero sonrío a Scott, al terminar de hacer el vendaje atandolo con cuidado, y luego a Anne a quien le guiño el ojo

Se giró a contemplar a la afligida y confusa hija de Willy el tuerto. La pobre chica acababa de “perder” a su padre y abandonar el único que había conocido durante toda su vidas, para colmo ahora el centro de todas las miradas de su alrededor.

-Escucha Sadie, emh – se rasco la nuca algo incomoda no sabiendo muy bien que decir, aparto unos cuantos rizos de su cara y se acerco a la chica con cautela – esto es nuevo para ti, un mundo nuevo por descubrir y puede asustar...yo...¿que te parece si te quedas por aquí un tiempo y juzgas por ti misma? Ya habrá tiempo de decidir si esto es para ti o si...- señalo al cuadro con un gesto de la cabeza, como no queriendo pensar en la opción de que la chica quisiera regresar con su padre a aquel lugar maldito – bueno ya me entiendes

Scott se quejó cual héroe de acción, que si bien podía soportar una buena paliza por parte de un grupo de malvados, en cuanto una chica guapa se agachaba a su lado a curarle, parecía haber recuperado la sensibilidad donde antes no la había.

- Gracias Lex, te debo una... - Le dijo sinceramente y con una sonrisa en los labios. - ¿Dónde has aprendido ésto? - Le preguntó.

Miró a todos aquellos niños. Estaba orgulloso de todos ellos. Habían superado sus miedos. Habían trabajado en equipo y se habían salvado el culo los unos a los otros una y otra vez durante el mal rato que pasaron en el mundo del cuadro.

Toda una aventura. Scott estaba convencido de que la suya, su historia como goonies, superaba con creces a la de sus padres y lo malo era que... sin duda alguna nadie podría creer nunca lo que habían vivido. Una lastima, aunque... quizás podrían editar su historia como novela.

¡Ese era su tesoro! Aquellos momentos vividos juntos. Unos momentos que les habían unido para siempre en una sincera amistad y que perdurarían en su memoria hasta el final de sus días.

Era emocionante. Muy emocionante el haber llegado de una pieza, aunque con un tobillo malherido, al final de ese espectacular viaje.

Fue mirando uno a uno a aquellos niños. Emiko, Sarah, Lex y Anne cuatro chicas estupendas. Valientes y leales. Caleb y Patrick, dos niños excepcionales en los que podía confiar y crecer a su lado. Y el profesor... Sin él hubiera sido todo más difícil.

Entonces se acercó a Sadie y se agachó a su lado olvidando por un momento los pinchazos de su tobillo. Sin duda ella era la que más había perdido de todos. Pero más iba a perder si no seguía el consejo de Lex. Iba a perder la oportunidad de vivir, a cambio de una vida de esclavitud en el más monótono de los universos.

- Haz caso a Lex. Creo que es la chica más lista que he conocido. - Se sinceró. - El profesor puede cuidar de ti. No te voy a engañar. Todos vivimos en sitios muy lejanos. Sólo nos une el pasado conjunto de nuestros padres y los muelles de Goon. - Esbozó media sonrisa. - Tú padre fue el primer goonie y nosotros somos los últimos. Pero una cosa no ha cambiado Sadie. Los goonies cuidan de los goonies. Cuidaremos de ti. Aún no se cómo, pero lo haremos. Siempre lo hacemos... ¿Vale? No estés triste. Hoy empiezas a vivir. ¡Hazme caso! ¡No te puedes perder esta aventura! - Y entonces Scott le ofreció sus brazos para darle un abrazo.

Quitándome la gorra a modo de saludo, me despedí del Willy que parecía hallarse en el interior del cuadro del barco. Ahora que lo observábamos, me daba la sensación de que el cuadro había cambiado ligeramente.

-Buena zuerte, Willy el Tuerto, buena zuerte -le dije al pirata de la pintura, mientras tomaba aquella lona que me había indicado Lex y la depositaba cubriendo el cuadro-. Profezor, creo que ezte cuadro no debería caer en malaz manoz. Cualquiera podría dezaparecer zi lo tocaze y, para colmo, ezta vez no habrá boleto de regrezo. ¿Qué haremoz con él?

"Y para colmo, va a haber que ezplicar la dezaparición del zeñor Kingzton" me dije para mis adentros, mientras dejaba escapar un pequeño bufido.

-Jodé, chicoz -comenté con una sonrisa de oreja a oreja-. Nueztroz padrez nunca van a creerze ezta hiztoria zi ze la contamoz. No ha eztado mal ezta aventura, ¿eh?

Sadie no lo dudó y se lanzó hacia los brazos de Scott. Quizás solo fuese porque necesitaba un hombro en el que llorar, pero el caso era que allí estaba el joven, dispuesto a cuidar de ella y a ayudarla en todo lo que pudiese.

La hija de Willy "el tuerto", la hija del temible pirata, estaba sola y desamparada en un nuevo mundo, pero al final, puede que no lo estuviera tanto como ella pensaba.

Mientras todos estaban en el sótano, se escucharon pasos en la planta de arriba. Eran pasos tranquilos al principio y apresurados poco después, que poco a poco parecían acercarse hacia el sótano.

Scott se sintió afortunado al poder servir como pañuelo de mocos de Sadie. Quizás fuera bastante ruin por su parte sentirse afortunado por ello, pero no siempre una joven tan guapa como la que tenía entre sus brazos y bastante más mayor que él, le hacía caso. No pudo evitar sonreír, aunque muy rápido borró esa sonrisa de sus labios. No quería parecer deshonesto. Lo que si olvidó por completo fue el dolor del tobillo. Aquel abrazo fue como un chute de anestesia para el joven.

- Todo saldrá bien, Sadie... - Le susurró Scott. - Ya lo verás... - Le dijo mientras le acariciaba el pelo. 

Criaturas, piratas y cuadros.

Habíamos vuelto al principio y correr de nuevo por los pasillos daba alas a mis piernas y adrenalina a mi cuerpo. AL aprecer otros no tenían tanta suerte, como Scott, que parecía que tenía el tobillo de cristal.

Al final y tras cerrar la puerta, la magia apareció. Mejor dicho, desapareció. Porque Scott cerró la puerta con el cuadro destruido, los piratas dentro y las bestias igual. ¿Que sería de Willy? ¿Estaría realmente muerto? A lo mejor resucitaba en su mundo tras la magia del cuadro.

No era demasiado probable, y la pobre Sadie así lo mostraba. Menos mal que el piclaflor de Scott  estaba alli, como un machote a lo Rodolfo Langostino, para consolarla. Scott... n con el pie enmendado por Lex dejaba de sorprenderme. Y cuando Lex me guiño el ojo supuse que era para que "cuidara" de Scot. Respondi con un encogimiento de hombros como diciendo "¿que?¿Como? ¿Porque yo?!".

Bufé com un gato mal humorado, pero al ver a la pobre Sadie..

-Vente a vivir conmigo.- Solté sin pensar.- El profesor es muy viejo.- le miré- No se ofenda...-Volví de nuevo a Sadie.- Y yo casi siempre estoy sola. Mi madre se va a hacer sus documentales y rara vez viene a verme a... ningún partido...por ejemplo.-

¿Por qué los Goonies sentían esa necesidad de adoptar gente nueva en cada aventura?

- Además, Lex, Patrik y yo vamos al mismo instituto así que...estaremos juntos. Y ya de paso, Scott te tendrá localizada cuando quiera llamar a tu ventana.- Ironcé.- Scott. La ventana de la derecha es la mia. No te equivoques!

Como no, Scott se ofreció para consolar a Sadie, bueno, más que ofrecer se lanzó a por ella, seguro que si me llegó a atrever, me habría puesto la mano en la cara diciendo "quita bicho que es mía" volví a poner los ojos en branco y me mordí la lengua para no soltarle una burrada, total, los piratas se habían ido, los monstruos también dando buena cuenta de Kingston. Dí por perdido al ligón empedernido y miré a Sadie, ahora ella era la extraña aquí-Puedes estar tranquila Sadie, entre nosotros te cuidaremos y serás parte de nuestro grupo-dije con una sincera sonrisa mirando su cogestionado rostro. Anne se ofreció para tenerla en su casa y la verdad que no era mala idea.

-Bien pensado Anne, supongo que todo eso se podra hablar y nuestros padres lo arreglarán-contesté mirando a la chica rubia-No creo que le preocupe equivocarse, sino es contigo será con Lex, o con Emiko o con cualquier otra-miré a Scott y comencé a reir, supuse que todo el agobio y estrés comenzaba a escaparse de mi cuerpo y la risa era una buena manera de hacerlo-Vamos, tenemos que irnos de aquí y a visar a nuestros padres de todo ésto-dije recobrando la compostura, pero en ese momento escuché los pasos en el piso superior y miré a todos los allí presentes-¿Lo oís? hay alguien arriba..-advertí mirando al techo del sótano.

No entendía qué estaba pasando. Hacía tan solo unos segundos me encontraba tropezando y siendo agarrada por uno de aquellos bichos y ahora, de repente, había bajado al sótano ayudada por no sabía quién. Algo debía haber pasado pues ya no había rastro ni de Willy ni del resto de los piratas pero en cambio Sadie sí seguía con nosotros, con los ojos rojos de haber llorado.

Escuché en silencio, intentado comprender qué había sucedido y, entre unas palabras y otras, llegué a la conclusión de que el capitán pirata y sus hombres habían regresado al cuadro pero había dejado atrás a su hija. Todos intentaban consolar a la muchacha, en especial, ¡cómo no!, Scott e intentaban también darle todos los ánimos posibles. Era normal que se sintiera aterrada pues se encontraba en un mundo completamente desconocido donde tendría que aprender muchas cosas. Pero seguro que lo conseguiría, tenía la ayuda de los Goonies así que saldría adelante.

—Seguro que te acostumbras enseguida a estar por aquí —dije, intentando aportar mi granito de arena para animarla, aunque sabía que mis palabras serían las que menos calado tendría en ella.

No pude más que asentir cuando Patrick comentó que ya era hora de irse, sintiendo una mezcla de alivio y pena por haber terminado aquella increíble aventura. Pero fueron también las siguientes palabras también de Patrick las que la hicieron girar la cabeza hacia el techo. Tenía razón, se oían pasos en el piso de arriba.

-mejor que escoja bien la ventana – dijo Lex entre molesta y divertida acercándose a Anne y cogiéndola de la mano, en un impulso que la había estado empujando desde que habían estado a punto de perderla para siempre entre las garras de aquellas bestias – creo que tanto Emiko como yo tenemos otros galanes en mente – añadió guiñando un ojo a la joven oriental y luego sonriendo a su primo, esperando ver como los colores subían por las mejillas de ambos para luego centrarse en los ojos de la chica que tenía al lado.

Estaba a punto de decirle algo a la rubia cuando las palabras de su primo, sumado al ruido de pasos arriba, llamaron su atención.

-será mejor que subamos, a ver que sucede...profesor ¿que cree que debemos decir? - a primeras contar lo que allí había sucedido con pelos y señales le parecía lo más normal del mundo, a fin de cuentas eran los hijos de los Goonies. Nadie había creído su historia hacía 30 años hasta que aparecieron las piedras preciosas y el barco de Willy terminó surcando la costa de los muelles de Goon. Quiza ellos tuvieran mas suerte -creo que te debo un batido – le dijo susurró por lo bajo a Anne mientras esperaba respuesta del profesor y decidían regresar todos al museo abandonando el sótano

Algo le decía que iban a encontrarse a sus padres entre preocupados, horrorizados y muy cabreados.

-No hay mucho máz que podamoz hacer aquí -dije, mientras me alejaba del cuadro. Ya habíamos tenido demasiadas aventuras como para arriesgarnos a permanecer cerca del lienzo y tener más-. Venga, vámonoz. Zeguro que nueztroz padrez deben eztar buzcándonoz. ¡A zaber cuántaz horaz hemoz eztado fuera!

Justo cuando me disponía a marcharme del sótano, me percaté de que, tirado en el suelo, había un caramelo picante.

Supuse que se me habría caído de los bolsillos mientras escapábamos de aquella criatura alada.

-Parece que ezta aventura aún noz tiene rezervadaz algunaz zorprezaz -indiqué, mientras desenvolvía el caramelo y me lo llevaba a la boca.

Sí que había sorpresas, sí, pero no las que esperaban. Nada más subir, se encontraron frente a todos sus padres, que habían venido en su busca y descubierto, para su horror, que alguien había entrado en el museo. 

Temiéndose lo peor, todos habían acabado entrado en tromba.

Pero... ¿qué es esto? ¿Estás bien, Sarah, cariño? ¿Qué ha pasado? ¿Qué habéis hecho?

Andy estaba sobrecogida. El museo abierto de par en par, un lienzo desaparecido, y para colmo...

-Patrick, hijo. ¿Estás bien? ¿Qué ha ocurrido aquí? ¿Qué has hecho esta vez?

Otra vez se han metido en líos. Este hijo mío nunca aprenderá.

Vaya, vaya, vaya. Parece que habéis armado una buena, eh. Scotty, teletranspórtame ja ja ja. 

"Bocazas" vio que su hijo cojeaba.

-A ver, ¿en dónde has metido ese pie?

¡Hijo, hijo! ¿Qué ha pasado? ¿Qué os han hecho? ¿Porque alguien ha entrado en el museo, verdad?

La madre de Caleb estaba tan preocupada que casi asfixió a su hijo entre sus brazos.

Por el contrario, "Gordi" estaba bastante tranquilo. Esta seguro de que allí había pasado algo, mucho más de lo que parecía a simple vista, y cuando vio a aquella chica, extrañamente vestida, sonrió.

-Cal, ¿quién es esa chica?

Stef se movió entre toda la gente hasta localizar a Anne, y a pesar del poco contacto que tenía con ella, la abrazó antes de decir nada.

-¿Estás bien? ¿Te ha ocurrido algo? ¿Por qué estáis aquí? 

Entonces vio a Sadie, a quien se había referido Gordi.

-¿Quién es?

Mikey vio a Lex entre todos los demás, y sonrió. Para él que acababan de vivir alguna experiencia inigualable, pero no quería interrogarlos allí. Bastaba con que estuvieran a salvo. Ya se lo contaría cuando tuvieran tiempo y estuvieran a solas. 

-¿Estás bien, hija? Me está pareciendo... mmmm... que os han pasado bastantes cosas, ¿no?