Partida Rol por web

- Vamos. ¡Arriba, chicos! - Dice Albert Allister Kengsinton sentado sobre una manta, con las piernas crizadas y con una taza humeante en la mano, que levanta a modo de "buenos días". - Hay café preparado.

El aroma del café en reconfortante. No os cuesta mucho esfuerzo despertar y afrontar el día, en parte, ansiosos por recopilar más información de las ruinas. Incluso la molestia de Batsy Baterman ha desaparecido.

Durante tu turno de guardia, que fue nada más dormirse tus compañeros, observaste un detalle que todavía no has comentado con ellos. Tu primera opción para pasar la guardia en vela fue repasar diferentes tratados astrológicos y sus repercusiones en las diferentes culturas de la Tierra. Observaste el firmamento un rato, buscando sentirte como un habitante de hace dos mil años, cuando notaste que algunas estrellas se ocultaban en ciertos momentos y reaparecían un rato después. La oscuridad hizo que tardases un rato en encontrar el verdadero motivo: las copas de los árboles se desplazaban a un lado y otro en lentos movimientos, tapando el hueco del claro en algunos momentos. Paradójicamente, esa noche no hizo nada de viento.

El Sr. Kengsinton tamborilea con el pie en el suelo mientras mantiene una sonrisa boba en su cara. Parece esperar que alguien le pregunte qué le sucede. Como un niño cuando quiere presumir de nuevas deportivas.

Al cabo de unos minutos en los que el resto de gente está demasiado ocupado preparándose para el nuevo día, el matemático deja la taza ya vacía en el suelo y se pone de pie.

- Vale, ejem... He estado repasando el ordenador, comprobando daños y demás, y parece que el ordenador está bien. - Hace una pausa dramática, demasiado exagerada para vuestro gusto. - Y no sólo eso, antes de que esos salvajes intentasen lapidarnos, tuve el ordenador registrando audio, temperatura y otros parámetros. Hace unos minutos, mientras preparaba café, he caído en la cuenta de ello y he probado a comparar las señales musicales de audio de anoche en una versión clandestina del software de reconocimiento sonoro que utiliza el Mosad. No me preguntéis detalles de esto, por favor... - Dice, claramente incómodo y bajando el tono de voz. - El caso es que... Bueno, los sonidos encajan a la perfección con el sonido del aire reverberando en un instrumento de madera, con una alta precisión estadística sigma. Se trata de una flauta gigantesca, por dar más detalles. - El informático mira unos segundos con los ojos brillantes, como si lo que ha dicho hasta ahora fuera una adivinanza que debéis resolver. - ¡Según el software, la música sale de los árboles!

El matemático se gira y vuelve a teclear sobre su ordenador mientras vuelve a hablar: - Si efectivamente son los árboles quienes cantan, y sabiendo que lo hicieron al anochecer, cuando su ritmo oxígeno-dióxido de carbono varía, no descarto que...

Justo en ese momento, la melodía que sonó el día anterior vuelve a dejarse oír de manera muy suave.

- ¡Lo hagan también al amanecer! - Exclamó el Sr. Kengsinton levantando los brazos eufórico.

Eso lo explica bien, Albert.  Que interesante. Yo pensé que era algo más activo, no pasivo.  Por aquello de las espinas defensivas también.  Quizá sean diferentes árboles.  En todo caso, ¡que avanzada manipulación genética!  ¡Tanto aprenderemos de ellos! 

La Dra. Srinivasan acabó de morder unos chapatis recién calentados como desayuno, los cuales compartió con sus colegas, y revisó (con dedos limpios) el libro de botánica mientras examinaba tanto los árboles de espinas que los defendieron como los árboles silbantes.    

Después de esto, ¿vamos al edificio Charlie (C)?  Ya estamos muy adentro de esto como para detenernos en este momento.  ¿Lo ven así, colegas?  

Y la civilización, ¿es el conglomerado que nos permite avanzar en conocimiento, en ciencia?  El progreso económico que eso trae alimenta a una civilización que lo fomenta.  -seguía con su pregunta filosófica, a cada vuelta de la hoja del libro de ruinas que se les abría de par en par a estas difíciles horas. 

Batsy se preparó sorprendentemente bien. La noche de descanso le había permitido recuperarse de la conmoción del ataque, la ansiedad de la muerte del bebé-planta y, en general, del cansancio del intenso día. Salió de la crisálida de su saco de dormir estirando los brazos esbeltos y bostezando como un león de la sabana, para dirigirse después sin dejar de estirarse hacia la taza de café. Lo tomó con placer, sin escaldarse a pesar de haberse servido de la cafetera que borboteaba en el fuego.

- Mataría por un po-po-po-poco de miel.- susurró para si mismo, mientras buscaba un sitio donde sentarse.

Escuchó con calma a sus compañeros, mientras tomaba el café y miraba alrededor en busca de algo con lo que acompañarlo, hasta que se dio cuenta de que la Doctora estaba comiendo con sus libro en la mano. Le dirigió una mirada horrorizada y se atragantó con el café.

- Te-te-te-tenga cuidado con eso. Las migas, los dedos.- empezó a atosigar a la india, revoloteando alrededor suya como un pájaro intentando proteger su nido. Finalmente, desistió, y volvió a posarse en el asiento en el que había estado antes, sin apartar su angustiada mirada del libro.

- El edificio C es buen comienzo, aun-aun-aunque me gustaría echar un vistazo a lo que quede de los atacantes por... por ver si vemos de donde vinieron.- tartamudeó como le era habitual, aunque con más entusiasmo que la noche anterior.- Mi duda es ¿Nos mantendremos todos juntos o nos separaremos de nuevo?

- Creo que es buena opción ir todos juntos. Después de todo, el cadáver del atacante está aquí al lado, y después ya podemos caminar hacia ese edificio, el "C". - Dijo el matemático.

El bibliotecario asintió: realmente prefería que permaneciesen unidos. El ataque de la noche anterior le había demostrado que su exploración no era un simple paseo con acampada en la selva del subcontinente indio: los "cazadores" tenían intenciones verdaderamente hostiles, y cuanto más pequeños fuesen los grupos en los que se moviesen, más posibilidades había de que cayesen en una trampa o una emboscada de la que no fuesen capaces de salir. Y si bien tenía la curiosidad y el deseo de descubrir el misterio de esas ruinas, le tenía más aprecio a su vida. Se terminó el café y se limpió del regazo las pocas migas que quedaban de su tostada.

- Entonces vayamos al edificio C, si-si-si-si han terminado de desayunar claro.- dijo mientras se ponía en pie

Aprovechó el pequeño momento de pausa para ponerle la batería, tarjeta y demás a la cámara y colgarsela al hombro; afiló unos pocos lápices para llevarlos junto a su cuaderno de notas y, en general, para preparar el equipo del día

Me había costado despertarme. La verdad es que después de la guardia me había costado conciliar un poco el sueño, sobretodo pensando en lo que había visto por la noche en los árboles. No estaba seguro de lo que había sido y estuve reflexionando sobre ello durante un buen rato antes de dormirme.

Sueños sobre carnívoros y hervíboros me asaltaron durante la noche. Soñé con plantas y con criaturas similares a no-muertos saliendo de ellas en forma de una especie de ejército sin mente. También soñé con árboles que se movían solos, árboles que caminaban y cerraban círculos en torno a mí. Árboles que me absorbían y notaba como me asimilaban a ellos.

Al despertar entre sudores, vi que todo el mundo ya estaba activo y habían preparado algo de desayuno.

Buenos días. - dije mientras me frotaba los ojos aún semi dormido. - Que buen olor hace todo.

Me acerqué al resto del grupo y me senté como pude. Cogí algo de desayunar mientras ordenaba mis ideas.

Tengo algo extraño que explicaros. Lo detecté ayer por la tarde antes del ataque y ayer noche durante la guardia lo volví a notar. - mordí de nuevo un bocado - Los árboles se mueven. Sí, sí, claro, ya lo sé. Es normal. No. Me refiero a que tienen vida propia. Las copas de los árboles se movían tapando el cielo y no había ni un ápice de la más leve brisa. No era un movimiento al azar. Tapaban los huecos por los que se veía el cielo. Parecía como si se acercaran unos a otros intentando abrazarse con las ramas. Se oía el roce de las hojas y las ramas entre ellas haciendo de nuevo ese sonido que escuchamos junto a la música.

Me callé esperando escuchar las opiniones de los demás. Esperaba que me tomaran por loco o que dijeran que había sido mi imaginación, pero estaba seguro de lo que había visto y después de lo que habíamos vivido las últimas horas, esperaba que tuvieran la mente abierta a todo. No obstante, eran todos científicos de una u otra rama.

El camino hacia el edificio etiquetado como "C" discurre a través de una senda casi enterrada por la vegetación. Al parecer, cuando el lugar estuvo ocupado por los constructores de las ruinas, debía ser un camino principal que conectaba diferentes puntos. En el suelo, a medida que camináis, veis piedras dispuestas a modo de adoquines a lo largo de la senda. El paseo es un poco largo, pero la sensación del estómago lleno y la suave temperatura de primera hora del día os hace no ir con prisa alguna. Durante el mismo, no podéis evitar la sensación de mirar de reojo la vegetación a ambos lados, esperando un movimiento, un "algo" que reflejen las palabras que el Sr. Ohrin os ha contado acerca del movimiento de las copas de los árboles.

A mitad de camino, aproximadamente, os dais cuenta que el edificio "C" no es un edificio como tal, sino una disposición de monolitos en forma circular, en torno a algo. Hasta que no lleguéis, no podréis saberlo, así que aceleráis el paso.

Al llegar, veis asombrados como hay un colorido mandala circular en el suelo, como si fuera una pequeña plaza mediterránea. El mandala está compuesto de baldosas coloreadas con diversos colores, formando una compleja figura de unos veinticinco metros de radio. En el centro hay algo que os llama la atención aún más: una pequeña semiesfera o domo de vidrio translúcido, que deja ver tanto las imágenes reflejadas en él como el interior, que no es más que baldosas de colores verdes y rojas similares a las que hay por el lugar. La precisión con la que una cultura ha podido manufacturar dicho vidrio dará para escribir ríos de tinta, y suponéis que requerirá en el futuro el trabajo de numerosos profesionales.

Pero eso no es todo, ahora viene lo más impresionante: seis altos monolitos de roca oscura rodean el mandala. Todos ellos tienen forma de "calzador de zapatos", como apunta el Sr. Kengsinton ante la curiosa mirada del resto del grupo. Todos disponen de unos cilindros de madera en la parte posterior encajados por uno de los extremos, seguramente para permitir que alguien subiese arriba, ya que la parte superior tiene una abertura circular en la que hay una figura de piedra esculpida. Diferente en cada una de ellas. Ahora mismo, el sol incide por la abertura de uno de los monolitos (y por tanto, sobre la figura ubicada allí), proyectado su sombra sobre la semiesfera de vidrio. Allí se puede ver una imagen, que a grandes rasgos se podría identificar con una hilera de varios individuos entrando a un lugar, y en su interior, una planta gigante con un individuo sentado en el interior de ella.

¿Una fusión de vida animal y vegetal, Sr. Ohrin?   ¿Con inteligencia? 

Haría sentido, pues, yo, de este libro, sólo puedo concluir que... -lo devolvió con mucho cuidado y reverencia bibliófila a Batsi- estas no son especies conocida para la comunidad científica -nuestra.

Sharada trató de recordar lo que había pasado anoche, cuando intentó establecer comunicación con los árboles defensores a través de tocar rítmicamente en sus troncos y raíces una de estas melodías de danza karnáti. 

Estaba en eso cuando llegaron al círculo de monolitos.   Anotó con cuidado la disposición y figuras de cada uno.   

Pues conforme el sol se mueva en el horizonte esto irá contando una historia.  Historia que ella pensaba poner en sus cuadernos de notas para ver si juntos hacían sentido.  Se acercó al cristal central.  Se movía de un lado al otro por si esto le daba una nueva perspectiva. 

¿Necesita esto proyectarse sobre el cristal para entenderlo? ¿Qué son las demás figuras?

Dan ganas de subirse a ellos, ¿no?

Cuando vió que su libro estaba a salvo, Batsy pareció recuperar su buen humor. Siguió con alegría al grupo por el sendero, silbando una tonadilla desafinada que, con esfuerzo, se podría medio reconocer como la música que habían bailado la noche anterior al tiempo que calibraba la cámara para la cantidad de luz de la mañana.

Cuando llegaron al "edificio C" abrió la boca sorprendido, y no tardó en empezar a retratar el mandala, los monolitos (tanto su forma general como las figuras) así como las sombras que se proyectaban sobre la esfera de cristal.

Observando estas, sacó su cuaderno y empezó a pasar páginas:

- En-en-en-en parte me recuerda bastante a el relieve que encontré ayer, la últi-ulti-última figura ofrecía una especie de capullo o loto al sol.- dijo mientras repasaba los dibujos y notas que había tomafo el día anterior. Después se dispuso a fotografiar con detalle el juego de las sombras sobre la esfera de cristal y a copiarlas a mano, para intentar desentrañar su significado.

La estructura era claramente un lugar de ritual. Aún no estaba claro a qué le dedicaban las oraciones o lo que fuera aquellas culturas, pero en aquel lugar se realizaban rituales, estaba seguro. Aquellas construcciones situadas de forma estratégica daban fe del dato.

Mientras los demás investigaban los monolitos con las figuras en su parte superior, yo me acerqué al mandala que se dibujaba en el centro de la zona. Caminé alrededor de él observando la distribución de los colores y las formas a lo largo y ancho del espacio que ocupaba. Me agaché a tocarlos y me levantaba para intentar verlo en perspectiva, pero era imposible desde esa distancia.

Me acerqué entonces a uno de los monolitos e intenté subirme a uno de ellos, para ver si desde la altura tenía una visión más clara del dibujo que había en el suelo.

Sharada, una vez anotadas lo que representaban las diferentes figuras, comenzó a elaborar una suposición, para luego discutirla con sus compañeros.  El paralax de sus diferentes opiniones sería importante, por lo que esperaría a que cada uno hiciera una hipótesis propia.

En lo que esto pasaba se fue hacia el mandala. 

Albert, ¿este mandala también tiene forma fibonacci?   Sharada fue a sentarse en forma de flor de loto, en el centro, para darse una sensación del lugar.  Había hecho algo similar hacía unos años en una iglesia católica que estaba vacía.  Se subió al púlpito y desde ahí observó la nave, imaginándose a la gente y su sentir y pensar al darse el sermón.

Una civilización también es una reflexión colectiva sobre la vida, sobre su sentido presente, sobre su sentido futuro, su sentido más profundo, "trascendente", por llamarlo de alguna manera.  No puedo dejar de pensar que la religión es un obstáculo para la verdad, tal y como la entendería la ciencia, pero por otro lado, responde preguntas sobre qué queremos hacer de nuestra vida que están realmente en otro espacio, más allá de las explicaciones de causas y efectos. 

Las figuras que coronan las aberturas superiores de los monolitos son extrañas e irregulares, amorfas. Están esculpidas en piedra y sin la proyección directa del sol para proyectar su sombra es muy complicado hacerse una idea de lo que representan. Ahora mismo, la figura que proyecta su sombra sobre la semiesfera simula ser una figura humana sentada con diversas lunas y soles sobre él.