Partida Rol por web

-Pues con poco fueg...

Arno de pronto se sorprende cuando ve venir a los dos soldados. Tocaba decidir entre plantar cara o salir por piernas. Decide disparar su tirachinas contra uno de ellos para luego subirse de un salto a uno de los tejados de las casas cercanas para ponerse así fuera del alcance de sus espadas. 

Ik Nhutil al escuchar los gritos y ver como aquellos humanos avanzaban hacia ellos con hostilidad se pone alerta. Preparándose para el combate se agacha en busca de piedras y se aleja para mantener la distancia. Era más prudente que su hermano pero seguía sin ser un cobarde (o eso quería pensar). Aun así comprobaría primero su puntería antes de poner en juego sus habilidades con el cucharon. 

Ñame el Segundo no se lo pensó ni un instante. Conforme aquellos humanos se acercaron, sacó su martillo y corrió enarbolándolo contra ellos. Ñame el Segundo culpaba a los humanos de la muerte de su clon hermano e iban a pagar por ello. ¿Porque habían sido los humanos, no? ¿Quién sino acabaría con su clon hermano? Seguro que también habrían acabado con el clon hermano de Ik Nhutil, aunque eso lo lamentaba menos. Corrió y corrió, buscando cargar contra los culpables de aquel kobilcidio.

Como buenos Kobolds os lanzáis al combate valiente y estupidamente claro está. Pero esta vez VOR os ha sonreido, y vuestros ataques son precisos. Uno de los humanos, recibe 2 piedras entre los ojos y 1 martillazo en la rodilla, lo que le hace gritar de dolor, lo que os hace poner una sonrisa malvada en vuestros labios. Aunque prudentemente Arno decide poner cierto terreno de por medio subiéndose al tejado del almacén, para poner cierta tierra de por medio entre sus rivales y él. 

Lo que es una buena idea, cuando los soldados enarbolan sus lanzas y se lanzan en ristre para convertiros en unos pinchitos morunos. Con tan mala fortuna que golpean a Ñame y a Ik haciéndoles feas heridas.

Ñame el Segundo se resiente de sus heridas, pero con rabia golpea al mismo humano que ya golpeó. No iba a irse de rositas tan fácilmente, ¿o qué se pensaba? Comenzó a darle con saña en la rodilla.

- ¡Esto por Ñame, pedazo de trozo de carne!- le gritó al humano, pero al mismo tiempo le entró hambre. Y aunque su clon hermano era todo un gourmet paciente, Ñame el Segundo no se aguantó ni un segundo y pegó un bocado en aquella pierna hecha de un pedazo de trozo de carne. Carne cruda, pero carne al fin y al cabo, así tenía más hierro y no se le iban las vitaminas.

Al tener al enemigo encima Ik Nhutil 2.0 no duda en sacar a relucir su manejo del cucharon e intenta asestar un golpe al mismo soldado al que ataca Ñame. La unión hace la fuerza, o algo así había escuchado en algún momento. ¿Sería a su hermano? Quizás demasiada sabiduría para el kobold muerto que, de haber mencionado aquellas palabras, ni siquiera se hubiera parado a pensar en el significado de las mismas.

- And again...- susurró entre dientes, dispuesto a no parar de golpear hasta la muerte de aquel sucio humano. 

Viendo a sus compañeros en problemas, Arno aprovecha su posición ventajosa para lanzar una piedra con su tirachinas contra uno de los guardias. Tras lo cual corre hacia el otro agua del tejado, intentando así escapar del posible alcance de las afiladas lanzas enemigas. Una táctica de guerra de guerrillas que había aprendido de sus tiempo de servicio en el cuerpo de exploradores del ejército kobold.

Arno cuidándose mucho de que no le golpeen las lanzas (aunque estando en el tejado eso sería cuanto menos difícil) lanza con gran puntería otro peñasco a la cabeza del guardia ya herido, que recibe un fuerte golpe del cucharón de Ik junto con un martillazo de Ñame, dejandole muy herido. Tanto que suelta su arma y sale corriendo (más bien arrastrandose) de allí en busca de refuerzos. El hombre que los había llamado viendo que las posibilidades de que maten a los Kobolds son mínimas salen corriendo en busca de más ayuda.

En tanto el guardia que queda, no se deja amedrentar y le pega un buen lanzazo a Ik que huele más sabroso por momentos, tanto que Ñame decide que estaría bien darle un buen mordisco al rechoncho hermano gemelo y silencioso de Ik.

Haciendo uso de su excepcional agilidad, Arno corre hasta el borde del tejado y salta desde lo alto haciendo volar al viento su capa para caer con pose molona incluida sobre la espalda del tipo que huye, intentando derribarlo y clavando su cuchillo sobre la espalda de éste para afianzar mejor su aterrizaje. Que si de paso se lo carga bien, pero lo principal es caer bien.

Ñame el Segundo buscaba darle un bocado a aquel trozo de carne que era la pierna de aquel humano, pero el olor de delicioso kobold hace que tome otra dirección. Ñame el Segundo suelta un buen mordisco al brazo de Ik Nhutil y mastica saboreando. Aquel pedazo de trozo de carne estaba mejor de lo que pensaba... Aquella carne... ¡sabía a bebé!

-Do hafías fenffiodado que estafas pfelledo de fefés, Ik Dhutil...- dijo Ñame el Segundo con la boca llena del mismo. 

Ik Nhutil 2.0 intenta desembarazarse de Ñame, ya que ha caído bajo el influjo caníbal de la especie y el kobold sabía muy bien como podían acabar aquellas muestras de cariño desenfrenado. En los huesos. Ya había participado en varios banquetes irrefrenables.

- Chstttt... - pretendió espantar a Ñame con varios aspavientos. 

Aprovechó también para coger distancia, corriendo fuera del alcance del soldado que aun quedaba para volver a atacar con su honda. Que sus compañeros probaran también el afilado metal de la lanza. Él aun lo sentía ardiendo dentro de él, allí donde había mordido su suave y aterciopelada piel. Esperaba que el trofeo por aquella victoria fuera en forma de bebé rollizo... 

Arno vuelve a hacer de las suyas, cogiendo carrerilla desde el tejado para por un momento volar como si fuera un pájaro para caer sobre la cabeza del soldado, lastima que su maña con las armas cuerpo a cuerpo no sea comparable con su agilidad y se hace un lio dejando caer el cuchillo al lado del hombre que recibe eso si una patada poco cariñosa del Kobold, que lo hace caer al suelo comiendo tierra y bastante muerto por la contusión final. Ik recibe el mordisco de Ñame que se relame goloso. En tanto que el soldado que os ataca falla al intentar atacar a Ñame, en tanto que Ik se aleja un poco renqueante, pero dispuesto a dar guerra a distancia.

Desde su nueva posición, a la espalda de uno de los guardias que está atacando a Ik y Ñame, arno se incorpora cogiendo de nuevo su cuchillo y corre hasta situarse entre las piernas de éste, posición ideal para cortarle las pelotas. Agarrando el cuchillo con las dos manos y con un movimiento ascendente, ataca directamente con la punta sobre la base de los huevos. La idea es que, una vez que el cuchillo pinche la carne, hacer un giro para cercenar las partes del soldado.

Ik Nhutil 2.0 se aleja más que magullado. Observa sus heridas con cara de espanto y dirige una mirada furiosa hacia el guardia vivo. Empieza a recoger piedras del suelo dispuesto a lanzarselas al causante de su dolor, al menos a uno de ellos... a Ñame lo dejaría por ahora. No era culpa suya, pensó, es que tengo un olor delicioso... Y mientras tuviera contra quien encauzar su ira todo iría bien. 

Ñame el Segundo se relame y no se percata que el guardia va a por él. Si se aleja del humano, es porque Ik Nhutil lo hace y Ñame el Segundo lo sigue. El olor de Ik Nhutil era a bebés asados con crema de calabaza y pistacho, como helado de bebés y nutella, como callos de bebés en su salsa. Ñame el Segundo más que seguir a Ik Nhutil, flotaba tras él.

-¿Por qué no me dijiste que olías tan bien Ik Nhutil?- Ñame pasó un brazo por los hombros de su compañero, dándole ya igual si estaban en mitad de una trifulca.- ¿Y no quisieras que fuéramos BFF? ¿Mejores amigos para siempre? ¿Besties? ¿Uña y carne? ¿Culo y mierda? Me pido culo, por supuesto...

Arno con una sola idea en el cuerpo de masacrar a los guardias para ganar honra Kobold se acerca al soldado por la espalda y le mete un buen golpe ascendente que le hace ver las estrellas y tener que pensarse que hará las largas noches de invierno. Eso si, esto no le detiene de lancear a Ñame cuando este se ha acercado a molestar a Ik cuando está recogiendo piedras. Lo que le hace brotar la sangre y que Ik no tenga más remedio que meterle un buen mordisco. Eso si, el aldeano se ha marchado y seguramente traiga más compañía después de haber visto la muerte del guardia.

Ñame el Segundo miro como Ik Nhutil le devolvía el mordisco, justo después de que aquel humano la tomara con él. Ñame el Segundo no comprendía la razón de aquel mordisco traicionero y se enfado.

-Eh, eh , eh... Que si quieres ser tú el culo solo tienes que decirlo, no hace falta mostrarse violento- Ñame el Segundo retiró el brazo de los hombros de Ik Nhutil. Aquella relación, aunque bonita y deliciosa, no tenía pinta de funcionar como Ñame el Segundo esperaba. Luego se palpo la herida que le había producido el guardia y se dio cuenta que ahora él olía a deliciosos bebés.- Un momento, un momento... ¿Qué ha pasado aquí? ¿¡QUIÉN ME HA ENCERRADO EN EL CUERPO DE UN BEBÉ!?- gritó Ñame el Segundo, entrando en pánico, hasta que se miró sus patas peludas y se palpó la cabeza y dientes.- Vale chicos, falsa alarma.

Al ver que el aldeano se escapaba, Arno volvió a rodar entre las piernas del soldado y sacó el tirachinas. Cogiendo una de sus piedras la sopesó durante un instante y la cargó en el arma. Estiró el brazo del arma y encajó el hombro mientrras con la otra mano estiró la tira elástica que tenía el proyectil. Apuntó al cogote del aldeano y soltó.

Ik Nhutil 2.0 es victima del embrujo del dulce olor de los kobolds y ahora es él, sin poder refrenarse, quien mete un buen mordisco a su compañero. No sin disfrutar el agradable sabor de su carne en su paladar y quedándose con ganas de más...

- Exquisito. - 

No, no debía comerse a su compañero. Estaba decidido a acabar con el canibalismo de su raza... Se alejó, intentando distanciarse del suculento aroma de Ñame el segundo para poder controlarse. Aquella debilidad había acabado con bastantes miembros de su familia, con más aun de sus congéneres. Pero la pregunta que aun no había conseguido resolver era ¿cómo combatirlo? La carne kobold era tan sabrosa... el olor tan cautivador... Empezó a salivar y miro de reojo a Ñame... ¿y si solo le doy uno más? ¿el último antes de dejarlo del todo?... No... No.... Debatía consigo mismo, intentando dominarse, mientras caminaba sin ninguna dirección en concreto.