Partida Rol por web

-(…) y los trajo a las lindes del bosque, en el claro donde la torre-observatorio de M`Bwa se alzaba. La luna, un glaucoma en el terciopelo de la noche, irradiaba sobre la construcción, la cúspide con la forma del emblema de LaMaraña. Una suerte de miasma bañaba la base y se enredaba en zarcillos en torno a los tobillos de Zadakiel, Darehl, Boront, Atmara y Gazel (éste actualmente atrapado en el cuerpo del anciano psiconauta Maalik) a medida que avanzaban. Un fulgor cárnico despuntaba a través de los ventanales que el prófugo empleaba para vigilar la estrellas, como el indicio de arcanas hechicerías.

Y nos lo queriamos perder. Dice Boront en tono apesadumbrado y de cascarrabias. Creo que habrá que entrar ahí, todo esto es muy muy raro...¿como quereis hacerlo o simplemente nos situamos alli y preguntamos por el señor de la torre?

El oriental bajo las manos para palpar la miasma, intentando descubrir que era.

Maalik apenas logra observar el tétrico paisaje en el que se ven envueltos, pues ha de entrecerrar sus ojos repentinamente con una mueca de trastorno. Su cabeza, ya maltrecha por un uso quizá excesivo de los alucinógenos, estaba sufriento demasiados cambios últimamente ¿o quizá era la psique de Gazel la que se estuviera realmente resintiendo?

-Se... -el revoltijo interno inicial del anciano le provocaba expresarse con trabajo-  sea lo que sea que decidamos deberíamos por lo pronto no estar tan al descubierto... aún al amparo de la noche

-Aunque el nephilim no pudo determinar de qué se trataba, lo cierto era que aquella emanación le daba mala espina.

La torre llegó en un momento a interponerse entre ellos y la fuente de luz blanca que emanaba del astro lunar proyectando insondables y caprichosas formas sombroides. Los ventanales se abrían en el muro como heridas sangrantes que arrojaban al exterior una alquimica y amarillenta luz que se diluía en lo negro de la noche y que tenían cierto efecto y poder hipnótico pues los ojos se quedaban posados en ellas de forma inconsciente.

Nuestro encuentro con el contador de fábulas está cerca. pronosticó la mujer mientras observaba la construción

Se acercó a la construcción sacando la espada y hundiéndola en la miasma para comprobar así de que se trataba.

-El nephilim de yerto corazón siente cómo su espada se clava en la tierra velada por la indolente bruma, mas no ocurre nada extraño. Ahora se encontran a una veintena de metros de la torre, en cuya base se distingue una puerta de madera con refuerzos de hierro.

Al oír las palabras de la mujer,giró la cabeza hacia ella mientras levantaba las patas una y otra vez para intentar evitar el contacto con la miasma.

-Eso espero,este lugar no me gusta ni un pelo...

Las palabras sonaron frías,como acostumbraban a hacerlo cada vez que el inu hablaba.

El enmascarado avanzó guardando con la espada en la mano derecha "Por fin ese maldito hechicero, me beberé su sangre una vez lo matemos", con ese pensamiento en mente no pudo evitar sonreír.

Una vez aparentemente recuperado de sus molestias, el viejo levanta la cabeza para poder observar mejor el entorno con sus pequeños ojos. Se podía atisbar un brillo en ellos cuando finalmente se posan en la imponente torre que se alzaba ante los viajeros, amenazante.

-Estemos atentos, el tramposo de M'bwa podría tener preparada cualquier artimaña para los visitantes indeseados...

-De repente, un percutir metálico y estomagante alcanza sus oídos desde la torre, el repiqueteo de mil agujas sobre la cara interior ascendiendo a una velocidad tan pasmosa que de inmediato asoma a través de los miradores en la cima lo que provoca el bullicio, derramándose como un hilillo de baba: una criatura extensa y correosa, un miriápodo de al menos diez metros de largo, cuyo cuerpo segmentado, aplanado y del color del orín aparece recubierto de antenas que destilan el miasma que inquietase a los aventureros y que destellan tóxicas a la luz de la luna.

El guardián los divisa y hace restallar sus mandíbulas en forma de tenaza, rebosantes de veneno. Arquea durante unos instantes en el aire la mitad de su cuerpo, aún adherido al pavimento, y se lanza sobre ellos como una lluvia de espinas.

¡¡¡CUIDADO!!!! Grita Boront mientras saca su hacha de combate dispuesto a enfrentarse al terrible adversario que viene cara a ellos.

Zadakiel miró su espada y sonrío

-Puede que bebas sangre de monstruo antes de que acabe el día-

Dijo mientras se preparaba para el combate.

Atmara estaba ensimismada con aquella onirica construcción elevada en el no transcurrir del tiempo. Sus sentido intentaban escudriñar cualquier fisura en aquella fábula máscara, tanto que casi no percibió la presencia de aquel ser quitinoso.

Concentrado intentando desentrañar los recovecos de la atalaya, la aparición del miriápodo pilla completamente por sorpresa a Maalik. Lamentablemente no es capaz de esquivar a tiempo la embestida del guardián de la torre, y una sensación de quemazón punzante le recorre desde su estomago hasta las extremidades.

-La mole del ciempiés restalla en el aire como un látigo y, en cuanto toca la tierra, unas líneas de energía carmesí se trenzan sobre la superficie de la torre, conformando arabescos y disparándose desde la base como los radios de un gran círculo de invocación que atrapa a los buscadores en su interior.

Con ojos sorprendidos rastrean la circunferencia que se va trazando más allá de la línea de árboles, comprendiendo un área irradiada de cinco mil metros cuadrados, cuyo límite descubren a una veintena de metros a sus espaldas.

El monstruo avanza como una saeta hacia el corazón de su estupor. Atmara y Maalik apenas tienen tiempo para reaccionar, no en cambio Zadakiel, Boront y Darehl, quienes ya blanden sus respectivas armas a punto para responder a la amenaza.