Partida Rol por web

La situación es complicada. Un ladrón ha entrado en el negocio de Will, donde trabaja Dragu. Ambos están agachados detrás de un mueble que estaban fabricando, cerca de la entrada. El ladrón también estaba agachado detrás de un carruaje. Un encargo de un noble de la ciudad, pero sobre el final del local. Un local de unos 400 metros cuadrados, amplio, y prácticamente vacío. Algunos tablones adornaban las paredes, de donde se cortaban los trozos para fabricar los encargos. Y que decir de los numerosos trabajos realizados, que se apilaban por los 400 metros, desordenados, algunos terminados, otros aún sin concluir. 

Aquél hombre, había entrado corriendo y se había escondido detrás de aquél carruaje. Tenía un arco que había disparado varias veces hacia vosotros. Por lo que habéis tenido que ocultaros detrás del mueble. 

Estábamos desarmados, pero por suerte para nosotros, teníamos armas allí. Varios ejemplos que por suerte, nos habían servido para vender bastantes. Sobretodo arcos. Gracias a la buena madera conseguida en el invierno pasado. 

- No creo que este tipo sea de por aquí. - Afirmo a mi ayudante, sobretodo por el acento que tenía. - Cuando abrieron la cárcel en Tnuo Nar, no podía imaginar los fugados estropearían los negocios de la ciudad. - Miro hacia donde están los arcos, hay varios metros, y salir en su busca nos pondríamos al descubierto para que aquel loco nos metiera una flecha en el cuerpo. - ¡Maldición! ¡Nuestras armas están allí! Aquí no nos podemos quedar parados... - Miro a Dragu. - Distráelo... intentaré llegar a los arcos y rodearle gracias a los muebles que tenemos repartidos por el taller.

Sin ni siquiera asomar la cabeza hago caso a las palabras de Will y arrojo en dirección al bandido todo lo que tengo a mano, desde restos de madera como clavos o herramientas y lo hago tan fuerte como puedo.
Espero que algo así sea suficiente para que Will alcance un par de arcos y desde dos flancos podamos abatir al criminal que nos acecha.
- ¡Sal de aquí maldito bastardo! ¡No tendremos piedad!

Las cosas lanzadas contra el presunto delincuente, alcanzan el carruaje que le protege, con tal violencia que rompen parte de éste. Consiguiendo el objetivo de distraerlo.

- ¡No volveré! ¡Antes muerto!

Grita justo antes de asomarse con el arco cargado y lanzar un ataque a Dragu.

Dragu ha realizado el trabajo perfectamente. Ha distraído el tiempo suficiente como para que pueda salir de nuestro escondite y llegar a los arcos. Cojo uno con cada mano, dispuesto a lanzar uno de ellos a mi ayudante.

Asomé la cabeza ligeramente cuando pude observar la flecha dirigiendose hacia mí. Por suerte, ya sea por la precipitación del disparo o la distracción conseguida por mis lanzamientos la flecha no se acercó a mi cabeza, impactando en la pared del fondo. Intentando no perder de vista a mi objetivo, le hago gestos a Will para que me alcance un arco y algunas flechas.

-¡Vamos Will, lanzamelo!

Cojo un arco y un carcaj, por suerte, el carcaj tenía seguridad y aunque las fechas estaban asomando, estaban lo suficientemente sujetas como para no desperdigarse en caso de ir corriendo. Por lo que esa seguridad me venía de lujo para hacer llegar las flechas a mi amigo. Sin pensarlo lo lanzo por el aire y sin esperar a que mi compañero lo coja, me doy la vuelta para coger un arco y un carcaj para mi.

En ese momento, el ladrón se gira hacia mi y dispara su arco. No lo vi venir, le di la espalda para coger mi arco y me había confiado en que no me dispararía. Y de pronto, la flecha se clavó en mi pecho, por debajo del hombro derecho. El dolor hace que caía al suelo inconsciente. 

Agarro al vuelo el arco con mi mano izquierda y el carcaj con la derecha. Mientras situo el carcaj en mi hombro estando cubierto por el mueble, veo caer a mi amigo al suelo tras el impacto de una flecha clavada en su pecho.

-¡Will!... mierda

No tengo tiempo de socorrer a mi amigo ni debo ser tan imprudente o puedo acabar como él. La rabia se apodera de mi. Saco una flecha del carcaj, cargo mi arco, apunto y disparo a mi objetivo a la vez que grito.

- ¡Malnacidoooooo!

Justo cuando la flecha sale del arco de Dragu, unos gritos llenan la calle. La flecha se clava en el carruaje, cerca de donde esté el ladrón, pero sin mayor efecto. La poca pericia que tenía Dragu en usar un arco le estaba pasando factura ahora. De repente, por la puerta del taller, entran cinco soldados del reino, jadeando, asustados y armados.

- ¡¡¡Correr!!!! ¡¡¡Huir de la ciudad!!!!

El grito era evidente que algo sucedía. De pronto, uno de los guardias cae al suelo con una flecha atravesando su estómago. El ladrón al ver la situación decide salir de su refugio y huir, pasando al lado de Dragu sin preocuparse por él.

No puedo perdonar lo que le ha hecho a mi amigo y mis pensamientos no van mas allá de la venganza.Cuando pasa el ladrón por mi lado extiendo mi brazo con el arco con el fin de que caiga.

El ladrón al pasar por la lado de Dragu, ve que éste le intenta trabar sus pies con el arco, pero esquiva el golpe no sin chocar contra uno de los muebles desechados por los carpinteros. El mueble cae con un estruendo y el ladrón recobra la compostura y sigue corriendo en dirección a los guardias.

Otras flecha atraviesa a otro guardia por la garganta. A través de la gran entrada al taller, ahora que Drago se ha girado para ver al ladrón como corre, ves a un montón de personas corriendo por la calle y algún que otro piel verde corriendo detrás de ellos. Los gritos de las personas son ensordecedores, los gritos de los pieles verdes son abrumadores. Los guardias, más que defender, parecen refugiarse en el taller. 

De pronto, una gran bola de piedra impregnada en fuego, o al menos eso es lo que parece, impacta en el techo del taller, haciendo que se desplome parte de este y que se prenda fuego todo el material que allí hay.

Sabiendo que no soy buen tirador y que enfrentarme al enemigo sería un suicidio, me intereso por mi amigo Wll, y lo intento arrastrar todo lo rápido que pueda al exterior del taller y busco una ruta segura para uir hacia el bosque o lo que haya a las afueras de la aldea.

El ladrón corre por la entrada del taller y se pierde por la calle, en medio de la riada de personas corriendo. Los guardias intentan cerrar la puerta del taller para protegerse, pero la inminente caída del techo y el fuego que se ha desatado en el interior, es más peligroso que lo de fuera. El instinto de supervivencia les empuja a salir al exterior y huir como hace todo el mundo, sin oponer resistencia a los pieles verdes que se encuentran en su paso. Quizás su intención es salvar a sus familiares antes de salvar a la ciudad. 

Dragu levanta el cuerpo de Will, cosa que no le cuesta trabajo, pero el correr con él hacia fuera es otra cosa. El techo sigue desplomándose y el fuego, que empezó poco a poco, se está extendiendo más, gracias en parte al aceite que lleva impregnada la piedra en parte a la madera que allí se encontraba. Es una tarea imposible de realizar y sale corriendo hacia el exterior. Justo en el momento en el que se desploma el taller.

El exterior es apabullante. La gente de la ciudad corre por sus vidas mientras son perseguidos por los pieles verdes. Ves vecinos, amigos en el suelo, con lanzas, flechas, hachas, espadas, etc, clavadas en cualquier parte de su cuerpo. El fuego de los edificios, el olor a humo, el sonido de los gritos de terror, dolor mezclado con el de rabia y victoria de los pieles verdes. Hace que todo parezca perdido.

Al ver que me es imposible trasladar a Will sin quedar allí atrapado con el, con todo el dolor de mi alma, dejo su cuerpo inconsciente en el interior y me dirijo hacia las afueras con el arco y el carcaj a buscar un lugar seguro donde esconderme. Cuando vuelva la calma ya me encargaré de buscar otros supervivientes.
En mi huida no miro atrás, me centro unicamente en escapar. Aun con lágrimas en los ojos soy capaz de encontrar el camino más seguro. Lagrimas por mi taller, por mi pueblo y vecinos... por Will, mi maestro y amigo.

Una vez a salvo me juro a mi mismo que esto no puede quedar impune. No se si seré capaz de vengar a mi pueblo, ni siquiera de reconstruirlo, pero lo que si aseguro es que haré todo lo que esté en mimano para buscar venganza. Una por mis vecinos. Otra por mi amigo. Tengo la imagen de la cara del ladrón que lo mató grabada a fuego en mi mente y su media sonrisa al ver caer a Will. Lástima que se me escapase, pero no descansaré hasta vengar a mi amigo, mi hermano.

Nada más salir del taller, cae muerto ante tus pies el cuerpo inerte de un piel verde, atravesado por una flecha de algún guardia valiente. Corres en dirección a la afuera, pasando cerca del Hospital, un edificio grande y majestuoso, donde no sólo atendían a heridos y enfermos, si no que servían para investigar. El edificio parece envuelto en una batalla campal, vista a través de sus ventanas rotas. Al pasar de largo y buscar la dirección de las casas de las afueras, las últimas casas colindantes a la ciudad, un grupo de cinco pieles verdes te prestan atención, entre la multitud que corre y grita. Se divierten masacrando, arrancando cabezas a su paso, manchando su piel del rojo de la sangre de los que a su paso, caían muertos por sus armas. 

Veo un grupo de esas criaturas delante de mi que se han percatado de mi presencia y comienzan a correr en mi dirección. Sé que solo soy un carpintero, no estoy entrenado en la lucha, por lo que no voy a enfrentarme de momento ni a uno solo de ellos, por lo que corro y corro intentando despistar a todo enemigo posible en dirección a las afueras con el fin de encontrar un lugar seguro para ocultarme y descansar.

Estoy con mi padre, en la entrada de mi casa. Todo es un descontrol. Todo el mundo corre mientras los pieles verdes acaban con su vida, prenden fuego a las casas y saquean las tabernas. Todo es un infierno. De repente, un hombre me llama la atención, viene corriendo por la calle y cinco pieles verdes le persiguen, miro hacia mi padre. Teníamos que salvarlo, pero él me niega con la cabeza. Su orden era entrar en casa y atrincherarse allí hasta que pase todo. Pero no puedo hacerlo. No puedo permitir más muertes. Cuando el hombre pasa por mi lado, con la única arma que había encontrado en mi casa, una pala, sacudo en la cabeza a un piel verde que le perseguía. Éste cae al suelo inconsciente.

- ¡Corre hacia mi casa! - Le grito al hombre para que entre allí a protegerse. - ¡Allí estaremos seguros!

Veo que mi hijo no quiere hacerme caso y se da de héroe. Niego con la cabeza mientras cargo mi arco con una flecha y disparo a otro de los pieles verdes que persiguen al hombre. Éste cae muerto al suelo. Rápidamente corro hacia la entrada de la casa y vuelvo a cargar el arco. ¡Tenían que entrar!

- ¡Vamos!

Ante una posibilidad de seguir vivo no podia negarme. Cambio la dirección de mi carrera y entro en la casa como me indica ese hombre. Una vez dentro y tras la protección de estos dos hombres, recupero el aliento como puedo y si es necesario dispongo mi arco listo para usarlo si la situación lo requiere.