Partida Rol por web

Alerce Rojo es una pequeña aldea en la Carretera Larga, unos pocos días al Norte de Aguas profundas y al Sur de Yartar. Es un lugar de paso para las caravanas que vienen de o van a las ciudades del Norte, con solo una Posada, La Espada Oscilante.

Una importante delegación de la ciudad de Mirabar desapareció en las cercanas Colinas Sombrías. La aldea entera está llena de noticias y rumores acerca de fieros incursores, monstruos errantes, extranjeros sospechosos y un cima fuera de lo normal.

En uno de tus sueños ve la delegación, no sabes por qué pero algo te impulsa a saber que pasó con ella. Tus pasos te han dirigido hasta Alerce Rojo para obtener más información

En la delegación viajaba un renombrado historiador enano escudo llamado Bruldenthar, es cual estaba trasladando su colección de manuscritos a Aguas Profundas. Los Arpistas no quieren que el sabio o sus libros caigan en malas manos. Por lo que os piden que investigueis la desaparición de la delegación y encontreis al sabio y sus libros

La delegación estaba transportando también el cuerpo de un caballero que murió luchando contra orcos en el Espinazo del Mundo. El caballero iba a ser enterrado en el Salón de la Cima con todos los honores, la Casa Capitular de una orden llamada Los Caballeros de Samular, Se encuentra en la porción sudeste de las Colinas Sombrías. Por lo que te piden que investigues para intentar recuperar el cuerpo del hermano caído

  ... ahhhh los poblados de pasos... siempre una historia que contar ...

... Siempre dilemas que tratar ...

     No hace muchos días uno de esos misteriosossimpáticos mensajeros se había cruzado en el camino de Pestañitas* y yo,el cual con cierto tono de urgencia nos indicaba la dirección a un poblado y la necesidad por investigar cierta desaparición  ... de seguro debía ser una de esas misiones super~duper importantes para los agentes super~duper calificados... , por lo que sin darle muchos rodeos y expectantes de que requerían de nuestras habilidades, cabalgamos a toda marchar hasta llegar al punto inicial de mi soliloquio.

     Bueno pestañitas...- comentaba a mi corcel de manera retorica mientras buscaba un sitio en donde poder dejarla descansando - somos un puñado de ratones de bibliotecas... escribimos historias de lo maaaaas interesantes... y ahora nos encontramos perdidos... ¿ se te ocurre cual seria el ultimo sitio que pudieron visitar ? - mientras aun le daba vueltas al asunto cierto lugar llama mi atención - ¡claaaaro !, ¡ la posada!, podrán ser todo lo adictos a su trabajo que quieran... pero un sitio para dormir y comer lo necesitan todos.. ¡¡ mas !!, si quieren evitar el ajetreo de las tabernas pestañitas si que eres una compañera lista *muack* - besando su frente y avanzando hacia el sitio.

   Atando en uno de los postes a las afueras del lugar a Pestañitas y entrando solo con mi fiel laud, empiezo a tantear el ambiente... mirando primero el publico presente... si hablaban en tonos muy altos o bajos... cualquier pista, que me ayudara a saber que tonada acompañaba mejor en el lugar.

  ... aunque si falla todo lo demás, la tonada de la clementina solitaria siempre les llega a los corazones...

Con paso decidido fue hacia Alerce Rojo. No tenía muy claro dónde estaba pero la intuición y aquellos malditos sueños le hacían andar hacia el Sur hacia Aguas Profundas. Tras semanas de viaje se encontró con una caravana de mercaderes que le señalaron la dirección exacta en la que se encontraba esa población a la que sabía que tenía que llegar para descubrir más de la situación de la Delegación de Mirabar que había desaparecido y que le había puesto en camino.

No tenía nada que ver con los Mirabarienses y sin embargo algo le hacia necesitar saber más de lo ocurrido mientras que de fondo en su cabeza seguía escuchando la risa del maldito Valor en su cabeza mientras caminaba decidido y se alimentaba de lo que los bosques le ofrecían.

Unos días más tarde de cruzarse con la caravana de mercaderes llegó por fin a Alerce Rojo. Sus ojos se estremecieron al tener que mezclarse con tanta gente en el interior del poblado y de seguro que le miraran con temor por su aspecto. Avanzó hacia el centro de la Aldea y buscó la taberna más cercana. En esos lugares siempre había gente charlando de todo lo que sucedía en los alrededores y en la localidad. Allí sabría algo de los Mirabarienses.

Entró en la taberna cuyo cartel rezaba "El Yelmo del Mediodía" y se movió apartando a la gente hasta llegar a la barra. De un salto se subió a la taberna y esperó a que el tabernero se acercara a él.

- Una jarra de cerveza, algo para comer y necesito saber que ha ocurrido con la delegación de Mirabar. le dijo directo al grano el enano.

Últimamente los problemas se multiplicaban: bandidos en los caminos, piratas en el Río Dessarin, avistamientos de monstruos a lo largo de las Colinas Sombrías, una delegación de Mirabar que había desaparecido por la zona y para rematarlo todo, seis azer bajo mi mando desaparecieron sin dejar rastro cuando los mandé por adelantado a recabar información. Tras indagar un poco por el camino hacia Alarce Rojo descubrí que habían sido atacados por miembros del Culto del Fuego, malditos sean.

A la misión de encontrar la delegación enana y recuperar el cuerpo del campeón de los Caballeros de Samular se me añadía la de recuperar a mis subordinados. Más les valía a ese culto del fuego no hacerles ningún daño o se iban a enterar de lo que era bueno.

Con unas metas claras y la intención de no decepcionar a la Orden del Guantelete entro en la ciudad de Alerce Rojo para recabar información a ver si consigo encontrar un punto de partida desde donde iniciar mis investigaciones.

Con paso decidido me dirijo a la única posada de la ciudad donde mientras aprovecho para comer y beber, mantengo el oído atento a las conversaciones de los parroquianos por si escucho algo interesante.

Un carro con varios tripulantes llegó por el Camino Largo y se paró a apenas unos metros de las primeras casas al sur de Alerce Rojo. Varias personas bajaron con sus bártulos, entre ellos Meriele. Se quedó un rato allí plantada, con la mochila aun a sus pies, mirando aquellos edificios que hacía tanto que no veía. Todo parecía igual pero distinto al mismo tiempo, y la elfa tardo unos instantes en  centrarse. Se ajustó al capucha, para poder seguir mirando a su alrededor sin llamar la atención más de la cuenta, se colocó la mochila sobre los hombros y tomó aire profundamente. Metió la mano en su zurrón y acarició a su ratón, que comenzó a dar vueltas sobre su mano. "De nuevo en casa", pensó, y se echó a caminar. 

Tuvo el impulso de ir directamente a la Espada Oscilante para conseguir una habitación, pero se dio cuenta a tiempo y reflexionó. En el pasado se metió en algunos líos, como siempre que pasaba el tiempo suficiente en algún sitio, así que prefirió simular que era la primera vez que visitaba aquel lugar. Así, se acercó al primer establecimiento del camino, Suministros de Vallivoe, y se dispuso a entrar para preguntar por algunas direcciones, como podría hacer cualquier extraño. Tenía recuerdos de aquel lugar, e intentó que su sonrisa, fruto del reencuentro con su lugar de nacimiento, no arruinaran su plan.

Una puerta al Norte del Santuario de todas las Fes se levanta La Espada Oscilante. La posada es una estructura de piedra de tres pisos, coronada por un empinado tejado de pizarra, erizado con multitud de chimeneas. Un signo cuelga justo encima de la puerta, colgando de unas cadenas. Es una cimitarra de madera tallada, de diez pies de longitud, con el nombre de la posada escrito en rojo en ambos lados. Un patio de posada con establos y cobertizos anexos se levanta detrás del edificio. La Espada Oscilante es acogedora y lujosa para los rústicos estándares del área. Cada sala dispone de una chimenea, cálidas cortinas y tapices, así como agua corriente (obtenida de cisternas construidas en el tejado). Ahora regentada por la familia Irkell de Aguas Profundas, la posada se ha convertido en un popular punto de parada para los viajeros en el Valle del Dessarin. El piso más alto está dedicado a dormitorios donde los viajeros pueden “dormir barato” en habitaciones compartidas de hasta seis huéspedes, pero los pisos más bajos están divididos en acogedoras suites, cada una con su propio guardarropa. También hay un comedor en la planta baja.

La Espada tiene un problema recurrente: incendios en la cocina. El anexo de un piso para la cocina en la parte de atrás de la posada, en la actualidad fuera de servicio, fue inicialmente construido con chimeneas que tiraban bastante mal. En la actualidad, la cocina de la posada es rudimentaria y se hace en el patio, en parrillas que flaquean los hornos. El comedor es usado principalmente para bebida, con el “Yelmo” (la taberna al otro lado de la carretera) proporcionando la mejor comida que los visitantes a la villa pueden adquirir fácilmente. Mientras que el Yelmo al Mediodía es el lugar donde escuchar a los alerceños explayarse, la Espada es el centro social sofisticado u punto de encuentro neutral de Alerce Rojo.

Anette después de amarrar a su poni en el establo, se paró en la puerta para ver a las personas que había en su interior, pudo distinguir a la mujer que regentaba el negocio, una mujer humana de unos cuarenta años, bastante agradable y robusta. Tiene a su cargo a dos personas que trabajan en la posada, todos ellos humanos, un hombre tuerto que es el encargado de los establos y una mujer que ayuda en todo a la propietaria. 

En su escrutinio Anette casi es arrollada por un hombre con aspecto de lobo que entra en la posada, mide el doble que Anette y es una suerte que no haya acabado en el suelo.

Los aldeanos que se encuentran en la posada giran la cabeza al veros pasar, la dueña os dedica una amplia sonrisa.

-¿Sois nuevos verdad? ¡Pasad! Poneos cómodos. Supongo que queréis descansar, pero si sois aventureros, me gustaría hablaros de algo que me preocupa.

-¿Otra vez con eso? -pregunta riendose uno de los inquilinos

-No es de risa, me preocupa lo que está creciendo en la oscuridad.

Te diriges hacia el Yelmo del Mediodía, te sorprende ver a una gnoma, no por ese hecho en sí, ya que has visto muchas a lo largo de tu vida, sino porque hablaba con su poni básicamente dando gritos, la joven se mete en la posada que está justo en frente de la taberna. Vas a acceder al interior cuando alguien te llama la atención, un hombre con forma de lobo entra en la posada justo detrás de la mujer gnomo.

Sin más distracciones entras la taberna. Justo al otro lado de la Carretera Larga desde la Posada Espada Oscilante se levanta una destartalada taberna de dos pisos. Unas oxidadas rejas de hierro protegen sus sucias y pequeñas ventanas. El nombre de la taberna aparece claramente escrito en grandes letras simples en ambos lados de un carcomido signo de madera. Encima del signo hay un oxidado yelmo cilíndrico con dos ranuras para los ojos (en realidad un barreño de metal puesto boca abajo). En el interior hay una sala común panelada en madera, grande y escasamente iluminada. Una escalera de madera sube al piso superior, el cual está tan escasamente iluminado y panelado en madera tan oscura como la planta baja. En la parte de atrás de la sala común hay una larga barra con tres lámparas de cobre colgando sobre ella, y unas escaleras que conducen a las bodegas. El Yelmo al Mediodía es donde los locales se relajan, chismorrean, flirtean, cuentas chistes y “batallitas” de sus días de trabajo, y se emborrachan. No es un lugar para una cena refinada. Una docena de camareros sirven en varios turnos en el Yelmo; la mayor parte de las noches, dos cubren la sala común en la planta baja y otro espera a los huéspedes en el piso superior. 

El propietario, un humano que escuchas que se llama Garlen te pone lo que has pedido

-Lo siento, no sé de que hablas -te comenta

-Yo sí -una mujer semiorca que se encuentra a tu lado en la barra te mira de abajo a arriba, por su olor y las jarras que hay amontonada a su lado te das cuenta que está borracha-. Iba en una caravana que venía de Beliard a través del Puente Oeste, llegamos hace dos días, aunque luego se fueron sin mi. Pero peleamos con unos guardias de Mirabaranos de la delegación desaparecida hace unos quince días. Pero nosotros no tuvimos nada que ver con su desaparición

Aparte de la desbordante variedad de puertas, barriles, muebles viejos carcomidos y herramientas apoyadas contra sus muros exteriores, este edificio parece una casa particular.
En un pequeño y descolorido letrero en la puerta delante se lee “Suministros de Vallivoe.” Las habitaciones están atestadas hasta el techo con nuevas mercancías y objetos usados de todo tipo.

El dueño, al que ya conoces de anterioridad ya que lleva años en ese establecimiento, el señor Endith Vallivoe no parece haberte reconocido. No recordabas que fuese tan bajito y encorvado.

-¿Puedo ayudarla en algo?

Al entrar, el cambio de la luminosidad de la calle con la acogedora umbra del interior hacen que, mientras mi vista se está aclimatando, no recabe en la presencia de una pequeña gnoma a la que casi arrollo. Rápidamente me agacho para cogerla de un brazo antes de que de con sus huesos en el suelo y, una vez recuperada su estabilidad, la suelto, haciéndole una pequeña reverencia. 

Mis disculpas, joven dama, espero no haberos causado daño. Permitídme compensaros con una jarra de hidromiel...

La dueña del local se percata de nuestra llegada e interesada, suelta algo sobre el crecimiento de la oscuridad. Intrigado asiento con la cabeza y busco una mesa donde sentarme desde donde pueda dominar la sala con mi vista y con mi oído, señalándola con un dedo y dirigiéndome a la misma no sin antes cederle la delantera a la gnoma a la que casi pisoteo.

       Quizás fuera un poco mi rama artística la que me estaba tentando a quedarme admirando mas de la cuenta el decorado y demás detalles de la posada, pero una cosa estaba clara... el lugar gritaba a los cuatro vientos que estaba empapado en historias ... desde la cimitarra... la elección de madera.... aderezado todo con cierto aire hogareño que toda posada debe dejar... sin duda el mejor lugar pa-...

      K...kyyyy...- exclamaba mientras sentia mi cuerpo ser arrastrada hacia dentro y aunque no pude evitar caer por el movimiento, al menos había logrado evitar que el laud sufriera siquiera un rasguño  - m...mas... c...cui...- levantando la vista para buscar el rostro de la figura - da...- aun mas pues aun seguía mirando su pecho y sus ropajes - do... - topando por fin con su semblante, pero no por pudiera estirar mas mi cuello, si no por que el mismo bajaba al nivel del suelo.

      T...tranquilo~tranquilo - cogiendo parte de su mano para poder afirmarme - m...me encandile un poco a mitad del camino, e..es mas culpa mía que tuya, peeeeero... si el ofrecimiento sigue en pieeee - dibujando una sonrisa - creo que lo voy a tomar con gusto.

    Uuuuuy, dilemas~dilemas... - emocionada miraba a la mujer a cargo - si puedo ser de alguna forma ayuda - golpeando mi pecho con energía - entonces usted, tiene toda la atención de la talento~si~SI~sí~sima Anette.

     Dicho esto y sin que la señora viera interrumpida su trabajo, como cualquier parroquiana busco un taburete y mesa vacía en donde sentarme a escuchar y pedir algo con que acompañar el ofrecimiento de bebida de aquel enorme muchacho.

Meriele se quedó un rato embelesada mirando todos los trastos a su alrededor. Caminó despacio, dejando que su vista fuese de aquí a allá, en una especie de trance que no se rompió hasta que escuchó una vez cerca de ella. Se giró y vio al señor Vallivoe, y por unos segundos no dijo nada. Sabía que los humanos envejecían rápido, pero no esperaba ver aquel proceso en alguien conocido. Cuando se dio cuenta de que llevaba un rato sin contestar, sonrió y trató de comportarse con normalidad.

- Buenos días, señor. Disculpe si le hago perder el tiempo, pero acabo de llegar y necesito algunas indicaciones. ¿Podría decirme dónde puedo encontrar un lugar donde alojarme? -se acercó algo más al hombre mientras miraba algún cacharro cercano y habló algo más bajo.- Voy a estar unos días aquí antes de seguir hacia el norte y no me importaría ganarme unas monedas. ¿Conoce de alguien que pueda necesitar una mano extra o algún problema que requiera ayuda? -volvió a mirar al hombre y le dedicó una sonrisa.- Estaba esperando encontrarme en el camino con un conocido mío, un enano escritor llamado Bruldenthar, así que le esperaré en Alerce Rojo por si me he adelantado en la marcha. ¿Le suena que alguien con ese nombre haya pasado por aquí? 

En la delegación viajaba un renombrado historiador enano escudo llamado Bruldenthar, es cual estaba trasladando su colección de manuscritos a Aguas Profundas. Los Arpistas no quieren que el sabio o sus libros caigan en malas manos. Los Arpistas te han pedido que viajes a Alerce Rojo, donde dos miembros de la facción se encuentran investigando el mismo suceso.

Te dan una descripción de esas dos miembros para que te sea más fácil encontrarlas

-Últimamente han habido muchos disturbios cerca de Alerce Rojo. He escuchado muchas historias acerca de nieblas que persisten en las Colinas Sombrías incluso a plena luz del día, y repentinas ráfagas de viento caliente que soplan hacia el oeste desde las colinas, donde siempre ha soplado un viento frío. Han habido avistamientos más violentos, como repentinos relámpagos que subían desde las colinas hacia un cielo completamente claro. Magia maligna sin duda. No lo he visto personalmente, pero muchos alerceños parecen asustados y furtivos últimamente y suelen desviar las preguntas... -os cuenta la propietaria de la posada al ver que estáis dispuestos a investigar

-Si os vais a quedar unos días La Espada Oscilante es tu lugar, la mejor y única posada de Alerce Rojo -te comenta Endith-. ¿Pertenecéis a alguna facción? Quizás ellos puedan tener un trabajo para ti. ¿Bruldenthar? No me suena, aunque hace unos pocos días le compré un libro enano a un buhonero. No sé si sería ese escritor amigo tuyo

Meriele se limitó a afirmar con la cabeza con expresión atenta ante la información sobre la posada. Iba a ser raro volver a La Espada Oscilante, y más aun para dormir en ella con normalidad y no escondida en algún rincón, como había hecho en noches de invierno. El resto de palabras de Vallivoe, sin embargo, llamaron mucho más su atención. 

- ¿Un libro enano? -dijo con curiosidad.- Me encantaría echarle un ojo, si fuese posible. Y sobre mi alineamiento, permita mi reserva si le digo que mi gente y yo preferimos ser sutiles con nuestra identidad.

Meriele acompañó aquella frase con un gesto secreto usado por los Arpistas y sus aliados para reconocerse unos a otros. Si el hombre no tenía tratos con los Arpistas, aquella frase y gesto no tendría porqué ser más que la muestra de alguien haciéndose la misteriosa o la interesante, pero para alguien cercano a ellos era un saludo, un intento de reconocerse en secreto.

Escucho atentamente a la posadera, asintiendo con la cabeza para dar muestras de que, efectivamente, cuenta con toda mi atención.

Entiendo... ¿y qué queréis que investiguemos exactamente?, ¿quiere que vayamos a dar una vuelta por las Colinas Sombrías a ver qué encontramos o tiene un encargo más específico...?

Doy un sorbo a mi bebida, paladeándola con fruición, estaba buena esta hidromiel, sí. Cruzo los dedos de mis manos apoyándolas sobre la mesa.

¿Conocéis a alguien que haya estado en esas colinas, algún testigo directo de lo que decís?