Partida Rol por web

- Por el amor de Dios! - exclamo al verla, un escalofrío recorre mi espina al recordar las historias del borracho en la taberna - Una mujer, desnuda -digo para llamar la atención al resto del grupo mientras apunto con un dedo hacia ella - Señorita - la llamo aunque sin atreverme a acercarme a ella.

Una mujer con este clima y que para peor llevaba una manta pero sin llegar a usarla tenía algo de sobrenatural e impío.

Alex no estaba hecho para el camino, eso ya lo sabía desde hacía tiempo. Pero aquella caminata no hacía sino confirmar que su cuerpo no estaba hecho para los trayectos largos. Aunque no se quejó (si aquella era la misión que el buen Señor le encomendaba, debería acatarla dando lo mejro de sí, y se había prometido mostrarse lo más estoico posible ante la situación), agradeció profundamente el alto que se tomaron.

Sacó un par de trozos de pan y queso, y se dispusó a disfrutar de aquellos placeres cuando, primero la silueta de un buitre sobrevolando por encima de ellos detuvo su boca a escasos centímetros de la comida. Aquel animal era de todo, menos señal de buen agüero... no obstante, tampoco habría dado mayor importancia a la situación, si en aquel momento el dominico no les hubiera hecho reparar en la figura de una mujer que, desnuda, se presentaba ante sus ojos... Ahora, sí, dejó a un lado pan y queso y con el rostro perplejo, se indorporó de la roca sobre la que se sentaba... no demasiado cómodamente.

¿Qué estaba haciendo aquella mujer en un paraje como ese, y totalmente en cueros?... Recordó la historia de la noche anterior en la posada, los cuentos de mujeres que vivían como animales haciendo pactos con espíritus diabólicos, y tragó saliva... No obstante, miró en derredor suyo, templando sus ánimos. Tenían sin duda la fuerza de Dios con ellos, y por si aquella necesitase de apoyo (que obviamente no sería así, pero no estaba de más considerarlo...), tenían la fuerza del número y a aquel hombre misterioso, el tal Gorka, que parecía capaz con el uso del hacha. Así pues, aún un poco dubitativo, pues la prudencia nunca está de más incluso cuando las buenas obras apremian, dió un par de pasos hacia donde aquella mujer se encontraba.

- ¡Pero buena mujer, ¿os encontráis bien? ¿Habéis sufrido algún ataque? Tenemos un médico que puede atenderos, comida y mantas!- voceó mientras dirigía poco a poco sus pasos hacia ella, intentando vislumbrar alguna herida o marca en su cuerpo que pudiera revelar qué es lo que le había sucedido, o de quién se trataba.

Pol asentía a las palabras de Ekaitz, cuando de pronto un enorme buitre surcó el cielo y, acto seguido, quedaba estupefacto ante la visión de una mujer completamente desnuda frente a ellos. Su mente racional buscaba alguna explicación a aquel suceso tan extraño, pero su intuición le hablaba de brujerías y seres fantásticos que poblaban aquellos parajes según cientos de leyendas que circulaban por Euskal Herria.

Aunque escuchó que el sacerdote de Oleti le aludía, no dio ni un paso, pues el temor le atenazaba, y así se mantendría hasta que el intelecto despejara las oscuras y amenazantes tinieblas de lo desconocido. En aquel momento no podía hacer más que mirar embobado a la muchacha; no con deseo, pues en sus años de monje bien que le habían enseñado a reprimir los pensamientos impuros y no había tenido mucho problema con eso, sino con estupefacción y suma curiosidad: ¿cómo era posible que una persona pudiera soportar aquel frío terrible andando desnuda? Lo primero que hizo fue buscar con la vista algún signo de violencia en ella que le trajera a la mente la ansiada explicación de su desnudez, y además observó el tono de su piel y comprobó si tiritaba, siempre a distancia.

Ví a la mujer desnuda que no podía ser otra de la que habían hablado en la taberna la noche anterior.  Durante un momento me quedé mirandola sin saber que hacer, tal vez lo mejor sería callarse y hacer como que no la había visto, lo más provable era que mis tres acompañantes decidieran atraparla y encerrarla en un calabozo por lasciva o vete a saber que.

Pero Aingeru también la había visto, y llamo la atención sobre ella al resto de nuestros compañeros. Su oportunidad de pasar desapercibida había acabado.

Esperé a ver como se comportaba la muchacha ante la presencia de nuestro grupo sin hacer ningún movimiento que pudiera ponerla nerviosa.

Juana no dijo nada, tenía en el equipaje algo de ropa y podría prestársela a la muchacha si hiciese falta, con unas puntadas podría adaptar su amplio vestido a aquella chica flacucha. Pero la cuestión es si era la chica violada que habían dejado libre o algún tipo de espíritu maléfico de los que buscaban la lujuria de los hombres para arrastrarlos a la perdición. Más bien se inclinaba por lo segundo, y aquella idea la hizo temblar de pies a cabeza.

Chu... Taaaate maldito perro lascivo! Como puede ser, engendro del demonio, como te atreves a salir hacia esa mujer, vuelve aquí o te prometo que no te dare nada más de comer por la cruz de San Juan!

El perro pulgoso de Justo salio a toda prisa contra la mujer mientras movia la cola de forma graciosa casi ni un millon de huesos detrendria a tal perro tan lujurioso.

Quieto maldito perro!

Cuando las ordenes de su dueño fueron imperiosas y hizo detener al can a escasos metros de la mujer. Mientras el perro jadeaba de forma desmedida.

Rápidamente, Yosef asoció la vision de aquella mujer con lo que alguien contaba el día anterior. Todos estábais estupefactos, unos más que otros (algunos incluso hablásteis a la chica). Y no fue sino Oleti y Aingeru, sin (curiosamente) mostrar ningún tipo de pudor ante la carne visible de la mujer y siendo ellos hombres de Dios, que éstos habláronla intentando arrancarle una explicación convincente de las razones de su estancia en esos parajes, además de su falta de vestido. El buitre seguía revoloteando en círculo por encima de vuestras cabezas.

Entonces, las palabras de los dos clérigos alertaron a la muchacha, que estaba por lo menos a unas diez o doce varas (había algunos árboles entre ella y vosotros), y rápidamente apartó la mirada del buitre, que también la sorprendió, para posarla en vosotros, en el grupo liderado por Gorka y Ekaitz. Sin embargo, hubo de asustarse, ¡y asustarse mucho!, pues enseguida dio unos pasos para atrás; evidentes y algo discretos, a la vez, haciendo como que intentaría huir a toda prisa de allí, de un momento a otro.

Fue justo cuando el perro del padre Justo echó a correr hacia ella, que la muchacha comenzó a poner "pies en polvorosa", y a correr alejándose del camino e internándose a su vez en el denso bosque. Comenzó a alejarse pisando con fuerza el enorme tomo de nieve con pies descalzos.

Miraste el buitre, y enseguida recordaste algo en torno a él que oíste a un viejo paciente tuyo mucho tiempo ha:

Siglos ha que vivía en alguna zona Guipuzcoana un hombre y un muer que tenía como fama de brujos. En realidad eran dos farsantes que vivían a costa de la credulidad de las gentes. Una de sus tretas fue que fingieron predecir que un día de noviembre se vería una luz que surcaría los cielos en cierta región, cerca de donde estáis. Esa luz sería presagio de grandes desgracias a no ser que las pobres e ignorantes gentes locales les pagaran para que su fama de brujos se materializara en una solución.

Entonces, lo que hicieron fue capturar un buitre joven de las peñas de Lekanda, al que soltaron una noche en el monte, atándole un cuerda empapada con sustancias que ardían lentamente. este ingenioso fraude supuso su ruina, ya que pocas noches, según dicen los rumores, se les apareció el mismísimo Diablo, muy enfadado. La pareja se abrazaba muerta de miedo, y el Diablo les explicó que por culpa suya había perdido un ben número de almas de pecadores que, al ver el supuesto prodigio en el cielo, se habían arrepentido de sus pecados... Por lo visto, las leyendas cuentan que la cabaña donde vivían los brujos quedó completamente calcinada y en su interior se encontraron sus cuerpos en posturas horriblemente retorcidas, como muertos presas de un terrible tormento...

Cuentan los más supersticiosos que, desde entonces, un gran buitre negro aparece en el cielo, lanzando grandes gritos...

Efectivamente, vislumbráis desde la distancia marcas en los dos brazos de aquella mujer, marcas negruzcas, como moratones o quizá de haberle apretado la carne. Pero nada de sangre o heridas visibles.

¡La Virgen! ¡Qué moza! -y aquella blasfemia puso colorado a Gorka, por comentarlo delante de tres clérigos-. ¡Ahi va la ostia, que se mete p'al bosque ella sola! ¡Hay que ir tras d'ella! ¡Se va a helar en cueros!

¡NO! -dijo Ekaitz enseguida-, ¡hemos de proseguir!, ¡a alguien le urgen las plantas que llevo conmigo!

Pol, que en un primer momento había sido invadido por el miedo irracional que suele atenazar a los cobardes, sobre todo cuando recordó la leyenda del buitre negro de Guipúzcoa, al ver huir a la pobre chica cambió completamente; su mente, ya liberada del miedo, volvió a ser invadida por su personalidad racional de médico, y queriendo cumplir el juramento hipocrático salió corriendo tras la muchacha.

-La moza está herida, requiere de mi ayuda igual que tú -dijo volviendo la vista un instante hacia Ekaitz sin dejar de correr; después, llamó a la muchacha-. ¡Soy médico! ¡Puedo ayudarte!

Pero entonces recordó que andaban sueltos los bandidos que habían atacado a Ekaitz; no iba a perderse en el bosque por intentar ayudar a aquella muchacha, que, quién sabe, podría estar loca, o aún peor, conducirles a una trampa; así que, si no se detenía a su llamado, no pensaba separarse de su grupo.

- Que Dios nos proteja. - exclamo preocupado - Si esa mujer es hija temerosa de Dios entonces debemos ayudarla, quién sabe qué razones la han llevado a perder sus ropajes. Y si es obra del diablo entonces debemos detenerla, una mujer desnuda en el bosque bien podría ser una bruja y debe ser llevada a la justicia divina.

Salgo detrás de la mujer esperando a que me sigan, si no es así me detengo y me giro para mirar el reaccionar de mis compañeros.

El dominico salió corriendo tras la mujer, si tenía alguna duda sobre seguir o no a la mujer aquello las disipó. Si alguien de aquel grupo no debía perderse en el bosque era el monje con el que tenía un trato.

El leñador y el médico también parecían dispuestos a ir por ella. - ¡Vamos! La chica necesita ayuda. - les dije a ambos mientras me lanzaba en persecución a Aingeru.

Al ver que la chica salia disparada hacia el bosque, el perro de Justo salio tras la chica haciendo caso omiso de su amo. Tras ello Justo dijo bruuuu maldito perro lascivo! esto es intolerable que un capellan como yo tenga un perro tan lujurioso. Esto es inconcedible. Maldito perro sarnoso vuelve con tu amo y no corras como alma que te lleva el diablo!

Justo ando unos pasos y silvo para que vuelva su can. Tras oir a los demas que habia que seguirla, no entendia el porque? pero callo y asento con la cabeza.

Justo no consiguió hacer volver al can con sus silbidos, y éste siguió corriendo detrás de la muchacha, hasta que ambos se internaron en el bosque tenían inmediatamente frente a sí. Pol, el monje Aingeru, el Padre Justo y Yosef corrieron tras la mujer, perdiéndose en el camino tras ella.

Sin embargo, el resto, que no eran sino Ekaitz, Gorka, el Padre Alex de Oleti y la mujer Juana quedáronse en el camino, pues Ekaitz insistía en reanudar su viaje y tan sólo quedársonse en el camino, como pasmados...

La compañía se dividía.

Vosotros cuatro os internásteis en el bosque, ¿dónde habría ido aquella mujer y en cueros? Desde luego no podía ir demasiado lejos, pues en tal situación y en medio de un bosque tan espeso, la dificultad de avance era bastante baja, incluso para el can del padre Justo. Pese a que unas huellas de persona o perro podrían distinguirse bastante bien de verlas, el problema era distinguir los lugares por dónde ubicarlas, pues la tanta cantidad de nieve y las posibilidades de dirección eran inmesas en esa "maraña" de árboles. ¿qué camino habrían tomado?

Haced los cuatro una tirada de Descubrir (PER). Si la superáis haced una tirada de Rastrear (PER), ésta vez con un +30% de bonus.

Veíais marcharse a los cuatro hombres tras el can y la mujer, y lo cierto es que se os quedaba la cara un poco "a cuadros". Ekaitz no podía creer lo que veía: habíanle acompañado para ser, ahora, abandonado de nuevo (casi en su totalidad, casi), en medio de un camino nevado.

¿Qué hacemos ahora? -os preguntaba algo desesperado-. Es casi de noche y es posible que esos bandidos estén por aquí..., ¡Alguien necesita estas hierbas...!

Tranquilo Ekaitz -dijo Gorka-. Será mejor pensar fríamente las cosas -su acento vasco, aunque tosco y cerrado, era tranquilizador-. Seguramente vengan enseguida, no creo que hayan ido muy lejos. Enseguida sabremos qué ocurre con esa mujer.

Haced todos una tirada de Descubrir (PER). Bonus del 30%.

- Creo que lo mejor es que los sigamos, si la alcanzan... tengo ropa de mujer en mi morral, será mejor que la vista si es que la atrapan... vayamos por donde se han ido, supongo que los encontraremos, como bien has dicho.

Pero en aquel momento...