Partida Rol por web

- ¡3000 coronas? No podemos pagar eso y eres plenamente consciente de ello. Es un precio casi insultante y que no es lo que vale y tampoco te aprovechará si no hay nadie dispuesto a pagarlo. 

...

- Por otro lado, si has averiguado nuestro episodio con la platamadera en cuestión de horas hay dos alternativas: también has tenido medios para saber para qué queremos el polvo de estrella y la pregunta sobra, o no has podido averiguarlo, en cuyo caso la información vale casi esas 3000 coronas. ¿Cuál es la válida? ¿Qué tal 1000 coronas y decirte qué queremos hacer con ella?

Yabitz había vuelto con ellos. Le habían perdido de vista nada más comenzar su viaje, pero Norm no sabía si le habían mandado a alguna misión secreta o si venía ahora de refuerzo. Como no se enteraba de eso y no quería quedarse atrás, dio la bienvenida al goblin mientras Flog le explicaba como iban las cosas. Ahora con dos, tendrían el doble de suerte.

En fin, al menos no era Softy. Eso desde luego. 

Luego se encontraron dentro del territorio de la siguiente proveedora de recursos. Aquella mujer se los ponía caros pero al menos era francamente amable. Norm sopesó la bolsa y que les habían dado y 

—Le garantizamos que la consumiremos y no la usaremos para quitarle mercado ni revenderla ¿No podría dárnosla un poco más barata? No podemos decir porque nos lo prohíben nuestros superiores, pero...

Fue situando monedas encima de la mesa, algunas de la bolsa y otras de la suya propia. Miró a Abot y luego a ella, Abot le había dicho que le diría para qué la queríamos. Si con lo que había puesto (que todavía no eran las monedas pedidas) y con decirle para qué era aceptaba el intercambio, quizá les saldría barata. 

-Oh vamos jefa Saddler, vamos a llevarnos todo el carro y no vamos a revenderlo. Eso merece que nos haga el precio de mayoristas. Te ahorras que tu gente tenga que distribuirla y nos vamos contentos por hacer tratos contigo. No se sabe cuando vamos a necesitar otro cargamento.

El precio le parecía abusivo, pero esto era una ciudad libre y cada cual podía poner el precio que se le antojase a sus mercancías.

- Sois duros negociando, sin lugar a dudas - comenta Alice mientras le tiende la mano a Norm y a Flog - Trato hecho. Os prepararé un carromato con la mercancía en un almacén. En cuanto este listo, pagareis y os llevaran a ella. No creo que tardemos más de media hora.

Un joven, con más pinta de matón que secretario acompaña al grupo a una salita cercana, equipada con una mesa con comida y vino además de caros y cómodos asientos.

- Si quieren esperar aquí, señores.

Flogdegnurt saca la bolsa y aporta la parte que le corresponda del pago.

Le resultaba haber sido capaces de resolver aquella situación de manera pacífica y sin apenas discutir. Temía que los estuvieran intentando timar, lo cual sería demasiado fácil en realidad, pues ninguno de ellos tenía la menor idea de cómo era el polvo ese de estrellas.

Aceptó sin reservas la hospitalidad de su anfitriona y se sirvió algo de comida y una buena jarra de vino. Ya se preocuparía de lo que viniese después.

Norm pasó de sus compañeros. Cada uno tendría las razones que fueran para no soltar guita. Pero era triste que para sermonear estuvieran todos dispuestos, pero para aflogar la gaita para salvar a la población... eso era otra cosa. 

—De acuerdo, aquí esperamos. 

Seguramente les iban a preparar alguna, pero sería mejor parecer inocentes estúpidos, así no se la prepararían de forma exagerada, y si lo hacían... se la devolverían. 

Tras una media hora el hombre que guio al grupo hasta la habitación regresa.

- Su mercancía esta preparada, si quieren acompañarme - dice mientras les señala la puerta.

El hombre guía al grupo por los muelles hasta un almacén algo apartado. Es un edificio en forma de L con dos puertas grandes abiertas, dentro se pueden adivinar un montón de cajas.

- Su carreta esta lista, con la mercancía cargada. La jefa me ha pedido que les diga que lo siente mucho y que les desea suerte. - tras señalar la puerta abandona el lugar.

Bastia dejó que sus compañeros negociaran con la mujer, cosa que parecieron llevar a cabo con profesionalidad y buen resultado.

Esperó pacientemente hasta que el matón les indicó que ya estaba todo preparado pero

La jefa me ha pedido que les diga que lo siente mucho

Aquella frase hizo que el pelo de la brinchie se erizara completamente y que sus orejas se tensaran.

Dejadme entrar primera. - dijo a sus compañeros mientras desenfundaba ambas espadas.

Yabiz se acercó a Caminarena en tono conciliador. -Los brinchies siempre tan desconfiados e impulsivos. Seguro que la señorita Saddler es una buena comerciante y depara a sus clientes el mejor de los tratos. Se veía una mujer inteligente, incluso para ser humana y como es inteligente no va a atacar a unos tipos curtidos como nosotros. Apuesto a que somos de los más duros del muelle. Solo un idiota intentaría atacarnos. Además somos buenos pagadores y si estamos contentos, volveremos para hacer más negocios. ¿Verdad?

Se giró hacia el hombre y le guiñó un ojo sonriente y amigable.

No. - el orco puso la mano en el hombro de la brinchie - Iré yo.

Quizás no valía mucho para negociar. O para los enrevesados motivos politicos que todos debian tener en esta ciudad y que apenas comprendia, haciendole sentir un poco fuera de lugar. Pero para lo que si valia era para proteger a sus compañeros.

Como haya problemas volveremos a hablar con tu jefa - le advirtio al hombre.

Con paso decidido, entró en el almacén. 

Varag se acerca a la puerta del almacén, desde ella puede ver a una docena de arqueros agachados tras cajas en las paredes del almacén apuntando a la puerta, también escucha los ruidos de otro grupo de personas que parecen estar tras la puerta, esperando para cortar la retirada al grupo.

Al fondo del almacén hay una carreta, aparentemente cargada.

El orco juraría que los arqueros son Eldakar.

Para cuando se quiso dar cuenta, Varag había tomado la iniciativa y se había acercado a echar un vistazo. Decidió respetar su decisión y esperar a que su compañero hubiese echado un vistazo antes de hacer nada.

El orco  se acercó a la puerta y husmeo el aire con un gruñido.

Cuantos sois. 15? 20? Bah. Nos vamos a llevar ese carromato. - dijo con voz tranquila - Teneis exactamente 30 segundos para salir pacificamente y tirar las armas. En caso contrario, usaremos la fuerza necesaria.

Nadie contesta desde el almacén...
 

Las palabras de Varag le sirvieron a Flogdegnurt para hacerse una idea de lo que estaba sucediendo dentro. En condiciones normales, pensaría en hacer una hoguera a la entrada y echar hierba húmeda encima para provocar humo. Escogiendo bien las hierbas incluso se podría hacer que el humo fuese irritante lo que tarde o temprano haría salir a quienes les estuviesen emboscando. Pero en una ciudad quizá no fuese tan fácil hacer algo así. Además, el almacén parecía grande. Quizá tardasen horas en conseguir el efecto deseado.
 
Otra posibilidad era encontrar otros posibles accesos. Se había fijado que estos humanos a veces ponían ventanas en los tejados. Una costumbre estúpida, pero que le vendría muy bien si conseguía llegar a una de ellas y lanzar un ataque por sorpresa que les diese alguna pequeña ventaja. 

Así que Flogdegnurt se dispuso a subir al tejado para ver si encontraba alguna de esas ventanas. 

Sin dudarlo, guardándose tras su escudo Varag se adentra en el almacén... y el infierno en forma de flechas se desata. El orco se hace una bola bajo su escudo, pero parece vivo.

Durante unos segundos que parecieron eternos, una lluvia de flechas calló sobre el voluminoso Orco. Escuchó el sonido de doce arcos dispararse, el silvido de las flechas cortando el aire para cruzar la escasa distancia que les separaba de Varag y el sonido de las puntas de acero clavándose en la madera del escudo.

Luego se hizo un breve silencio, Varag se alzaba como un titán, aturdido pero indemne. Antes de que los Eldakar pudieran volver a cargar, Yabiz rompió el silencio con su grito de guerra mientras cargaba contra los arqueros.

¡¡¡¡ALLÁ VAMOOOOOOOOOOZZZZZZ!!!!!
 

Varag, al no recibir respuesta se puso a andar hacia la puerta en lo que rapidamente se convirtió en un trote. Empezó a girar el hacha en su mano derecha mientras colocaba el escudo delante de el, con el borde apenas unos milimetros debajo de su linea de visión. Con un grito de guerra entró en el cobertizo y escuchó el ruido de los arcos.

Fiu! Fiu! Fiu! Fiu! Fiu! Fiu! Fiu! Fiu! Fiu! Fiu! Fiu! Fiu!

Casi de forma simultanea las flechas impactaron contra su escudo y su armadura, parando su carga por el impacto. Una rebotó contra el pesado yelmo a un par de centimetros de su ojo, pero salvo alguna magulladura y haber abollado la armadura nueva, el guerrero estaba bien. Como bien sabia el orco, entre la punteria Eldakar y el acero enano, ganaba generalmente el segundo. Sin darles tiempo a reaccionar, el orco apartó una de las cajas de una patada y con un movimiento de abajo hacia arriba clavó el hacha en el primer arquero que vió, arrancandole la mandibula y lanzandole contra un puñado de eldakar que de repente se encontraron entre el hacha del orco y la pared.

Me parece que no lo entendeis - les dijo con un gruñido - No estoy atrapado con vosotros. Vosotros estais atrapados conmigo!

Varag no sabía si servía de algo intentar acojonarles (quizas tuviesen mas miedo de su jefe que de la muerte) pero si se rendian no habria que matarles.