Partida Rol por web

Ya casi, ¡ya casi llegaba a clase! Mika-san había dejado la puerta abierta, así que sólo tenía que esprintar para pasar por ella y presentarse en clase. ¡Y de repente la puerta se cerró! ¡Y él ya no podía frenar! El enorme muchacho cerró los ojos en el momento en el que se comió la puerta, sacándola del dintel y cayendo al suelo junto con ella.

Cuando por fin se atrevió a abrir los ojos, vio a Mika Kaori ayudándole a levantarse apra llevarle a la enfermería.

 -Lo… ¡Lo siento mucho profesora!

Con expresión de PROFUNDA DEPRESIÓN (oh Kami-sama, ¿por qué eres tan cruel a veces), el gigantón se dejó ayudar a caminar hacia la enfermería.

 -Siento que tengas que acompañarme, Mika-san. ¡Soy un desastre enorme y horrendo!

Joe vaya, parece que Hiroshi se ha deprimido más de lo debido -Vaya por todos los kamis, como alguien con un aspecto tan fuerte y bruto puede ser tan sensiblero y llorón...- pensé sintiéndome algo culpable -Me da penita...- pensé.

-Tranquilo Hiroshi-san, no me molesta; además a sido un poquito culpa mía por cerrar la puerta, pero es que no sabía que ibas a esa velocidad- le dije intentando ser amable, a ver si conseguía consolarle -Además, si hablamos de desastres, yo te supero: me duermo en clase si es demasiado aburrida, me duermo en mi casa y llego tarde, no me entero de cuando son los exámenes, me tropiezo cada cuatro pasos mal contados... lo ves, te gano de paliza gigantón. Además, te olvidas de que eres buen cocinero, un gran deportista, eres amable y siempre tratas de ayudar- le comenté, para luego sonreirle cariñosamente, ya que seguia siendo un amigo -Anda, sonríe un poco como yo. Que siempre hay más motivos para sonreír que para lamentarse; y sobretodo tu que los tienes de sobra- le termine diciendo.

Las palabras parecen calar hondo en ti. Hoy Mika está especialmente favorecida, desde luego que la sonrisa le queda bien... pero... no es a ella a quien tenías que conquistar, así que te sentiste muy apreciado por una vez en tu vida y reuniste el ánimo necesario para volverte más positivo.

En ese momento entra Haranobu, y el profesor parece entrar en una desesperación mayor.- ¿Y TÚ VIENES TAN TRANQUILO? ¡YA ESTÁ BIEN! ¡EXAMEN ORAL SORPRESA! EL QUE NO LO PASE SE QUEDA SIN LA HORA DEL CLUB, HABLARÉ PERSONALMENTE CON EL QUE LO LLEVE PARA QUE ASÍ SEA.- el profesor daba bastante miedo cuando se ponía así. Miradas asesinas se escapaban hacia Kenichi y Haranobu por parte de sus compañeros...

El profesor se dedicó a llamar uno a uno a los alumnos para que fuera a su despacho y comenzó a hacerles preguntas.

Finalmente llegó el turno de Haranobu y de Kenichi

- A ver, háblame de la prosa del siglo XIX en Japón.- Dijo el profesor muy enfadado, aún con el ceño fruncido. 

Al notar la mirada de mis compañeros, empiezo a devolverles la mirada con la misma intensidad, si buscaban intimidarme, pues estaban perdiendo el tiempo y ellos lo sabían, yo no era la clase de chico que se quebraba con la presión del grupo.

Tras afianzar mi posición como macho alfa, me siento en mi pupitre y espero a ser llamado 

 -Mika-san…

Aquellas palabras unidas a tan cálida sonrisa hicieron que el ánimo del muchachote diera un giro completo. Se limpió las lágrimas y los mocos y se alzó sintiéndose mucho más animado.

 -¡Tienes razón! Un tropezón lo tiene cualquiera en la vida, los hombres y mujeres de verdad no lloran por cosas como esta.

Cogió a Mika por los hombros y la miró a la cara.

 -Muchas gracias por animarme, Mika-san. Eres una gran amiga.

Miruky era la enfermera del colegio, y era famosa, no precisamente por ser buena enfermera sino por las espectaculares vistas que ofrecía a los alumnos. Incluso había alumnos que se autolesionaban para poder verla. En ese momento estaba libre, mirando una revista de cotilleos.- ¡Hola! ¿Qué ha pasado? ¡Vaya! Hiroshi, parece que te has hecho un pequeño chichón... ¿Quién ha podido pegar a alguien tan fuertote como tú? 

Cuando llegaron a la enfermería, Hiroshi se puso tenso al ver llegar a la enfermera. Mantuvo su mirada fija en la cara de la misma y puso su voluntad al límite para evitar bajar los ojos a su generoso escote. Mirar el cuerpo de otra mujer estando enamorado de Mayurit era una falta de respeto, tanto para su amada como para la enfermera del instituto.

Cuando Miruky le preguntó por el golpe, el chico se puso un poco rojo.

 -Yo… Bueno, yo iba corriendo y no vi la puerta de la clase. Un tropezón sin importancia, apenas me duele. -para demostrarlo se tocó el chichón- ¡Auch! Vale, duele un poco, ¡pero no es grave!

Lo que le hizo acordarse de la puerta… ¡Que la había descuajaringado entera! ¿Y cómo iba a arreglar ese estropicio sin decirle a sus padres que lo pagaran? Ya se veía castigado durante lo que quedaba de cuatrimestre. ¡Igual hasta le prohibían ir al campamento! ¡Y eso sí que no, que no quería dejar a sus amigos en la estacada y mucho menos a Mayurit! Porque por supuesto, Hiroshi ya tenía asumidísimo que Mayurit iba a asistir al campamento también. Tendría que buscar una solución que no incluyera a sus padres… A ver qué les decía la profesora cuando regresaran.

Cuando llegamos a la enfermería, la enfermera estaba ojeando una revista del corazón -Desde luego, con una enfermera como esta ser torpe es una bendición para la vista; y sobre todo siendo chica, evitando así todas las sospechas de ser una mirona, jeje- pensé mientras sonreía debido al buen humor que traía despues de consolar a Hiroshi y ese pensamiento -Hola Miruky-san, buenos días- la saludé con una reverencia. No pude evitar tener que taparme la boca con la mano para evitar reirme de lo que dijo Miruky-san -Pues ha sido un enemigo digno de pesadillas y libros de terror: la puerta de clase- pensé mientras me contenía la risa de forma convincente -Bueno Hiroshi, por lo menos sólo ha sido un chichon por suerte. Quizás quien necesita una enfermera es la pobre puerta, jeje- dije alegrandome de que no fuera nada y soltando esa pequeña broma al final para relajar el ambiente.

- Jijiji así que una puerta malvada... bueno, has ganado la batalla entonces, al menos ella estará derribada, pero tú sigues en pie.- Dice de forma inocente mientras se agacha con un algodón y algo de alcohol para desinfectar la mínima herida. 

- Ahora ponte esto y listo.- Te da una bolsa de hielos para que te la coloques en la frente.

Rojo cual cereza madura, Hiroshi cogió rápidamente la bolsa de hielos y la usó para taparse la cara entera y así evitar más tentaciones turgentes y rebotantes.

 -¡Muchas gracias enfermera Miruky!

Luego se levantó y empezó a caminar hacia la salida.

 -¡Volvamos a clase! ¡Tenemos que esteta… estudiar! ¡Estudiar mucho para ser ciudadanos dignos el día de mañana!

Cuando había caminado un par de pasos se subió la bolsa a la frente para poder ver por dónde iba. Aunque era bastante en vano, ya que con bolsa o sin ella, con los ojos cerrados o abiertos, lo único que veía eran dos enormes pechos moviéndose de un lado para otro.

Lo siento Mayurit…

No perdí detalle en ver como Hiroshi se ponía más rojo que el trasero de un babuino (ni del motivo de su enrojecimiento, por supuesto con suma discreción. Que mirar no hace daño a nadie, y ojalá aún este a tiempo de tenerlas así de forma natural). Dios, las ganas que tenía de partirme de risa en ese momento; pero me contuve las ganas para no hacer más incómoda la situación de el pobre gigantón. Es que parecía un cachorrito desvalido del tamaño de un trolebús.

Cuando dijo que nos fuéramos con prisas y se le escapó ese "esteta"... me tuve que morder el labio para contenerme la risa -De acuerdo Hiroshi-san... pero relajate- le dije a Hiroshi asintiendo -Adios Miruky-san, siempre es un placer verla. Hasta otra- le dije sonriendo y haciendo una reverencia de despedida. Luego cuando ya estuvimos un poco más alejados, no pude evitar soltar la carcajada que llevaba aguantando desde hace mucho -Pffff... ¡Jajaja! Por favor, tendrías que verte la cara Hiroshi-san... ¡vale su precio en oro!- acabé soltando entre risas, hasta el punto de que me salían un par de lagrimitas -Perdon, perdón... esta mal reírse... jeje, pero es que llevaba rato aguantando- me disculpe por que la situación me hiciera gracia -Además... dudo que esa bolsa de hielo le enfríe el calentón... pfff, mejor eso no lo digo en voz alta- pensé otra vez tratando de resistir el reirme -¿Quieres entrar ahora en clase? ¿o prefieres tomarte un par de minutos en los que serenarte y que la gran pechonalidad de la enfermera se te vayan de la cabeza?- le pregunté. No podía evitar decirlo con tono de cierta broma, pero realmente quería que se tranquilizara.

El muchachote se tapó la rojísima cara con las manos.

 -¡No lo digas! ¡Soy un guarro! ¡Y he traicionado a mi amada! No debería haber mirado aquellas… aquellas… ¡Ese escote!

Respiró hondo y volvió a ponerse la bolsa de hielo en el chichón.

 -Creo que necesito esos dos minutos, Mika-san. ¡El director debería regular el uniforme de la enfermera del instituto! No es bueno para los alumnos ni respetuoso para ella.

Porque cuando te sentías como el mayor pervertido del mundo, ponerse digno y altruista era la mejor medida para calmar tu conciencia.

Ai... el pobre estaba muerto de la vergüenza -Tranquilo Hiroshi-san, no tienes porque ponerte así... era imposible no poder echar un vistazo; si hasta siendo una mujer como lo soy es inevitable posar la mirada en esa pedazo de pareja... es como si fueran un par de planetas cuyo campo gravitatorio atrajeran las miradas de todo el mundo, indiferentemente del género- le dije tratando de consolarle -Esa amada tuya (que espero que no sea Mayurit porque sino abría problemas) no se va ha sentir traicionada, hazme caso. Que soy una tía y entiendo de estos temas- le dije sonriendo.

Y una vez más no pude evitar reírme -Ya, como que el director querría regular eso. Créeme que no vas ha ser el último alumno en verlas; aunque si puede que seas el primero en no querer hacerlo. Y no es denigrante para ella, si se viste ella así porque quiere no creo que se sienta no respetuosa- le dije derribando sus comentarios haciéndose el digno -Estas en edad de crecimiento físico (aunque suene increible midiendo dos metros) y psicológico en el que tu cuerpo está pasando por cambios y empieza a encontrar apetecibles ciertas curvaturas del sexo opuesto. No te martirizes por una reacción instintiva de tu cuerpo y la naturaleza, sería lo equivalente a sentirse sucio cada vez que meas... ¿Estas más tranquilo o no?- le terminé de preguntar -Creo que debería hacerme psicóloga o algo; y asi si fueras mi paciente seguro que me forro escuchando y solucionando tus problemas- acabe soltando como broma sonriendo, a ver si así acababa de quitarsele los nervios y volvía a su color carne original.

La verdad era que Mika-san tenía toda la razón. Hiroshi suspiró sintiéndose derrotado por su amiga.

 -Pues visto así no te diré que no. Eso no quita que siga prefiriendo no mirar sus atributos femeninos. ¡Soy un hombre enamorado y fiel al cien por cien a su amada!

Y eso de la psicología le hizo pensar en…

 -Por cierto Mika-san, ¿tú a qué te quieres dedicar cuando te gradúes? Es decir, qué carrera vas a hacer o si vas a trabajar ya. Yo aún no lo tengo claro, porque tanto la cocina como la lucha tradicional me llaman mucho y sé que tengo talento para ambas, pero me cuesta decidirme por una. ¿Crees que la psicología podría ser una buena carrera para ti?

Esboze una sonrisa con su comentario -Pues bien, me alegra saber que mis curvas femeninas no serán estudiadas- dije bromeando y dejando esos dos temas de la enfermera a un lado.

Luego la pregunta de Hiroshi me dejó dubitativa -Hum... pues no se- fue lo primero que dije -No me habia parado a pensar todavía que carrera seguir... como deportista, por supuesto a una parte de mi le encantaría estar bateando en los mundiales, pero siendo más realistas...- me quedé bastante meditabunda, con los brazos cruzados -Lo de la psicología lo había dicho como broma... pero ahora no lo veo mal. Me gustaria ser aquella persona a la que puede recurrir la gente para desahogar su estrés y sus problemas...- dije realmente... contenta. No podía evitar que se me dibujara una sonrisa sincera en la cara a medida que iba imaginandone sentada al lado de una cama escuchando a alguien -Si... creo que psicóloga es mi profesión- dije realmente convencida -Pues mira Hiroshi-san, ahora te tengo que dar yo las gracias; gracias a ti se a que me dedicaré. Y tu podrías ser lo que más feliz te haga... ¿que te gustaría más? ¿dar de comer a otras personas... o intentar coronarte como campeón de sumo? Ahí no te puedo ayudar más- le terminé diciendo, agradecida y tratando de ayudar una última vez al chico -Creo que ya han pasado más de dos minutos; será mejor que vayamos a inglés antes de que Tiranuka-san se cabree con nosotros o peor, acabe la clase. Aprietate bien la bolsa, y finge bien que estas dolorido para que no nos eche una buena bronca- le dije a Hiroshi para que usase sus mejores habilidades de actuación.

Aquello hizo sonreír al grandullón.

 -Me alegro de haberte ayudado Mika-san. La verdad es que tendrías futuro como psicóloga y deportista. ¿Existen los psicólogos del deporte? Tal vez sea algo que tengas que inventar y acabes siendo millonaria. En cuanto a mí…

Se quedó pensativo un momento.

 -Creo que podré dedicarme a las dos cosas. Al deporte mientras sea joven y luego cuando sea mayor y tenga dinero ahorrado, abriré mi propio restaurante de temática japonesa tradicional.

Que si lo pensabas bien, era la idea perfecta. Sus dos padres estarían contentos y orgullosos y él no se lamentaría pensando qué habría pasado de haberse dedicado a una u otra cosa.

Cuando Mika le dijo lo de los dos minutos, Hiroshi asintió.

 -Sí, será mejor que vayamos volviendo ya. Y no te preocupes Mika-san, asumiré mis acciones para que la bronca me caiga sólo a mí. Es el deber de todo hombre que se precie.

Lo que le hacía volver a pensar en el lío en el que se iba a meter como sus padres se enterasen de aquello. En fin, en momentos así lo mejor era sacar pecho y ser valiente. Y también rezar para tener suerte y no ser castigado muy duramente.