Partida Rol por web

Y lo que tenía que pasar pasó, ya se había chocado con algo. Ah, no que era un alguien. Ay… mi… madre… ¡Que era su adorada Mayurit! ¡La flor más delicada había sido golpeada por el bruto más torpe del instituto! ¡Oh dolor y desesperación! ¡Seguro que ahora jamás querría volver a acercarse al chico que la dejó malherida aquel fatídico día de clase! Aunque… La verdad es que muy malherida no parecía, sólo algo aturdida. ¡Menos mal! Por un momento, Hiroshi ya se temía lo peor.

Rápidamente y con delicadeza, el muchachote ayudó a Mayurit a ponerse en pie y luego hizo una profunda reverencia delante de ella.

 -Lo siento muchísimo, iba a toda prisa y no te he visto pasar. ¿Te has hecho daño?

Me quedé un poco anonadada viendo la aproximación de Kenichi, ya que ni siquiera estaba mirando hacia su lado, y para colmo todos habían escuchado lo que le había dicho, así que no tuve más remedio que responder.- Perdona kenichi pero... sólo me gustan las chicas y no te estaba mirando a ti, miraba el cartel de la puerta.- Efectivamente Kenichi se dio cuenta que había un pequeño letrero en la puerta de su clase con información sobre el viaje.

Kenichi observó que la mayoría de chicas de alrededor conocidas y no conocidas de Mika empezaron a verlo mal, e incluso alguna susurró la palabra "Machista" y "Creído".

El chico sólo pudo pronunciar algunas palabras tartamudeando y de forma un poco extraña. Más que palabras eran sonidos parecidos a los que hacen los monos cuando intentan... ¿aparearse? Aunque de cierto modo a Mayurit le hizo gracia.- Vaya, supongo que eres gangoso y me estás pidiendo disculpas o algo... No pasa nada.- Recogió sus libros y siguió corriendo hacia su clase, cuando giraste la multitud se la había tragado ¡Habías quedado como un estúpido! Al menos habías cruzado algunas palabras con Mayurit...

Genial, el clásico tiro por la culata, mejor aquí corrió que aquí quedo. - pienso mientras busco una forma ingeniosa de salir del lío.

Mil perdones, debí malinterpretar las cosas, pero como últimamente tienes la costumbre de caer continuamente sobre mi, pues creí que lo estabas haciendo a posta.

De verdad lo siento mucho, pero no es común que una persona tropiece con otra tan seguido. Mil perdones. - digo con expresión de arrepentido.

Espero me sepas comprender.

Y el mundo se partió en dos, tragándose a Hiroshi Tameyama y envolviéndole en una nube de pura desesperación. ¡La había tenido delante y no había sido capaz de articular una palabra en condiciones! ¡¿Por qué el amor era tan sumamente cruel?! Y lo peor era que al haberse dejado la tarta en la taquilla no había podido ofrecérsela a Mayurit como compensación por el tropiezo. ¡Con lo bien que habría quedado! Tal vez… Tal vez incluso le hubiera sacado una sonrisa a sus perfectos y sonrosados labios, que iluminaban el día más incluso que el sol.

El muchachote suspiró como el enamorado triste que era y, despacio, retomó el camino a su clase. Ahora llegar tarde le importaba bastante menos que antes…

Para finalizar el día de hoy teníais clase de gimnasia, y la profesora era llamada Ramensa, porque fue campeona de comer Ramen antes de meterse en el mundo del fitness. Era una persona muy competitiva que hacía lo que fuera por quedar por encima si se le retaba en alguna competición, lo que la convirtió en competente en todo lo que se proponía. Adelgazó 130 kilos cuando quiso dedicarse al fitness y ahora tiene un cuerpo perfecto. Tenía un carácter seco y fuerte, como si fuera un hombre. De hecho se hablaba que quizás tenía una pareja mujer fuera del instituto.

- Bien, vamos a empezar, quiero que hagáis 20 flexiones y 15 minutos de carrera continua.- Dijo y tras esto dio un golpe de silbato para que os pusierais en marcha.

Tras el calentamiento explicó la actividad de hoy.- Vamos a practicar el lanzamiento de peso con balón medicinal, poneros por pareja e intentad lanzarlo lo más lejos posible, para ello vuestra pareja pondrá el pie donde ha caído el balón para que pueda observar detenidamente la longitud y medirla ¡YA!

Y la clase que ahora tocaba era "Plástica" o como el profesor Sokonote decía: Arte. El profesor era muy despistado y a menudo hacíais dibujo libre porque no se acordaba de traer todos los materiales.- Bien chicos, vamos a empezar... Esto no es... oh, me he confundido de curso, he traído lo que no es... bueno, vamos a hacerlo de todos modos.- Dibujó en la pizarra una casita con un perro y una familia feliz.- Tenéis que dibujar lo mejor posible vuestra casa ideal, tened en cuenta que esto es para aprender las figuras básicas así que utilizad reglas y compases para hacerlo lo más preciso posible.

Los ejercicios propuestos por la profesora me  resultaron de lo más sencillos y tras acabar con el calentamiento pasamos al balón medicinal.

Tal vez fuera por mi arduo entrenamiento o simplemente porque estaba en racha, lanzar el balón reultó ser una tarea bastante simple y tras un par de movimientos arrojé el balón lo más lejos que pude, marcando una buena distancia.

Bueno… De lo malo malo, al menos había conseguido llegar justo a tiempo a la clase. Y además era la clase de arte, una de las que menos trabajo le había costado desde siempre. Y aunque había que decir que aquel día no se sentía especialmente inspirado para hacer nada artístico, la idea de dibujar su hogar ideal con su familia ideal (compuesta por él, su queridísima Mayurit, unos cuantos niños y mascotas) le estaba animando bastante.

Cogió sus útiles de dibujo y empezó a hacer una bonita casa de dos pisos de corte tradicional japonés, como las que se veían en las afueras de las grandes ciudades. No le salió un Van Gogh, pero al menos la casa estaba recta y en perspectiva. Y delante de la casa, se dibujó a sí mismo, a su queridísima Mayurit (aunque ningún dibujo que él pudiera hacer podría jamás capturar toda su belleza), dos niños, una niña y un perro. Sí, definitivamente esa era su casa ideal con su familia soñada en un futuro perfecto. Hiroshi suspiró como el adolescente enamorado que era. Ay… Qué maravillosos que eran los sueños…

Se acercó para ver el dibujo de Hiroshi y se ajustó las gafas mientras hablaba.- Vaya, la casa está muy bien, veo que has hecho a tu familia.- Se detuvo en el perro.- ¡Oh! No sabía que tenías un mono de mascota... ¡Qué divertido!.- Desde luego no había captado que eso era un perro, pero bueno, le había gustado el dibujo.

- Muy bien, Nobunaga, eso es un ejemplo de disciplina.- Dice la profesora cuando se acerca para ver cómo lo estás haciendo.- La has lanzado lejos, pero sé que puedes dar más aún.- Esta profesora era insaciable, pero estaba contenta con tu inicio en su clase. 

El timbre suena, y la gente se arremolina de nuevo en los pasillos haciendo que sea una masa insufrible e impenetrable, como las olas que empujan a los surfistas a la orilla, siendo la orilla la salida de clase.

Una vez terminadas las clases, me preparo para mi entrenamiento de la tarde, pero antes de dirigirme al dojo, busco a Mayurit, pues tenía una conversación pendiente con ella.

Sólo rogaba a los cielos que esta vez nadie nos interrumpiera, pues cada vez que intentaba iniciar una conversación con Myurit aparecía alguien y lo estropeaba todo, aún no entendía el porqué, pero debía remediarlo de alguna manera, tal vez invitando a Mayurit al Centro comercial.

¿Eh? ¿Qué? ¿Ya había terminado la clase? Qué pena, con lo entretenida que había estado… Pero bueno, ya lo decía el dicho: lo bueno, si breve, dos veces bueno. No es que él se lo hubiera creído alguna vez, pero siempre estaba bien tener esa frase para animarse cuando lo bueno se acababa…

Tras recoger sus cosas, el muchachote salió al pasillo en dirección a su taquilla. En general había sido un día medio decente, a pesar de su desafortunado tropezón con su adoradísima Mayurit. ¡Aún no se podía creer lo torpe que había sido! Ojalá hubiera podido darle la tarta de tres chocolates que había preparado en el club. Seguro que con eso la disculpa habría sido de las que salen en las películas románticas. Con un gran suspiro, Hiroshi guardó lo que no necesitaba en la taquilla y sacó lo que iba a llevarse a casa, entre otras cosas la fiambrera con la tarta. Bueno, al menos para merendar ya tenía algo.

Cada uno coge las cosas más esenciales de su taquilla y salís finalmente del cole. Kenichi, al igual que Hiroshi puede observar que Mayurit está a punto de montarse en la moto del chico que la fue a recoger el día anterior, lo que os daba la ligera sospecha de que algo podían estar teniendo, pues ella parecía totalmente ilusionada, mientras que él tenía pinta del típico chico que acaba dañando toda mujer a la que toca.

Ataviado con mi ropa de entrenamiento, me acerco a la pareja con tranquilidad.

Buenas tardes Mayurit-san, disculpa la intromisión, no quiero ser inoportuno ni nada parecido, pero quería pedirte un favor, es sobre lo de la práctica de la mañana, en verdad necesito ayuda con esos movimientos.

¿Tú crees que puedas ayudarme a alcanzar la posición adecuada? - pregunto con amabilidad.

Y al salir del edificio fue cuando la vio: su adoradísima Mayurit de nuevo en compañía de aquel tipo con pintas de macarra. ¡De macarra peligroso además! No, definitivamente Hiroshi no podía permitir de ninguna de las maneras que su mujer perfecta cayera en las garras de un criminal en potencia como aquel. El día anterior no había llegado a tiempo para impedir que se fuera, ¡pero hoy la había pillado justo a tiempo! Y además, para mejorar la oportunidad, Kenichi-san la estaba entreteniendo, así que Hiroshi pudo llegar a tiempo al lado de su compañero, la muchacha y el macarra.

Respiró hondo mientras esperaba a que Kenichi terminara de hablar y acto seguido hizo una reverencia delante de Mayurit antes de ofrecerle la fiambrera con la tarta.

 -Siento mucho interrumpir, pero sólo quería darte esto Mayurit-san. Es… a modo de disculpa por el tropezón de antes. Es una tarta de tres chocolates casera. Espero que te guste.

Y con la cara roja como un tomate, el muchachote acercó la fiambrera a su adorada, con intención de marcharse a toda velocidad en cuanto la cogiera.