Partida Rol por web

- El jarrón es lo más importante para la celebración... ¡No voy a llegar a tiempo!.- Dice cada vez más apurada Sakura.- No hay tiempo de buscar a nadie... vamos... por favor...- No parecía contenta con la idea de llevar sólo las flores... y tampoco parecía dispuesta a que te pusieras a buscar a alguien por mucho tiempo.

… Mierda, el plan era una gamberrada total y completa. Y lo peor es que no había pasamontañas capaz de disimular su volumen corporal, con lo cual que le reconocieran era algo seguro.

 -Eh… No es por menospreciar el plan, que está muy bien, pero… Por mucho pasamontañas que me ponga me van a reconocer Shiroya-san. Y además, hacer pintadas y tirar huevos es algo por lo que la policía nos podría detener. Ya sabes que no entienden cómo son los ajustes de cuentas entre los jóvenes y yo no soportaría la idea de que acabaras en la cárcel.

Llevarle la contraria directamente malo. ¡Llevarle la contraria directamente MALO!

 -¿No podríamos simplemente deshincharles las ruedas de sus bicicletas? Les fastidiará y eso no está recogido en el código penal.

Se quedó por un momento pensativa y cuando parecía que estaba entrando en razón te miró con odio y te dijo.- ERES UN MARICA, NO TE PREOCUPES, YA ME ENCARGARÉ YO...- acto seguido comenzó a caminar.- Pero le diré a mi padre que me has empujado para que no te vuelva a contratar.

Mierda, mierda y mil veces mierda… ¡Si sólo había hecho una sugerencia, ¿cómo había podido liarse todo tan rápido?! El gigantón intentó detener a la muchachita corriendo hasta alcanzarla y poniéndose delante de ella.

 -¡No es eso Shiroya-san! ¡Estoy preocupado por ti! ¿Y si te pillan y te detienen? ¿Has pensado cómo se sentirían tus padres si se enteraran de que su hijita está en la cárcel por hacer pintadas como un gamberro de baja estofa?

Tenía que convencerla de que no lo hiciera. Entre otras cosas porque sí que le preocupaba que Shiroya acabara encerrada. Con ese carácter tan combativo que tenía, podía acabar convertida en una criminal peligrosa si visitaba la chirona muy a menudo. Era hora de recurrir a la artillería pesada, así que, tragando saliva para intentar controlar sus nervios, Hiroshi se adelantó para tomar de las manos a la chica con delicadeza.

 -Piensa cómo nos sentiríamos todos si te perdiéramos.

Sin protestar cargo el jarrón y me encamino hacia la puerta del instituto. En verdad el condenado jarrón estaba la mar de pesado y a penas si podía cargarlo.

Con algo de suerte podríamos encontrar a alguien en el camino que nos echara un cable.

A Mika le cuesta subir las escaleras, a pesar de intentar sacar fuerzas de flaqueza sus piernas tiemblan cuando cruza una especie de barrera lumínica que lo hace todo más oscuro. De repente cuadros antiguos de profesores ya fallecidos se hacen presente en su pupila, en posturas majestuosas. El ruido se hace más fuerte entonces, pero al entrar en la habitación donde éste procede deja de escucharse, tras oírse el agudo chirrido de la puerta. La habitación es iluminada por la poca claridad de fuera, pues está totalmente oscura. Escuchas dos voces diferentes susurrando algo en la oscuridad ¿Serían fantasmas? 

La chica quedó por un momento pensativa tras las palabras de Hiroshi, parece como si estuviera recordando algo, una vivencia cercana con la cárcel pues sabes que es ligera de mollera y se le olvidan las cosas a menudo.- Esto no puede quedar así. Es injusto que te culpe por algo que no quieres hacer... No tengo por qué meterte en esto, lo tengo que hacer yo. ¡Ahora entiendo lo que me quieres decir!- Te dio un manotazo para coger el spray y salió corriendo, perdiéndola de vista al girar la esquina del callejón, ya que su velocidad era digna de una militar. En sus palabras se denotaba como decepción y dolor, supones que por la negativa tuya de ayudarla y por lo mal que lo estaba pasando en la escuela.

Intentas tirar del jarrón pero es imposible, ni un mamut podría moverlo... necesitarías por lo menos dos personas fornidas para llevarlo, y la calle a esa hora no parecía muy concurrida así que habría que pensar otra alternativa.

Sakura-chan, no hay forma que pueda mover esto yo solo, quizá con alguna carretilla o montacargas del taller de mecánica, pero a pulso imposible. - digo sudando copiosamente por el esfuerzo que me provoca tratar de mover el jarrón. 

Espérame aquí, voy al taller y con algo de suerte, regreso en un periquete. - agrego al tiempo que me alejo rápidamente de Sakura para ponerme en marcha hacia el taller.

Ya vuelvo, no tardo.

Gracias al cielo el taller no estaba muy lejos y ña vía como siempre andaba libre, sólo rogaba al cielo no toparme con nadie que me retrasara innecesariamente (ua ex)

Ay... cada vez que iba ascendiendo, el cabreo se me iba transformando poco a poco en canguelo -Bu-bueno... me han molestado al tocar... pero tampoco ha sido tan malo...- iba pensando cada vez un poco más asustada; pero ya quería saber que era por puro orgullo de no querer echarme atrás como una cobardica.

Cuando me aparecieron delante sin previo aviso los cuadros de los viejos profesores... ¡sentí como casi se me salía el corazón del pecho! -Creo... que es buen momento para replantearme las decisiones que he tomado en mi vida- pensé preocupada, ¿pero porque hacía esto? Entonces, una imagen me vino a la cabeza: Un montón de gente vitoreandome y llamándome "la chica más valiente del colegio", con Nobunaga y ese "novio" de Mayurit bajo mis pies derrotados, y a la pelirroja en mis brazos... esa imagen que más fantasiosa no podía ser a menos que metiera a un dragón, me animó a continuar. Oí ese par de voces dentro de la habitación... y saqué mi movil, para tener pruebas fotográficas de que estaba ahí -Mika la valiente, eso sonaría genial... vamos, que tu puedes...- dije caminando sigilosamente, no vaya ha ser que los fantasmas me oyesen.

Pasas a través de la puerta o te quedas en el marco sin pasar?

Aunque hubiera salido corriendo a toda velocidad, no habría podido alcanzar a la veloz muchacha. Así que se quedó allí de pie, con una sensación amarga. Shiroya no sería su tipo, pero eso no quería decir que no quisiera ayudarla. Simplemente… No le gustaba la idea de ir por la vía criminal.

Suspiró hondamente sintiéndose fatal por haber fallado a Tinikawe-san. Ojalá no le pasara nada… Con la cabeza gacha empezó a caminar hacia casa. Decididamente, había sido un día de perros.

Pero... Mañana sería otro día, ¿no? Otro día en el que tendría muchas más oportunidades de hacer las cosas bien. Y tal vez... Tal vez pudiera ir a hablar con el grupo de chicas que se metían con Shiroya. No le hacía gracia, pero si iba a decirles claramente que no podían seguir portándose así... A lo mejor dejaban de meterse con ella. Al menos merecía la pena intentarlo. Y así ayudaría a la joven y se sentiría menos culpable. Con renovada determinación, el muchachote aceleró el paso. Ayudaría a su amiga. Y acabaría por demostrar a su queridísima Mayurit que el chico con el que estaba saliendo era lo peor. ¡Y todo iba a salir de fábula! ¡Claro que sí!

La claridad se queda a un metro del umbral de la puerta, y te deja ver tan sólo un envejecido candelabro dorado donde en una época antigua debía de haber velas encendidas, pero que ahora son inexistentes. El candelabro está sobre un mueble medio destruido y lleno de telarañas, y a tu derecha hay una especie de armario acristalado lleno de libros polvorientos, tan polvorientos que tapan alguno de los dorsos. Delante no ves nada debido a la oscuridad, pero tiene pinta de que debe de haber más obstáculos, dada la disposición tan desordenada de lo poco que ves.

Los ruidos han cesado al abrir la puerta, pero notas una mirada sobrenatural observándote desde lejos, en un rincón, lo que hace que te recorra por la espina dorsal un escalofrío repentino.

Llegas al taller sin más problema, y allí hay una joven de espaldas con un mono azul acompañada de un señor mas robusto, que le da indicaciones.- Tienes que desenroscar la rueda de esta forma... muy bien...- acto seguido el hombre se gira y te mira extrañado.- Hola... la hora de recogida de coches no es hasta dentro de dos horas.- Dice secándose el sudor mientras la chica continúa su trabajo.

Vuelves a casa cabizbajo pero en parte satisfecho por no haber hecho ninguna locura, aunque Shiroya sigue en tu mente, ya que inconscientemente te preocupas por la locura que pueda estar haciendo en este momento, en el que llegas a casa y tu madre te sive la cena... ¿Qué será de Mayurit? ¿Y de Shiroya? Tenías muchos problemas en la cabeza, por ello tu madre te miró a los ojos y te preguntó.- Hijo mío, te veo preocupado desde hace unos días, ¿Va todo bien?

Buenas tardes, no vengo por eso, lo que sucede es que la presidente Kinomoto necesita transportar un objeto bastante pesado hacia el templo, se trata de un arteglo floral que la escuela ha preparado y necesitamos tomar prestado un montacargas.

Podrían facilitarnos uno de los suyos, lo traeré de vuelta personalmente. - digo al tiempo que busco con la mirada la herramienta adecuada.

Esto se estaba poniendo muy raro y extraño... y tenía toda la piel de mi cuerpo de gallina y el pelo de punta. Incluso el brazo con el que sujetaba mi móvil temblaba -E-esto se esta po-poniendo muy ra-raro... ¿Pe-pe-pero porque hago esto?- pensé asustada, hasta el punto de tartamudear en pensamientos -A si... fantasía de que soy la más valiente del cole y tener a Mayurit en mis brazos, y darle un valiente beso en sus labios- pensé algo más envalentonada. Con decisión, me acerqué a la puerta y la cerré detrás mía. Luego volví a mirar para delante con el móvil iniciando la grabación de un video... pienso descubrir el misterio de la sala embrujada hoy mismo para ganarme el amor de mi churri pelirroja -¡N-no te tengo miedo supuesto fantasma!- exclame fingiendo valentía -En esta sala estamos solos la menda y tu... y acabo de cerrar la unica puerta. ¡Para que aprendais a no interrumpirme mientras toco!- y una vez dicho esto, atrapada con más de un algo aquí, empecé a abrirme paso por las cosas viejas que había en la sala, siempre atenta por si alguien trataba de irse.