Partida Rol por web

Pese a la visión cada vez más reducida, podéis comprobar que la aldea de Garedoth está en una de las regiones más famosas por ser uno de los parajes más maravillosos de la naturaleza. En ningún otro lugar habéis visto crecer los árboles más verdes.

A vuestra derecha podéis ver un río cristalino y fresco que pasa por el pueblo, si vuestra mirada siguiese el curso del río podríais ver lo que en otros tiempo tuvo que haber sido un molino. El pueblo se encuentra en una planicie, y sus casas parecen muy bien cuidadas; podéis ver a lo lejos en las diversas casas las miradas curiosas de muchos de los pueblerinos hacia vosotros, no hay demasiada gente en la calle, y la mayoría parece que se están largando a sus casa a pasar la noche.

Roli detiene el carro y los caballos en un establo y os señala.

Allí está la taberna, vuestros compañeros deberían de estar allí, uno de ellos es un clérigo, se llama Nornas, y el otro no es del gremio, pero no parece mal tipo, se llama Eladamri.

Os acercáis a la puerta de la taberna...

Estos días de descanso, guardia e investigación en el pueblo han sido fructíferos. El bravo perro está atado cerca de la puerta de la bodega, tapando todo tipo de ruído que de allí saliese. Y el bandido por su parte lo habéis encerrado y apresado en el viejo molino. Berta os dió un juego de llaves y os pidió que si íbais a ir allí, que fuéseis con cierto cuidado y discreción. 

La taberna no está demasiado bulliciosa, tal vez una persona o dos, charlando tranquilamente respecto al ataque del otro día. Parece dificil que la gente hable entre ellos y no se habla acerca de otra cosa.

Berta está en la barra y Nottel está en la cocina. Os han dejado unas pintas de cerveza y comida caliente sobre la mesa.

La joven os informó esta mañana que Nager estaba comenzando a tener conciencia dentro del cuerpo de la rata. Y que al día siguiente ya podría estar bien para poder hablar con ellos. Su tono es bastante jovial cuando os dice estas cosas. La joven la verdad es que ha estado un poco más chicarachera y agradable con vosotros. Parece que con la gente del pueblo es cercana, aunque un tanto distante.

Estáis esperando, ya que los nuevos compañeros deberían llegar ahora por la noche, no debería haber ningún problema. Aunque Nornas recordaba vagamente al grupo de goblins que se enfrentaron al llegar.

Alatia bajó del carruaje y sin pensarlo dos veces se dirigió a la taberna y abrió la puerta. Al ser la de mayor rango del gremio asumió que debía tomar la iniciativa, al menos de momento. No se sentía en absoluto la líder del grupo, pero de alguna manera tenía que llevar un poco la voz cantante.

Sin dudarlo se dirigió al que tenía más pinta de posadero.

- Buenos noches, soy Alatia, del gremio de aventureros, ¿eres el posadero Nager?. Tenemos habitaciones reservadas pero si fuera posible te pediría que me llevaras ante el clérigo Nornas, mi compañero.

Observó tanto si sus dos compañeras la habían seguido como la gente que estaba sentada en las mesas buscando alguien con pinta de clérigo.

Mientras ayudo con el servicio veo ingresar a Alatia,  quien me confunde con Nager.

No, Nager está un poco indispuesto de momento, soy Eladamri, amigo de Nornas, el gruñón anda justo en esa mesa, voy a avisarle a Berta para ver lo de vuestro alojamiento. - respondo divertido, mientras atiendo a un par de comensales.

- Ah, tú eres el compañero de Nornas. - Se inclinó levemente como saludo. - Muchas gracias - se hizo a un lado y presentó a sus compañeras - Ellas son Lya y Hrönn, venimos a ayudar. Tengo una carta de presentación.

Se dejó llevar a la mesa donde estaba el clérigo.

Tú has visto un carro acercase en la lejanía. El carro se ha detenido en el establo, el jinete es... Roli, es el cochero del gremio,  estuvísteis hablando con él cuando decidísteis informar al gremio sobre lo sucedido. Parece un tipo eficiente.

Aunque no  hay demasiada gente en la calle del carro bajan tres personas. Una joven bastante atractiva, una mujer con un cuerpo fibroso que lleva apenas unas pieles para cubrirse, y en cabeza va una elfa de los bosques. Parece que su dirección es la taberna.

Mirando por el bosque no ves demasiadas cosas, algún zorro o algún animal que, furtívamente, intetaba entrar en el pueblo para robar algo, probablemente, alimentos.

Lya entró siguiendo a Alatia, atrayendo las miradas de las pocas personas que parecían congregarse allí.

- Encantada, Eladamri. Yo soy, Lya – se presentó en élfico al mago tendiéndole la mano con la palma hacia abajo, en gesto de presentación de dama acostumbrada a las galanterías de los caballeros – Te seguimos – indicó retomando el idioma común y siguiéndole junto a sus dos compañeras.

La dasharii bajó del carruaje y enseguida le hizo señas al cochero para que la siguiera.

–Vamos Roli. ¿No pensarás volver tú solo a estas horas? Por muy bueno que seas en lo tuyo, no es seguro el camino de noche. Además, te debo una cerveza, ¡y por todos los dioses que me vas a acompañar!

Hrönn entró detrás de las otras dos, y se presentó a Eladamri con un gruñido y un leve movimiento de cabeza.

La figura hosca y traumatizada de Nornas se levantó al escuchar la llegada de sus hermanos del gremio. Era un hombre masivo pero muy dañado por el fuego que lo dejó sin madre y sin casa. Vestía una pesada cota de malla y un escudo hecho por el mismo y se envolvía a modo de poncho en una extraña manta, más semejante a una cortina, hecha a mano, que Eladamri aún no había visto nunca.

El clérigo de la forja adelantó su mano. Cuando habló, su voz rasposa dejó claro que no era hombre de muchas palabras.

-Alatia, Lya, Hrön... es agradable veros a todas. Déjame ver esa carta.

La llegada de los nuevos integrantes no pasó desapercibida por los parroquianos que allí se encontraban, mirando con curiosidad, intentanto enterarse de quiénes eran y la razón por la que se habían acercado a aquellos que fueron los únicos que le habían plantado cara a los bandidos y habían salido bien parados.

Alatia le tiende la carta a Nornas, el clérigo la abre y comienza a leerla leer.

Mientras tanto una joven se os acerca a la mesa, es bastante pálida, y parece un poco cortada

Hola, debéis ser del gremio... Me llamo Berta, ¿qué queréis tomar?

Lya puede notar como Berta te mira bastante

La elfa del bosque te tiende la carta y tú al ver que tiene el sello del gremio sabes que es oficial de allí. Rompes el lacrado y comienzas a leer

Nornas,

Estoy al tanto de la situación. Una lástima que hayamos tenido tantas bajas en el grupo. Pero agradezco de sobremanera que te mantuvieses fuerte y seguro de seguir con esta misión. Me informaron que un elfo llamado Eladamri se ha unido, parece inteligente y con uno principios que pueden casar con los nuestros. Intenta captarlo.

Tus compañeros son los siguientes. 

• Hrönn, es un poco impulsiva, pero es una excelente luchadora.
• Lya, es alguien capaz de pasar desapercibida, incluso en las situaciones más extrañas.
• Alatia, ella es un rango superior a vosotros. Es una elfa un tanto reservada, pero confiad en ella.

No os preocupéis por la recompensa, si esto al final acaba siendo un poco más peligroso de lo previsto en el gremio tenemos el suficiente pago.

Tememos que esto pueda escalar mucho más, y desconocemos hasta que punto esto podrá llegar. Id con cuidado, y no permitáis a esa banda seguir operando.

Atentamente, Lucien.

Nornas acabó de leer la misiva, la plegó y la lanzó al fuego.

-Bien, nuestras órdenes sin claras. Debemos acabar con toda la banda. Alatia, po rlo que leo tú estás al mando. Te pondremos al día de lo que ha pasado.

Y procedió a explicarle todo lo acontecido.

Observo a las recien llegadas de hito a hito, para intentar discernir sus competencias, al tiempo que las saludo con cortesía, sin embargo, los refinados modales de Lya me causan cierta imcomodidad, pues eran muy propios de los nobles y cortesanas.

En cambiola actitud de Alatia y Hrönn me resultan mucho más agradable, pues pese a mi aire altivo y un tanto elegante, yo era en realidad alguien de abajo y toda la vida había vivido más cerca al pueblo que a la nobleza.

Es por ello qie disfrutaba mucho de ayudar a Berta y su hermano en las labores propias de la posada.

Conforme las señoritas toman asiento y Berta acide a tomarles la orden, yo me acerco a la mesa y observo al clérigo de Gond con expresión serena.

¿Y bien mi amigo? ¿Cuál es tu misión ahora? ¿Puedo participar? - pregunto con expresión relajada mientras cojo mi pinta de cerveza y le doy un buen trago.

- Aunque no seas del gremio, eres bienvenido Eladamri, toda ayuda es poca. No me gusta estar al mando, consideradlo algo circunstancial. Llevemos esto entre todos, cualquier idea es buena.

Estaba cansada del viaje, pero lo primero era lo primero.

- Hay un prisionero y un animal capturado, creo que deberíamos interrogarlos cuanto antes. Creo que podemos arreglarlo antes de la cena.

- Me apunto a esa cerveza – le dijo a Hrönn girando la cabeza y guiñándole un ojo antes de seguir.

Estaba claro que el clérigo iba a competir con Alatia por el primer puesto como alma de la fiesta y el elfo ignoró completamente mi mano dejándome allí colgada. Suspiró por dentro. Al menos le quedaba Hrönn para irse de fiesta.

Recogió su mano e hizo como si aquello no hubiera pasado, girándose con gesto altivo.

Ahhh al fin llegó alguien para traerles las bebidas. Berta se llamaba su nuevo angel.

- Un placer Berta. Yo soy Lya. – le dijo con una sonrisa – Yo tomaría una buena jarra de cerveza o de vino, lo que tú me recomiendes.

Alatia no quería ni sentarse a tomar algo. El alma de la fiesta.

- Al prisionero puedo interrogarlo, con el animal… los animales no son lo mío – reconoció con un leve encogimiento de hombros – Vayamos si quieres, pero esas cosas se pueden alargar… - dijo con resignación.

El guiño de la hechicera hizo que la dasharii esbozara una leve mueca de desconcierto. No comprendía aún las maneras de Lya ni sus gustos, pero sí le parecía buscar atención.

–Erh... Si, una cerveza para Roli –dijo primero, ofreciendo al cochero un asiento, y tirando luego a Berta del brazo para acercarse a su oído y decir sonriente –para mí algo más fuerte, niña.

La salvaje pelirroja se alegró de ver al clérigo. Le gustaban sus modos ásperos, pues le recordaba un poco a los suyos, y el porte fiero que le daban sus marcas de guerra y penurias.

–Bien, sacerdote, yo puedo ocuparme del animal. Niña, necesito una buena pieza de carne, cruda.

Una vez se habían puesto al día sobre la misión, Hrönn preguntaría al cochero sobre la posición de la banda de goblins asaltadores de caminos, y la distancia que habría de tal posición a Vivine y a este nuevo poblado.