Partida Rol por web

Apartó las manos del volante como si éste estuviera hecho de hielo y se hubieran quedado pegadas. Se las miró unos segundos extrañado antes de reaccionar completamente, y observó a su alrededor con prudencia. Estaba en un coche con Dika y Sarah, y al parecer en Movatn. Arrugó el ceño, pues era consciente de que había perdido el control, si bien era algo inherente al terror que provocaba el fuego desatado. Y ahí es cuando empezó a encadenar ideas que hasta ese momento eran imposibles...

¿Habría muerto Irina? De ser así, su triunfo era absoluto, pues habían conseguido 3 Vermeer sin más testigos y no podrían vincularlos con el robo. Además esa mujer era peligrosa. Y mucho. Ingjald no era de esa clase de cainita estúpido que infravalora a los Toreador, pues había conocido a uno o dos en su no-vida en el Sabbat y sabía bien de lo que eran capaces. Más aún si eran Antitribu y acunaban la perversión sádica como motivo de su existencia
Y si era así, y aun con todo, notó una extraña punzada en su interior. Odiaba a esa pomposa ególatra, eso estaba claro, sin embargo con el tiempo ella misma había conseguido que la admirara al demostrar su poder y su cultura. Una lástima. No la olvidaría si era el caso

Y entonces cayó en la cuenta, y un escalofrío de horror recorrió su columna vertebral. Ya no tenía valedor ante la Camarilla, y su vieja enemistad con Markus Nordli podía reavivarse sin control alguno. Hasta entonces Irina le había parado los pies, pero sabía que ahora podría hacerle la vida imposible sin control y hasta límites insospechados. Respiró hondo, cosa innecesaria, y comenzó a juguetear con sus anillos distraídamente, sopesando las opciones

-¿Tarja qué...? -preguntó, ensimismado, mirando a Dika pues había sido el último en hablar, y agachando la cabeza hacia el móvil, que parecía manejar con una destreza envidiable. -¿Qué carta? -enarcó una ceja. Había 'despertado' hacía unos segundos y aún no lo había encajado todo
-¿Por qué hay dos cuadros de más? -preguntó al contarlos, con una nota de miedo en la voz, presuponiendo que su 'limpísima' huída podría estar en jaque por culpa de la codicia

Su compañero de perrerías, el elfo bibliotecario, volvió en sí al aparcar ante la cabaña. Parecía que todo lo hablado durante el viaje no le había llegado, así que tendrían que repetirle un par de cosas.

-Tarja Rolvsson.- dijo con paciencia mientras por dentro pensaba "de Rolvsson cerrado, como Rilbo" se guardo para sí aquella broma sobre el señor de los anillos. No pensaba lo de "elfo" con maldad, pero igual Ingjald no se lo tomaba a bien, parecía demasiado payo y serio. -Cuando llegué a la sala de exposiciones Irina estaba luchando contra el fuego. Intente ayudarla pero no había manera. ¿Os podéis creer no encontré un extintor en todo el pasillo de camino? Así que luego pasa lo que pasa. Osea juntan todos los cuadros importantes en un edificio y luego ni un triste sistema de rociado en el techo o más extintores por los pasillos. Yo creo...- se percató de que se estaba desviando del tema por una tangente que no le interesaba a nadie, ni siquiera a él mismo y regresó. -El caso es que la toreador me dio un sobre para Tarja antes de salir corriendo. La muy loca se dejo quemar el brazo para dármelo a través del fuego que nos separaba.- Se abstuvo, por poco, de volver al tema divergente con el argumento de  "Si no pones extintores, al menos pon el suelo de baldosas en vez de parquet flotante."

-Los cuadros "melenuda que le da besito en la nuca a señor triste" y "Directora de internado de señoritas" los quité de la pared antes de que ardieran. Salvé varios más que dejé en el pasillo. De no ser por mi habrían ardido. Esos dos en concreto son los que no va a quedar pared sobre la que hacer "pisicomedría" alguna.- Y con eso terminaba toda justificación sobre porque Sarah y él se merecían aquel premio

Se reacomodó y tras una ultima calada busco el cenicero de la furgoneta con la mirada. -¿Qué... qué vamos a hacer con Raven? ¿Tenia amigos o familia? ¿Diremos algunas palabras en su honor? ¿Tiramos un bote de cenizas, aunque no sean las suyas realmente, por un acantilado en su memoria? ¿Tenemos que limpiar su refugio antes de que alguien encuentre algo incriminatorio?- Luego con un escalofrío añadió: -Yo pensaba que el líder de los anarcas era un brujah, no un tremere. Ahora que sé que puede prender fuego a la gente con un gesto me da más miedo que cuando pensaba que ...  solo ... era súper fuerte y súper rápido.

-No conozco a ninguna Tarja Rolvsson -masculló, más para sí mismo que como respuesta. ¿De dónde había salido esa vampiro, y cuál era su relación con Irina? Se consideraba un buen infiltrado pero al parecer había cosas importantes que desconocía. Sobre todo si lo que contaba Dika era cierto, y la Toreador había consentido que ardiera su brazo simplemente para entregar esa carta. Su rostro mostró a las claras el desagrado que eso le causaba

En cuanto al comentario sobre los cuadros, el Kiasyd no pudo por más que mirarle con cara de póker y asentir en silencio...
'Ya. Claro. Incomparable valentía la de sustraer rescatar cuadros de una quema segura'. Sin embargo no se lo reprocharía, a fin de cuentas esa extraño vicio romaní de robar hasta la tapa de los bolis había salvado en aquella ocasión obras mucho más valiosas de lo que imaginaba
-No, Raven no era de Oslo -respondió, para tranquilizar a ambos. -Su refugio era el mío, y contaba con su ayuda económica y la de Fekete para pagar el alquiler de un segundo inmueble en la ciudad. Cosa que se hará ya imposible -refunfuñó, al tiempo que hacía una seña para que entraran a la casa. Estaba cansado de estar encerrado en esa furgoneta aguantando el pestilente olor a tabaco. Por lo demás ignoró el resto de sentimentalismos al respecto de qué hacer con sus cenizas imaginarias o su recuerdo

Se detuvo en seco en la entrada, cuando las llaves iban a abrir la puerta. ¡¿Cómo que Holtet era Tremere?! No había investigado demasiado a los anarquistas, pero apostaría su mano derecha a que era Brujah. Se giró hacia Dika y clavó en él esos dos pozos negros que tenía por ojos. -¿Insinúas que él ha provocado el incendio? -no había podido seguir la batalla de Irina con Holtet, pero sí recordaba que precisamente el LaSombra murió también por el fuego. Sin embargo se habían utilizado cócteles molotov, no disciplinas imposibles de aprender para chusma como esa. En ese momento desplazó su atención hacia Sarah, con un gesto interrogativo, como si compartiera con ella esas dudas. ¿Es posible que se equivocara e interpretara que el fuego se había originado con cócteles, cuando en verdad había sido la Taumaturgia?
Abrió la puerta y se introdujo en el interior del refugio. Depositó los cuadros en un lateral del sofá y se sentó pesadamente. Si eso fuera así, cabía la posibilidad de hablar con Biset para hacerle saber que uno de esos 'revolucionarios' andaba por ahí utilizando las disciplinas de su Clan. Y un capullo menos. La furia con que los Tremere atacarían a Holtet posiblemente no se habría visto en Oslo en décadas o siglos...

Sarah perdió la sonrisa que los elogios del ravnos habían provocado, adoptando en cambio una expresión amenazante al escuchar sus sospechas sobre Øystein. Incluso parecía dispuesta a saltar sobre el cuello de Dika. Los colmillos de la vampiresa, aún visibles, no ayudaban a tranquilizar los ánimos.

Y es que la facción poco numerosa de salubri antitribu en el Sabbath es conocida por dos cosas: su formidable destreza y disciplina militar, y el odio extremo que profesan por los vástagos del clan Tremere, a quienes los hijos de Saulot llaman simplemente como usurpadores.

—Si ese hijo de puta es un usurpador... —comenzó a decir con ira mientras apretaba el puño.

—Aunque me parece improbable —agregó calmándose un tanto— Yo no noté nada raro en el bar. A Fekete le impactó de lleno un cóctel molotov. En Suecia todos los anarcas con los que he hablado le toman por un brujah, incluso algunos bastante antiguos. ¿Estás seguro de lo que viste, Dika?

Su mirada se cruzó con la de Ingjald y tuvo el presentimiento de que ambos pensaban en lo mismo. Siempre era posible que Holtet hubiera aprendido Taumaturgia por otros medios, aunque revelar secretos de la sangre era una sentencia de muerte para el brujo responsable. No parecía probable. No debía ser cierto.

—Ese hijo de puta ya se ha cargado a dos de los nuestros —añadió con la voz cargada de rencor y un temor no reconocido ante la perspectiva de nuevos talentos en el anarquista.

Asintió en silencio a las palabras de Sarah. Coincidía en todo lo expuesto
Bueno, en verdad no odiaba a los Tremere, siempre y cuando fueran Antitribu. Pero comprendía perfectamente su inquina pues él mismo formaba parte de una Estirpe consideraba por muchos una aberración, y perseguida sin denuedo. Salvo en Oslo, donde Irina lo había acogido sin importarle su aspecto...
'Maldita Toreador estúpida, habrá muerto por nada, como siempre hacen los niñatos del Clan de la Rosa'

Y por si el odio de Biset no era suficiente, ahí estaba el de su hermana del Sabbat, en el que no había caído hasta que ella misma lo mencionó. Sabía de muchos cainitas y vástagos que se arriesgaban a enseñar sus Disciplinas, pero eso era algo muy extraño. No sólo corrían el riesgo de ser perseguido por los suyos, sino que exponía a otros aquello que podía suponerle una ventaja. Y en el caso de la Taumaturgia era una ventaja muy, muy grande. Demasiado como para ser cierto. ¿O no? Al igual que ella, se fijó en Dika y esperó su respuesta

Nota mental: averiguar como sea la Generación de Holtet. Si usaba Taumaturgia, ¿qué otras Disciplinas no conocería? Quizás era mucho más viejo de lo que imaginaban, y podría suponer un verdadero problema

El gitano no dijo nada, se guardo para sí la decepción. ¿Eso era la muerta? ¿Un ingreso que permitía un alquiler? Se apostaba una mano a que cuando la reclutaron le habrían ofrecido alguna mierda tipo hermandad que cuida de los suyos, una familia para siempre. Y ahora el más afectado por su muerte verdadera era él, que no la conocía de absolutamente nada. La opinión que tenía del elfo se devaluó un poco más.

"Está claro que estamos solos en el mundo" pensó. Al menos él no iba a ser engañado para unirse a ninguna de aquellas tres facciones. Parece que su clan había hecho muy bien en mantenerse neutral en aquel baile nocturno de hostilidades. Dika intentaría usar la baza de deberse a la neutralidad del clan para evitar meterse en líos ajenos todo el tiempo posible. ¿Colaboraciones esporádicas? Todas las que quisieran mientras él sacase algo a cambio. ¿Afiliación? ni colocado de pegamento.

Los dos payos estaban tan locos con el tema que hasta le hicieron dudar un segundo. Sarah tenia expresión de querer arrancarle la cabeza a alguien o, si ese alguien no aparecía, a quien tuviese más cerca. Y el elfo parecía no haberse dado cuenta de algo que había pasado delante de sus narices.

Pero había visto lo que había visto y era un recuerdo gravado en piedra. Era una de esas experiencias que hacen que uno se cague encima, coloquialmente hablando. -A ver. Había cócteles molotov y el incendio empezó cuando logró prender uno que se había roto sobre el suelo. Pero luego el payo hizo un gesto tal que así...- imitó el aparentemente inocuo movimiento de mano. -...y el pecho de Raven empezó a arder. Tú también debiste haberlo visto, estabas más cerca de ella que yo cuando comenzó el fuego.

Su mirada se desvió a su móvil. -Ah mira. hay una Tarja Rolvsson en la ciudad. Y es una artista. Eso pega con que la guardiana del elíseo la conozca.-  Les mostró el móvil con la foto.

Dika busco un teléfono o email de contacto para localizarla. Si era una artista que exponía habría alguna forma de que compradores y mecenas pudiesen localizarla. Cuanto antes le entregase la dichosa carta, antes quedaría libre y podría pasar pagina a esta noche de museo y fuego.

Se removió incómodo en el asiento. -Ya, bueno, estaba distraído poniendo a salvo las obras de Vermeer. Es nuestro objetivo, no hay que olvidarlo
Bajo ningún concepto admitiría el miedo que se había apoderado de él hasta hacerle perder la cabeza y salir de allí zumbando. Y era una excusa más que plausible. Aunque ahora que lo mencionaba, era cierto, el Rötschreck aún no se había apoderado de él, sin embargo aún estaba todo en una bruma y sabía que había intentado utilizar una de sus Disciplinas
-He oído que los usurpadores también pueden mover objetos con la mente. Si es lo que Holtet ha hecho continuaría siendo una Disciplina aprendida de esos bastardos -optó por utilizar el vocabulario de Sarah. Su vínculum y querer agradarla hacían el resto. Pero era así. Es posible que no supiera crear llamas pero quizá sí moverlas, y en ese caso le bastaba con prender fuego antes a lo que fuera y rodear con él a sus enemigos. No tan peligroso, pero igual de práctico

Se reclinó hacia delante y observó la pantalla del móvil que Dika les mostraba. No, definitivamente no la conocía. Continuó jugueteando con sus anillos, como si fuera incapaz de controlar su creciente nerviosismo. ¿Cómo es que él mismo no conocía a alguien tan importante para Irina, si era su pasante de arte con más talento? Entendía que muchas de las políticas del Elíseo se le ocultaran, o le fueran ignoradas, pero algo relacionado con la pintura le costaba asimilarlo. O quizá no era más que una humana de la que se había encaprichado, quién sabe. En cualquier caso era un golpe bajo a su propio ego...
-¿Sabemos si Irina ha muerto? -preguntó, distraído. En verdad estaba pensando qué hacer con la carta, y para eso todo pasaba por confirmar que la Toreador había encontrado la Muerte Definitiva

Cuando Ingjald dijo las palabras "nuestro objetivo", Dika hizo todo el esfuerzo del mundo por no revelar sus pensamientos, los cuales podrían verbalizarse como "¿nuestros? pero que me estás contando, flipao?".  Seguía sospechando que no le habían contado ni la mitad. Porque si se tratase de dinero habrían robado otros cuadros cualesquiera. Aquella obsesión por los Vermeer ocultaba algo, seguro. Hasta el piromante colgao había ignorado su cuadro fetiche, El Grito, para centrarse en los mismos. Aunque, visto que ya habían muerto dos vampiros por aquel asunto, casi prefería no saber más. Que le follase un pez con sida a todos, incluido el difunto Vermeer y su difunta montaña de hijos muertos de hambre y a su esposa de otra religión, también difunta.

El asunto del anarquista también le estaba tocando ya la fibra. ¿tan difícil era de entender que había creado un fuego de la nada? No había movido gasolina en llanas con telequinesis, ni había invocado un demonio que escupiese fuego,  ni había dominado a Raven para que ella misma se untase en combustible y se tirase una cerilla prendida al canalillo. ¡El pavo había hecho un gesto y había aparecido fuego de la nada! O Ingjald seguía bajo los efectos del pavor frente al fuego o pretendía iniciar una conversación con Sarah sobre todas las disciplinas que el clan de los brujos conocían. Esperaba poder escaquearse de allí antes de que comenzasen una charla académica.

-No, Irina sigue viva. O debería. A parte de el brazo "churruscado", debería estar sana como una manzana. Aunque imagino que tendrá un encabronamiento a tener en cuenta. No creo que sea buena idea tocarle el coño los próximos días. No al menos hasta que limpien y pinten el museo y lo pongan todo bonito y "kuki".- Y eso le incluía a él y el entregar la jodida carta, así que se centro en el móvil y en su búsqueda de la pelirroja.

Asintió quedamente, sin poder evitar un gesto de desagrado ante el vocabulario soez del gitano. Podía asumirlo en ciertas condiciones, pero ahora estaban en su refugio. En cualquier caso tampoco dijo nada, intentar culturizar a un Ravnos era como pedirle a los cerdos que aprendieran a volar
-En ese caso conviene entregar la carta -corroboró. Abrirla ya no era una opción, salvo que pudieran hacerlo sin que se notara, pero él no disponía de las habilidades para hacer algo así. -¿Hay alguna foto de la tal Tarja a la luz del sol? -preguntó repentinamente. Al menos así podrían comprobar que efectivamente era una humana o su ghoul, lo cual podía facilitarles mucho las cosas. De entrada sopesaría el uso de la Dominación, aunque habría que ver antes si las circunstancias se prestaban a ello

Tras reflexionar unos instantes, la vampiresa chasqueó la lengua ante las insinuaciones de Ingjald.

—¿Cuándo has visto a un Tremere anarquista? Tampoco parece probable que uno de los usurpadores le enseñe sus poderes. No sé, a lo mejor también sabe crear ilusiones, Dika. O a lo mejor tus propias ilusiones se te han subido a la cabeza.

Le gustaba molestar al chico, pero en ese momento hablaba en serio. Estaba claro que prefería creer que el presunto brujah no era más que eso a asumir la posibilidad de enfrentarse a algo potencialmente más peligroso. Ignoró toda la conversación respecto a la tal Tarja, cuestión que le interesaba más bien poco. En aquellos momentos volvía a pensar como un soldado, enfocada en su objetivo.

—¿Qué haremos con las pinturas ahora, Ingjald?

-Es más lógico suponer que lo que ha aprendido es Quimerismo y no Taumaturgia. Sin ofender -añadió, mirando fugazmente al gitano. Si bien era una Disciplina única de su Clan, era más propio imaginar a los Ravnos como anarquistas antes que a un Tremere, y más predispuestos a enseñar su Disciplina llegado el caso
-Pero lo inteligente ahora es pecar de prudencia. Pongámonos en lo peor. Hay que investigar bien a esos anarquistas antes de dar el próximo paso, sobre todo a Holtet, o bien podría ser el último -y la propia Sarah sabía de qué hablaba pues Fekete había sido ya su víctima y esa misma noche no habían dudado en atacar a la Camarilla para robar los cuadros de Vermeer. Esa chusma descontrolada se había interpuesto en su camino, y aún no sabía si para bien o para mal. Y eran mucho más peligrosos de lo que imaginaba. En muchas otras ciudades generalmente convivían en paz con la Torre de Marfil, pero en Oslo se había trazado una línea muy clara entre ambos bandos. De ahí que dada su posición como independiente, y los nulos lazos de la Camarilla con ellos, jamás les hubiera prestado atención. Craso error por su parte del que ahora era consciente

-Esconderlas -respondió sin ambages. -Si Irina está viva, y no dudo de tu palabra Dika, estará tan cabreada que no pensará con claridad. Con el tacto adecuado podríamos reconducir su odio hacia Holtet y los suyos haciéndola creer que nos las robaron. La muerte de Raven es un argumento más a nuestro favor -ambos habían sido ultrajados (bueno, más bien Irina), así que un blanco fácil para las culpas eran los anarquistas, más tras lo sucedido unas horas antes. Con suerte hasta se establecería una caza de sangre. Sea como fuere debían desviar la atención por ahora y observar pacientes el tablero para realizar su próximo movimiento. Al contrario que en muchos otros lugares, el Sabbat allí no poseía poder alguno para plantar cara así que las tácticas habituales no funcionarían. O la sutileza o la muerte, y la elección estaba clara
-¿Podrías abrir la carta y cerrarla sin que parezca que se ha leído? -preguntó, esta vez dirigiéndose al gitano. Sus habilidades dactilares quizás incluían esa clase de amaños

Dika se encogió de hombros y no volvió a decir nada más sobre la piroquinesis del quema-iglesias. "Si, posiblemente sea solo una ilusión, una ilusión que redujo a cenizas a Raven. La tzimiste era muy crédula y por eso ardió en un fuego imaginario" pensó. Cuando el anarquista los prendiese como velitas de cumpleaños quizá lo tomasen más en serio o, al menos, uno de sus pensamientos fuese "Debí hacerle caso a Dika".

Él por su parte empezaba a pensar ideas disparatadas, tales como hacerse con un pequeño extintor que cupiese en una mochila que pudiese llevar de un lado a otro. Tenía que buscar en "Amazonas"  el modelo más pequeño y ligero que tuviesen en Stock.

Tenía que darle la razón al elfo en que lo mejor era que todos pensasen que las pinturas desaparecidas estaban en manos de los anarquistas. Como él mismo había dicho: Aquella ronda debía pagarla Holtet. -En eso estoy totalmente de acuerdo. ¿Como lo vedemos? Creo que lo que pasó es ...* y como detalles importantes podemos recordar que...* y solo si nos preguntan también que ...*. Yo por mi parte diré, si es necesario, que estaba en el museo porque quería presentarme ante los vampiros de la ciudad como recién llegado y sobre como llegue a entrar, puedo decir la verdad, la anarquista de las gafas me dejo entrar. El único fleco que veo suelto es que quizá la camarilla la haya capturado con vida y entonces podrían saber de Sarah.- Se dirigió a ella. -No sé cual es tu estatus en la ciudad. ¿Sería factible que tu me hubieses encontrado y me hubieses indicado el museo como el Eliseo más cercano?

Sacó el sobre de su bolsillo y lo miró sopesando la posibilidad de poder abrirlo y cerrarlo sin que se notare y las posibles consecuencias de fallar estrepitosamente o de que la destinataria tuviese psicometría. -No me veo capaz, la verdad. Sé como se hace en teoría, con vapor y un cuchillo redondeado pero no lo he hecho nunca. Yo creo que mejor entregar la carta y olvidarnos del asunto.- Si al menos el nombre estuviese mecanografiado... pero si rompía el sobre al intentar abrirlo tendrían que imitar la caligrafía de una toreador con muchas ínfulas. Esa T y R mayúsculas eran inhumanas.

-Si, hay una foto en su instagram tomando el sol en bikini. Aunque el comentario de foto dice: Despidiéndome del sol antes de mi inminente conversión al linaje de Cain. Hagstag adiós sol, hagstag vampires rules...- respondió con ironía. Luego más serio añadió: -No, solo tiene la típica foto de currículum con su perfil profesional y un teléfono de contacto.

El chico escribió un SMS con rapidez:

Señora Rolvsson. Tengo que entregarle una carta para usted de parte de una mecenas. Creo que puede ser un asunto importante y urgente. Por desgracia soy una persona muy ocupada y solo podría hacerlo entre las * de la tarde y las **de la madrugada. Cualquier lugar del centro de la ciudad me vendría bien. Un saludo

 

*(un poco despues de la puesta de sol)
**(Una hora antes del amanecer)

Les mostró la pantalla. -Creo que con estas horas picaré su curiosidad si es una vampiresa o está en el ajo. Con suerte puedo librarme hoy o mañana pronto del sobre.- dijo a los otros dos. -No hace falta que me acompañéis si no queréis, creo que no hay nada que temer y más si quedo con ella en un sitio publico. El mayor peligro que veo para mi cabeza es que Irina se encuentre con ella dos meses antes de yo le entregue la carta.

Escuchó todo lo dicho por Dika en silencio, sopesando sus opciones. Quisiera o no, el Ravnos estaba en el ajo, y supuso que sería consciente de lo que se estaban jugando todos. Engañar a una Toreador no era fácil, si bien los anarquistas habían hecho que la cosa se simplificara mucho
-Sinceramente, creo que nos convendría no cambiar básicamente nada de lo sucedido. Cuanta más verdad haya en la mentira, más creíble. Bastará con añadir que tras intentar huir del fuego nos los arrebataron a la salida del museo -no es que quisiera darle lecciones al romaní, pues en esa clase de situaciones seguro que se movía como pez en el agua, pero por suerte la realidad era ya bastante aparente. -En cuanto a tu intervención el hecho de ir para mostrar tu respeto al Príncipe de Oslo es una razón más que coherente -asintió, si bien se calló un 'hasta los tuyos lo hacen'. Nadie en su sano juicio, independiente o anarquista, ignoraba el poder que Camarilla y Sabbat poseían en las ciudades que dominaban. Además, nada más práctico en aquel momento para justificar su presencia que dorarle la píldora a un Ventrue (Aglen) y pasar por el aro de las Tradiciones. Esos creídos se volvían ciegos cuando se les adulaba y mostraba respeto

-Así que ya es una... ¿vampiresa? -arrugó el ceño, pensativo, acabando la frase en un murmullo. Se concentró en la visita de la noche anterior, cuando fue con Raven. Sin duda estaba demasiado ocupado tratando de controlar a su chiquilla, y por culpa del Rötschreck no había caído en la cuenta. Agarró la muñeca de Dika para voltear hacia sí el móvil y observar de nuevo su cara. -¡Claro, es ella! ¡Estaba allí cuando Irina nos mostró los cuadros la primera vez! -se puso de pie de manera mecánica, arrastrando consigo al pobre Ravnos, aunque se sentó de nuevo acto seguido. ¡Maldición, otra vez no había prestado atención! Creía que era una más del grupo de pomposos aduladores que iban tras Pavlova, así que los había ignorado a todos por completo. Ahora estaba claro, no podían guardarse la carta mucho tiempo, más si la Toreador estaba viva. -Cuando responda añade una nota dramática, es una de los peones de Irina. Hay que mostrar lealtad absoluta

Sarah observaba el sobre sin entender el súbito interés de Dika en su entrega. Parecía obsesionado. Los pensamientos de la salubri en cambio vagaban entre la terrible idea de un Øystein usurpador y el lugar más conveniente donde colgar el nuevo cuadro en su refugio.

También podría venderlo en el mercado negro. Observó a Ingjald con detenimiento. Conocía de su reputación, se decía incluso que había sido el responsable de cambiar gato por liebre a Goebbels al actuar como intermediario de uno de los falsificadores de arte más famosos de la historia: Han Van Meegeren. Curiosamente el artista predilecto a falsificar de este último había sido Johannes Vermeer.

Apartó aquellos pensamientos. Decidió, por el momento, retener el cuadro consigo. No parecía prudente iniciar contactos con nadie hasta que se calmaran las aguas.

El plan de Dika, en términos generales, era bueno, pero tenía una falla. Ella.

—En Suecia me conocen como una brujah afiliada a la Camarilla, pero poco más. Supongo que podría colar, aunque no me gustaría llamar mucho la atención sobre mi persona. A los de nuestro clan la Camarilla no les guarda mucha estima, ¿sabes?

Si hasta en el Sabbat mismo eran temidos por viles rumores esparcidos hace varios siglos por el clan de los brujos. Si la idea de vampiros chupa sangre asustaba a los humanos, la posibilidad de vampiros chupa almas aterraba por completo a los pálidos hijos de Caín.

El sopor, el profundo letargo de los cainítas, se aproximaba. El anfitrión fue el primero en notarlo, retirándose a sus aposentos, tras indicar habitaciones para sus invitados.

Había sido una noche trepidante, fatal, aterradora, pero también había tenido sus recompensas. Las jóvenes muchachas retratadas por Vermeer siguieron con mirada triste los pasos de Dika y Sarah, cada uno portando bajo sus brazos los frutos de aquella temeraria empresa.