Partida Rol por web

A James no le agradó que les dejasen fuera del caso, y dudó ante tal actitud del comisario Minus si era el indicado para hablar abiertamente de todo su pasado. Considero que quizá era mejor buscar otra alternativa, cualquier otro alto cargo que si considerase la opción de permitirles ayudar activamente en la investigación, pero al final entendió que el tiempo corría en su contra si pretendían darles caza, y que no podía ni debía seguir ocultando la verdad. Sabía que probablemente le detendrían y que no se iría alli de cositas, pero le valía con tal de demostrarle a la mujer a quien amaba que verdaderamente estaba dispuesto a cambiar, dejar atrás aquella vida como acólito del señor Tenebroso.

Igual que hiciese con Diana, James fue relatándole la verdad al comisario de Aurores, quién de permanecer en una actitud relajada y tranquila, empezó a tensar su rostro y a no dar crédito a lo que escuchaba. Aunque la joven Selwyn intervino en favor de James, tras la extensa explicación Mortimer Minus le colocó una esposas, le retiró la varita y le sustrajo la acreditación como empleado del MACUSA. James no mostró ninguna señal de rebeldía, al contrario, le pidió por favor a Diana que no discutiese ni viese con malos ojos lo que sucedía, que era algo razonable y lógico de entender. 

- Lo siento mucho, Diana. Ya sabes que estoy arrepentido de mis actos y que en verdad quiero colaborar activamente en capturar a los acólitos de Grindelwald, prueba de ello es que esté ahora mismo haciendo esto. Sin embargo, también es lógico y comprensible que me arresten, interroguen y me juzguen... No te sientas mal por ello, sabes que te quiero... - le expresó con cariño y dulzura, sintiendo que tuviesen que separarse temporalmebte. Tú ahora debes cuidar de Enma y colaborar en la medida de lo posible para que puedan apresar a esos malnacidos. Seguro que volveremos a estar juntos muy pronto, ya lo verás...

No tardaron en llegar un par de subordinados para llevarse a James, al cual se llevaron sin mayores preámbulos tras las explicaciones pertinentes de Mortimer Minus. Diana observó cómo se lo llevaban hasta uno de los ascensores y desaparecía de su vista, momento en que el viejo comisario intervino para dirigirse a la mujer.

- Dejaré constancia en el informe de que James Sullivan se entregó voluntariamente y sin emplear la fuerza, que ha colaborado activamente en señalar y determinar a algunos de los acólitos de Grindelwald, y que estuvo protegiéndolas tanto a usted cómo a su hija, logrando con éxito encontrar un modo de salvar a su pequeño y esa criatura de la que habló. - le enunció tratando de tranquilizarla en la medida de lo posible. Ahora le rogaré que me acompañe hasta el departamento de Seguridad Mágica, donde frente a varios testigos nos permitirá constatar la información que nos ha ofrecido en un pensadero. ¿Quiere que le hagamos llegar algún mensaje a su hija hasta que regrese a su lado o que enviemos unos aurores para que la vigilen y protejan en su ausencia? ¿Notificará a su jefe de escuadrón o a la subdirectora Kneedander que ya está en el MACUSA y que alguno de ellos se persone para que sea uno de sus testigos en la vista?

Todo se había complicado en demasía, pero al menos Diana sabía que había obrado inteligentemente dejando a Enma en manos de gente con la que confiaba plenamente. Ahora mismo estaba inmersa en una especie de vista formal, en la que no le quedaba otra que colaborar para agilizar la investigación.

Grindelwald asintió complacido ante las palabras de su segunda al mando, dejándole al cargo de las negociaciones con el clan vampírico de Manhattan. Sabía de su firme lealtad y buen proceder en la toma de decisiones, nunca habiendo sido defraudado por ésta, por lo que con su habitual gesto de despedida sujetando su varita con ambas manos y dedicándole una sonrisa, desapareció de su vista.

Frente a ella se alzaba la basílica de la Antigua Catedral de Saint Patrick, majestuosa e imponente, con su marcada arquitectura neogótica que contrastaba con los edificios adyacentes recientemente construídos. Para los nomajs, la basilica llevaba cerrada desde hacía unos años por unas reformas más que necesarias, peeo que incompresiblemente se alargaban en el tiempo pese a que ya se había dado el visto bueno a las obras en reiteradas ocasiones. Estas incluirían la incorporación de un gran órgano y la ampliación del santuario en el interior de la Catedral, amén de restaurar con mármol blanco algunas zonas dañadas de las dos torres que se alzaban a más de cien metros de altura.

Vinda percibió que una neblina antinatural rodeaba el lugar, y que el silencio y sensación de opresión eran poderosas una vez cruzó el límite señalizado, siendo probablemente un método de disuasión para que los nomajs que se aventurasen a investigar el lugar se lo pensarán dos veces. Era consciente de que su presencia ya habría sido detectada por hechizos mágicos, no obstante, nadie parecía que iría a recibirla. La joven anduvo sin inmutarse hasta llegar frente a la enorme puerta, y solo en el preciso instante en que llegó al umbral, ésta se abrió lentamente haciendo crujir la vieja madera hasta prácticamente abrirse de par en par, pero sin que nadie viniese a recibirla al otro lado.

Puede que incluso un mago experto no hubiese sido capaz de percibir presencia alguna allí dentro, pero no fue así para la elegante y atractiva Vinda Rosier, quién aún sin verlos, sabía que la estaban observando. ¿La estarían analizando desde la oscuridas? ¿Trataban de ver sus intenciones y entender por qué una mujer tan deseable había acudido a aquel lugar sola? Desde luego había que ser o muy ingenuo o muy osado, ¿De qué pasta estaría hecha Vinda Rosier?

Tras marcharse Grindelwald, Vinda observó la Catedral de Saint Patrick por unos instantes, le gustaba el corte clásico, a pesar de que su forma de vestir era más bien moderna, mostrando atuendos de actualidad, peinado adecuado a los tiempos y rostro maquillado que remarcaba su belleza. Sin embargo, había algo en la arquitectura de los edificios que evocaba a su antigua naturaleza.

La vampiro traspasó el límite señalizado que impedía acceso a la obra, una barrera disuasoria contra nomajs, sintiendo como la bruma envolvía su cuerpo, rompiendo con casi total seguridad las primeras líneas disuasorias mágicas para que nadie entrase allí, en el interior del templo. Pero la mujer sabía lo que hacía, así que tras llegar hasta la puerta de Saint Patrick y observar cómo ésta le permitía el paso, se perdió en la oscuridad de aquel lugar, sin que nadie fuera a recibirle, una clara descortesía, o pudiera ser prudencia.

La mujer caminó por la estructura de la nave hasta llegar a una escultura que llamó su atención, era la de una anciana mujer que en clara posición de poder, tocaba el rostro de un joven varón que estiraba su cuello... ¿Cómo los nomajs no se daban cuenta de la sutilidad que les rodeaba?... Aquel monumento al vampiro había estado ahí desde hacía decenas de años y nadie cuestionaba su significado. Eran tan simples y absurdos las criaturas no mágicas que le provocaba rabia pensar de que todas las leyes mágicas les beneficiasen. Era una suerte que Grindelwald liderase la lucha por la supremacía, era un bien necesario para la triste realidad de quienes eran el culmen de la evolución.

Vinda Rosier sonrió, tenía claro que le estaban observando, así que, con mirada ágil, comenzó a divisar a sus observadores, los cuáles deseaban influir sobre ella, provocarle temor y por tanto hacerle vulnerable ante su presencia, pero la mujer, orgullosa y con seguridad levantó el mentón y comenzó a hablar, persuadiendo a aquellos desconocidos a ser un tanto más amables con su persona.

- No saben ustedes lo placentero que es encontrarme con criaturas de mi naturaleza... - indica en primer lugar, delatando su esencia, algo que más de uno seguro ya sabía -...y aunque sois una clara mayoría frente a mi, vuestros influjos no me afectan, no os temo, ni me provocáis malestar, todo lo contrario, me hacéis sentir como en casa....- comenta antes de continuar -... Mi nombre es Vinda Rosier y me gustaría tener una audiencia con el príncipe vampiro de Manhattan, Umberto Salieri no me espera, pero vengo a presentar mis respetos ante él como único dirigente de la zona... - remarcó bien lo de único, más después de la escisión de su propio clan -...Y poner mis habilidades a su servicio, al fin y al cabo, debemos apoyarnos entre nosotros... ¿Y bien? ¿Vais a mostraros y llevarme ante vuestro superior o preferís seguir jugando a darle miedo a la humana que debería marcharse y que no pone los pies en polvorosa?...

Sonrió de manera encantadora, su aspecto bello, combinado con la persuasión de sus palabras la hacían muy convincente.

La demostración de habilidad de Percival Graves conteniendo los ataques estaba siendo espectacular, y a su lado los aurores veían sorprendidos como él solo era capaz de avanzar haciéndoles frente sin temer su integridad. Los reclusos del fondo iban cayendo por sus propios hechizos una vez rebotaban en el extraordinario protego que envolvía al Director del Alto Mando, y algunos de ellos buscaron batirse en retirada por donde habían venido, quizá tratando de encontrar algún otro acceso si eran capaces de abrir un boquete con una Bombarda máxima. Solo tres prófugos se mantenían a duras penas, intentando ganar el tiempo suficiente para que sus dos compañeros terminasen de abrirse paso entre los escombros derruidos. 

Rosetti asintió a las palabras de Abelen, cubriéndole las espaldas mientras su socio avanzaba conjurando un verdimilius que cegó momentáneamente a algunos de los presos que trataban de huir. Claramente los aurores estaban ganando terreno desde la llegada de Graves, y en última instancia Melkias y Rosetti, lo que logró sacarle un suspiro de alivio a Gunnar Grimmson, quién se acercó a un malherido Joe Arano, vigilante de seguridad de aquella zona.

- Ninguno de estos son los agentes infiltrados que me noquearon a traición... Estos solo son algunos de los presos del sector que han sido liberados... - explicó el vigilante todavía recuperándose del hechizo aturdidor recibido, y con una herida abierta en el hombro fruto de haberse clavado un cristal. Aún deben haber más presos del sector de máxima seguridad que han sido liberados y que estarán por llegar. - terminó por advertir el vigilante Arano.

Graves lucía molesto ante la situación, y es que a cada segundo que les mantenían retenidos en aquel pasillo, más probabilidades había de que todos los prófugos del sector terminasen siendo liberados, siendo consciente de que algunos eran tremendamente letales, asesinos en serie que habían segado decenas de vidas de magos habilidosos. Concentró su poder y levantó un hechizo de fuego descomunal, como una pared ardiente que dividió a los prófugos, ordenándoles al grupo de Abelen, Rosetti, Grimmson y otros tres aurores que avanzaran dando caza a los prófugos que huían por el pasillo del fondo a la derecha.

- ¡OS ABRIRÉ PASO! ¡AVANZAD INMEDIATAMENTE Y NO PERMITAIS QUE ACCEDAN A LAS MAZMORRAS! ¡PASE LO QUE PASE, NINGUN RECLUSO PUEDE SALIR CON VIDA A PARTIR DE ESTE PUNTO! ¡TENEIS PERMISO PARA MATAR DE SER NECESARIO! - gritó poderosamente, al tiempo que cercaba con las llamas a los que hasta entonces habian sido un impedimento.

Los seis aurores avanzaron al frente y torcieron hacia la derecha, en dirección al sector de los presos de máxima seguridad, catalogados como dementes, maníacos, asesinos seriales y psicópatas sin escrúpulos. Tres puertas metálicas de gran grosor daban acceso a aquella siniestra zona, en la que podía sentirse magia poderosa en las paredes impidiendo cualquier intento de colapsar aquel espacio o lograr hacer agujeros. 

Finalmente, tras avanzar por aquel sinuoso y oscuro pasillo, los seis hombres llegaron a una amplia estancia circular, con un arco de piedra colosal en el centro, muy similar al velo de la muerte que había en el Departamento de Misterios del Ministerio de magia de Londres. Dos puertas laterales permanecían abiertas e iluminando la zona, las cuales daban a los pasillos con las celdas de los presos de máxima seguridad, siempre custodiadas por dementores. El problema radicaba en que éstas no deberían estar abiertas, y que no había ni rastro de los dementores.

- ¡Ahí arriba! ¡Mirad! - grito uno de los aurores al tiempo que señalaba hacia arriba con su mano derecha. Una numerosa horda de dementores chillaban y giraban dando círculos, como si alguien estuviese tratando de controlar sus mentes y forzarles a obedecer. Tras un breve lapso se detuvieron en seco, y fijando la atención en los seis aurores, se lanzaron en picado para debilitar y ofrecer su beso de a muerte, privandoles de toda felicidad. ¿Por qué los dementores atacaban a los mismos autores que deberían poder controlarlos? ¿Qué demonios estaba ocurriendo?

Sabía que no la dejarían formar parte de la investigación por su directa relación con los afectados, por eso era que lo había solicitado expresamente, más… sin éxito como era de esperar… Diana se mordió el labio inferior, molesta, pero sin rechistar sabedora de que no conseguiría nada. Asintió cuando le pidieron colaborar ofreciendo su recuerdo en un pensadero. Iba a colaborar, quería acabar con aquella mierda lo antes posible. Pero… irse a casa de… ¿”vacaciones”? se maldijo mentalmente por sus acciones, ¿debió quizás acudir a Montgomery en lugar de al comisario? ¿habría sido él más comprensivo? ¿o más duro? Ya nunca lo sabría, y finalmente habló.

-Le agradezco su ayuda y su preocupación por nosotras, - le dijo con sinceridad, vigilancia y protección para su pequeña era lo que más necesitaba. – Pero… no voy a tomarme ningunas vacaciones señor Minus, por favor… le mostraré el recuerdo, pero me gustaría estar presente cuando lo vean…, “ir” yo también, estoy segura de que hay muchas más formas de las que puedo ayudar señor, llevo años en esto, sabe que puedo… por favor no me deje al margen como una pobre inútil asustada que solo estorbaría…

James fue quien tomó la palabra entonces, relatando la verdad y ofreciéndose a ayudar en todo lo posible. Diana intervino, haciéndole saber a Minus toda la ayuda que el ejecutor les había prestado, sin él, ellas estarían muertas, y esa era la única verdad.

Se lo llevaron… lo interrogarían, y estaba segura de que él iba a colaborar, se lo había prometido y confiaba en él. Le amaba. No podía hacer nada, si se interponía, si discutía… solo conseguiría que la alejasen más aún del caso, que no confiaran en ella, que todo fuese más difícil… para todos…

-Señor, juro que Sullivan ha colaborado activamente en salvar a mi hija, estoy totalmente segura de que dice la verdad y colaborará en todo lo que pueda para redimirse de sus errores pasados. Denle un voto de confianza, les contará todo lo que sabe. -Calló un instante y bajó el tono de voz para continuar, inclinándose un poco hacia el comisario. -Quizás vengan a por él… por lo que se puede ver por aquí hay más de un infiltrado… y cuando descubran su traición… - dejó unos instantes de silencio, segura de que no eran necesarias más aclaraciones. -Protéjanle, perderíamos nuestro mejor testigo.

-Se lo agradecería mucho, pero obren con precaución, se lo ruego… - dijo respondiendo a Minus acerca de su ofrecimiento de avisar a su hija y enviarle a unos aurores como protección, los necesitaban, pero ya no sabía en quién podía confiar… solo estaba segura de que Kate y Paul procurarían que Enma no corriese ningún peligro. -Si, me gustaría que el señor Montgomery fuese mi testigo si es posible.

Diana esperó entonces a que Mortimer saliese en dirección al departamento de Seguridad Mágica para seguirle y poder mostrarle los recuerdos.

Fue cómo si el miedo se apoderar a de él, los de mentores le habían afectado, no estaba aterrado, pero si incomodando, desapareciendo la alegría del mundo, no pudiendo soltar el patronus contra ellos, ¿Por qué tuvo que avanzar al frente? Debió haberse quedado atrás, no sabía si el jefe intervendria ahora, ahora si corrían verdadero peligro. 

-Maldita sea, Gyp ayúdame, no puedo moverme-

La joven Rosier fue poco a poco siendo capaz de ir identificando a los cuatro presentes entre las sombras, en especial a la joven rubia que tras unos bancos, mantenía clavada la mirada y concentración directamente en ella, intentando penetrar en su mente y provocarle una sensación de desasosiego, desesperanza y malestar generalizado. Nada más detectarla, le resultó a Vinda tremendamente sencillo cerrar su mente y evitar cualquier influjo o malestar por su parte, como si simplemente hubiese cerrado una puerta, lo que causó enorme indignación e ira en la atractiva muchacha. Parecía fácil entender que no estaba acostumbrada a fracasar en aquellos menesteres, lo que provocó una divertida carcajada en el que parecía el líder vampiro de los que allí se encontraban. ¿A caso sería el señor Salieri?

Vinda pudo observar como aquel tipo de mediana edad, con extraños atuendos de época, acariciaba sutilmente y con cariño la cabeza de un joven adolescente y le susurraba unas palabras al oído, el cual entendiendo lo que tenía que hacer, asintió con una sonrisa y salió corriendo por uno de los pequeños pasillos sin detenerse. Tras aquello, juntó sus manos entrelazando los dedos, y avanzó con parsimonia hasta mostrarse por completo frente a Vinda Rosier.

- Bravo, realmente interesante... - esbozó una sonrisa el que parecía erguirse como líder, al tiempo que salían desde ambos laterales para unirse a su derecha e izquierda, la joven rubia que seguía contrariada pero analizando de arriba a abajo a la joven Rosier, y un tipo elegante y atractivo, el cual permanecía impasible y serio, aunque expectante. Nuevamente volvió a intervenir el hombre de mediana edad, el cual ahora sí, quedaba de manifiesto que tenía el pelo completamente blanco pese a no ser un anciano, y vestía un extragante traje de época claro con pajarita morada. Desde luego comparte nuestra naturaleza, y por lo que veo, está acostumbrada a mantenerse al lado de gente tremendamente poderosa como para mantenerse impasible y que no te afecten los siempre efectivos influjos de Samantha... ¿Puedo saber a qué ha venido a nuestra humilde morada, joven dama? - Realmente aquello le parecía sorprendente, aunque ninguno de los allí presentes teníannla menor idea que Vinda Rosier era la lugarteniente de Gellert Grindelwald, probablemente el mago oscuro más temible y poderoso de todos los tiempos. Muchos magos poderosos habían sentido una fortísima opresión y deseo de suicidarse de inmediato cuando decidía hacer emanar su poder. El hombre miró a la joven rubia, llamándola por nombre y amonestándole por seguir manteniendo una actitud visiblemente molesta y hostil frente a la que ya consideraba una invitada. Vinda Rosier es ahora nuestra invitada, y al parecer está en cierta medida al tanto de nuestra peculiar situación, por lo que aguardaremos todos pacientes a la llegada del Príncipe Salieri. Samantha, ¿Quieres abrir la marcha y conducirnos a la sacristía, donde podremos conversar con más comodidad tomando una copa? Entonces volvió a dirigirse a la atractiva Vinda Rosier, mostrándose más amable y cordial si cabe, tras haber escuchado el sutil detalle de remarcar el término "único". Siento haberle sido tan descortés y no haberla recibido con mayor hospitalidad, pero no esperábamos ninguna visita y las cosas han estado ciertamente complicadas y tensas en estos últimos tiempos, no sé si me entiende... Soy Raphael Tizzano, el mayordomo de mi señor. Estos son Samantha Salieri y Elijah Salieri, hermanos del Príncipe. ¿De qué conoce al Príncipe Umberto Salieri? 

La joven rubia inicio la marcha, a lo que el señor Tizzano realizó un gesto invitando a la joven Rosier a seguirles. Elijah se mantuvo en silencio, probablemente aguardando para cerrar la marcha, una vez todos se dirigiesen a la sacristía de la Basílica.

El ataque inicial tomó desprevenidos a los aurores presentes, los cuales no imaginaban que los dementores que hasta entonces habían sido sumisos se sublevaran. Algo no encajaba en todo aquello, y quedaba patente y de manifiesto que alguien debía de estar controlándolos desde las sombras. No había ni rastro de los presos que habían huído desde el pasillo de las celdas por lo que probablemente estarían en esos mismos instantes dentro de alguna de las puertas laterales de aquella amplia zona circular.

Cuatro de los aurores, entre ellos Gunnar Grimmson y Gyp Rosetti, lograron conjurar sus Patronus, que contuvieron el ataque de la horda de dementores y los repelieron inflingiéndoles daño y alejándolos. Aún con todo, rápidamente volvieron a cambiar de sentido y volvieron a acometer al grupo de aurores, decididos a lentamente ir absorbiendo toda felicidad y alegría para debilitaros...

Melkias Abelen y uno de los aurores fueron parcialmente atravesados por aquellos espíritus, sintiendo como su alegría les era arrebatada, aunque por suerte, aún distaba bastante de que estuviesen debilitados y pudiesen darles el beso de la muerte. ¿Cuánto podrían resistir aquel enfrentamiento?

En la segunda acometida, fueron Mouser y Bernon los afectados, quedando arrodillados e impedidos para usar sus varitas y defenderse. Nunca había que infravalorar a un dementor, mucho menos a una horda de ellos, pese a ser aurores experimentados.

- ¡Todos juntos! ¡Seguid conteniendoles! ¡No dejéis que se acerquen y os debiliten, joder! - gritó Grimmson, tratando de liderar la acción en ese momento de incertidumbre.

Aunque la joven Selwyn hubiese querido permanecer al lado de James Sullivan, con sensatez se dio cuenta que no podía inmiscuirse más en aquel asunto para no perder toda opción de seguir en el caso. El comisario Minus meditó las palabras de Diana, asintiendo a su petición de no excluirla de plano del asunto, dejándolo en manos de lo que decidiesen el Director Percival Graves y una comisión del Alto Mando, por lo que al menos había ganado tiempo y seguía en activo.

Después de que se llevasen a Sullivan en el ascensor, Minus abrió la marcha llevando a la magizoóloga al Departamento de Seguridad Mágica, donde nada más entrar en la amplia sala, se comunicó con varios de los responsables del Alto Mando para que acudiesen con premura. Lo que no terminó de encajarle a Diana y la puso sobre aviso de que algo podía ir mal, fue que escuchó al señor Minus comunicándose con un Obliviador, y requiriendo de inmediato su presencia. ¿A caso pretendían borrarle algunos recuerdos? ¿Por qué razón harían algo así? Tampoco habían dado aviso a Montgomery ni a la señorita Kneedander, pese a que momentos antes hubiese sugerido que sí. Pero lo más perturbador fue que Mortimer Minus le pidiese la varita sin previo aviso, una vez estuvieron ambos a solas en aquella dependencia.

- Siéntense señora Selwyn. En breves daremos inicio a su vista formal... - comentó mientras sacaba el pensadero y lo depositaba en la mesa central. ¿Haría el favor de entregarme su varita para que realice un análisis e inspección de sus últimos hechizos? - y extendió la mano esperando que la mujer depositase su varita en la palma.

Esta vez, Melkias se pudo sobreponer al miedo que generaban estas criaturas con creces, listo para manifestar la forma de su patronus, haciendo uso de los recuerdos más felices que tenía de su niñez y adolescencia, dejando que estos renueven su voluntad y su fuerza.

Sin pronunciar lo, extendió la varita a las criaturas, mirando a sus compañeros, y sobretodo a Gyp.

-¿Estás conmigo Gyp?-

Su colega había demostrado gran valía ante esta situación tensa, y de alguna manera sentía que era gracias a él que encontró la fuerza para rnfrentarles. 

-TODOS, AHORA-

Si conjura al mismo tiempo, vencerán a  las criaturas.