Partida Rol por web

Parecía dubitativo en la elección del traje, había varios que le hacían el peso y algunas sugerencias de Leon eran buenas, pero estaba muy indeciso.

— No sé, normalmente no tengo problemas.. pero siento que ahora que estoy en NY y me voy a quedar estoy como un libro en blanco y dudo acerca de la cara a mostrar al resto. Sigo siendo el de siempre o quizá aprovecho mi "nueva vida" para reinventarme ¿sabes?

Comentó algo confundido. No parecía extremadamente preocupado incluso un atisbo de sonrisa se mostraba en su rostro mientras comentaba la jugada con él.

— Me estoy comiendo la cabeza demasiado, creo. Creo que aunque intente ser diferente mi 'yo' real acabará saliendo. Solo espero que no termine mal como en Londres — comentó finalmente en tono jocoso y bromista, aunque algo de verdad escondían aquellas palabras.

— Bueno ya sabes, tengo un ojo puesto en Fía, para que engañarte, pero en la fiesta habrá mucha gente y quiero mostrar una buena apariencia. Venga, elije tu el que mas te guste y yo elegiré otro, en casa decido cual ponerme.

Axwell se alegró de que las vistas desde Randall’s Island fueran del agrado de Fifi. Ahí, acurrucados sobre el capó del coche, era difícil pensar que no se tratara de una cita a estas alturas.

Vale… dejaré que sea tu lugar especial también. Pero no te saldrá gratis… insinuó, y por si había dudas del precio a pagar, ese sería un nuevo beso, profundo y apasionado.

Luego, se montó en el copiloto y dejó que Fifi le llevara a donde tenía planeado.
El trayecto duró casi una hora, por lo que Axwell se preguntaba a dónde le llevaba, lleno de curiosidad.
Coney Island resultó ser el destino, un lugar en el que Axwell no recordaba haber estado.
Con un padre conocido por todo el mundo en la ciudad, no había podido ir a parques de atracciones con frecuencia que digamos.

Supuso que ya estaría cerrado a esas horas, pero podrían ir la mañana siguiente.
La playa además era un buen lugar en el que relajarse.
¡Oh, me mola este sitio! ¡Gracias por traerme! Algún día habrá que hacer una beach party aquí, ¿eh? bromeó.

Ahora estabas ellos dos solos, y realmente en ese momento no necesitaba a nadie más.
Buscaron un hotel, Axwell dejó que eligiera ella. Realmente él podía dormirse en cualquier lugar, incluso sobre la arena de la playa.
Pero supuso que Fifi necesitaría ciertas amenities para poder sentirse cómoda, limitándose a dar por buena la elección de ella.

Cuando le hizo aquella pregunta, casi le entra la risa.
Es que se supone que hoy iba a acostarme temprano para ir a entrenar mañana, hehehe…
Y además, nunca me había fijado mucho en ti, cosa de la que ahora me arrepiento… respondió, porque todo aquel tiempo que la había ignorado por ser amiga de Mel, podría haber sido un tiempo fantástico junto a ella.

A veces las cosas salen mejor sobre la marcha, ¿no crees?
Bueno, ¿y qué querías hacer aquí? preguntó, mirando alrededor.

Buff… acabo de tener una idea… se puso a sonreír pícaramente. Casi le daba vergüenza decirlo, pero así era él.
¿Me dirías que estoy muy loco si te digo que me apetece un baño nocturno? preguntó, mirando la playa.

No solo fue un beso, sino varios que di en parte de pago con toda la dulzura que pueda nacer en mi. Ese tipo de gesto, reflejó que era muy tierno conmigo y era la primera vez que vivía algo así. Tan natural. 

Ya en aquella ciudad las luces nos ofrecieron un tono nuevo, multiplicando las situaciones y ver el rostro lleno de sorpresa por parte de Ax, fue el motivo necesario para sentir que la elección fue la indicada. 

—¡Podremos! Es un buen sitio para ello—dije antes de bajar y al eacuchar su confesión me reí —. Nunca es tarde, mira como estamos ahora. Yo tampoco pensé que podía suceder algo entre nosotros, es que en teoría "eras intocable" para mí. 

Me rei por ello, es que no quería dramas con Mel y la verdad es que todo escaló mucho. No me arrepiento en absoluto. 

— Quería pasar una noche lejos de todo contigo, ser nosotros. 

Respondí y en cuanto me dijo que le gustaría un baño nocturno conmigo, le dediqué una traviesa mirada llena de intenciones. 

—Vamos a la playa, disfrutemos. Como sea, juntos Ax. 

Y de esta manera tras reservar la habitación, dejé el coche en su estacionamiento y le cogí la mano al rubio para salir caminando juntos hacia ese lugar. No necesitaban conducir y lo que sea que pasara en la playa, sería hermoso. 

—Que peligro, con ropa interior será el baño. Me gusta la idea. 

​​​​

Axwell fue al maletero del coche donde aún guardaba una toalla de su última visita a la playa; menos mal.
Claro que, no llevaba bañador.

Miró a Fifi cuando le dijo aquello de bañarse con ropa interior.
¿Ropa interior? preguntó, con una sonrisa pícara. Con gran velocidad comenzó a deshacerse de su ropa mientras corría hacia el agua.
Se paró para quitarse los zapatos y el pantalón, a escasos metros del agua, y finalmente también los calzoncillos.
Claro que la oscuridad hacía complicado ver su trasero desnudo.

¡¡Woooooooooooo!! gritando eufórico se lanzó al agua.

Salió entre risas, mirando hacia Fifi.
¡Está muy buena el agua! ¡¿No te vienes?! le preguntó sonriente, con el agua hasta el pecho.

No pude evitarlo, no era capaz de negarme a su invitación y este tipo de libertad era todo lo que necesitaba. Sin más. Rápido en cuanto escuché la pregunta, supe a lo que iba y mientras decidí que hacer, lo ví correr hacia el agua completamente desnudo y rei como nunca ya quitándome la ropa. 

—Estas loco. 

Solo dije eso, estaba en ropa interior y al ver que se metió desnudo al agua, miré a los alrededores y poco me importó. Me quité todo súper rápido y ya como Dios me trajo al mundo, corrí con mis pechos bamboleando por su tamaño hacia el agua. El efecto de la oscuridad facilitó la exposición, escondiendo un poco los detalles de mi cuerpo pero sí que se aprecio todo de mi. Desnuda estaba muy bien. 

Ya cuando el agua comenzó a golpear mi cuerpo, daba saltitos por el cambio de la temperatura y decidí zambullirme al completo. Jamás había sentido una sensación tan poderosa como la de nadar desnuda, era mágico, perfecto y en cuanto me acerqué a Axwell, rápido lo abracé con tal de besar sus labios, allí en el medio del mar, desnudos. Estaba tan loco como yo. 

—¿Por qué tardé tanto en descubrirte? 

Axwell hizo ver que era un galán y que no miraba cómo Fifi se venía hacia el agua como vino al mundo.
Casi parecía que miraba para otro lado, pero ¡¿cómo podía perderse ese espectáculo?!

Casi se le desencaja la mandíbula de ver el vaivén de sus senos y en esos momentos estaba totalmente hechizado por la belleza de su cuerpo desnudo. Lo que la oscuridad le impedía ver… bueno… esperaba descubrirlo en detalle pronto.

Cuando llegó al agua y después se abrazó a él, Axwell la besó con el fervor desatado. Pero claro, ahí en medio del mar, no era el mejor sitio para hacer según que cosas, así que se contuvo como pudo, estrujando su cuerpo contra el suyo.
Quizás nos hemos conocido en el momento exacto… contestó, volviendo a besarla.
Desnuda y con el cuerpo empapado, era como una Diosa, y miró descaradamente su cuerpo, o al menos el que estaba por encima del agua.
Eres perfecta… le dijo, volviendo a mirarla a los ojos, intentando que no se notara tanto que deseaba devorar ese cuerpo…

Tras un par de zambullidos más, y más besos de por medio, salió del agua para tenderle la toalla a Fifi, sin miedo a que le viera desnudo o incluso sus partes íntimas…
La enrolló con la toalla y se puso la ropa interior… no fuera que asustaran a alguien de camino al hotel.
Por suerte, no estaba muy lejos, así que la llevaría en brazos… con un destino que no podía ser otro que la cama.

En el agua la sensación fue linda, un beso desenfrenado que despierta pasiones y ese todo que hizo tenerme allí junto a él, pegadita a su cuerpo, apreciando cada sensación, la química que existía entre ambos. Pero lo que más me derritió fue escuchar aquellas palabras, estaba de acuerdo con ello. 

—Yo creo que sí—dije sonriendo y al sentir su mirada por mi cuerpo, se me erizó la piel —. Tu lo eres también, Ax. Despiertas cosas en mi, quizás en toda esta locura y osadia, eres todo lo que está bien. 

Aquello lo dije en medio de aquel mar, con la luna de testigo y al zambullirme al completo, escondí mi rubor y también esos sentimientos. Quizás era mejor no sacarlos todos, o si. Ya después nos encontramos nuevamente, nuestras bocas, nuestros deseos, los roces y el sinfín de sensaciones que despiertan solas. Era momento de abandonar el mar, era momento de nosotros. 

Y así fue, rápido abandonamos la playa. Yo protegida en la toalla, entre sus brazos. No pude pedir más y ya cuando llegamos al hotel, uno que no era la gran cosa, rápido me fui a él tras cerrarse la puerta. Ya besándolo con intensidad, anhelo, era febril el deseo y se lo demostré al coger su rostro, al estar pegadita a él, obviando que estaba desnuda, solo éramos nosotros. 

—Te deseo Ax. 

Y allí estaban, en aquel hotel recóndito reservado minutos antes, en una habitación sin mucho más que una cama doble, mesitas y un antiguo televisor.
Pero todo aquello daba igual, de hecho, todo en el mundo daba igual en esos momentos a excepción de Fifi.

Tenerla ahí, tumbada desnuda frente a él, era como tener un banquete hecho por el mejor cocinero del mundo tras un par de días sin comer.
Era tentación pura.
Axwell no respondió, no hacía falta. Sus acciones ya demostrarían que también la deseaba. No, la necesitaba.

Comenzó a besar su cuerpo, comenzando por su cuello, lamiendo su oreja brevemente, para seguir bajando. Pronto encontraría sus pechos, con los que se recreó más. ¡Eran como el caviar del banquete!
Su lengua parecía no querer despegarse de ellos, pero tras un rato, decidió seguir su recorrido…

Mientras sus manos acariciaban las piernas de Fía, acercándose peligrosamente a su punto más sensible.
Su cuerpo ardía, y no se podía detener, notando su contacto húmedo, disfrutando de los gemidos de ella.

Y su boca siguió bajando, por su vientre, por su ombligo, dejando besos, lamidos, y encontrando el tesoro más preciado, aquel que sus dedos ya habían palpado.
Miró a los ojos a Fía y sonrió; ver su expresión de placer era la recompensa que andaba buscando…

Y así, comenzaría a bucear entre sus piernas, a buscar sus otros labios y a recrearse con ellos. Su lengua no podía detenerse, desbocado como estaba. No… sus gemidos le incitaban a seguir, a no parar.
¿Te… gusta? preguntó en un susurro, con ganas de seguir.

Soy de creer en el destino, también en la conexión de las almas y no pude evitar relacionarlo con esto. Me sentí presa de su influjo, pero también en sintonía con él. No existía límite, como si en mi interior quería dejar toda la tontería atrás y estar con él, no una vez, sino siempre. Era un poco loco pensar en esto cuando tienes las hormonas allí arriba, cuando estás súper excitada y este rubio es perfecto en más de un sentido. Pero me gustaba soñar con algo más que un instante. 

Y allí en la cama terminé, cobijada con su cuerpo, disfrutando de sus besos, de mis propios roces por su piel, deleitada con la sensación, su olor y ese rostro tan bonito que tenía. Ax era espontáneo, divertido, teníamos tanto en común que me parecía hasta loco. Incluso su forma de besar, esa mezcla de delicadeza y fuego puro, una exquisitez a los sentidos. Me gustaba, así sin más. 

Ya jugando con su lengua y la mía, con los besos húmedos sobre la piel de su cuello, le permití que se recree con cada rincón de mi cuerpo a través de un viaje que sabía, iba a ser la perdición de ambos. Cada roce, un gemidos evocó y su aliento sobre mi, era una locura. El descenso fue rico, estimulante y se lo hice notar entre caricias sobre su cabello, en la mejilla y por lo agitada que estaba mi respiración. 

Hasta que llegó a ese punto dónde alcé mis caderas ofreciéndole mi delicioso manjar cuando tenía pensado disfrutarlo entero, saborearlo para que no se olvide de mi. No sé, con la idiota idea de que vuelva a mi. ¿Por qué este hombre me ponía tan romántica? No lo sabía, tampoco tenía sentido pensar así mientras gozaba de sus labios, de su lengua. Así que me dejé llevar, aferrada a las sábanas y en cada gemido, busqué su mirada, extasiada, ardiendo. 

—Mucho... 

Apenas pude responder, es que a más tiempo haciendo esto, más rico todo se volvía y lo estaba gozando. Hasta que sin importar el tiempo, esa revolución sensorial en mi intimidad me devolvió una recompensa, la maravillosa experiencia del éxtasis convertido en orgasmo. Rápido comencé a gemir, envuelta en todo lo que sentía, más cálido estuvo ese rincón secreto, más húmedo, más predispuesto y cuando llegó, me sacudió entera, gritando un poquito de placer. 

Se lo regalé, incluso cuando sabía que íbamos a estar toda la noche. Incluso cuando le acaricié el rostro tras haber corrido, deseando sus besos, deseando jugar más y sentirlo. Esto recién comenzaba. 

Cuanto más se estremecía y se agitaba Fifi, más aumentaba su ritmo, completamente desbocado.
Aquellos gemidos, aquellas sacudidas de su cuerpo eran sólo para él, un tesoro que guardaría para siempre.
Nunca antes había deseado tanto a alguien, y no paró, con su lengua al límite, hasta que obtuvo su recompensa.
Los gemidos eran ahora gritos, y las sacudidas del cuerpo de Fifi, más violentas.

Se incorporó lentamente, saliendo por fin de su buceo, con el cuerpo lleno de sudor por el esfuerzo y con la boca llena de… otro tipo de fluido.
Bufff… qué calor… dijo, y se puso en pie mientras se relamía los labios con una sonrisa juguetona.

Fue a abrir la ventana para que pasara algo de aire; era verano después de todo. Y claro, la noche sólo acababa de empezar.
Le hizo un gesto con las manos a Fifi para que fuera con él, observando su cuerpo desnudo una vez más… ¡Joder, cómo le ponía!
Su ropa interior ya no podía soportar más…

Sentado en la repisa de la ventana, recibió a Fía con nuevos abrazos y besos, nunca se cansaría de ello.
Se liberó de la presión en su entrepierna, bajándose la ropa interior, y… ¿qué iba a hacer? Guió a Fifi para que se sentara encima de él, mientras sus sexos tomaban contacto.

Ahhhhh… el placer era máximo, recorría todo su cuerpo y le quitaba la razón.
La agarró con una mano por la espalda para acomodarla, y con la otra sujetaba su zona lumbar, mientras sus caderas danzaban frenéticamente.

Y ahí, apoyado contra la ventana en una posición algo inverosímil, siguió empujando hasta percatarse de que no se había puesto goma…
La deseaba tanto que se le había olvidado algo tan básico.
Algo asustado, por la de veces que le habían insistido en los Programas de Educación Sexual, aminoró el ritmo y con cierta vergüenza le susurró al oído.
¿Quieres que… usemos… ya sabes… goma…? oh, qué idiota se sentía preguntándolo.

Extasiada por esas dosis deliciosa de placer, seguí sus pasos aún contemplando su cuerpo y pensando en el disfrute vivido hacía segundos. No pude pensar en otra cosa que no sea él, era inevitable ya sea por la química o el simple hecho de que éramos muy parecidos. 

Ya luego de una mirada hacia esas vistas, regresé a sus labios cuando se despojó de la ropa interior mientras yo me hallaba completamente desnuda. Mis manos acariciaron su cuerpo, se entretuvieron con cada roce hasta que terminé acomodada encima de él con su entrepierna en mi interior. 

Un jadeo acarició esos labios, era muy rico y como si fuera un acto reflejo, me dejé llevar por las sensaciones danzando con las caderas sobre su regazo. La pregunta no la vi mal, pero negué con la cabeza ya que embarazada no iba a quedar porque me cuidaba y en lo otro, imaginé que ambos en eso éramos bastante meticulosos. No habría peligro. 

—Quiero sentirte así, no hay peligro.

Tras decirlo la danza de su vientre surgió, disfrutando del roce húmedo, siendo tan estricta, tan pequeña en comparación a él y se sentía en todo momento. Busqué sus labios y los devoré entre gemidos mientras seguía gozando, perdida en él, recorriendo con mis labios su cuello, mordiendo, lamiendo, y de nuevo regresaba a su boca para morrearme con ganas.  

Fifi decidió seguir tal cual, con lo que Axwell siguió gozando de aquel salvaje placer.
Sentir que estaba dentro de ella le extasiaba como una droga, impidiéndole parar.
Su ritmo era cada vez más acelerado, jadeando y gimiendo frenéticamente.
¡¡Ohhh, Fifi!! gritaba como un poseso, empujando más y más.

Se puso en pie, sujetando a Fía por su trasero, acomodándola en sus antebrazos, mientras su sexo seguía dentro.
Allí, de pie, las sensaciones se acentuaban al máximo y echó la cabeza para atrás loco de placer.
Podía sentir la humedad de ella haciendo que se excitara más y no pudiera parar.
Tras un rato, cuando sus brazos comenzaron a dolerle por el esfuerzo, se dejó caer sobre la cama, boca arriba, separándose por un momento de ella.

Eres… brutal… dijo entre jadeos, con los brazos estirados sobre la cama. Aún no había llegado… así que no había tiempo para descansar.

Ven… la llamó, sediento de más, con la intención de seguir jugando sobre la cama.

Tener a Ax en mi interior se sentía deliciosamente bien, cada roce, el vaivén de mis caderas y la coordinación perfecta entre ambos hizo que mis gemidos surgieran para que él pueda escucharlos a sabiendas de todo el placer que me provocaba. 

—Me encantas Ax, ahm... Que rico se siente—dije en medio de aquel meneo, dándole ritmo, mostrándome muy sensual—. Ahm, tu lo eres. 

Lo cogí del rostro en cuanto me subió, ya ahí la penetración era tan intensa que me derretía sobre su cuerpo, apretando con intensidad toda la extensión de su hombría ya derretida por el placer. No sé cuándo estuvimos en esa postura, era rico tenerla al completo en mi y ya cuando se tiró en la cama unidos aún, supe que ese sería mi juego y ya sería corrernos a la par. 

Su rostro me tenía loca, su cuerpo, pero más su personalidad y ya cuando me acomodé a horcajadas encima de él, esto iba a ser sin freno hacia delante. Ya a través de un ondulante vaivén de caderas, me expuse para que vea cómo engullia su miembro al completo y también lo dejé que juegue con mis caderas, los pechos, dándole la libertad para que se ponga salvaje mientras mantuve el ritmo, acelerando por momentos. 

—Joder Ahm... Que rico Ax. 

Cerré los ojos y luego me acerqué a besarlo, un buen morreo y de nuevo a la carga. Hasta que las sensaciones me doblegaron, no podía con tanto placer y el orgasmo llegó a mi de repente, era intenso, idilico. Sentí el calor, todo en ascenso, apreté todo de mi y luego comenzaron los espasmos. Grité un poco y me incliné hacia él sin dejar de besarlo, gimiendo, gozando, alocada por él. 

Axwell empezaba a sentir que sus experiencias anteriores habían sido como un juego de niños, y que aquella noche había conocido por primera vez el sexo de verdad.
Porque nunca antes había sentido nada igual, tanto placer incontrolable que le nublaba la mente con el único deseo de disfrutar más y más.
Fifi era perfecta, y cada rincón de su cuerpo era una fuente de excitación.

Allí, con ella encima suyo, tumbado en la cama, se había desbocado y mientras sus sexos se unían una y otra vez, con un ritmo frenético, él buscaba su boca, su lengua, queriendo devorarla a besos.
También se recreó con sus pechos, aquellos tan perfectos que eran como un milagro.
¡Ahhhh, no pares, ahhh! gritaba enajenado.

Quería que ese momento fuera eterno, hacer el amor con el ella sin detenerse nunca. Pero tanto placer terminó por desencadenar en un orgasmo cada vez más cercano. Podía notarlo, estaba cerca. Los espasmos de ella, sus gritos de placer descontrolado al llegar también a su orgasmo fueron ya imposibles de soportar.
¡¡Ahhhhh, Fifiiiiiiiii, aaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!

Su cuerpo se sacudió, mientras apretaba su cuerpo contra el de ella.
Allí se mantuvo, abrazado a su cuerpo mientras daba las últimas sacudidas.
Exhausto, pero satisfecho como nunca antes en la vida, se dejó caer sobre la almohada, invitando a Fía para que usara su pecho como la suya.
Bufffff… dejó un largo suspiro, ahora que la tensión sexual se había desvanecido… aunque fuera por un rato.

Eres… fantástica…
Creo que voy a apuntarme a ballet para verte más… bromeó, sonriendo. En aquel momento, se sentía genuinamente feliz.
Apartó un mechón rebelde de la cara de Fifi, y luego acarició su rostro con ternura. No quería encapricharse de nadie que le distrajera de sus metas, y la palabra “novia” le había dado bastante miedo siempre.
Pero lo vivido aquella noche, hacía tambalear sus creencias…

Bueno… quizás deberíamos tomar una ducha… porque entre sudor y fluidos varios… …o… ¿tienes ganas de repetir?…. preguntó, ¿en serio lo había preguntado?… lo había dicho sin pensar.

En medio de esa corrida seguí moviendo mis caderas para que Ax pueda disfrutar al completo de cada meneo y la forma sensual en que danzaba sobre su vientre. Era excitante verlo así, derretirme sobre su cuerpo y hacerlo vibrar tanto como lo viví yo a flor de piel. En cuanto la corrida surgió, un dulce escalofrío me recorrió entera, era una delicia compartir ese momento, la tensión de su miembro, lo duro que estaba y ese instante que son milésimas de segundos dónde todo colapsa, gracias a su corrida. 

—Ahm... Ax, que rico. Dios... 

Es que verlo dejarse llevar, sentir su orgasmo era algo perfecto, podía hacerme adicta a ello y cuando ya me invitó a sus brazos, no dudé en besar esos labios mientras me acomodé en ese lugar que me ofrecía. 

—No lo necesitas, podemos buscar otras opciones, ¿no crees?—pregunté abriendo puertas y ante la pregunta, mi mano acarició su rostro —. Otra más, pero antes quiero probarte. 

Rápido comencé a jugar con sus labios, el cuello y en ese descenso por el torso fui descendiendo, el destino era su miembro y mi boca. Quería saborearlo, dar placer y no me importó que estuviera todo impregnado de nuestros fluidos, solo moría por continuar jugando. No lo iba a dejar dormir con facilidad. 

Cuando Fifi empezó a besar su cuerpo, y descendía hacia abajo, su pulso se aceleró pensando en lo que podría estar pensando hacer.
Y cuando su boca comenzó a jugar con su miembro, tiró la cabeza hacia atrás, loco de placer.
Una de sus manos agarraba las sábanas con fuerza, mientras la otra fue hacia los cabellos de ella, acariciándolos con suavidad.
Pero a medida que su boca subía y bajaba, la excitación era máxima, y tuvo que agarrar también sus cabellos ante el incontrolable placer.
Ohhh, sí…. Fifi…. ahhhhhh…

Aquello era demasiado placer para poder controlarlo, y pese a que acababa de descargar hacía poco, notaba que pronto volvería a hacerlo.
Así que pensó en algo para rebajar la tensión y hacer que ese placentero momento durara más.
Yo también… ahhh… quiero saborearte… ahhhh…. dijo, soltando sus cabellos …mmmm…. pero no pares… le pidió, esperando que entendiera lo que proponía.

Lo había visto alguna vez en el porno, pero hasta la fecha le había parecido demasiado para pedírselo a alguien. Pero con Fifi, sentía que podía dar rienda suelta a sus deseos más salvajes.
Así, cuando ella giró su cuerpo, se encontró con su sexo frente a su cara, todavía húmedo y lleno de los fluidos de ambos.
No lo dudó, y fue a devorarlo frenéticamente, chupándolo hacia dentro y haciendo girar su lengua frenéticamente alrededor del lugar que más placer le daba.
Mientras ella seguía ahí abajo, con su boca subiendo y bajando… ¡aquello era insoportable!

Mmmm… reprimió los gemidos para seguir con su lengua girando alrededor de su sexo. Había entrado al paraíso y no lo sabía.

Tener sexo con Ax era una delicia a todos los sentidos, lo deseaba en demasía y esa forma de ser tan suya y tan parecida a la mía, hizo que estos momentos fueran en verdad inolvidables. Por ello en medio de mi juego con la boca, la lengua y el roce húmedo mismo tan intencionado que me hizo devorarlo entero poco a poco, jugando con la penetración profunda, su placer y esos gestos que no borraría jamás en la vida. Me di cuenta que quería algo con él, no una aventura, no algo de hoy y mañana no sé. 

Pero antes de decir nada, es que la mente tampoco me daba para tanto, acepté su juego y le ofrecí mi sexo para que pueda saborearlo, jugar y entretenerse. La primera sensación fue muy intensa, tanto que solté un grito de placer ahogado por todo lo que provocó esa lengua, sus ansias y mi húmeda intimidad que estaba de nuevo súper lista para todo. 

—Ax, como te deseo... 

Lo dije mirando su miembro, apasionada con los roces, su erección y el morbo que me recorría entera, tanto como lo hizo su boca. Tenerlo allí, tan encendido, estarlo yo, era como un combo único de intenciones, era difícil no pasarlo bien con él, liberarse dejándose llevar. Así que seguí quería jugar él toda la noche, hasta lograr agotarnos de placer. 

El placer era tan intenso que era como si se hubiera tomado alguna sustancia. Pero no, lo único que tenía era adicción a esa chica que le hacía sentir loco de placer.

Degustó su sexo como un perro hambriento, motivado por el salvaje placer que le hacía sentir. Hasta que obtuvo su premio en forma de jugo… lo saboreó excitado y allí perdió la concentración, dejándose llevar para terminar descargando con un grito que casi parecía que le estuvieran torturando.

Tardó unos segundos, minutos quizás en reaccionar. Aquello había sido tan bueno que había quedado medio groggy.
Eres… increíble… dijo jadeando, con su cuerpo aún temblando por las salvajes sensaciones.

Ahora sí, el sudor y los fluidos lo habían dejado todo pegajoso y sentía su cuerpo como si estuviera en una sauna.
Ven… una parada técnica… le dio la mano para llevarla al baño y tomar una ducha.

Aprovechó para enjabonar el cuerpo de ella, y sí, meterle mano de forma descarada. Recorrer su cuerpo perfecto con la excusa del jabón.
Y no debería haberlo hecho, ya que volvió a sentirse con ganas…
La morreó con las ganas de la primera vez, como si acabaran de comenzar y eso que ya deberían ser como las 3 o las 4 de la madrugada.
¿Qué me has hecho? Me has vuelto Fifiadicto… dijo, enjuagándole el jabón con cierta prisa… tendría su morbo hacerlo en la bañera.

El orgasmo fue una locura, tampoco es que me pude controlar mucho cuando se sentía tan rico y con la piel que tenía por Axwell era muy difícil que todo escale tanto al punto de desbordarnos los dos de placer. Su corrida la bebí sorbo a sorbo, disfrutando, saboreando con total exposición ya que me gustó que se entregase a mi de esta manera. Éramos tan iguales, que me sorprendía. 

—Tu lo eres, nunca pensé que entre nosotros podía suceder tantas cosas. Me encantas—confesé sincera y sonriendo fui junto a él—. Una parada técnica... Hm, algo más que eso. 

Y así como él me metía mano en su cuerpo, yo también lo hice, contemplando, recorriendo en esa mezcla morbosa entre dulzura y deseo, buscando en Ax algo más que necesidad de mi. También ese aspecto emocional que nos sumerja en todo esto que nació de imprevisto. Si que pensé en su hermana, me iba a matar, pero también de alguna manera parecíamos destinados. ¿No?

—Y yo, Axdicta. Ven... 

No pude contenerme, él se excitaba, yo también y estaríamos así todo el tiempo. Ya era cualquier hora, un desastre, pero ese tipo de desastre lindo que no quieres olvidar. Así que busqué sus labios, besándolo con deseo, ternura, explorando con el jabón su cuerpo tan delicioso. 

— Siempre hay que ser uno mismo, tío — responde León, paseándose para ir viendo qué tipo de trajes tienen en aquella tienda. Él ya tiene el suyo para la fiesta pero si se encuentra otro que le guste, quizás se lo compre para otra ocasión, aunque primero se centra en elegir uno para su amigo — Pues a por ella: Fía. Si te gusta. Y eso de reinventarte suena bastante bien, pero al final todos tenemos nuestras cosas innatas que no podemos cambiar por mucho que nos empeñemos. Y te lo digo por experiencia — comenta — ¿Crees que Fía tiene interés en ti? ¿La has tanteado al respecto?