Partida Rol por web

Es Martes por la tarde. Llevas más de 24 horas despierta, a base de refrescos eXtreme Cola y chocolates PowerCherry. Lograste poner tus manos en lo último de los juegos neurointeractivos, no fue fácil, pero conseguiste piratear los servidores de la empresa que lo está desarrollando, y el juego resultó ser una maravilla. No te has podido despegar de la consola, solo has realizado algunas pausas para comer e ir al baño.

En eso estas concentrada, cuando alguien golpea a tu puerta. Tú sabes que es el encargado de tu edificio, que trae la correspondencia. Sabes además que es lo que trae el paquete que te viene a entregar. Hace unos días te infiltraste en el sistema de selección del más popular show de televisión y has aprovechado la oportunidad para hackearlo y anotarte como seleccionada.

-Déjalo en la entrada, en un momento lo recogeré. ¡Gracias!  – gritas para indicarle al encargado del edificio que deje el paquete y se vaya.

Luego de terminar el nivel que estabas jugando, finalmente decides ir a buscar tu correspondencia. Se trata de una caja que envía La Cadena. Dentro de la caja hay un DataPad que en la pantalla muestra el siguiente mensaje:

¡Enhorabuena!

Usted ha sido seleccionado para participar en el concurso número uno de la televisión mundial: Marte eXtremo. Al alcance de su mano tiene una fama y fortuna inimaginables. Le esperamos en nuestras instalaciones de Orlando, Florida, en la mañana del viernes, con el fin de darle a conocer los pormenores del concurso e iniciar su ascenso a la fama.

Junto con DataPad, en la caja hay una tarjeta VIP, con la cual podrás pagar sin excepción cualquier medio de transporte, alojamiento y comida del que debas disponer para llegar hasta las instalaciones de La Cadena. Te esperan el día Viernes por la mañana.

Tu vestido de baile rojo metalizado refleja el fuerte brillo de las luces del tocador, que te iluminan desde abajo como si fueran un reflector para bronceado. Sería estupendo que lo fuera: así podrías completar tus sesiones de rayos UVA a la vez que te peinan y maquillan. Cierras los ojos y te recuestas. Mientras te relajas y dejas a tu nueva maquilladora personal hacer su trabajo, la voz del popular presentador de televisión interrumpe tu tranquilidad.

—Vaya, Lindsay. Te estás preparando pronto hoy. ¿No querrás quitarme el puesto? —dice Johnny Melter poniéndote una mano que no has solicitado sobre el hombro y sonriendo socarronamente para resaltar su broma—. ¿Qué tal tu nueva maquilladora personal? Estoy convencido de que es mucho mejor que tener que compartirla con el resto del ballet. —Guiña un ojo lascivamente a la joven—. Desde luego, te mereces esto y mucho más. Me lo has demostrado muy bien. —Esta vez el guiño es para ti—. Espero que consideraras la propuesta que te hice para presentarte como concursante y consolidar tu nombre. Presentar Marte eXtremo es un puesto muy importante. En cuanto superes el concurso, tendrás el reconocimiento del público y no nos costará mucho convencer a mis amigos de la junta directiva de La Cadena para que te ofrezcan un puesto de copresentadora. Porque es lo que quieres, presentar Marte eXtremo conmigo, ¿no?

Justo en ese momento, un mensajero dice tu nombre desde la puerta y Johnny hace un gesto en tu dirección. El mensajero te hace entrega de un elegante sobre de color marrón con el logotipo de La Cadena. Johnny sonríe y te coge el hombro con la misma sensualidad de antes.

—Vaya, veo que no te lo has pensado mucho y que ya hiciste el casting. No me sorprende que te hayan seleccionado tan pronto. Tienes mucho talento para el espectáculo, te lo digo yo. Reconoces el sobre de inmediato porque lo has visto mil veces en manos de los nuevos concursantes: es la confirmación como seleccionado para participar en Marte eXtremo.

Despiertas con la boca pastosa y un ligero dolor de cabeza, no demasiado intenso, que te recuerda los últimos cuatro días que has pasado de fiesta ininterrumpida. No es que hayas bebido más de la cuenta, pero llevas varios días y noches sin parar. Todo empezó cuando te invitaron a la inauguración de aquel pub para la jet set, y después no has parado de enlazar una fiesta con otra durante cuatro noches. Así son las cosas cuando todo el mundo te conoce, ni siquiera tienes que hacer planes.

La luz que entra por la ventana te indica que el amanecer quedó atrás hace bastantes horas. Aun así, no te apetece levantarte. De no ser por el insistente sonido del teléfono, que lleva sonando diez minutos, te quedarías tirado en la cama unas horas más.

Te incorporas con pesadez para contestar el teléfono y compruebas que junto a ti, en la cama, hay tres chicas, también tiradas e intentando ignorar la música y la vibración del teléfono. Lo coges y el nombre de tu agente es el que aparece en la pantalla iluminada, junto con una foto en la que luce esa sonrisilla avariciosa suya.

Te arrastras fuera de la cama sin vestir y dejas allí a las chicas, que yacen inconscientes, mientras abandonas la habitación y cierras la puerta tras de ti, antes de contestar. Sin tiempo a preguntar qué ocurre, la voz de tu agente salta histérica desde el auricular. Casi puedes escucharlo sin acercártelo.

—¿Bobby? Bobby, escucha. Estamos dentro. No me preguntes cómo lo sé, pero lo sé. Me han dado un soplo. ¡Estamos dentro, cabronazo! ¡Marte eXtremo! —chilla desde el otro lado—. ¡Lo vamos a petar! ¡Marte eXtremo! Prepara las maletas y, en cuanto te llegue la carta, sube algún vídeo a la web, algo con pantalones militares y enseñando los músculos y los abdominales. Algo corto, pero que encienda a la audiencia. Luego te llamo.

Aún sin vestir y con el teléfono en la mano, te das cuenta de que en la mesa del recibidor destaca un sobre grande y marrón con el logotipo de La Cadena.

Recorres los pasillos del centro de investigación, cruzándote con personas que nunca te saludan, odiando tener que acudir a la sala común para tomar el almuerzo. Si no fuera por la normativa existente y porque resultaría poco salubre, te quedarías a comer a solas en el laboratorio. Lo has hecho más de una vez.

Entras en la sala común y nadie te dedica más que una oportuna mirada, a pesar de ser la bióloga más destacada del centro.

Un grupo de científicos y técnicos ataviados con batas blancas o azules forman un corrillo junto a una de las mesas. Están de pie y sujetan algo sobre lo que todos murmullan.

—¿Kylie Simmons?—dice un tipo alto con bata azul—.

—Ni idea de donde está—contesta una joven con bata blanca y el pelo oscuro.

—Pues para mí que se han equivocado. No creo que la doctora fuera a presentarse a Marte eXtremo, nos habríamos enterado —sentencia la chica del pelo oscuro.

Escuchas al grupillo congelada de terror. Casi lo habías olvidado. Ahora mismo no sabrías decir qué te empujó a llevar a cabo esa locura. Bueno, sí, siempre te llamó la atención el show, y más de una vez fantaseaste con explorar aquel planeta. Todos te ven acercarte, las miradas están puestas todas en ti. De pronto has perdido el apetito por completo.

Llegada la mañana del viernes, los concursantes finalmente se reúnen en las instalaciones de La Cadena, ubicadas en Orlando Florida, y son conducidos a una sala, parte almacén, parte armería y parte campo de tiro, donde los recibe un tipo alto y musculoso con un tupé rubio y bigote, embutido en una musculosa verde punto de reventar que desentona bastante en alguien de su tamaño.

—Llamadme Mac —dice a los concursantes—. Enhorabuena a todos, estáis a las puertas de convertiros en héroes de fama mundial —dice mientras les estrecha la mano con energía—, como lo soy yo —añade señalándose el pecho con el pulgar en un ademán de autosuficiencia—. Mac Bronson, único superviviente y campeón indiscutible del primer Marte eXtremo. Durante las próximas horas, hasta el inicio del concurso, seré vuestro instructor. Me convertiré en vuestro mejor amigo, ya que os enseñaré cómo funcionan las distintas armas y algunas cosas incluso más importantes para vuestra supervivencia en Marte.

-Empezaremos por lo más importante —dice señalando una mesa metálica a su espalda con una serie de estuches antigolpes negros—: las vacunas. —Se acerca a la mesa y coge una pistola-inyector metálica, que muestra levantándola a la altura de la cara—. Para que podáis sobrevivir a los exóticos virus mutantes del planeta rojo, nuestros expertos han elaborado unas vacunas que os protegerán de virus, bacterias, parásitos e infecciones. Asimismo, estas inyecciones os proporcionan antibióticos y medicamentos cicatrizantes que mejorarán vuestras opciones de supervivencia. —Rodeando a los concursantes y acercándose a sus espaldas, levanta el inyector—. La primera y más potente de todas es necesario aplicárosla ahora —dice mientras coloca el inyector contra sus nucas—. Esta vacuna es notablemente más potente. El resto es una continuación del tratamiento, que, de verse interrumpido, podría resultar en infecciones fatales. La próxima deberéis ponérosla inmediatamente al entrar en contacto con la atmósfera marciana. —Señala unas pequeñas mochilas negrirrojas con los logotipos del programa y comienza a repartir los estuches negros —. Podéis coger esas mochilas y guardar en ellas el equipo que os vaya entregando. Debéis recordar inyectaros cada ocho horas. Interrumpir la vacuna puede ser letal. —Se pone de cuclillas para abrir un estuche que ha quedado sobre la mesa—. Este botón rojo se presionará al cerrar la tapa —señala, y cierra la tapa de golpe—, lo cual iniciará una cuenta atrás con una alarma sonora que os avisará. Voy a repetirlo por si no os habéis enterado bien —se yergue con las piernas separadas y los brazos cruzados sobre el pecho—: interrumpir el tratamiento resultaría mortal. Debéis inyectaros cada ocho horas. Inyectaos en el muslo, el antebrazo o el hombro, pero inyectaos —concluye señalando con el dedo índice para dar énfasis a sus palabras.

-Lo segundo más importante —saca una caja de debajo de la mesa y pone un objeto circular sobre ella— es esto. No es un broche decorativo, es una cámara, un micrófono y un comunicador al mismo tiempo. Llevadlo siempre en el pecho, ya sea prendido en la camiseta, la guerrera del uniforme del concurso o en un poncho para la lluvia —dice mientras las reparte entre los concursantes—. Son a prueba de golpes.

-Ahora me gustaría que fuerais a esa parte de ahí y escogierais un uniforme del programa, ropa interior y botas —dice señalando a uno de los extremos de la sala—. Así podréis colocaros el broche inmediatamente. —Levanta la voz para llegar hasta donde los concursantes se cambian y añade—: Los uniformes son similares a los que usan los militares, pero sus patrones de color en tonos rojizos han sido diseñados para mimetizarse entre la salvaje flora marciana.

Una vez los concursantes vuelven, vestidos con los uniformes de campaña rojos y las cámaras prendidas en el bolsillo del pecho de la chaqueta, les muestra una fina tablet protegida por una carcasa antigolpes.

—A este dispositivo lo llamamos Commlink. Es muy parecido a una tablet corriente, pero está dotado de enlaces que recogen y emiten las señales de vuestras comunicaciones y mantienen la transmisión con la Tierra gracias a la tecnología de comunicación cuántica entre dos partículas ligadas, una maestra aquí en este mismo edificio y una partícula esclava en el satélite marciano. De este modo, la comunicación se lleva a cabo en apenas unas fracciones de segundo, completamente imperceptibles para nosotros. —Escupe el discurso de una sola vez hasta casi quedarse sin aliento, lo que deja adivinar que ha tenido que memorizarlo palabra por palabra—. Sería conveniente que lo llevara uno de vosotros que tenga idea del manejo de estas tecnologías, por si surgiera la emergencia de hacer ajustes o arreglos inesperados. También os será de ayuda para consultar vuestras puntuaciones personales.

-Estos tres dispositivos, las vacunas, los comunicadores y el Commlink, son los principales pilares de vuestra supervivencia. —Y dicho esto les entregará unas bolsas de plástico transparente que contienen cosas como botiquines, cantimploras, cerillas y algún equipo de supervivencia—. Con esto se completa vuestro equipo de supervivencia marciana.

- Ahora os presentaré mi parte favorita: las armas. Os enseñaré el uso de todas las armas a las que podéis tener acceso si os las ganáis —dice mientras los conduce a una parte donde hay diversos armeros abarrotados de armas extrañas—, desde la pistola con la que comenzaréis hasta la ametralladora pesada pasando por la escopeta de plasma y el rifle criogénico. Seré bueno y os dejaré probarlas todas salvo el lanzagranadas. Pero, antes de todo, poneos estas gafas de seguridad y coged estos protectores auditivos…

A continuación, los concursantes son aleccionados por el singular Mac Bronson en el uso de las distintas armas. A la hora de la comida les trae un par de carros de catering y les da la oportunidad de compartir mesa con él, mientras les cuenta algunas de las anécdotas y fanfarronadas que hizo cuando fue participante, como aquella vez que cazó una peligrosa bestia mutante usando solo su cuchillo, y el público le dio la puntuación máxima.

Pasar de la situación en la que me encontraba días antes a pasar mis días en un hotel de lujo en Orlando? Obvio, que acepté la invitación para el concurso de Marte eXtremo, y con mucho gusto que lo hice.

Sin dudar, lo primero que hice fue ir derecho al hotel, y me pasé los días disfrutando de las instalaciones. Lo mejor de todo el asunto era que podría volver a utilizar armas de fuego. Dios sabe cuánto extrañaba mis rifles de caza.

Al llegar el día en el que comenzamos el entrenamiento, mientras los demás parecían no tener demasiada experiencia con estas armas, yo me sentía como en caza. Casi no le preste atención a todo el abanico del arsenal que teníamos a disposición, cogí el rifle sin dudarlo y comencé a disparar hacia los blancos. Tan rápido como la emoción me había invadido el cuerpo, se fue. No era lo mismo disparar a esas dianas inanimadas, no era lo mismo. El total placer no me embargaría hasta no tener la posibilidad de cazar alguna de esas criaturas que deambulaban por el planeta rojo.

Más tarde, durante el almuerzo, me mantuve callado mientras Mac contaba sus anécdotas. Solo prestaba atención cuando se refería a los distintos animales con los que se tuvo que enfrentar.

Mientras todos almorzaban escuchando las historias de Bronson, Yuki alucinaba literalmente con todo lo que veía a su alrededor, ¡toda esa tecnología! y estaba  punto de embarcarse en una aventura tan apasionante o mas como la de cualquiera de sus videojuegos.

-¡Que narices, voy a ser la prota de mi propio videojuego!- pensó haciendo poco caso a las anécdotas del atlético anfitrión

De pronto, como si despertase de un sueño, Yuki se puso de pie y haciendo saltar por la emoción sus cubiertos por los aires dijo: -¡Yo me ocupare de ese Commlink que vimos antes chicos!-

Al momento, como si una ola de timidez la hubiese llevado mar adentro, se sienta al ver que todo el mundo la mira, y aclara con algo menos de entusiasmo y entre risas nerviosas -Se me dan genial las tecnologías, y si se rompe o cualquier cosa, puedo arreglarlo en un periquete...- hace una pausa mientras juega con el pelo - ...Si os parece bien me refiero...-

-¡Ya se te ha ido otra vez la olla tia!- piensa para sus adentros mientras se toca el pinchazo en la nuca de aquella maldita vacuna que la tenia preocupada

-¡Bonito sombrero Cowboy!- te dice Yuki chasqueando los dedos varias veces señalando en tu dirección como si fueran pistolas.

Tras unas breves risitas vuelve a sonreir timidamente y te esquiva la mirada un poco abrumada

Estar entre toda esa gente me hastía, a pesar de que las anécdotas del musculoso me traen sin preocupación presto atención a cada detalle de ellas en las que hace referencia a datos que podrían incidir en mi supervivencia y la del grupo, no pierdo de vista ni por un instante que por más que esto sea un programa de televisión podemos morir allí, en el planeta rojo... Una oleada de sensaciones confusas me recorre: mi parte científica anhela tener acceso a todos esos especímenes alienígenas, mi parte humana, por otro lado, no deja de decirme que esto ha sido un error y que he actuado como una tonta al dejar que la opinión de los demás sobre mí me influyera.

Y sin embargo, aquí estoy. Mis ojos recorren a los presentes, miran las armas y las vacunas y me digo: nada que no pueda manejar, o eso creo.

La muchacha que está sentada junto a mí se levanta de pronto haciendo que casi se derrame mi vaso, el cual logro interceptar antes de que se vuelque, y anuncia en un grito que ella manejará el Commlink. La miro de lado, analizándola -Yo podría estar de acuerdo, si nos dices tus credenciales -manifiesto ligeramente molesta y me cruzo de brazos.

El tío este, Mac, me parece un pesado. Se la da de militar, pero ningún marine que se precie de serlo tiene tamaña bocota. Apuesto a que es solo un tío dado al ejercicio y aficionado a las armas. No tiene la disciplina ni el carácter necesario para ser parte de las fuerzas armadas.

No, no le presté mucha atención al sujeto. Solo me preguntaba si finalmente el atuendo indicaba que efectivamente fuera un soldado, o si era todo un montaje del show para que parezca más guay.

Presto atención sí a las herramientas y equipo de los cuales dispondremos una vez allá. Una de las muchachas, la más joven al parecer, se propone a ser ella quien se ocupe del CommLink. – Alto ahí chiquilla, que no es una Tablet para jugar videojuegos. Si ese dispositivo tiene algún sistema de navegación que nos pueda ser útil allí, será preciso que yo me haga cargo. Soy piloto de las Fuerzas aéreas. Estoy entrenada para usar ese tipo de tecnología. Se les ocurre alguien más con mejores credenciales? – dije esto último mirando a la chica colorada.

-Vaaaaayaaaa...- dice Yuki poniendo las manos detras de la nuca y recostandose sobre el respaldo

-Si que esta solicitada la condenada Commlink..- suspira de forma burlesca

Sin mirar a ninguna de las dos participantes que la hablan, Yuki se pone a enumerar con los dedos unos segundos para decir mas tarde -En el ultimo mes he pirateado, y me he infiltrado en una veintena de sistemas con protecciones de categoría 6, doble firewall y algoritmos complejos autoprocedurales, ¿sabeis lo que significa eso?, puedo conseguir configurar, piratear y adueñarme de casi cualquier cosa que podáis imaginar- dice con cierta prepotencia

Se adelante sobre la mesa clavando la mirada en Valerie -Asi que no soy una chiquilla friki, soy la mas adecuada para tener esa belleza entre mis manos- luego clava la mirada en Kylie -¿Te gustan mis credenciales?-

Antes de comenzar a comer, los demás vieron como Tyler unía sus manos y agachaba la cabeza. Durante el tiempo en que los demás discutían acerca de quien se iba a encargar de utilizar aquel dispositivo, que escapaba a los conocimientos del viejo devoto, Tyler se dedicó a rezar. Era su costumbre bendecir los alimentos antes de consumirlos, y con gusto hubiese integrado a todos en su oración, si tan solo los hubiera conocido un poco mejor.

-Amén. – Concluyó su oración, y comenzó a servirse. Miraba con diversión la discusión entre las muchachas, de la cual la científica parecía servir de árbitro. No quiso dar su opinión al respecto.

Miró al hombre de color que tenía a su lado, y le dijo – Donde quiera que se junten dos o tres mujeres suelen haber esta clase de malentendidos no es así?

El gesto de Yuki le causó mucha gracia al cazador, que juntando sus dedo indice y medio le devolvió un tiro, y luego se llevó los dedos a la boca y sopló el cañon.

La chiquita le causaba simpatía. Pero le preocupaba que una vez allí se portara de forma irresponsable y se ponga en peligro. El cazador debería estar atento a ella para que no se metiera en problemas.

La última noche en la Tierra

Tras la opulenta cena, cortesía de La Cadena, Mac los conduce a una sala contigua, amueblada con principescos sofás de piel, una pantalla gigantesca con una cámara fijada a su parte superior y otras tantas distribuidas aquí y allá en las paredes. Mac invita a los concursantes a ponerse cómodos, se sienta justo en medio y enciende la televisión.

En la pantalla aparece un grupo de atractivos jóvenes con ropa cara disfrutando de una jovial reunión en un suntuoso apartamento. Ríen y charlan sin hacer ningún caso a la cámara, hasta que uno de ellos se gira en su sillón y fija su mirada en la cámara mientras dice:

—Cuando tengo que dar una fiesta para mis amigos, nunca sé cómo acertar con las últimas modas en ropa, música, decoración…  Pero para beber… —levanta un vaso de refresco con un logotipo rojo grabado— yo lo tengo claro: eXtreme Cola. Con eXtreme Cola siempre acierto. —Tras un fundido en negro, reaparece una imagen del vacío espacial con un fondo estrellado y pasan flotando en la ingravidez dos latas de refresco, que se pierden en las turbulencias de la estela de una lanzadera que surca el vacío a toda velocidad mientras suena música rock. Un grupo de estrellas comienza a brillar con más intensidad en colores rojo y blanco hasta formar el logotipo de eXtreme Cola. A la vez, una voz en off dice—: eXtreme Cola y eXtreme Cola Light patrocinan este espacio. —De nuevo, tras un fundido en negro, aparece en pantalla el plató del popular show televisivo.

—¡Buenas noches! ¿Sabéis qué hora es? —pregunta el presentador al entrar en el plató, ataviado con un traje de diseño, un corte de pelo de doscientos dólares y una sonrisa de porcelana.

—¡Es la hora de Marte eXtremo! —responde el público a coro.

—¡Así es! Soy Johnny Melter y esto es… ¡Marte eXtremo!

La pegadiza y marchosa sintonía del programa comienza a sonar. La cámara recorre las filas del eufórico publico mientras aparecen en pantalla el logo del programa y los créditos. Filas y filas de personas de todas las edades en pie, sonriendo y sin parar de aplaudir, llenan las gradas.

—Buenas noches… —El presentador trata de acallar los aplausos del público—. Buenas noches a todos. Bienvenidos una vez más al programa número uno del mundo: Marte eXtremo, en el que un grupo de valerosos concursantes viajan por la región elísea de Marte para cazar horribles monstruos y bestias mutantes.

¡Y sin más dilación, recibamos con un fuerte aplauso a nuestros nuevos concursantes de esta temporada!, sin duda, héroes valientes que aman su planeta. —grita en un drástico cambio del odio más visceral a la sonrisa más entusiasta mientras se gira y señala a un lado del plató, en el que hay situada una gigantesca pantalla —. Mac Bronson, el popular campeón del primer programa, está con ellos en este momento —dice cuando se acallan los aplausos. —¿Crees que están preparados para la acción, Mac? Quiero decir que las apuestas están bastante altas. Los copiacaras marcianos son unos huesos duros de roer.

—Así es, Johnny —dice Mac mientras señala a los lados—. Me encuentro en la sala de espera con la nueva hornada de concursantes dispuestos a patear culos marcianos. Conozcámoslos.

En ese momento, cada uno de los concursantes recibe un primer plano en pantalla, que los invita a que se presenten.

—Yo mismo he preparado a estos concursantes. Han sido entrenados por el mejor, aunque haya sido un único día.

—Bueno, chicos, el helicóptero os espera. Esos mutantes no van a matarse solos. Estoy ansioso por veros en acción. Mientras os preparáis para salir, haremos una pausa publicitaria. – dice el presentador.

Entonces Mac se levanta y, sacando una maleta metálica, hace entrega a cada concursante de un cuchillo de supervivencia, una pistola y un cargador extra, junto con las fundas de cinturón correspondientes.

—Bien, chicos, poneos esto y coged las mochilas. Se acerca el momento. Os acompañaré hasta el helicóptero. Recordad lo que os he enseñado y mantened los ojos abiertos. No tengáis piedad, incluso el bichejo de aspecto más endeble puede ser una amenaza mortal. En Marte todo ser que camine, vuele o se arrastre quiere mataros y sorber vuestras entrañas como si fuesen espaguetis.

A la vuelta de publicidad, Johnny vuelve a dirigirse a Mac.

—Bueno, Mac, ha llegado el momento. ¿Están listos nuestros concursantes?

—Lo están, Johnny. ¡En marcha, muchachos! ¡La gloria os espera! —Hace un gesto muy teatral para que lo sigan.

Mac sale trotando por la puerta y guía a los concursantes por los laberínticos pasillos del edificio en una suave carrera. Junto con ellos irá toda una jauría de cámaras que tratan de sacar los mejores planos. Cada vez que Mac se cruza con uno, hace un gesto a la cámara, les choca la mano a algunos o muestra el pulgar en alto o el puño como signo de fuerza. Tras bajar unas escaleras, llegan a un vestíbulo y oyen un rumor creciente. Al principio no lo identifican, pero a medida que se acercan a unas grandes puertas acristaladas se dan cuenta de que son gritos de una muchedumbre. Más allá de las puertas ven una alfombra roja y unas vallas de seguridad custodiadas por guardias.

En el momento en que Mac abre las puertas, el clamor de la gente se hace tan intenso que resulta ensordecedor. Apiñadas en los alrededores del edificio hay miles de personas. Las más próximas a las vallas estiran los brazos tratando de tocar a los concursantes, que, con el subidón de adrenalina de la carrera por los pasillos y el recibimiento de la muchedumbre, son guiados hasta el helicóptero. Mac les despide con un apretón de manos antes de subir a bordo y, cuando el vehículo comienza a levantar vuelo, les hace un saludo de visera de lo más estadounidense y militar, que es imitado por la multitud, y se queda en posición de firmes mientras el helicóptero se aleja y dejar ver cómo las inmediaciones del edificio están anegadas con una muchedumbre de miles de personas y unas grandes pantallas que retransmiten el programa.

En menos de veinte minutos llegan a Cabo Cañaveral, donde los espera la lanzadera. Sin muchas indicaciones por parte de los técnicos, son metidos en la lanzadera. Pueden seguir el programa desde la lanzadera, donde se muestran fragmentos de sus respectivos videocastings que grabaron no hace mucho en la web de suscripción. También contemplan un resumen en honor a los héroes fallecidos, junto con el obligado minuto de silencio.

Tres horas más tarde, la lanzadera en modo de piloto automático llega a la órbita marciana. Por desgracia, los concursantes no pueden disfrutar de las vistas debido a que es noche cerrada. Tienen que contentarse con la reproducción en 3D del volcán Ulises de la pantalla de navegación. Después de sobrevolar la región, aterriza en el centro de la caldera del extinto volcán. Ya están en suelo marciano.

Con un siseo neumático, la puerta se abre y los invita a salir. En ese momento les llega la voz de Mac, tanto desde el equipo de comunicación de la lanzadera como desde los dispositivos que llevan prendidos en el pecho cada uno, que les recuerda que deben vacunarse de inmediato.

Desde el interior no pueden verlo, pero, una vez hayan salido, descubren que cae una densa lluvia que encharca el suelo y los cubre hasta los tobillos. Entonces, por sus comunicadores comienza a sonar música a la vez que Johnny les da la bienvenida a Marte. Les dice que su aventura comienza aquí y, puesto que ha sido un día muy largo para todos y los niños buenos ya deberían estar en la cama, su primer y más claro objetivo será encontrar un lugar en el que pasar la noche. Están a oscuras, bajo un diluvio, en mitad de un denso bosque con el suelo embarrado. Después de que Mac les diga que es un buen comienzo, ya que con semejante lluvia los monstruos marcianos se habrán refugiado, se quedan solos.

Vagabundear empapados por un barrizal en mitad del bosque es su primer contacto con la dura realidad de Marte.