Partida Rol por web

Cogiendo el CV, miro agradecida a William antes de girarme de nuevo hacia Starkweather Debería de haber puesto en su anuncio que no le importa lo bueno que seas, siempre y cuando no seas mujer. Y, por favor, ahorrese el cinismo cuando hable de científicos, pues ahí están incluidos tanto los hombres como las mujeres.  digo mientras arrugo el CV hasta hacerlo una bola y se lo muestro a la cara mientras hablo antes de salir de la sala.

Cuando salga de la sala, solo con mirarme a la cara se puede adivinar que tengo un humor de perros. Paso al lado de Alex sin decir nada y con una bola de papel entre las manos.

Una vez fuera, oigo la voz de alguien que me está hablando. Al girarme, veo que se trata de Louis Lo seinto, tendrá que buscarse a otra persona para jugar esas partida digo mientras lanzo la bola de papel a la papelera más cercana que tengo.

Ahora, si me disculpa, voy a ir al hotel a descansar.

Que tengais suerte digo girándome al resto mientras les miro uno a uno hasta que cruzo la mirada con la de Nadine Piensa bien qué le vas a decir, pues se trata de un misógino de mierda.

Con esto me doy la vuelta y me encamino al ascensor.

Tim mira como entra Alex y observa los aires de enfado de su compañera.

Pero Enma, ¿que ha pasado?. Espera, te acompaño y me dices, no se que ha ocurrido ahi dentro, pero seguro que se puede solucionar de alguna manera

Tim se levanta raudo y se acerca a su amiga.

¿quien te ha incomodado? ¿ha sido mr, Moore? le conozco y puedo mediar en esto, no me parece correcto que te haya faltado al respeto, cuentame... Aun estamos a tiempo de enrutar esto, sabes que nos haces falta como en el pasado, iremos todos o ninguno. susurra Tim.

Niego con la cabeza

Para nada me ha incomodado, tan solo ha dicho que no es adecuado este viaje para las mujeres. Y no se trata de Moore, que es un encanto, es ese otro James Starkweather que no se con quién se cree que está hablando, ni que yo fuera una mojigata que no hubiera salido a la calle nunca.

Esta claro que no estoy enfadada, pero dejo si aprovecho para dejar salir mi frustación por ser algo que, en ningún momento ha estado en mi mano, a no ser que me cortara el pelo y meara de pie.

Cuando sales, en recepción, te aborda la mujer que salió antes, con la misma cara que se te ha puesto a ti.

Hola, disculpe, ¿puedo hablar un momento con usted? Vamos a tomar algún refresco, si le apetece. En todo caso, se acerca al salón, al que se accede desde recepción por unas puertas cuádruples, tipo biombo acristalado con motivos modernistas grabados en él. Las puertas permanecen abiertas mientras se sirve. Desde ahí se domina el hall.

Por aquí podremos ver cuándo sale la señorita que estaba esperando también, para ser rechazada por ese... escuche, dice sin pedir siquiera nada al camarero, yo no me merezco esto, ya lo sabe. Soy la mejor en lo mío y quiero, quiero estar en ese viaje. Sería un sueño entrar en la caverna de los fósiles que descubrió Lake, y sería capaz de cualquier... casi de cualquier cosa por estar ahí. Supongo que usted tampoco será manca en lo suyo.

Se frena un poco y respira, así que pide una limonada con unas gotas de angostura y ron. Me llamo Charlene Whitston, soy bióloga. ¿A qué se dedica usted, por cierto? Quiero decir. ¿Cuál es su especialidad?

Escucho respetuosamente a ambos, sin dejar de observar todos los detalles. Los nervios parecen haberme abandonado, y me invade una cierta sensación de orgullo a la vez que no puedo dejar de sentirme emocionado por las referencias que ambos hacen a la reciente pérdida.

Les agradezco de veras esta oportunidad, y haré lo que esté en mi mano para no defraudar la confianza que depositan en mi - respondo formalmente, tomando ceremoniosamente el contrato - Hay muchas cosas que necesito saber para que podamos prepararnos de la mejor manera posible; estoy deseando empezar cuanto antes. Muchas gracias, de verdad, no saben lo que esto significa para mi.

Antes de despedirme, quisiera que aceptaran esto... - añado, algo avergonzado, sacando del bolsillo del abrigo dos paquetitos envueltos con mimo - se trata de mi último invento, unas pulseras con polos magnetizados..., estoy convencido de que mejoran en gran medida la circulación sanguinea y el equilibrio; me gustaría que cuando tengan la oportunidad de probarlas me dieran su opinión más sincera - añado con tono de disculpa, mientras entrego una a cada uno.

Tras volver a ofrecer mi mano a ambos, salgo de la sala llevando en mi mano los papeles que se convertirán en el pasaporte para la mayor aventura de mi vida.
 

Al salir de la sala, llevando orgulloso mi contrato en la mano, asisto con desconcierto a la escena que se desarrolla.

Pero..., ¿He entendido bien? - pregunto, con la sorpresa pintada en el rostro, dirigiéndome a Enma - ¿Te han dicho que no puedes venir?, eso..., eso es inaceptable. Hablaremos con ellos, no debes preocuparte. No permitiremos que eso ocurra - termino, dirigiéndo la mirada hacia Tim en busca de apoyo.

Mike conocía a estas personas únicamente de vista. Peabody, Friederick, O'Malley y Pooster habían ido una vez de excursión a la Cabeza de Kingsport, donde a él le había tocado hacer reparaciones en una excavadora estropeada, que hacía un camino para subir a dicho promontorio. A Nadine Simkins no la conoces. A Laroche lo conoces, igualmente, de vista y de hablar un poco.

Al parecer, O'Malley y Friederick se habían accidentado, y Laroche (el encargado de la caseta de la radio, que había más abajo, y para cuyo servicio estabais haciendo el camino, ya que se quería instalar una antena más alta en la cima) les había llevado al hospital. De los otros dos, bajó Peabody, a ver qué había pasado con sus compañeros (parecían haberse separado), pero al saber que estaban atendidos, se volvió a subir (toda la Cabeza de Kingsport estaba cubierta de bosques, y no se veía bien dónde fueron). Más tarde ya terminaste tu tarea, y no les volviste a ver hasta ahora.

Has coincidido con ellos en recepción. Al parecer os han convocado a la vez, por pura casualidad.

En un momento dado, veo el revuelo que se ha formado, además de la presencia de la joven que había estado en la entrevista antes que yo, y que ahora entiendo el porqué de sus lágrimas.

Alzando un poco las manos, agarrando del antebrazo a Timoty y poniendo la otra mano con la palma hacia Alex, niego con la cabeza Dejad de decir estupideces. Y tú, entra otra vez ahí y lucha por ese puesto en esa expedición. cuando digo esto, mi expresión, mis ojos, son casi de súplica, pues no podría soportar que alguien no fuera a este viaje por mi culpa.

Si queréis que me sienta mejor, conseguid un puesto todos vosotros en esa expedición. De esa manera me haríais partícipe de vuestro triunfo. Digo ahora mirando a cada uno de mis amigos.

Disculpadme ahora, quiero irme a descansar y tomar algo. Luego nos vemos.

Con una medio sonrisa, asiento a la joven mientras estiro el brazo Enma Friederick, arqueóloga antropóloga.

Mirando al camarero, le hago un gesto para que me traiga lo mismo que a Charlene.

Sinceramente, no le voy a engañar diciéndole que esa expedición sería muy importante para mí y tampoco se si soy la más adecuada para ir. digo pensando en posibles colegas que fueran muchísimo mejores que yo y que estuvieran en condiciones físicas de ir a una expedición de ese tipo.

Lo que sí que me fastidia es que nos hayan rechazado simplemente por ser mujeres.  Pero ¿qué quiere que le diga? ¿qué más podemos hacer?  me encojo de hombros mientras le doy un trago a la limonada.

No se me ocurre nada más que hacer para convencer a ese estúpido de que deje de lado su machismo y que afronte la expedición con la mayor profesionalidad posible. Si tiene a alguien igual o mejor que yo, lo podría entender  lanzo un suspiro mientras sigo negando con la cabeza

¿Así que usted es bióloga? ¿hace más trabajo de campo o de laboratorio?

Si la ha seleccionado Moore, es que es usted buena. Estoy segura.

Yo me dedico a la biometeorología y a la fitomorfología... saber cómo afectan las condiciones externas a la forma de una planta... o lo contrario, saber por cómo está una planta qué condiciones climáticas hubo durante su vida, aunque tengo extensos conocimientos en lo que respecta a otras disciplinas, como la zoología, estudiando huesos y cosas por el estilo.

¿Cómo podemos salvar el obstáculo? Pues... todavía no lo se, pero dos cerebros (seguramente tres, dentro de poco) pueden más que uno. Creo que nuestro obstáculo es Starkweather, y si hemos llegado hasta aquí, es porque Moore nos ha seleccionado sin prejuicios acerca de nuestro sexo... pero no creo que quiera enfrentarse a Starkweather pasado cierto punto, al fin y al cabo, tienen que ir juntos todo el camino. ¿Cómo presionarle?

Llevándome una mano a la frente mientras bajo un poco la cabeza durante unos segundos, la alzo nuevamente mientras niego con la cabeza No creo que nosotras podamos presionarle. ¿A usted le dijo algo el señor Moore? porque creo que solamente él podría hacerle cambiar de opinión y, lo cierto es que no es lo mismo que fuésemos solo una de nosotras a que seamos un grupo más numeroso ¿no es cierto?

Los chicos que estaban allí eran amigos míos. Todos conocen al señor Moore, en especial Timoty Pooster, el chiquitito apuntillo para que sepa a quién me refiero. No dudo que ellos conseguirán entrar en la expedición, son realmente buenos y necesarios. Quizás pueda ser nuestra tabla de salvamento.

Cambio mi cara a una un poco más seria Pero no confiaría mucho en esto, pues el señor Starkweather parece totalmente convencido que el no aceptarnos será mejor para la expedición, y no se bien cómo hacerle cambiar de opinión

Patrick asiste estupefacto a la tensa escena entre Enma, Tim y Alexander, enseguida la sorpresa da paso a la frustración, este viaje le ha provocado bastante ilusión, pero tiene muy claro que si su compañera no es admitida por motivos tan estúpidos como el ser una mujer, él tampoco va a formar parte de la expedición. Ahora entiende por qué la mujer que había visto antes salir, tenía pinta de echarse a llorar en cualquier momento.

Con un gruñido el pelirrojo clava sus ojos en la puerta que le separa del tal James Starkweather dispuesto a decirle cuatro cosas. O todos o ninguno murmura mientras Enma sale de la habitación.

La secretaria, la señorita Rutherford, asiste comprensiva a las conversaciones entre los que están siendo entrevistados. A pesar de su aire monjil, parece claro que las ha visto de todos los colores. Chasquea discretamente la lengua y sigue a lo suyo.

Desde la sala donde se están realizando las entrevistas, cuya puerta ha quedado entornada, se escucha una discusión breve y en voz baja. Durante la misma, los mismos que esperan a ser entrevistados, hablan también. Pero tras unos instantes, las voces de Starkweather y de Moore dejan de susurrar, y  Starkweather se asoma y dice:

Señor Butterfingers, por favor ¿Tiene la amabilidad de entrar?

...Y ahí os quedáis los tres, mirandoos las caras, esperando a que salga el mecánico. Laroche se queda por ahí, hablando de vanalidades, para intentar disipar el mal ambiente que se ha creado con el rechazo de Enma.

Bueno bueno... pues si que está la cosa... Ehem. ¿Han tenido buen viaje para venir? Con el calor que hace...

Buenos días, señor Butterfingers, encantado de conocerle. Starkweather es alto, fuerte, con canas en las sienes, cuidado bigotazo, impecable ropa de sastre gris perla, con chaleco, corbata, cadena de oro y discretos pero carísimos gemelos. Sus ojos azules te atraviesan con suma cordialidad. Parece el típico entusiasta con la energía de un tifón... aunque estas cosas se ven realmente cuando vienen mal dadas y estás en la puré, no en medio de una suite de super lujo.

Innumerables periódicos, telegramas y otros trozos de papel cubren todos los espacios libres de la sala de estar. Fotografías enmarcadas o clavadas en tableros de corcho decoran las paredes. Algunas son de la expedición (un barco en un muelle con muchas cajas sin desembalar en la nave que hay junto a él, grúas, fotos de miembros de la expedición haciendo diversas labores), pero la mayoría son de Starkweather.

Siéntese, por favor. Hay varias butacas, otra mesa (todo abarrotado), una gran alfombra, vasos medio llenos, libros de viajes, mapas, periódicos, una estatuilla de bronce... el ambiente de trabajo es evidente.

Bien, bien. Se da un paseito.

Es usted un mecánico con mucha experiencia, me han comentado, y un compatriota. Es agradable encontrarse con un compatriota en el extrajero ¿verdad? Por otro lado, he llegado a saber, no pregunte cómo, (sonrie) que el apellido de su familia es ilustre, muy ilustre. Es, por cierto, un honor, señor.

Ha trabajado con maquinaria de todo tipo y en todos los informes que ha enviado se le pone a usted por las nubes... si. Sin embargo... Carraspea y parece que prepara un pequeño discurso.

Sepa que vamos a un lugar donde se pueden llegar a registrar temperaturas de hasta -55 grados centígrados, a la vez que unos vientos de hasta 300 kilómetros por hora, donde no hay nada, absolutamente nada más que hielo. Bien. Con ese viento, lo que son -55 grados se transforma en una sensación térmica de más de -100 grados, y eso porque será verano. Vamos a un lugar peligroso, Butterfingers, un lugar fiero y terrible. Pero llevamos con nosotros el calor de la civilización. Llevamos la grandeza de la mente humana, y su capacidad de sacrificio en pos de metas más altas cada vez.

Coge el curriculum de manos de Moore, lo mira un momento y se lo devuelve.

Hemos querido contratar a los mejores. A los mejores para lo mejor. ¿Tiene miedo?... ¿No? Pues bienvenido a la expedición, señor Butterfingers. Queda usted contratado.

Te da un caluroso apretón de manos.

La señorita Rutherford tiene todos los papeles. Haga el favor de acudir a su mesa, para firmar su contrato -te da el contrato- y que quede debidamente registrado.

Peabody va a coger la puerta de la calle, cuando mira hacia un lado y ve que alguien le hace señas desde el salón, al que se accede desde recepción por unas puertas cuádruples, tipo biombo acristalado con motivos modernistas grabados en él. Las puertas permanecen abiertas mientras se sirve. Desde ahí se domina el hall.

El salón es amplio y agradable. Quien le ha hecho señas es Enma, que está con la otra señorita a la que visteis al entrar. Se acerca. Peabody lleva en la mano su contrato firmado.