Partida Rol por web

Antes de llegar Enma ha intentado hacer todo lo posible por las heridas de ambos, pero con tan poco material (el típico botiquín de campamento) no es capaz de inventar gran cosa. Quizá un par de comprimidos para el dolor y, por supuesto, algo de licor del día anterior, que llevaba en una pequeña petaca les han dado algo de ánimo.

El tipo que está comiendo su bocata, se para al ver a los excursionistas accidentados y se levanta. Da un aviso al de la máquina, a James y se acercan solícitos.

El tipo de la caseta, imaginando, sin duda, algo que rompe la monotonía, se acerca también.

Parece que Pat se encuentra bastante agitado, con los ojos muy abiertos y un leve temblor en la barbilla. Las ropas rasgadas, húmedas por el revolcón en la hierba, en manchas verdosas terminan por completar el cuadro que en Enma, curiosamente, no hacen un efecto tan penoso, sino que le dan cierta dignidad protectora y maternal.

¿Se encuentran bien? El tipo de la caseta parece algo más avispado, viene fumando un cigarro que ha encendido con la colilla del anterior, mientras subía. Tiene una voz magética y muy educada, sonora. Se muestra solícito.

Tengo el coche ahí mismo, debería llevarles inmediatamente al dispensario más próximo. ¿Pueden caminar? ¿Necesitan ayuda?

Toma, claro que se van, vaya si se van, si están hechos un cristo, los pobres. Vengan ¿quieren algo que les entone el cuerpo?

El tipo huele a sudor y está manchado de grasa. Sus atenciones solícitas son... muy aromáticas.

El maquinista os mira silencioso. Parece impresionado.

Un solo vistazo hacia el camino recorrido me hace desistir de alzar la voz para avisar de que he llegado abajo. Está demasiado lejos y no serviría de nada. Sin dejar de observar temerosamente alrededor, desato con el arnés y aseguro la cuerda poniendo una piedra encima, no sin antes dar dos fuertes tirones a modo de señal.

El rastro de sangre será difícil de seguir, pero no había otra opción que intentarlo; desenganchando la carabina de mi espalda, la empuño con toda la determinación que puedo reunir para tratar de seguir las pistas. Al fin y al cabo, no era tan distinto a cazar un animal herido.

Asiendo la maroma con fuerza, Tim no puede evitar sonrojarse ante la pequeña indicacion de Bain.

ehhh.mmmm. oh.. Perdoneme, pero la curiosidad fue mas fuerte que mi sentido del deber. Fui yo quien lo sustrajo, lo siento... La verdad es que si me ha ayudado, he podido desarrollarme como persona y me he dedicado al mundo oculto... se que usted ha visto muchas cosas, yo solo unas pocas... pero la verdad es que me facina y me llena a nivel personal.

Podriamos decir, sin lugra a dudas, que su diario ha marcado mi destino y mi forma de vida. He visto solo una porcion de su mundo.

En esas estáis cuando sientes un par de tirones de la cuerda, después de que haya perdido tensión. Da la impresión de que Alex ha llegado abajo, por lo que se puede deducir de la concatenación de hechos.

Ya. Me alegra que os haya servido de ayuda. Te das cuenta de que te trata de vos, ya que junto a ti no parece haber nadie, tal y como se hacía por el siglo XVII o así.

Al aflojarse la cuerda y sentir después los dos firmes tirones, Bain parece relajarse.

Ha bajado. Entremos dentro, meteremos la punta de la maroma por esa ventana y la sujetaremos a algún lado, además de sostenerla con la mano por si vuelve a subir ¿eh?

El interior es como lo recordabas. Una estufa de hierro arde en una esquina. La mesa, los libros, los rarísimos objetos... Pero no. Todo no está igual. El cuadro aquel en el que Ramiro entró parece rasgado de parte a parte, de una manera salvaje. El marco está torcido y se balancea suavemente con la corriente que entra por la ventana abierta.

Sigues el rastro con cierta facilidad. Las gotas de sangre cesan, pero parece que los caminantes han producido cambios en su entorno, cambios suficientes como para darte pistas. Aquí han arrancado una rama, sin duda para hacerse un bastón. Allá han dejado un envoltorio de chocolatina que no recuerdas que hayáis consumido en la subida.

Los tramos donde no encuentras nada, los deduces.

Vas bajando trabajosamente, tiritando de frío por entre la zona de espesa vegetación hasta que llegas al final de la misma.

La máquina está parada. Hay un camión a medio llenar de tierra, piedras y ramas rotas. Prado abajo se ve la caseta de la radio, donde hay dos hombres discutiendo. Ves un coche que se aleja por el camino, ya lejos. No ves a tus compañeros por ninguna parte, pero la manera de gesticular de los dos hombres te hace sospechar que han conseguido llegar, y que seguramente los llevan en el coche al dispensario u hospital más próximo.

Avanzo rápidamente hacia la cabaña, y respondo al saludo con la mano cuando los dos hombres perciben mi presencia. Una ojeada rápida al cielo me informa de que aún quedan algunas horas de luz.

¿Han visto a mis amigos? - pregunto casi antes de llegar a la caseta - Los hemos perdido, y temo que estén heridos. Tim se ha quedado arriba, he de regresar lo más pronto posible...

antes has hablado de Ramiro. Me parecio ver su sombra mientras subiamos hacia aqui, era una mera silueta. Tu crees que podia ser el?

ademas recuerdo como se metio en ese cuadro de niño, que tiempos.

tosiendo un poco, aun con frio, comenta.

y que ha pasado con ese lienzo magico? Veo que esta destrozado

Tim comenta mientras mira la reaccion de su compańero de tarea, tratando de atar la soga a una columna o lugar resistente.

tambien se deleita mirando los objetos y tratando de ver si puede reconocer alguna forma o animal.

Patrick parece en estado de shock, sólo acierta a mirar a Enma con los ojos vidriosos,y deja que ella le lleve hasta los obreros; cuando los miembros de la cuadrilla les comienzan a atender parece tranquilizarse un poco, aunque un ligero temblor en sus facciones delatan que el hombretón está sufriendo algún tipo de reacción física ante el accidente, quizás ha sufrido algún mal golpe en la cabeza y está completamente confuso.

Con movimientos lentos saca la petaca de su bolsillo y le pega un largo trago, después parece que el color vuelve a sus mejillas y enfocando con dificultad su mirada en Enma le pregunta ¿qué coño ha pasado?  ¿desde donde nos hemos caído…?

Al ver que Enma tiene las mismas respuestas que él se abraza a sus rodillas y se balancea lentamente mientras murmura palabras ininteligibles

Oyendo las palabras de auxilio, levanto levemente el brazo con la palma mirando hacia los obreros Si, muchas gracias. Dennos unos minutos para recuperarnos y les estaríamos muy agradecidos de que nos acercaran hasta el pueblo

Dicho esto, me giro nuevamente hacia Pat Venga ánimo. En breve estaremos en el hospital y nos echaran un vistazo a las heridas. Además tendremso tiempo para hablar de lo que ha pasado ahí arriba.

Como dándome cuenta de algo, vuelvo la vista hacia los obreros mientras con los brazos intento ayudar a Pat a que se levante Por cierto. ¿Saben de alguien que haya dicho que ha subido hasta allá arriba y haya bajado diciendo cosas extrañas?

Patrick mira con agradecimiento a Enma, eres muy amable pero, ¿te das cuenta de en qué situación estamos? es horrible, no podemos fiarnos de nada, a lo mejor el vehículo en el que nos lleven se convierte en un avión que se precipita al vacio ó en un tren que descarrila… Patrick sacude la cabeza, parece que quiere desterrar esos pensamientos  de su cabeza.

Unos instantes después vuelve a hablar  Enma, no me hagas caso estoy muy nervioso y no digo más que tonterías…

Acto seguido vuelve a abrazarse a las piernas y a balancearse lentamente.

Los dos sois acompañados y subidos a un viejo Ford T que tiene el técnico de la caseta de la radio algo más abajo. Aunque la bajada es algo penosa, no es imposible, y, desde luego, aquí no hace ni mucho menos tanto frío como en aquel otro mundo del que venís. Porque, efectivamente, parece otro mundo del que habéis regresado.

El hombre os ayuda sin sacarse el cigarro de la comisura de los labios. Los otros también os acompañan, y os dan algo de aguardiente que llevan en una petaca, para entonaros un poco.

Subís al coche. El tipo va hablando todo el rato, sin descalzarse el cigarro. Hasta pide a Enma, que va en el asiento del acompañante, que le encienda uno, con toda confianza (parece que la ve algo más entera que a Pat)

Luis Laroche, se presenta. Encantado de conocerles, aunque sea en estas circunstancias.

A la pregunta de Enma, los obreros han puesto cara de no saber muy bien qué pensar. No. al parecer nadie ha subido al farallón y ha bajado diciendo cosas raras. Parecéis los primeros.

Comenzáis a bajar la cuesta, despacito, ya que el camino está embarrado y difícil. Luis os lleva al hospital universitario de Arkham en una media hora larga, donde rápidamente os atienden de vuestras heridas.

Luis, amable, está todo el rato acompañandoos. Os hace preguntas casuales, típicas de pasar el rato, siempre con el cigarro en la boca. ¿Y a qué iban ahí? ¿A ver el paisaje? ¿Son de por aquí?...

Por otra parte, el médico que os atiende, hace bastantes preguntas a Pat, ya que le ve alterado.

Bain mira atentamente a Tim. Suspira.

Cuanto menos sepáis de estas cosas, mejor para vos, mozalbete. Yo bien poco se, ya lo veis, y me va muy bien. Prefiero seguir así ¿eh? No se nada de ninguna sombra. Pero mejor que no paséis por la colina cuando las sombras se alargan, ni si quiera si hay luna.

¿El cuadro? Coincidió la rotura cuando vino este frío soplo del sur, ¿veis? Ha sido roto desde dentro. ¿Eh? Más no se. Me lo vendió un viajero, en la posada de la Bola Azul, en Ulthar, la magífica, a cambio de un par de frascas de vino lunar que yo había conseguido. Ya no me eran de utilidad... Mala gente la de la luna, que cambia por piedras rojas esclavos negros, y siempre vienen a por más. Y nadie sabe cómo son sus remeros...

Pero me estoy yendo por las ramas, mozalbete, así que haced el favor de sujetar aquí, fuerte, la maroma, que veo que necesitáis algo de te, para que os entone el cuerpo.

Entonces te deja con la mano sujetando la maroma, quizá para impedirte curiosear más de la cuenta, pues está claro que no se fía mucho de ti, y, en la estufa, se pone a preparar un te, en cuya agua echa también una generosa ración de mantequilla.

En efecto, caballero. ¿Están todos bien ahí arriba? ¿Su amigo, el otro? Venían llenos de rotos, y ensangrentados, seguro que se han caído. Van en ese coche y creo que el señor Laroche les lleva a Arkham, al Hospital Universitario, me paece que ha dicho. ¿Les separó la niebla, o qué? ¿Hay que ir a rescatar al otro? Bendito sea Dios, qué ratos más entretenidos, y con la cantidad de trabajo que hay.

Es el maquinista que antes estaba intentando arreglar la máquina con el otro. Ya que le contradijiste, al principio te mira algo suspicaz, pero se impone su civismo y torna a terminar amable su parrafada.

¿Un traguito?

El otro debe ser el conductor del camión. Todavía tiene algo de grasa manchando sus labios. De hecho recuerdas haber visto un papel de bocadillo por ahí, con migas.

Yo si que tomaré un traguito, compañero, gracias, y pilla de la petaca que te ha ofrecido, no sin antes esperar a que bebas tú, si es que lo haces.

Manda güevos, las cosas que pasan. Es que la niebla lo deja todo resbaloso ¿verdad, señor?

Durante el trayecto, asiento y contesto a las preguntas de Luis Yo soy Enma. Es usted muy amable dejando lo que estaba haciendo para ayudarnos.

El resto del viaje, a parte de contestar nuevamente a sus preguntas de manera casual, sigo pensando en el episodio que hemos vivido y presenciado. Otra muestra más de que fuerzas extrañas manipulan nuestra realidad, existiendo zonas donde coexisten dos mundos o son las entradas de otros mundos o planos.

Ya en el hospital, una vez que me atienden y parte de mis heridas han sido ya tratadas, salgo fuera esperando a que Pat salga también.

Viendo que Luis se ha quedado esperando, no puedo rechazar la cordialidad y amabilidad con que nos ha tratado, así que, me siento antes de comenzar a hablar

Lo cierto es que crecimos aquí. De pequeños subimos hasta allá arriba por una estúpida apuesta y, bueno digo encogiéndome de hombros Por las casualidades del destino, nos hemos vuelto a encontrar y, al oir que la gente hablaba de ese lugar, decidimos subir hasta allá arriba para recordar viejos tiempos.