Partida Rol por web

Uuuuggg ¿estas bien? Joder, lo siento, no se que coño me ha pasado. digo mientras intento levantarme tras echar un vistazo a Patrick.

¡Dios! Debo de haberme roto alguna costilla. No recordaba que hubiéramos escalado un 8000 de pequeños digo mirando hacia arriba e intentando bromear.

​ Volviéndome hacia Patri Creo que no puedo volver a subir hasta allí tal y como estoy

Maldita sea, que habrá sido de ellos? Dios, Solo espero que se hayan podido asir a algun pico y no les haya pasado nada. Mierda, menuda ideas volver aqui, yo lo deseaba, pero no a este precio! Mierda y mierda!

Sacando su botella de absenta,vuelve a dar un trago, hundido en la deseperanza.

Maldita sea... Glup...Glup... ¿Estaran bien? ...Glup....Toma, amigo, dale un trago, te ira bien para el frio y para templar el animo, no se que podemos hacer. Creo que si nos quedamos aqui, nos hayaran por la mañana congelados, aqui el aire es frio y duro. ¿Volvemos a llamar a la ventana, como en antaño? quizá el nos pueda ayudar con nuestros compañeros, algo hay que hacer, no podemos esperar.¿que se te ocurre, Alex? estoy bloqueado.

Siiiii creo... contesta Patrick todavía aturdido por la caída, poco a poco el hombretón se levanta con mucho cuidado y repasa el cuerpo de Enma con cuidado en busca  de heridas importantes, acto seguido hace lo mismo con el suyo.

Vamonos, tenemos que ir a un hospital, siento dejar a esos dos ahí arriba, pero en estas condiciones no podemos seguir.

Patrick ayuda a Enma a levantarse y apoyándose mutuamente el uno en el otro se dirigen de vuelta a Kingsport.

Siento mi rostro como si hubiera sido recubierto por una película de cera y ésta se estuviera enfriando, no sólo por el tremendo frío sino también por la congoja por el destino de mis compañeros. Y el aspecto de Tim no es mucho mejor, está lívido y parece al borde de un ataque.

Aún tenemos cuerdas... - casi sin pensar tomo el pequeño recipiente que me ofrece mi compañero y echo un traguito mojigato. Inmediatamente un golpe de tos me hace casi escupir la pequeña cantidad ingerida, que a pesar de la desagradable sensación hace que mi cuerpo recupere un poco de calor - pero serían inútiles, creo. Demasiado cortas, y ni siquiera se puede ver a dónde han caído.

Sí, lo mejor será tratar de pedirle ayuda, si es que aún está ahí tras tantos años. La última vez se mostró cortés y hospitalario. En cualquier caso, no podemos abandonarles. Bajaremos en su busca si es necesario...

Camino con parsimonia hacia la ventana más cercana, la misma que usamos hace tantos años para entrar, y llamo; al principio delicadamente, dejando unos momentos para obtener respuesta. Después, un poco más fuerte, y levantando la voz por encima del viento grito - Señor Baine, Señor Baine, ¿está usted ahí?. Abra, por favor!, necesitamos su ayuda...

Diego, colega, hay una diferencia entre subir una cuesta empinada y trepar por un sitio con riesgo de despeñarse, si hubiera sabido que estábamos al borde de un precipcio habría tomado medidas.

¿Pero que coño es esto? ¿de una puta caída me han quitado más de la mitad de mis puntos de vida?
Amos a ver, que íbamos a subir a un faro, no escalar el Everest

Si vuelvo será con trampones, equipo de escalada y un serpa XD

Ah, creo escuchar algunos dulces trinos XDDD

Por supuesto, es raruna la situación, rara del todo, así que tirad cordura XDD 

Se escucha un ruido en el interior, como de una tos. Una mancha tras los cristales se mueve, algo que coge la luz, se acerca a la ventana y deja ver una cara deformada por el vidrio translúcido, una cara en los colores del vidrio, verde, rojo y azul, en rombos, que recuerda al clásico arlequín, hasta que manipula el cierre y la abre. Entonces se desvanece la ilusión provocada por la superposición de colores y rostro desdibujado.

El señor Bain no ha cambiado en absoluto: sigue siendo el mismo, con su ropa de tiempos pretéritos, su aire somnoliento y soñador.

¡Vaya! Los pequeños Timoty y Alexander. ¿Ayuda? ¿Cuál es el problema? Pero pasad, pasad. Veo que habéis crecido ¿eh? Os habéis hecho unos ciudadanos de pro ¿eh?

Pasáis y os calentáis cerca de una estufa de carbón, mientras contáis el problema a Bain.

Aham. Bueno, veamos... una cuerda ¿eh?, eso es lo que hace falta.

Abre un baul y saca una maroma típica de un barco. Ayudadme, jovencitos, esto pesa mucho.

Lleváis la cuerda al borde del barranco. Fuera todo sigue igual: el viento corta como una cuchilla de afeitar. Tiráis la cuerda, tras amarrarla a una piedra grande, bien asentada en el terreno.

Así que la pequeña Enma y el pequeño Patrick se han caído. Llamad fuerte ¿eh?, puede que estén vivos y nos oigan.

Los tres llamáis, luchando contra el viento. Lo hacéis repetidas veces.

Puede que haya que bajar, dice Bain, dubitativo.

Estáis un momento más recuperandoos del golpe y del mareo. Tras eso, y una última mirada al cerro, que ahora no parece tan enorme, retomáis el camino de vuelta, algo preocupados por vuestros dos amigos.

Cojeáis por entre la fronda y, poco a poco, el calor vuelve a vuestros huesos, la niebla lo cubre todo de nuevo, pero de vez en cuando se abre, ya que debe ser medio día (vuestros relojes se han parado) Con el tiempo, llegáis a donde se escucha el ruido de una máquina trabajando. Salís por la linde de lo peor del bosque y podéis contemplar como una máquina, la que habíais visto con las tripas abiertas, está moviendo tierra, y echándola a un camión que hay ahí aparcado. El conductor del camión (debe ser él) está comiendo un bocadillo, sentado en un peñasco, en el prado y a los mandos de la máquina está James, el operario de esta mañana.

Más abajo se ve la antena, y más todavía, la caseta del repetidor, esta vez con la puerta abierta y un hombre (se ve lejano) fumando en la puerta.

Vayamos a descansar un poco digo a Patrick mientras me acerco a un lugar cercano donde poder sentarme.

Una vez sentada, rebusco en mi mochila el pequeño botiquín que siempre llevaba conmigo cuando salíamos de excursión.

Vamos a ver tus heridas, y luego echaré un vistazo a las mías digo comenzando a sacar vendas, unas tijeras y algo de algodón y alcohol.

Luego podríamos hablar un poco con esta gente. Quizás con algo más de calma nos enteremos de algo. Total , son las....al decir esto, echo una mirada al reloj. Cuando compruebo que está parado, frunzo el ceño antes de levantar la mirada hacia Patrick que extraño, tengo el reloj parado. Al salir funcionaba perfectamente y no se ha roto ni nada por el estilo.

Atonito, Tim se queda impresionado de que aun nos recuerde con esa viveza y de que este exactamante igual, como si nada hubiera cambiado y el tiempo estuviera detenido aqui.

Tras su ensimimasmiento, reacciona ante el frio exterior y se apresta a preparar las cuerdas.

Maldita sea, lo mio nunca han sido los reflejos, pero si hay que bajar, lo haremos. No se que tal se te da ti alex, pero lo mejor es que nos atemos un cabo a esta maroma y sirva de sistema de seguridad. No es mucho, pero mejor que caer al vacio, creo que seria.

Creo... - comienzo con algo de temblor en la voz - que lo mejor será que baje yo. Al fin y al cabo, soy más ligero - continúo, con el tono de alguien que no está en absoluto seguro de lo que afirma - y si sujetáis la cuerda entre los dos podría servirme de ayuda. Además, quizá haya que izarles hasta aquí, después de una caída como esa...

Tomando uno de nuestros cabos trato de preparar lo mejor que puedo un arnés que me ajusto alrededor de los muslos y la cintura. Mientras me preparo para bajar, continúo hablando con cierto nerviosismo.

Por cierto, desde abajo la cabaña ya no puede verse. Parece haberse reducido a cenizas por la tormenta eléctrica de hace unos días - aseguro, dirigiéndome a Baine - Bueno, para ser exactos, hay algunas personas que no pueden verla; a nosotros, por ejemplo, nos parece tan íntegra desde abajo como la vemos ahora mismo. Por otra parte, tenemos noticias de que algunos ancianos han subido hasta aquí en busca de algo.

Los dos quisieron bajar, y Bain no opuso objeción. Pero de los dos fue, si no más rápido, si más enérgico Peabody, que levantó la pesada maroma con una sola mano, mientras se descolgaba con lo que hubiera sido cierto donaire y gracia, si no hubiera estado tiritando de frío, a pesar de su raído abrigo de tejón.

Bain y Tim se quedaron sujetando la maroma, y soltando poco a poco, mientras Peabody comezaba el descenso.

Bain iba contestando a sus preguntas, mientras, poco a poco, se alejaba dando la espalda al abismo.

Aham, iba soltando maroma poco a poco. Pues no cabe duda de que mi pequeña cabaña está ahí, ¿eh? Por lo menos yo la veo bien ¿no? El viento le obligó a alzar la voz. ¡No me ha visitado anciano alguno! ¡La tormenta es dura! ¿EH? OS DIGO QUE SOPLA DURO DEL SUR

¡¿EH?!

Ya no podía lanzar más su voz, y cuando se dio cuenta, dejó de hablar.

Tim se percató de que de rato en rato se despistaba de su tarea de sujetar la maroma. Miraba con la boca abierta al espacio de alrededor de la cabaña, entre las estrellas. Abajo era de día. Se daba cuenta y volvía a sujetar el hilo que le unía a Peabody.

Cuando Peabody se perdió, Bain siguió a lo suyo, tal y como íbamos narrando. Acaso murmurara unas pocas palabras, pero el viento dificultaba escuchar.

Qué pena de muchachos, espero que no les haya pasado nada. Por lo menos que no me vea rodeado por sus sombras, como la del joven Ramiro y las de tantos otros.  Pobre, pobre muchacho.

Estaba claro que Bain hablaba para su coleto, por lo que quizá hubiera sido descortés preguntarle sobre el contenido de sus palabras.

Pero esta vez, pasado un rato soltando cuerda (Peabody era una pequeña mancha en la lejanía, y parecía haber más cuerda de la que habían sacado de la casa) Bain si que habló a Tim, claramente.

Espero que hayáis hecho buen uso de mi diario ¿verdad, bribonzuelo, pequeño mequetrefe?

Peabody llegó solo hasta donde, acabada la cuerda, se podía descender cómodamente (dadas las circunstancias) hacia la línea de árboles espesos. No había ni un alma. En una piedra, descubrió una mancha de sangre congelada. Pero de posibles cuerpos inertes, ni rastro.