Partida Rol por web

No pretendo incomodar a vos con mis molestas preguntas, pero es que todo esto me fascina Habes podido estar en la luna? que hay alli, ademas de esa mala gente? Como veras, todo esto es mi vida, y me gusta saber, no demasiado, pero si como vos, que para mi sois modelo desde pequeño.

Tir sigue asiendo con fuerza la soga, a la vez que otea cada figura y dibujo de la estancia. Se le ve un ansia, que trata de camuflar torpemente.

La verdad es que si que agradeceria ese te, a ver si los compañeros suben ya y no hay nadie malherido. Si fuerael caso, trataria de sanarles. Creo que tambien se me da bien eso. La guerra me ha hecho aprender sobre la marcha...

Al hablar de ello, su mirada se entristece y languidezce su rostro.

Lamentablemente, eso es lo que ha ocurrido. Han sufrido una fea caída por culpa de la niebla - comento, mojándome los labios con precaución, más por cortesía que por ganas - Bien, es bueno saber que están atendidos...

Me disculparán que me despida con tanta premura, pero no me gusta dejar solo a mi compañero ahí arriba. Cuando le vi por última vez estaba bien, pero quién sabe, suceden tantas cosas extrañas por aquí... - comento apresurado, haciendo ademán de despedirme ya - Volveré a verles a mi vuelta, y muchas gracias por la ayuda...

Con otro gesto de amable despedida vuelvo sobre mis pasos, en busca del lugar donde dejé la cuerda. Una sensación de inquietud me acompaña, de lo que me doy cuenta cuando noto la fuerza con que mis nudillos empuñan el arma.

Subes de nuevo, ya bien entrado el medio día, aunque, de vez en cuando la luz forma maravillosos efectos en el mullido suelo de la zona boscosa, la mayoría del tiempo todo está gris y húmedo. El promontorio sigue ahí. Desde abajo no parece que sea tan alto, pero agradeces la ayuda de la cuerda al comenzar a trepar. La subida es sencilla. El vértigo te asalta a la mitad, cuando eres presa en mayor medida del vigoroso efecto de estar ascendiendo a la cima del mundo, cuando el pueblo se va haciendo más pequeño, y se pierde, ya llegando al final, por debajo de un mar de nubes plateadas. El sol forma juegos de colores vivos sobre la parte superior de la niebla, y el negro profundo, tachonado de estrellas en profusión de tonos y cantidades, recorta la sombra más cercana de la casa, con sus ventanas de rombos de colores iluminados por la luz del candil que dentro brilla.

Una de las ventanas sigue abierta, y por ella sale la maroma, que han debido atar en alguna viga interior. Tras ella, sujetando la maroma, ves a Tim, que parece conversar con Bain.

No. Jamás estuve en la luna, mozalbete, y no se os ocurra hablar de tal cosa si andáis por las tierras del sueño ¿eh?.

Cuando en un sueño encontréis una escalinata, y bajáis por ella, durante los setenta escalones del sueño ligero hasta la Caverna de las Llamas. Si llegáis a conocer a los canosos sacerdotes Nasht y Kaman-Thah, que protegen a los soñadores incautos del peligro, hacedles caso en todo ¿eh?, y sed discreto, y soportad su atento examen, por si consienten en franquearos el paso hacia los setecientos escalones del sueño profundo, que desembocan en el Bosque Encantado.

Entonces podréis consideraros dichoso de visitar los lugares más seguros, hasta que vayáis adquiriendo experiencia. ¿Eh, muchacho? Celfais, las Colinas de Implan, Hlanith, en la desembocadura del río Ucranos, con sus muros de granito rugoso y las casas rematadas fantásticamente con buhardillas enlucidas, provistas de vigas, son algunos de esos lugares. Hasta ese momento, guardaos de preguntar más.

Pero ve una sombra ascender por encima del borde de la cuesta que lleva abajo, y el movimiento de la cuerda ha llamado su atención desde hace un rato (movimiento que Tim no ha notado, por tener las manos entumecidas por el frío que entra por la ventana, y por la distracción que suponen las palabras de Bain)

Ahí llega el joven Alexander. Parece que sonríe levemente. Así pues, es posible que la pequeña Enma y el pequeño Pat hayan salido bien parados de la caída. ¿Eh? ¿No es así, joven Alexander? Pasad al interior, que hace frío, y tomad te con mantequilla. ¿Ellos no suben? ¿Se han quedado abajo? ¿Eh?

Abre la ventana de la casa de inclinado tejado de pizarra, tanto que los aleros casi parecen tocar el suelo en algunos puntos. Dentro hace calor.

El interior parece igual que siempre. Una estufa de hierro arde en una esquina. La mesa, los libros, los rarísimos objetos... Pero no. Todo no está igual. El cuadro aquel en el que Ramiro entró parece rasgado de parte a parte, de una manera salvaje. El marco está torcido y se balancea suavemente con la corriente que entra por la ventana abierta.

De una inmensa tetera de hierro que hay en una tabla, sobre la mesa, Bain sirve un generoso te caliente, con gotas de grasa (huele a mantequilla) flotando por encima, y se la sirve a Alex.

Sentaos, mozalbete, sentaos y quitaos el frío que esta noche viene de no sé dónde.

El señor Laroche, cómo no, con un cigarro en la mano, sonríe comprensivo a las palabras de Enma.

No se preocupe, no es molestia. Es muy extraño que pase nada ahí, y yo tengo que estar todo el rato aburrido, en medio de la niebla. Hace un gesto de exasperación que hace suponer que su carácter, cuando no está contento, es bastante tormentoso. Ya estoy pensando en buscar otro trabajo, ya. Pero es complicado, con la crisis. Antes trabajaba en radio, pero hablando ¿Sabe? Era locutor. Eso explica su sonora y educada voz, que tiene leves resonancias rasposas provocadas, sin duda, porque parece un fumador empedernido.

Enma se da perfecta cuenta de que está ligando desvergonzadamente. Y Pat, que sale en ese momento, y ha podido escuchar sus últimas palabras, también se da, más o menos, cuenta, según le permita su dolor de cabeza. Le han administrado un tranquilizante, así que se encuentra mucho mejor.

Bien, ya está aquí su esposo, dice, parece que confundido por las muestras de expresivo afecto de Pat hacia Enma, cuando estaba en medio de la crisis nerviosa. En todo caso, lo dice mirando la mano de Enma y viendo que no tiene anillo de casada o de compromiso.

Tengo que volver a la estación, ¿van cerca de ahí? ¿Desean que les lleve? Ya es pasado el medio día.

Accedo trabajosamente al interior, con las articulaciones algo embotadas por igual debido a la baja temperatura y el esfuerzo de la subida, y agradezco con la cabeza el ofrecimiento; tomo asiento con algo de brusquedad antes de responder.

Se han quedado abajo, en efecto - respondo lentamente, con preocupación - heridos por la caída según tengo entendido, pues no he llegado a verlos; pero creo que estarán en buenas manos. Cuando al fin llegué abajo, ya se los habían llevado en un automóvil hacia el hospital.

Tras tomar un poco de té, me giro hacia la estufa y expongo las palmas de mis manos hacia ella, en un intento de calentarme - El frío te cala hasta los huesos - comento - ¿Qué es todo eso de los sueños, Sr. Baine?¿Tiene relación con las extrañas cosas que ocurren aquí?... - y prosigo, haciendo una pausa - ¿Y ese cuadro? Lo recordaba intacto, ¿Qué le ha ocurrido?.

Dando ocasión para contestar a nuestro anfitrión, prosigo lo que parece un interminable interrogatorio - ¿Sabe usted que pretenden construir aquí mismo, donde estamos, una potente antena para recibir transmisiones?. Quieren hacer llegar aquí una carretera, es algo relacionado con las expediciones al ártico. Encontraron cosas verdaderamente inquietantes allí, supongo que estará enterado...

Tim se siente extrañado al creer entender loq ue comenta su anfitrion. No todo es nuevo y algo en su interior se revuelve ante este hecho.

Perdona, eso de los sueños..creo que algo he sentido en el pasado, algo de lo que dice me es extrañamente familiar, sr. Bain

Tim se queda embobado durante unos segundos, para reaccionar ante su compañero y lo que comenta.

¿que dices? ¿estan bien? ¿con quien has hablado alli abajo? ¿que les ha pasado? Creo que es importante que nos lo cuentes, Dios, soloespero que no esten graves....

Tras su natural preocupacion, interrumpe a su compañero.

Ya ha comentado el porque de la rotura del cuadro, es por el frio..Lo que no se es si puede tener relacion con lo que dices de la antartida, es tambien un clima frio...quien sabe, todo esta conectado, ¿verdad Sr. Bain?

Patrick sonríe amistosamente a Luis, me llamo Patrick O`Malley, permítame darle las gracias por auxiliarnos, antes estaba conmocionado y no le he podido agradecer sus atenciones, al decir esto Patrick mira significativamente a Enma. El hombretón no saca de su error a Luis, si Enma quiere algo con él que sea ella quien le aclare su situación, en caso contrario ya le ha proporcionado una excusa para largarle.

Creo que deberíamos esperar a nuestros dos compañeros, estoy un poco preocupado con ellos, si no es abuso podría llevarnos de nuevo arriba, les esperaremos en el lugar donde están trabajando.

Ignorando el comentario de Luis, miro con el ceño fruncido a Patrick ¡Ni lo sueñes! ¡no vamos a volver allí arriba hasta que nos recuperemos, y eso no será hasta dentro de unos días! además, ¿qué quieres hacer allí arriba? allí nada podemos hacer, salvo esperar, y eso será mejor hacerlo en casa, calentitos.

Estaba claro que, sin decir que sí, ni que no, daba a entender lo que quería que entiedese Luis, y así evitar que hiciera más preguntas.

Bueno... podemos hacer una cosa. Está visto que esas rocas son algo peligrosas. Si están preocupados, pueden venir a la caseta de la radio, tiene una pequeña estufa, aunque se habrá apagado. Da una calada al cigarrillo y exhala el humo. Así estamos calientes y ustedes pueden esperar a que bajen sus amigos. Mientras, podemos echar unas manos de cartas y así no me aburro tanto ¿eh?

Como de todas maneras queda tan cerca de Kingsport que de la caseta al pueblo hay un paseo de una hora o así, por camino bien trazado, el coche de Laroche supone una tentación demasiado grande como para no seguir abusando de su hospitalidad un rato más. Así que, tras pagar la cuenta del hospital, salís del concurrido campus de la Universidad de Miskatonic, donde se encuentra el Hospital Universitario y, después de estar un rato en un pequeño embotellamiento provocado por todos aquellos que salen del trabajo o vienen de almorzar, salís a la campiña.

La niebla, en la costa, se ha abierto un poco. Se escucha el ruido de las gaviotas y se huele el mar. Jirones de nubes dejan ver de vez en cuando el sol y el cielo azul. Cuando un rayo atraviesa dicha capa, la intensidad de los colores del paisaje casi dejan sin aliento.

La caseta es pequeña. Laroche para el coche y baja. Se pone a recoger ramitas de un montón que hay apilado en un tejadillo puesto ex profeso a un lado de la caseta. Ustedes verán, señores. Dice, conminandoos amablemente a decidir si os quedáis en la caseta o bajáis a Kingsport.

Más arriba, se escucha el ruido de la máquina excavadora, y se ve su sombra por entre los árboles del penúltimo tramo a la Cabeza de Kingsport. Parece que ha avanzado un trecho. El camión que antes estaba a medio cargar de tierra, piedras y ramas, no está.

¿Expediciones? ¿Antenas? Niega. No se qué es eso de que vayan a poner un mástil por aquí. La verdad, lo dudo mucho, pero mucho. Poca relación tengo ya con el mundo vigil, y dudo que llegue a tener alguna nunca más. Se despereza, mientras saca algunas viandas más de un zurrón que hay en una mesilla supletoria, junto a la puerta de salida al abismo, donde también hay un par de llaves antiguas, de hierro forjado, unidas por una gran argolla.

Unos pasteles para los pequeños, decía mi vieja, ¿eh? A los mozos les gustan los pasteles. ¿Eh? Quizá algo más de mantequilla vendría bien...

Pone todo sobre la mesa, corta unas rodajas del típico pastel anglosajón: una especie de ladrillo, denso como el plomo, no muy dulce, pero asaz alimenticio, sobre el que se supone que hay que extender mantequilla y, si hay, mermelada. Sirve más te.

Estáis creciendo ¿eh? Comed, comed.

El cuadro ha sido roto desde el otro lado, parece. Por lo menos los trozos apuntan hacia dentro. ¿Eh? Algo ha pasado en la Vieja Ciudad de los Antiguos.

La única noticia de los mares del sur que tengo fue de hace mucho tiempo...

Revisa unos legajos. Es un viejo diario que encontré en un ropavejero. Es de un mozalbete que, al parecer, viajó de polizón en un barco. Es la historia de un naufragio, y de las peripecias que acabaron llevándole más al sur del Cabo de las Tormentas, donde solo van los más ambiciosos balleneros.

Os enseña la pila de papeles.

Lo copié, años ha, antes de venderlo. Pero está inconcluso. El mozo se llamaba Arthur Gordon Pym.

Leed un poco, leed.

Estáis un poco más. Él habla de tierras ignoradas en el mundo que conocéis durante la estancia, pero la velada termina llegando a su fin, ya que lo que pase en el mundo vigil, poco le interesa ya, y lo recibe con impaciencia.

Llevaos el manuscrito, dice con impaciencia hacia cosas de las que ya no quiere tener noticia. Y marchaos ya. Os agradezco la visita. Volved algún día. Si. Quizá, algún día.

En cuanto al tal Arthur Gordon Pym, sabes bien que hay un famoso libro de Edgar Alan Poe que se llama "La narración de Arthur Gordon Pym", conocido sobre todo porque no casa mucho con el estilo del autor, que no solía escribir novelas. También se sabe que es un libro inconcluso, o con un muy extraño final.

Con gran cuidado, tomo el legajo de las manos de Bain, inclinando respetuosamente la cabeza en señal de agradecimiento. Me invade la sospecha, casi la certeza, de que la cabaña, Tim, yo, y el mismo Bain, estamos ahora mismo en un mundo onírico, separado del nuestro de alguna forma.

Me gustaría contarle nuestras aventuras pasadas, y preguntarle muchas otras cosas, pero la cortesía se impone al deseo de saber más; y la actitud de nuestro anfitrión, cortés pero firme, indica que es el momento de marcharse.

Créame cuando le digo que cuenta usted con nuestro más sincero agradecimiento - digo a modo de despedida - y que si en cualquier cosa podemos ayudarle en el futuro puede contar con nosotros para lo que necesite. Espero poder volver a visitarle pronto, ha sido usted muy amable.

La indecisión se refleja claramente en mi rostro. Después de la caída que habíamos sufrido podíamos dar gracias a dios por poder contarlo, y mucho más el no habernos roto ningún hueso. Lo lógico sería quedarnos en casa para recuperarnos y esperar que el resto estuvieran sanos y salvos, porque poco podíamos hacer.

Aunque por otro lado, la parte irracional de mi cerebro, me decía que podíamos quedarnos a descansar en esta caseta que, aunque pequeña, podríamos estar cómodos y calientes, estando más cerca de nuestros amigos por si al bajar algo sucediera. No quería reconocerlo, pero la curiosidad de lo que habrían visto allá arriba era algo que empujaba con fuerza la parte lógica de mi cerebro que me impulsaba a alejarme de allí.

Con una mirada a Pat, me encogí levemente de hombros mientras alzaba las cejas Si no te encuentras muy mal, podemos quedarnos aquí a esperar al resto, ya que estamos...solo tenemos que ayudar a recoger algo de leña y encender la estufa para calentarnos. digo mientras comienzo a recoger ramitas del suelo.

Independientemente de lo que me dijera Pat, era lo menos que podía hacer por Luis, aunque cada vez que me agachaba a recoger una rama, el dolor que sentía en las costillas hacía que unos gestos de dolor asomaran a mi cara.

Alex, dejame a mi llevar eso, creo saber de que se trata. Buscaré mas tarde unas referencias que puedan clarificar esta trama. Creo que tengo que darle algo a nuestro amable anfitrion, es suyo y es de ley que lo tenga de vuelta.

Tim recoge el diario que le da Alex y acto seguido busca en su zurron. Saca un pedazo de tela resistente satinada, y la desenvuelve para mostrar el diario de Bain, en perfecto estado.

Envuelve el nuevo libro en la misma tela y lo pone cuidadosamente en el interior de su bolsa marron.

Nos llevaremos este que vos nos entrega y le dejare de vuelta el suyo, que tome "prestado" siendo un niño un poco fisgon. Espero que sepa perdonar aquella niñeria. Como le dije a vos, marcó mi vida y le agradezco el que nos atienda ahora como ya hizo antes con nosotros. Cada vez que le veo, aprendo cosas nuevas y descubro que solo se una infima parte de aquello que esta por revelar, oculto en la oscuridad. De nuevo Gracias por sus atenciones. No dude que volveremos algun dia de nuevo, si tiene a bien vernos. ¿Estamos ahora en el mundo de los sueños? Por saber donde poder buscarle mas tarde. de nuevo, Gracias

Tim duda al hacer esta ultima pregunta y se queda en espera de una respuesta que pueda darle algo de luz, siente un poco de pena de salir de la casa, aunque sabe que lo importante son sus amigos, con lo que decide salir por la ventana. Antes de ello, pregunta ded nuevo.

Un ultimo favor, podemos usar de nuevo su cabo para bajar? Iremos de uno en uno para no sobrecargar la maroma y bajaremos raudos ¿es posibe?

Pat asiente, no no me encuentro mal, así estaré más tranquilo.

Pat se alegra de esperar en la caseta a sus compañeros, no puede evitar preocuparse por la suerte que han podido correr en ese mundo extraño en el que habían entrado al subir la colina, así que más tranquilo por hacer lo único que puede, se dedica a divertirse de lo lindo observando como el tal Luis no quita ojo a Enma cada vez que esta se agacha a por las ramas, está claro que al operario de radio le gusta la arqueóloga, al poco rato se aburre del entretenimiento y ayuda a Enma a terminar de recoger la leña para poder entrar en la cabaña, desde la que cada poco rato echa un vistazo al exterior en busca de sus compañeros.

Bueno, bueno, mis muchachos, pues muy bien está. Recibe el diario con un alzamiento de cejas y una reverencia. Gracias mozuelo, reparada la ofensa, es como si no hubiera existido, ¿eh? Y bien está lo que bien acaba, aunque mal viento es el que no trae bien a nadie (*)

Mozo, en esto -dice a Tim- es malo que no sepas más, ya que peligroso es tanto saber demasiado de ciertas cosas, como saber demasiado poco de otras... Señala la puerta. Ahí está el abismo, donde habita Nodens. Pero los pequeños dioses de la tierra nada pueden contra los Otros Dioses, más antiguos, más peligrosos, así que no es un camino adecuado para los expertos. Pasar por ese camino al mundo de los sueños significa tratar con los pequeños dioses de la tierra, que entraña un peligro moderado, aunque sus servidoras, las siniestras Alimañas de la Noche, puedan jugarte muy malas pasadas si las ofendes, y el trato inmoderado con ambos puede atraer la atención de los Otros Dioses, que conduce a la locura. No es, pues, un camino para vosotros. El mejor camino es los setenta escalones de la escalera del sueño ligero, como ya dije: si en un sueño vulgar los encuentras, puedes seguirlos con cierto respeto, hasta ver a los ancianos: ellos te juzgarán digno si lo eres, y te guiarán si les parece.

Adiós, mis muchachos. Agarraos los dos de la maroma, es resistente para ambos.

Os despedís de Bain, y salís al frío mundo de su particular sueño, en la cima que es el promontorio. Está oscuro, más o menos, pero se puede ver, y abajo, en el mundo vigil es todavía de día. De hecho parece que el mundo vigil tiene una cadencia mucho más lenta, visto desde aquí. Todo transcurre como a cámara lenta, ahora que, más relajados, podéis fijaros bien. Los sonidos llegan lejanos y casi inaudibles, pero deformados, como se se estiraran los segundos que tarda una campana en tañer durante varios minutos. Es una cacofonía muy curiosa.

Comenzáis a bajar, y Tim no tiene problema alguno. Pero, ya mediada la bajada, Alex pierde pie, y se queda colgando de una piedra, ya que para agarrarse a algo ha tenido que perder la soga, que le estaba quemando las manos y hubo de soltar. Y, aun agarrado, pasa terribles momentos viendo cómo sus dedos resbalan por la piedra húmeda y fría, insensibles, hasta que cae al vacío...

...y cae tras saber que caería, lo cual le permite rodar, protegerse la cabeza o las costillas, y aterrizar con raspones, golpes y arañazos, pero consciente y entero.

Curiosa manera de bajar, debe pensar Tim, pero rápida, ya que ha llegado bien antes que él, que baja con cuidadito y se acerca a ver si no se ha hecho mucho daño.

El sol os alumbra, ya que la niebla se ha levantado, y las nubes dejan claros, haciendo que el paisaje se llene de los maravillosos e infinitos matices del verde brillante, de las hojas secas, de los grises y plateados troncos cuajados de musgo.

Alex se sacude la ropa, que ha quedado manchada de verdín y de barro, y examina alguna matadura algo dolorosa.

Bajan los dos por el bosque, una vez más (Alex no llega a cojear) Hasta que están bien seguros de que se escucha el ruido de la máquina excavadora, que rompe la tierra y la madera para hacer el camino. Saludan al operario, James y bajan hasta la caseta de la luz. Tras la puerta entreabierta de la misma (el coche que se había llevado a Enma y a Pat está aquí) escuchan voces que hablan: la de un hombre de sonora voz, la de Enma que responde alguna cosa, y la de Pat que, más bien con monosílabos y frases cortas, participa de la conversación. Da la impresión de que están jugando a las cartas. Huele a humo de leña y a tabaco de cigarrillo rubio.