Partida Rol por web

Acacia si que parecía completamente ignorante de todo esto.

¿Pym? ¿Pym? ¿De qué me suena eso? ¡Pym! ¡Yo... mi padre tenía un libro! ¿Qué es todo esto? ¿Por qué ponen esa cara todos?

El túnel del Este tenia algo así como un metro y medio de ancho y otros dos de alto. Aquí había que ir en fila india. El calor era agobiante y no estaba iluminado en absoluto. Una sutil brisa que venía de abajo secaba el sudor de vuestros rostros y manos. La rampa estaba muy inclinada. Antaño parecía haber estado marcada por numerosas estrías que facilitaban la sujeción, pero excepto en los bordes del camino, estaban desgastadas. El suelo era liso y seco.

El túnel ascendía en una suave curva muy prolongada hasta convertirse en una especie de espiral que, de repente, se abrió por un lateral. El camino seguía ascendiendo más adelante, pero la abertura descubría una enorme cámara rebosante de cristales, más grandes que una persona, en una configuración de estrellas de cinco puntas prismáticas, con sección pentagonal en cada uno de sus brazos, unidas por uno u otro lado unas a otras en un intrincado laberinto que era recorrido por destellos rojizos, conducidos por cien mil caminos diferentes hacia vosotros desde el centro del lugar. El complejo entramado se ondulaba en arcanos y ordenados patrones. La luz era atrapada y reflejada en mil destellos de colores cambiantes. Era muy bello. Sobrecogedor, pero, al mismo tiempo, demasiado extraño. Donde vuestras luces no llegaban se podía observar que los mismos cristales despedían una azulada fosforescencia apenas perceptible: un millón de destellos sombríos que ondulaban de un lado a otro de la estructura.

La discusión que estabais teniendo acabó aquí (al menos, por el momento).

En ese momento, la mochila de Chester comenzó a arder con una viva llama.

Cuando los cristales aparecen a tu vista, una sensación de deja vu te embarga. El lugar no emite sonido alguno, pero tu escuchas voces. Te sientes vigilado desde todas partes. Escuchas las voces cuyo sonido pareces reconocer, pero no sabes de qué. Ecos, breves destellos de siluetas moviéndose en la oscuridad, siempre en el rabillo del ojo y nunca vistos directamente. Hay presente algo inhumano, muy perturbador. Hay pautas y significados que casi comprendes en las ondulaciones de luz. Cuanto más cerca estás del cristal, más pareces comprender. Si te acercas y pones una mano sobre él, quizá entonces...

Rucker no estaba muerto pero pronto lo estaría. Al ver que Baumann escapaba la periodista sopesó lo que podría suceder si éste diera con el grupo que se había acercado al faro. Desde luego les contaría atrocidades sobre lo allí sucedido pero Menez pensaba más en otra cosa. Si llegaba hasta ellos puede que mandasen a alguien para que Rucker no muriera. Ya se ocuparía ella después de dar las explicaciones necesarias. Así que asintió tranquila a las palabras de Miles y, cuando Halperin se alejó, le susurró al ingeniero.

- No sé si sé lo que hago. Símplemente elegí que no fuera usted el que quedara en este estado. No voy a disculparme por eso.- Con un movimiento de la cabeza señaló al alemán herido de muerte. Si le daban a elegir prefería que fuera Rucker y Baumann los que estuvieran heridos que no Miles, al que consideraba ya como un amigo, después de todo lo vivido.- De nada, ¿eh?- Le lanzó ahora una sonrisa torcida, dejando claro que ella consideraba que le había salvado de morir en medio de la nada, alejado de toda persona querida e importante para él.- Ahora ayúdeme con este. Metámosle a cubierto y recemos porque alguien que pueda ayudarlo llegue a tiempo. Y si se sabe más de una oración rece también porque Halperin recobre la cordura que, evidentemente, ha perdido.- Tras mover el pesado cuerpo del alemán, Menez continuó hablando con Miles.- No podemos permitir que Halperin vaya armado. Yo puedo tratar de engañarlo como he hecho hasta ahora pero...- No quería menospreciar a Miles, darle donde más dolía a un hombre, en su hombría, pero debía hacerlo.-...yo no podría con él. Usted es un hombre fuerte...si llegase el momento, deberá anularlo. ¿Me entiende? Imagínese si vuelve Meyer lo que podría pasar.- Entonces se le ocurrió una idea. Puede que quedaran algunos calmantes o algún medicamento que pudiera dar al piloto.- Déjeme ir a buscar algo.

La belleza de aquellas luces, la calidez de los colores, las texturas; encontraba todo esto increiblemente hermoso. Algo en su interior, sin embargo, se agitaba inquieto ante aquella idea, como un aviso de lo horrible que era en realidad aquello que le parecía tan bello.

FUEGO, FUEGO...! - gritó de repente Charlene con verdadera histeria. A pesar de lo extraño y hostil que fuera el entorno que les rodeaba, siempre parecía tener un ojo puesto en Chester. Acto seguido, se abalanzó sobre él, tratando de ayudarle a quitarse la bolsa que ardía a su espalda y casi derribándole al suelo.

Tim se muestra como absorto, tratando de recordar algo, pensativo, lejano.

Apenas se fija en el fuego de la mochila y nota como un impulso que le acerca a los cristales.

Esto esconde mas de lo que vemos, aqui hay algo mas... dejadme que mire esto...

Tim se acerca y toca un cristal ligeramente con su mano.

De repente, antes de tocar el cristal, solo a unas micras del mismo, duda y se detiene a pensar.... 

Tan cerca del constructo cristalino, la sensación de voces alrededor tuyo aumentó de manera enorme. Sin embargo era enervante que aun así, no llegabas a entender lo que decían. Notabas cómo tu cuerpo era recorrido por oleadas de algo denso y antinatural, aunque tú mismo no te sentías mal. Era como estar encerrado en una vaina protectora por cuya piel pasaban todas esas energías sin tocarte.

No había nada parecido a aquellas sombras de tu infancia. Nada tampoco, que pudieras recordar, de las tierras del sueño de los hombres aunque, lo sabías, las tierras del sueño reflejaban la realidad mundana, y en la parte correspondiente a este lugar debía haber algo. En todo caso nada habías oído hablar en esas tierras durante tus sueños.

El constructo palpitaba invitador.

Tras su duda, Tim decide tocar el cristal. Ya habia visto y vivido demasiadas cisas inexplicables para dejar de seguir sus instintis esta vez.

Tomando unas últimas notas en su cuaderno Sutton sigue a los demás pensativo... piensa en el impresionante tamaño de las construcciones y cual podría ser su cometido. No parecían acordes con las dimensiones de los Antiguos. Al notar el alboroto se fijó en que la mochila de Chester comenzaba a arder y miró a su alrededor con precaución. Mientras tanto sacó una cajetilla de cigarrillos que llevaba para una ocasión como esta y procedió a encender uno.

La madre que lo...

Chester se quitó rápidamente la mochila y empezó a darle vueltas por el suelo y tratar de cubrirla con nieve, pisotearla con sus gruesas botas o lo que fuera. No podía ver qué había iniciado aquel fuego, pero estaba seguro de que se trataba de aquella misteriosa estrella que había encontrado ya hacía días en el interior de la cueva. Y parecía que se estaban acercando a algún lugar que la ponía muy, pero que muy nerviosa. Si es que una piedra podía ponerse nerviosa, claro.

Una vez sofocado el incendio, Chester se volvió hacia Charlene para darle las gracias.

Gracias por el aviso. Si no llega a ser por usted, me habría achicharrado sin darme cuenta.

Chester le dirige una última sonrisa y se queda observando la pequeña piedra. 

Bueno, ¿y ahora cómo nos la llevamos? Parece ser Importante, pero yo no me atrevo a cogerla. Quizás podríamos guardarla dentro de una lata de pemmikan, quizás esto sería capaz de resistir el calor que emana.

Chester no tenía la más mínima intención de dejar la estrella allí. Había que llevársela de algún modo.

No sé qué es, pero nos estamos acercando a... algo.

Visto que el incidente de la mochila se ha solucionado y no hay daños, Sutton echa un vistazo a la cámara y trata de fijarse bién en la disposición de los cristales.

Al tocar el cristal sentiste lo mismo, pero multiplicado por cien mil. La corriente psíquica te hacía sentir como si estuvieras a un milímetro de las Cataratas del Niágara o algún enorme torrente similar. Un movimiento (mental) en falso y la fuerza del agua te podía arrastrar. Millones de voces, roces, sensaciones, sugerencias que no podías comprender, aun tan cerca como estabas. Estabas cerca y lejos. Muy cerca pero todavía demasiado lejos. Era un asunto de perspectiva. El volumen de información atronaba tus oídos mentales, pero seguía siendo ininteligible. La perspectiva correcta era formar parte del torrente, y tú estabas fuera.

En efecto, de entre la ruina que había sido la mochila de Chester, una vez el combustible se agotó, lo único entero, aparte los restos de metal, era esa pequeña estrella que en un principio había parecido como las otras, pero de un material más duro y mucho mejor conservada.

Meyer se acercó con mucha curiosidad a ella y miró los puntos que estaban grabados a lo largo de sus brazos.

¡Vaya! No entiendo gran cosa. Estos escritos son demasiado complejos para mi. Pero creo que está relacionado con la detección de algo.

La estrella refulgía, al rojo vivo. Meyer buscó en su mochila y entregó a Chester unas pinzas de recogida de muestras.

Por el calor que desprende, supongo que está detectando algo, sea lo que sea. Puede que con estas pinzas y unos guantes sea capaz de transportarla.

Las preguntas de Acacia habían quedado en suspenso debido a la crisis, pero no cejó en su empeño:

¿Qué es ese texto, Meyer? ¡Dígame qué es ese texto sobre Pym! ¡Mi padre murió por un texto así hace años!

Sin embargo, la sensación de urgencia que a todos invadía hasta casi enloqueceros os hizo comenzar a moveros con rapidez por el túnel, hacia arriba. O hubiera sido así si Pooster no os hubiera retrasado: se encontraba fuera del túnel, donde comenzaba la masa de cristales. Tocaba uno con su mano desnuda. Tenía una expresión absorta y perdida, los ojos tras sus extrañas gafas desenfocados y la boca abierta.