Partida Rol por web

Más allá de las montañas de la locura

Capítulo 10: hacia la fortaleza negra.

Cargando editor
23/02/2016, 23:57
Chester Field

Gente por un lado, un hombre por el otro... ¿qué hacer, qué hacer?

Bueno, lo más importante era que, fuera quien fuera ese alguien que le había visto, no parecía agresivo. Al fin y al cabo, le estaba saludando con la mano en lugar de dispararle, algo que incluso en un sitio tan poco civilizado como la Antártida se interpretaba como una señal inequívoca de buenas intenciones.

Claro que acababa de oír dos disparos, y probablemente los había hecho aquel tipo. O tipa. ¿Eran solo una señal para que Chester se fijara en él, o es que había intentado pegarle un tiro y había fallado, y ahora se estaba acercando haciéndose pasar por alguien amistoso, solo para que Chester se confiara y después poder pegarle un tiro a bocajarro?

Tranquilo Chester, tranquilo que te me estás poniendo paranoico. Lo de ver enemigos por todas partes es cosa de Ménez, no tuya. Mantén la cabeza fría, leñe.

Chester decidió levantar él también sus manos y hacerle señales a la misteriosa figura que se acercaba. Después ya se preocuparía por los tiros. Y por las voces de estas otras personas, también. Decidió además que era más seguro esperar al encapuchado que ir a buscarle. Al fin y al cabo, la Regla de Oro cuando estás perdido en medio de ninguna parte es: No. Te. Muevas. Dos personas buscándose una a la otra y yendo arriba y abajo era una receta segura para el desastre.

Chester se aseguró de que su rifle estaba cargado y se armó de paciencia a la espera del desconocido.

Notas de juego

Perdón, se me pasó la actualización.

Cargando editor
24/02/2016, 20:52
(Starkweather-Moore, científico) Charlene Whitston

Douglas, por favor - acertó a suplicar Charlene - He visto a Chester allí, subido en el montículo - añadió, señalando imprecisamente adelante - Deberíamos ir en su ayuda, saber qué ha pasado...

- Tiradas (1)
Cargando editor
24/02/2016, 23:00
Aramiker Menez

-¡Joder con el recibimiento!- Menez trataba de que Halperin bajara el cañón para que apuntara el suelo.- Yo no pienso marcharme. Prefiero quedarme aquí, en la puerta, a vigilar.- Le dieron ganas de insinuar que "algo" le pasaba a Priestley pero se contuvo. No quería otro muerto sobre su conciencia. Pero entre Pirestley el cobardica y la Lexington...uff, no aguantaba a esa tía. ¿Acaso se creía que estaban de vacaciones?- No me puedo creer que los que lanzaron la bengala no aparezcan.

Notas de juego

Bueno, al final me quedo yo el diccionario Alemán-Carambolo.

Cargando editor
25/02/2016, 20:36
Guardián de los Arcanos

Por último, todos pudisteis escuchar un silbato. No el temido silbido de los carambolos ni de los soggoth, sino una seña de SOS hecha con los silbatos de señales que, por cierto, todos llevabais encima.

Poco a poco estaba despejandose el cielo y aumentando el frío. Poco a poco se descubrió la amplitud de la plaza tal y como había quedado tras el desmoronamiento provocado por el terremoto.

De un lado llegó Pickwell, uno de vuestros pilotos, completamente desmadejado y cayendo al suelo cada pocos pasos. De otro extremo de la plaza, agitando las manos, vino vuestro guía polar, Peter Sykes. Era él quien, por fin, había hecho uso del silbato.

Enseguida descubrió a Pickwell y se acercó para ayudarle a llegar a los aviones. Hizo señas a Chester para que hiciera lo propio. (Chester se había subido al gran montón de escombros en medio de la plaza, sin duda para ver mejor).

Cargando editor
25/02/2016, 20:44
(Starkweather-Moore, técnico) Douglas Halperin

Junto a los aviones se encontraban Charlene Whitston, Acacia Lexington y Aramiker Menez formando una piña. Cerca, pero aparte, y sosteniendo de forma amenzadora un rifle de grueso calibre, se encontraba Douglas Halperin. Parecía agitarse y murmurar para si. Aun a distancia se podía ver que estaba bastante trastornado, pero Whitston hacía movimientos tranquilizadores en su dirección y él parecía verse, en cierta medida, apaciguado.

La realidad es que no se había esperado que los seres de sus delirios (los que no conocían sus delirios se enteraron después, cuando se les fue relatado discretamente) usaran un silbato de señales y el código morse internacional. Le había descolocado. Eso y las palabras de Charlene. Seguramente.

No obstante, cuando llegaron Chester, Pickwell y Sikes bajó el cañón del arma.

¡No os acerquéis! ¡Todavía tengo que comprobar que sois quienes decís que sois! ¿Quién ha disparado, lo primero? ¡Pasad al avión y desnudaos, para que pueda comprobar si os han infectado los alienígenas! ¡Vamos!

Cargando editor
25/02/2016, 20:51
(Starkweather-Moore, guía) Peter Sykes

Sykes venía cansado, fastidiado y, seguro, harto de luchar contra la adversidad. Se entretenía en abotonar a Pickwell, que venía hecho un desastre, con las polainas mal puestas, llenas de nieve por dentro, con alguna fisura en algún hueso (seguro una costilla) y con principio de hipotermia.

A punto estuvo de liarla, pero hizo gala de la sangre fría a la que están acostumbrados los que bregan con noches eternas en llanuras infinitas con solo judías para comer, y cosas por el estilo.

Ok, Douglas. Antes de que nos examines, si te parece, los que estemos bien tendríamos que ir a buscar a los demás. Están el señor Moore, Ralph, Larry y el cuerpo del señor Starkweather que, desgraciadamente, ha fallecido. En su mirada se notaban las preguntas por las ausencias evidentes en el grupo del avión: ni Nandan, ni Pooster, ni Sutton, ni Hirsch. Se calló las preguntas para más tarde y siguió concentrado en lo importante.

Ralph ha sufrido una crisis nerviosa y muchas quemaduras. Larry está mejor, pero se ha quedado cuidando de él con Moore. El terremoto nos pilló, afortunadamente, en una sala muy robusta, donde nos escondimos de... de una cosa. No preguntéis. Pero los escombros taparon parte de la entrada, y solamente fuimos capaces de disparar una bengala cuando nos llegaron las cuatro palabras que pudiste radiar, Douglas.

Los que no estáis vigilando a esos... ¿alienígenas? Podríais ir calentando agua. La vamos a necesitar.

Cargando editor
25/02/2016, 21:02
(Starkweather-Moore, técnico) Patrick Miles

De detrás del Belle salió Miles, arrastrando una caja de herramientas. Lanzó una mirada a Sykes y otra a Pickwell sin parar mucho en ello y se puso a revisar el motor que teníais más cerca.

¡Terminad pronto, que dentro de muy poco nos marchamos de esta puta tierra! ¿Entendido?

Notas de juego

Tos juntos otra vez.

Cargando editor
25/02/2016, 21:11
Guardián de los Arcanos

Notas un suave movimiento en el bolsillo de tu parka, donde guardaste la pelota grisacea esa que encontraste.

Cargando editor
26/02/2016, 12:06
Dominique Pickwell

El piloto, asustado, saca de su bolsillo la bola blanda para observarla y tratar de entender que demonios puede ser.

he estado ahi dentro y solo he visto cosas extrañas e inimaginables, esto es lo que he podido traer despues de mis golpes y caidas. Se mueve...

El frio le atiere la voz y se limita a mostrar una pelota gomosa opaca al grupo.

Cargando editor
26/02/2016, 19:14
Chester Field

Chester se alegró de ver que Dominique seguia vivo; temía que el terremoto que parecía haber asolado la ciudad hubiera acabado con él, enterrándole bajo toneladas de hielo.

Dominique, ¿al final has entrado? ¿Estás bien? Vaya...

Chester intuyó las mudas preguntas de Peter, y quiso responderlas, tanto para él como para el Dom y el resto.

Pooster está muerto. Sutton y Meyer han decidido seguir adelante, a la caza de los carambolos. O los Antiguos, como deberíamos llamarles. De Nandan no sabemos nada. Y a todo esto, ¿qué le pasó a Starkweather? Creía que él y Nandan estarían juntos...

Una vez hubo dado las explicaciones oportunas, Chester se dedicó a las tareas que Peter leshabía encomendado: calentar agua. Poco más podía hacer.

Y esto que te traes en te manos, Dominique, ¿qué rayos es? ¿Una cría de Antiguo quizás?

Cargando editor
26/02/2016, 20:44
Guardián de los Arcanos

Pickwell sacó una masa gris como el doble de grande que una pelota de tenis. Era de un gris clarito, con algunas grietas de blandos bordes. Conforme el frío contactó con la superficie, el gris se oscureció, y las grietas se cerraron herméticamente. Fue algo así como una reacción instantánea.

Cargando editor
26/02/2016, 20:47
(Starkweather-Moore, técnico) Douglas Halperin

Halperin, tembloroso, encañonó a Pickwell.

¡¿Qué es eso?! ¿Es uno de ellos? ¡No te acerques! ¡Los nuevos! ¡No os acerquéis! ¡No nos toquéis!

Cargando editor
27/02/2016, 01:33
(Starkweather-Moore, científico) Charlene Whitston

Muy bien, muy bien. Esto es lo que hay... - afirmó Charlene con no demasiada convicción - Los "nuevos" deberán, naturalmente, demostrar que son quien dicen afirmar que son, evidenciando en primer lugar que no poseen tentáculos, así que, ordenadamente en prioridad de su urgencia por encontrar refugio, deberán mostrar sus cuerpos... - hizo un pausa para tomar aire. Al tormento de su lamentable estado físico había que añadir el esfuerzo extra por seguir la lógica de Halperin, lo cual no era una dificultad menor; le costaba improvisar - Esa... ,cosa que has encontrado, Dominique, será resguardada por una prenda de lana y encerrada en un recipiente hermético de metal, a ser posible plomo. Todo el mundo sabe que no podría atravesar el metal, ¿No crees, Douglas...?. Más tarde la examinaré, para determinar si puede ser peligroso. Así que mejor será que la dejes en el suelo, mientras buscamos algo donde guardarla y pases dentro - añade, dirigiéndose a Pickwell - después de quitarte la ropa durante un instante para que podamos ver que no tienes señales de mutación - termina, mirando significativamente a Halperin - Luego determinaremos qué hacer.

Cargando editor
27/02/2016, 11:03
Aramiker Menez

Nunca pensó que se alegraría tanto de ver a sus antiguos compañeros.

- ¡Qué alegría! Por favor, hagan lo que les dice.- Sí, tenían que ir a por los demás y salir de allí cuanto antes. Cuando Picwell le enseñó aquella cosa Menez agitó la mano discretamente para que la ocultara.- ¡Pero qué hace hombre, esconda eso otra vez!- Trató de explicarles a los que llegaban que Douglas Halperin no se encontraba muy bien. Que estaba tarado, vamos, mal de la chaveta. Afortunadamente Charlene mantenía la cabeza fría a pesar de encontrarse en ese estado lamentable. Chester fue a calentar agua...parecía que los hombres perdían la valentía muy rápido, o quizá fuera algo inherente a los reporteros gráficos. 

- Esta bien.- Dijo con un sonoro suspiro.- Iré yo misma con ustedes a buscar a los demás.- Le confirmó a Sykes. Sentía admiración por aquel hombre que les había ayudado siempre a luchar contra el frío polar. Antes de partir inquirió a Field.- ¿Puede devolverme la pistola de bengalas si se va aquedar calentado agua? Gracias.

Notas de juego

Recupero la pistola de bengalas.

Cargando editor
27/02/2016, 19:25
(Starkweather-Moore, científico) Charlene Whitston
Sólo para el director
Cargando editor
29/02/2016, 10:29
Dominique Pickwell

No se preocupen, solo van a encontrar moratones, heridas y algun hueso roto, no saben lo que he pasado para llegar aqui, solo me faltaba esto... Mutaciones dice. Si eso es aasi, vamonos de aqui, no quiero acabar con forma de pepino volador y de estrella. 

Tomen, guarden esta ...ehh..cosa..donde crean que es mejor, solo la he traido para dar fe de que aqui lo que pasa supera lo normal o lo conocido. para mi que hay algo vivo dentro, encierrenlo en metal, me parece lo mas adecuado.Parece que el frio no le va nada, como pasa con los seres eso malditos.

Dom ya solo queria reponerse y tratar de estar un poco mas caliente y descansado, nunca habia estado tan cerca de la muerte y no iba a dar la oportunidad de que le mataran por una mera inspeccion.

Les pido que ya que van a ver mi maltrecho cuerpo, me ayuden y traten de sanar en lo posible lo que llevo, que es mucho, casi muero alli dentro, solo quiero irme de aqui. La verdad es qwue no se aun como he podido orientarme y arrastrame hasta aqui.

Dom se mete en la tienda, cansado, esperando que hagan la puñetera revision y le dejen dormir.

Notas de juego

perdonad pero entre la mudanza de la oficina , el curro y la gripe, pues ando bastante jodido...siento los retrasos

Cargando editor
01/03/2016, 19:54
Guardián de los Arcanos

El ruido de los motores atronaba los oídos. Para los que se encontraban en el boeing que había sobrevivido, el Weddell, la travesía había sido horrible. Pero con tres buenos mecánicos (Halperin y DeWitt no estaban para chorradas, a Halperin era mejor no darle tareas extra y DeWitt era una masa balbuceante útil para nada, nos referimos a Miles, Pickwell y Longfellow) actuando al unísono la mayoría de los agujeros de bala habían sido tapados, y vuestras ropas, gracias a Sikes, estaban en las mejores condiciones posibles. Sin embargo, por ahorrar combustible, la calefacción había sido puesta al mínimo, así que los dedos ateridos, las narices moradas y los temblores habían sido la marca de la travesía.

Detrás quedaban las Montañas de la Locura, como las había bautizado Dyer en su texto. Detrás quedaban la ciudad, la altiplanicie monstruosa, la torre maldita y las otras Montañas de Más Allá, todavía más altas que sus hermanas.

Organizar la salida no había sido fácil, pero la rutina bien aprendida y la presencia de técnicos que tanta falta os habían hecho en el viaje a la torre facilitó todo. Rucker, el alemán herido gravemente por una bala de fusil (se decía que había sido herido por Halperin, en un arranque de locura) permanecía estable en el Belle. Acacia Lexington ayudaba a Halperin en el pilotaje de su avión y Charlene de copiloto para Pickwell.

Hubo problemas en el despegue, cuando a Pickwell le traicionaron sus heridas y contusiones, pero Charlene, que no estaba menos golpeada, fue capaz de reaccionar y estabilizar el avión. Todo el mundo había pasado un buen susto, pero se había quedado en eso.

- Tiradas (2)

Notas de juego

 

Cargando editor
01/03/2016, 20:18
(Starkweather-Moore, líder) William Moore

Antes del despegue, un Moore muy cambiado habló de los sucesos en la ciudad durante vuestra estancia en la torre. Nadie había dormido nada en más de 24 horas. Él lo acusaba, cierto, en los ojos hundidos tras las gafitas, una de las cuales se había rajado, en la palidez, en la mirada perdida. Pero más allá del largo periodo de vela estaba el cabello encanecido, la inseguridad, la vacilación, la voz balbuceante, como si todo el rato tuviera que esquivar palabras traidoras que deseaban asomar a sus labios acompañadas de gritos.

Al principio todo fue bien, Pickwell, Sykes y Longfellow salieron a rastrear la senda que habían seguido James y Nandan. Pero la temperatura cada vez subía más, y estábamos preocupados por qué podría significar. DeWitt por culpa de la crisis nerviosa, había sido encerrado con tranquilizantes en el iglú dentro de aquella sala que habilitamos. Yo me quedé para cuidarle. Cuando los demás regresaron con la noticia de la muerte de James y la desaparición de Nandan me enfadé: ¿por qué no habían traído su cuerpo? Así que fuimos de nuevo para allá, esta vez pertrechados con cuerdas Sykes, Longfellow y yo. Pickwell se negó a ir, y se quedó al cuidado de DeWitt. Cuando volvíamos con el cuerpo la temperatura había superado los cero grados, y se podían distinguir columnas de vapor gigantescas saliendo de los pináculos de las Montañas Miskatonic, así como idénticas columnas a lo largo de la ciudad. Subimos a una cima de escombros para comprobarlo. Supuse que algo estaba calentando el mar interior y el vapor escapaba por donde estaban los accesos al mismo. Una de esas columnas estaba cerca de la plaza donde aterrizamos, tal y como habíamos deducido del texto Dyer y de nuestras observaciones.

Nos llegaban los ruidos inconfundibles de miles de graznidos. Deduje que se trataba de los pingüinos descritos por Dyer, expulsados de su territorio natural por lo que fuera que estaba pasando bajo el agua subterránea. Sospecho que algo puso en marcha un antiguo sistema de calefacción que, antaño, permitiera a los Antiguos mantener su ciudad cuando ya la Antártida había derivado mucho hacia el sur como para mantener el clima tropical que observábamos en tantos grabados. Este fenómeno ocurrió más o menos dos horas después de que se marcharan en el Weddell.

Cuando llegamos a la plaza todo era una locura. En efecto, millares de pingüinos salían graznando ciegos del agujero que antaño fue la torre central. Peor aún, Pickwell había desaparecido, y dentro de la habitación donde guardábamos las cosas el aumento de la temperatura ambiente añadido a la calefacción habían derretido el iglú que utilizábamos como tienda de oxígeno. Al salir el oxígeno de las bombonas, las llamas de los hornillos se multiplicaban, acrecentando el calor, derritiendo hielo y haciendo salir más oxígeno, que repetía el proceso. Y ahí, en la tienda de oxígeno habíamos dejado reposando a DeWitt, que estaba sufriendo una crisis terrible, terrible. Afortunadamente ha sobrevivido, pero pensamos que tiene quemaduras internas, en las vías respiratorias, y las manos y la cara...

Apagamos los infiernillos y atendimos a DeWitt, cuando el ruido que hacían los pingüinos nos alertó. Algo estaba alterándolos hasta el punto de que los graznidos normales, que ya suelen ser bastante escandalosos, se habían transformado en una cacofonía. Pero a los sonidos de terror proferidos por los animales se unían otros en forma de silbidos múltiples que formaban acordes musicales. Temiendo lo peor (los que hayan estudiado el texto Dyer se imaginarán a qué me refiero) ordené que recogiéramos todo el equipo posible y emprendiéramos la huida.

Era enorme. Gigantesco. No deseo hablar de ello. Escapamos para enterrarnos en el agujero más profundo que pudimos, un edificio antiguo de paredes gruesas y casi sepultado del que solamente quedaban los pisos inferiores. Ahí aguardamos esperando que el engendro nos encontrara pero, afortunadamente, tuvo pingüinos de sobra para jugar hasta que volvió a descender la temperatura.

Unas dos horas antes de llegar ustedes sufrimos un terremoto. La nieve ya había cubierto la ciudad tal y como han visto, y el terremoto casi sepultó la ya pequeña salida de nuestro refugio, del que no nos atrevíamos a salir.

Luego escuchamos las pocas palabras que Halperin pudo transmitir por radio desde el avión, y rezamos porque hubiera escuchado las nuestras.

A lo largo de nuestro encierro, para más confusión, hemos sufrido tres episodios muy extraños, de mareos, de visiones remotas, de una sensación que nos invadía, como si el tiempo perdiera coherencia o significado.

Deberíamos poner en común nuestras experiencias, aparte de que usted, Pickwell, nos debe una explicación. ¿Por qué abandonó a Ralph de esa manera?

Notas de juego

TODOS: me gustaría un relato parecido, para poner en común las experiencias de cada cual. Por un lado estaría Menez, por otro Charlene y Chester y por otro Pickwell.

Ojo con los tiempos: como veréis he descrito cómo volabais ya en los aviones al principio, informando de que no tenéis más problema para abandonar la ciudad, pero luego he retrocedido al momento antes del despegue, cuando Moore comienza a poner información en común, y es cuando deberíais hacer vuestra narración. Es una licencia narrativa. Para dar un ambiente más relajado y tal :)

Cargando editor
02/03/2016, 21:07
Chester Field

Buf, ¿por dónde empezar? Todo había sido una locura, de principio a fin... 

Que Charlene me corrija si me dejo algo o me confundo en algún punto. Algunos de mis recuerdos pueden estar un tanto nebulosos, pero seré tan fiel a la verdad como me sea humanamente posible. Lo que hemos visto, Dios... entenderé que no me crean sin más pruebas que mis palabras, pero les aseguro que todo lo que les cuente será cierto, o tan cercano a la verdad como mi memoria me permita.

Dicha esta primera advertencia, Chester empezó a narrar su historia.

Nada más aterrizar en el antiguo lecho del río nos topamos con los alemanes, Meyer y sus acompañantes. Nos unimos a ellos y empezamos el camino hacia la alta torre. Allí empezaron nuestros problemas: se abrió una tremenda grieta en el suelo que casi se nos traga, y además mi mochila explotó. - En aquel momento Chester echó en falta más que nunca su bello y estrellado amuleto, con quien tantas fatigas había compartido. - Se ve que el pedazo de estrella de esteatita que recogí en la cueva debía tener alguna propiedad extraña, pues en cuanto nos pusimos en camino hacia la torre empezó a calentarse, hasta que dentro del mismo edificio ni siquiera podíamos tocarla sin quemarnos; teníamos que usar unas pinzas. Pero me estoy avanzando...

Superamos la grieta, y nos metimos en la torre por un ancho túnel. Encontramos prendas hechas con las pieles de - suponemos los pingüinos gigantes, y si han tenido ustedes acceso a los papeles que nos pasó Meyer, sabrán que sus propietarios eran probablemente los miembros de la expedición Miskatonic, anterior a la nuestra. Seguimos avanzando por el interior de la torre, subiendo por diversas rampas, y la temperatura no cesaba de aumentar: llegamos a estar a 25 grados. En la Antártida. Un misterio más, supongo.

Pero bueno, supongo que lo que les interesará saber es qué había dentro de la torre, más que el tiempo que hacía, ¿Verdad? Pues bueno, solo les diré que todas las paredes estaban cubiertas de grabados contando la historia de Los Antiguos, los carambolos como los llamamos nosotros, desde su llegada a la Tierra hasta la decadencia de la ciudad, pasando por su enfrentamiento con otras razas y la creación de los Shoggoths, estos seres informes que les servían de esclavos. Vimos allí como intentaron adaptarse a los cambios en nuestro planeta. Señores, estos seres llegaron aquí hace millones de años, antes que, bueno... antes que Todo.

Cuanto más subíamos, más misterios nos encontrábamos. Primero tuvimos visiones de un pasado remoto, después nos encontramos con cuerpos decapitados, antes me comprometí con Charlene, y creíamos que los cuerpos eran de Starkweather y Nandan, pues eran de un hombre adulto y un adolescente. Ahora ya no estoy tan seguro, la verdad.

Fue al llegar a la gran sala cuando se desató el infierno. Sutton - maldita sea su estampa - creyó ver algo, y le lanzó un cartucho de dinamita. Pero ese algo nos lo devolvió, casi mandándonos al infierno. Entonces aparecieron dos carambolos, vivitos y coleando, uno parecía anciano y el otro joven, y uno de sus Shoggoths servidores. Todo empezó a temblar, oímos los temidos Tekke Li-li de los que hablaban los papeles, y todo fue un caos. El edificio seguía temblando, intentamos huir, Pooster murió aplastado y después decapitado por el Shoggoth, pero al final logramos herir a los dos carambolos con nuestras primitivas armas de fuego. Meyer y Sutton se fueron en su búsqueda, y yo me quedé con Charlene y salimos al exterior. Se lo digo yo, esta torre le hace algo a las mentes humanas. Es como si nos volviera locos poquito a poco.

Y más o menos eso es todo, que como ya ven es bastante, aunque también podría ser casi nada. Salimos, nos dirigimos hacia el avión y nos topamos con Ménez y el resto. 

La verdad - dijo algo compungido - me hubiera gustado ayudar a Sutton y Meyer en su cacería, pero Charlene estaba muy malherida y mi cerebro no hubiera aguantado estar ni un minuto más dentro de la torre. No sé qué ha sido de ellos, ni si algún día volveremos a verles. Quién sabe.

Y con estas palabras Chester puso punto final a su relato.

Cargando editor
02/03/2016, 21:58
Aramiker Menez

Menez escuchaba con paciencia los relatos de los demás. Parece que alejarse del peligro que suponían aquellas malditas montañas soltaba la lengua al más callado.Moore la sacaba de quicio.

- ¿Se enfadó? ¡Vaya hombre!- Dijo con un inadecuado tono sarcástico.- Pobrecito Moore.- Inmediatamente su tono cambió a uno frío y duro como la carcasa de un carambolo.- Muerto Satrkweather espero que no duerma tranquilo por cargar en su conciencia con la muerte de ese pobre e inteligente chiquillo...- Se refería a Nandan, al que tanto cariño había cogido desde el principio.Le había advertido a Moore sobre la locura de Starkweather. A juicio de la periodista el co-líder de la expedición debía haber detenido a Nandan, pues éste, obnubilado pro la presencia de su padre y su juventud no había razonado bien.- Una historia truculenta desde luego que dará muchas tiradas si se cuenta...- Todo eso sin contar con el rencor que guardaba a Moore por la muerte de su enamorado, Timoty Pooster.

- Bueno, ahora voy yo. En mi caso no tengo gran cosa que contar. Nos quedamos en los aviones Halperin,- Dijo haciendo el signo de la locura con su mano.- Miles, Rucker, Baumann y yo. Estuvimos tratando de  arreglñar los desperfectos de los aviones pero nevaba mucho. Luego hubo una discusión bien acalorada y, bueno, diciéndolo suavemente,  todo se desmadró un poco.- Que contara Miles si quería lo que había pasado pero ella no iba a entrar en detalles sobre quién había tenido la culpa. Ya todos veían el estado en el que estaba Halperin y que, en ese momento era uno de los pocos pilotos hábiles que había.- El resultado. pueden ver cómo está Rucker. Conseguí estabilizarlo pero necesita atención médica urgente.- Cuando Rucker pudiera hablar eso sí que iba a ser divertido.- Además Bauman se fue a la torre.- Era otro eufemismo. Menez era bueno en ello. Más bien había salido huyendo despavorido ante los intentos de Halperin de matarlo.- Se cayó en un agujerico y tuve que sacarlo de allí. Como agradecimiento me obligó a acompañarlo a la torre a punta de pistola. Amabilidad alemana, sí señores. Muy agradable. Allí también vivimos cosas horribles que tampoco quiero contar, como Moore...- Dejó caer con boca pequeña.- Pude escuchar a Charlene y Field, fue muy bonita la petición de mano...ah y a Acacia, por cierto, desgañitándose como si la desollaran viva. Fíjese qué cosas que luego la mujer está perfectamente, pero cómo gritaba en la torre. Claro que visto lo visto a lo mejor no era ella y era la gallina confesa de Priestley. - Dijo haciendo referencia a la auto-confesión del reportero gráfico.- Pero quién le culpa. Lo que vimos allí era para salir despavoridos, como así hice. Dejé a Baumann y su escopeta atrás y pude escuchar cómo los carambolos acababan con él. Casi no llego de nuevo al avión. entre el terremoto y otros extraños fenómenos.-  No consideraba oportuno contar ahora que habían caído esas piedras negras del cielo, que tenía una guardada en la caja de bengalas y que también había experimentados esas extrañas sensaciones del aura expansiva de la torre. Estaba cabreada y, al contrario que a los demás, a ella se le quitaban las ganas de compartir la información más importante.