Partida Rol por web

Las palabras de Miles no habían sido precisamente originales.

Dios, la Virgen, hostia puta... Lindezas parecidas típicas de su lenguaje ligero y blasfemo hasta la inocencia. Mantuvo ese tono hasta que DeWitt anunció la avería. ¿Cómo? ¿Un patín?

Moore respondió a la pregunta de Menez: el señor Pickwell y el señor Field tuvieron problemas con el oxígeno contaminado. Hubo varios golpes, aunque me parece que ahora se encuentran bien ¿no es cierto? Tras la crisis creo que el doctor les administró tranquilizantes. ¿Me oyen? ¿Están bien? Las palabras de Field le convencen de que no es apto para tomar el mando a la hora de montar el campamento, así que chasquea los dedos delante del rostro de Pickwell, para ver si reacciona.

¿Están bien aquí los aviones? ¿Qué debemos hacer primero? ¡Reaccionen! ¡No tenemos todo el día!

Y está muy pasado el medio día, de hecho. Del Belle, una vez más, no se ha tenido noticia alguna.

Nandan sólo tenía ojos y oídos para su padre. Se limitó a asentir y a estar al rabo de Starkweather mientras preparaba la "vista preliminar" del sitio.

Hijo, dijo él, trae tus útiles de topógrafo. Vamos a levantar un plano de la plaza. Más íntimo, le siguió relatando: es mejor que los jefes dejemos a nuestros subordinados trabajar a gusto. Ya sabes: llevar los asuntos con rienda larga. Es algo que la experiencia me ha enseñado.

Hay que buscar... - acertó a decir Charlene, con una falta de gracia poco habitual en ella - buscar - repitió, sin sentido. A todas luces, la visión de lo que tenía alrededor era demasiado para ella - Un refugio, a cubierto - añadió por fin - una caverna, un agujero, lo que sea - terminó, señalando vagamente hacia ninguna parte en concreto, tratando evidentemente de mantener la cabeza ocupada en algo útil.

Lo logró revisando concienzudamente su equipo, y continuó con el de Menez, a quien indicó con un gesto que hiciera lo propio.

- ¿Un refugio?- Decía Menez con cierta incredulidad mientras hacía lo que Charlene le mandaba. A falta de Sikes cualquiera podría servir.- Supongo que la ciudad estará llena de ellos. - Ahora se dirigió a los Starkweather.- Ya que van a adelantarse busquen un buen sitió cerca de esa plaza donde instalar el campamento. Mientras nosotros podemos ir empaquetando y recogiendo todo. Con un poco de suerte Sikes habrá recobrado el conocimiento para entonces.- Mientras estuviera la calefacción del avión en funcionamiento allí es donde encontrarían a Menez.

Todo el mundo comenzó a trastear al buen tun tun.

Nandan tomó su teodolito, y sextante, su compás, una libreta y un lápiz antes de irse. Field vagó por el terreno, tambaleándose. Menez y Charlene se revisaron el equipo mutuamente. Halperin, DeWitt y Miles discutían a pie de avión, señalando el patín roto y pegreñando cómo iban a arreglarlo. Hirsch estaba dentro, con Sikes. Pooster, Sutton y Pickwell estaban mirando embobados la lejanía, como si no supieran muy bien dónde estaban. Moore se sumó con Menez y Charlene a la revisión de los equipos personales.

Todos trasteaban con los botones, las presillas, los cordones y los aditamentos de su equipo con torpeza, como Dios les dio a entender. Todos intentaban recordar qué había que hacer en primer lugar.

A la hora o así todavía Nandan y Starkweather no habían regresado.

La gente, con la notable excepción de Charlene, Moore y Menez comenzaban a tiritar de frío y, poco a poco, se fueron refugiando en el avión, donde Hirsch atendía a Sikes.

Oye, el avión no puede estar encendido tanto tiempo. Voy a ver si... rebuscó por ahí para encontrar un hornillo nansen y algo de keroseno. El desorden en el Enterby era monumental, aunque Hirsch había conseguido reunir enteros casi todos los adminículos del botiquín que se habían desparramado cuando Starkweather inyectó la dosis de cocaína a Sikes.

Con la cantidad de gente que abarrotaba el habitáculo y el hornillo, pronto comenzó el dolor en las manos y la cara de todos los presentes. Habían estado expuestos a temperaturas muy inferiores a lo acostumbrado, y su piel se había anestesiado, de manera que solamente con la vuelta del calor sentían las leves lesiones que solo unos minutos a la intemperie les habían provocado. Todos con la notable excepción de Charlene, Menez y Moore.

Miles apagó los motores del avión. Los motores comenzaron inmediatamente a crujir, mientras el calor escapaba raudo de sus tripas.

Antes de que se enfríen del todo los motores hay que decidir si dejamos aquí los aviones o si los movemos. Recordad que se supone que iban a servirnos de tiendas para dormir.

Los aviones se encontraban protegidos en una hondonada situada en el lado este de un montículo de hielo con forma de arco y unos 550 metros de anchura. Os fuisteis alejando hacia el montículo de escombros que dominaba parte central de la plaza donde habíais aterrizado.

En el pasado esta fue una grandiosa plaza circular, rodeada por enormes edificios, en cuyo centro se alzaba una torre muy alta y desde donde partían cinco amplias avenidas situadas todo alrededor con regularidad que la comunicaban con otros lugares de la ciudad.

Hoy la torre estaba convertida en un montón de piedras. Lo único que quedaba de su estructura original era un montículo bajo y ancho que se elevaba unos seis metros sobre el hielo. En el centro del montículo pudisteis ver un pozo circular de sesenta metros de diametro que se hundía veinte metros hasta el resbaladizo suelo de hielo cubierto por escombros. Cuando subisteis al montículo y observasteis el interior del pozo, visteis una pendiente en espiral que descendía suavemente por el borde y llegaba hasta el centro del fondo del mismo. El fondo estaba circundado por arcos redondeados de poca altura, la mayoría de los cuales estaban enterrados entre los escombros. Entre los arcos y a los lados de la pendiente podían observarse con claridad unos murales profundamente grabados.

Aproximadamente la mitad de la plaza, al norte y al oeste del montículo central donde os habíais subido estaba cubierta por escombros. Al otro lado, unos contrafuertes inclinados de piedra tallada se alzaban aun sobre el hielo hasta alcanzar una altura de unos veinticinco metros. Sus bordes estaban muy erosionados, pero eran lo suficientemente robustos como para soportar el paso de los años. En esta zona las ruinas eran grandes y estaban aglutinadas, muy cerca unas de otras. Las calles, antaño amplias, estaban ahora atiborradas de escombros e intransitables.

Las zonas este y sur del gran claro eran todavía llanas y estaban relativamente libres de cascotes, formando un arco de hielo abierto de casi seiscientos metros de longitud. Los antiguos vestigios de los edificios de la ciudad que había a los lados eran pequeños, de poca altura, y estaban desgastados. Los tramos sur y este también estaban despejados.

La hondonada donde los aviones se podían adivinar desde el montículo central estaban en el límite sur de la plaza, a medio camino de dos de las grandes calles que salían de ella, ambas despejadas.

Llevábais una hora o así caminando por el desolado paisaje. Hacía frío. Sentíais tirante la piel de las manos y la cara, y comenzasteis a tiritar. Tu padre parecía no querer quejarse de la situación. Tomaba la vara de medir e iba a donde le mandabas, para marcar el punto que querías trasladar al plano. Todo estaba en silencio.

Con la mente embotada a consecuencia del inyectable no conseguia focalizar con precision los problemas que acuciaban a la expedicion. Al parecer se habia dañado un patin, teniamos un convaleciente en estado grave, a distintas personas les habia afectado algo de lo que vieron al acercarnos aqui porque estaban como ausentes y para rematar la jugada el "gran hombre blanco" decide hacer turismo y dejarnos huerfanos de su sabiduria organizativa.

A cada momento que pasa, voy teniendo la certeza de que "rompehuevos" es otro inutil prepotente con dinero que dejara tras de si un legado de sufrimiento y muerte.

Poco a poco me voy centrando en lo mas basico abrigarse correctamente, calentarse, alimentarse. Y como me subleva tener que tomar decisiones que deberian tomar otros... 

Por favor, atiendan un instante. Tenemos que organizarnos rapidamente. Si me lo permiten lo primero es formar equipos de dos, quiero que cada uno de los "dementes" tome por pareja a alguien de los del "barco".

Lo siguiente que vamos a hacer es asegurar la correcta colocacion de la ropa de nuestra pareja, hay que revisar concienzudamente no dejar ninguna ropa mal colocada.

Cuando terminemos con esto hay que calentar el avion con los hornillos y empezar a comer para reponer calorias. de esto se ocuparan dos parejas, el resto recolocaremos el desorden del avion dando prioridad a la comodidad del señor Sikes y de Hirsch en la medida de lo posible. 

Cuando terminemos en este avion iremos a acomodar el otro. Una vez que la supervivencia este asegurada los que tengamos habilidades mecanicas nos dedicaremos a reparar el avion dañado, mientras tanto el resto propondra rutas de exploracion para la ciudad, turnos de guardia y demas cosas.

Poco a poco notaba la sensacion de empezar a despejarme, el trabajo me ayudara a centrarme. Bien compañeros, elijan su pareja y comencemos...

Picwell dando órdenes. Tenía tanto frío y tan pocos conocimientos en técnicas de supervivencia, tanto en el polo, como en el resto del mundo que no fuera una redacción de periódico, que mantuvo su lengua quieta. Pero como le gustaba mandar rápidamente se ofreció voluntaria para ir con el "mandamás".

- Yo con usted Sr. Picwell.- Sontió y le cogió del brazo para que nadie pudiese quitárselo.- Uña y carne.- Hizo lo que s ele mandó, revisando las ropas con esmero. Después a calentar los aviones con los hornillos.- A ver si esto funciona y entramos en calor.- Ella, a pesar de la situación, había sido una de las menos afectadas por el frío. Como no se despegaba de Picwell tenía tiempo para atormentarle a preguntas. - ¿Cuanto tardarán en arreglarlos?- No quería quedarse allí bloqueda.- ¿Dónde estará el Belle?¿Y una vez arreglados los aviones ve posible cambiarnos de posición? Habíamos quedado en explorar teniéndolos como base pero siempre que podamos ahorrarnos una de estas caminatas por el hielo...-  Y poco más podían hacer hasta que  "Rompehuevos" y Starkweather Junior regresasen de su paseo.

Chester se acercó a Charlene y empezó a revisar su equipo térmico.

Si me permites...

Aquellos bruscos cambios de temperatura - ahora dentro, ahora fuera - le habían sentado bien: al menos ahora se sentía más despejado.

Lo que había dicho Pickwell tenía lógica: empezar por ellos mismos, seguir por el refugio, y ya si eso, después se ocuparían de lo demás. Probablemente el patín del avión sería uno de los temas más urgentes a tratar, pues de ellos dependía la posibilidad de investigar más a fondo aquella antigua ciudad.

Una ciudad... todavía no acababa de creérselo. Había leído los papeles, claro, pero una cosa es leer una obra fantástica que podría haber sido escrita por un lunático, y otra muy distinta era estar dentro de la fantasía. 

¿Quién había construido la ciudad? ¿Y por qué? Encontrarían a los causantes de su abandono? Si así fuera, lo mejor sería poner los pies en polvorosa, no sin antes tratar de enterrar para siempre la ciudad entera. Como quien no quiere la cosa, Chester soltó su pregunta.

Señores, ¿cómo vamos de dinamita? - comentó, distraído, mientras terminaba de ajustar el traje de Charlene. - Porque quizás sería una buena forma de crear un refugio contra el viento: hacemos un agujero a lo grande y fuera.

Aunque lo que en realidad pensaba Chester era que, si las cosas se torcían, pegarle fuego a las paredes que rodeaban la ciudad y enterrarla bajo miles de toneladas de hielo y nieve. Sí, no parecía tan mala idea. Y a la mierda con las teorías de "hay que hacérselo saber al mundo". Personalmente, Chester creía que el mundo ya estaba bastante bien sin añadirle ciudades antiguas de origen extraterrestre; no creía que aquello fuera a hacer de la Tierra un lugar mejor, precisamente. 

Charlene permaneció rígida cuando Field se acercó, con intención de revisar su equipo. Al fin y al cabo, Menez parecía haberlo hecho bastante bien. En otras circunstancias, quizá se habría apartado con algún comentario arisco, pero en este momento parecía más sencillo dejar a Chester hacer.

Cuando cree asegurarse de que nadie mira, Charlene sujeta con firmeza la cercana mandibula inferior de Field y la acerca a su rostro, susurrando un - ¿Estas bien...? - A través de la mascarilla, mientras le examina con fijeza los ojos.

Hirsch no se estaba fijando mucho en lo que se hacía o se decía. Permanecía atento a Sikes, que había sido sedado. El doctor le tomaba el pulso cada poco tiempo, anotaba los resultados. Le tomaba la temperatura, y si no tenía nada que hacer, consultaba alguno de sus libros.

Cruzar entre varios las inspecciones de equipo y medidas para protegerse no dio mal resultado. Pronto se pudo ver que los que no habían sufrido tanto, se habían acordado de tomar las medidas extremas que había que tomar en caso de temperaturas del orden de cuarenta o cincuenta grados bajo cero. A esas temperaturas se congelaban los combustibles, se deshacían algunos plásticos y acetatos, el cuerpo no respondía dando señales de daños en la piel, en cuestión de poco más de una hora, aun con un equipo de protección, se podía morir, o perder un pie por tener un cordón demasiado apretado o demasiado flojo.

Miles se impacientaba. Acabad, maldición. Creo que tenemos que mover los aviones. Esos comentarios sobre si se congelaba el keroseno y demás, le estaban asustando. Tenemos que acercarlos a cualquier reparo, por si soplan vientos fuertes. Hay que proteger los motores con las mantas térmicas y asegurar las alas con cables. Luego hay que instalar los equipos de meteorología, para poder estar sobre aviso en caso de tormenta. Y esos dos imbéciles que se han largado y no vuelven. Si serán...

El comentario de Field sobre "hacer un agujero con dinamita" te llama la atención: recuerdas algunos comentarios de los geólogos y meteorólogos sobre las ligeras brumas y los depósitos de cristales de hielo cerca de la cueva del tesoro, al otro lado de las montañas ahora, en el campamento Lake. Indican que el sistema de cavernas al que se accedía desde ahí era muy extenso.

Todo parece indicar que las brumas que hay al pie de las montañas, de este lado, son de parecida naturaleza: vapor de agua con estas temperaturas indica emanaciones de algún enorme acuífero subterráneo a mucha profundidad, y el hecho de que se mantengan tanto tiempo y en tan gran cantidad como para formar una capa de nubes opaca, que es lo que habéis atravesado para llegar, indica que el acuífero está a una gran diferencia de temperatura con respecto al exterior, ya que las columnas de aire que ascienden logran llegar muy alto antes de verse paralizadas por el enfriamiento. Bajo las nubes debe haber una lluvia constante de cristales de hielo. Y todo indica que el subsuelo de la ciudad está atravesado por numerosos sistemas de cavernas, pasillos o lo que sea: virtualmente hueco.

Conclusión: no hace falta hacer agujero alguno, basta con encontrar alguna entrada a ese sistema de cavernas o pasillos o lo que sea, siguiendo, probablemente, cualquier columna de vapor que pueda verse con claridad.

Puede que si movemos el avión averiado, el patín se rompa más aún. Pero si tú lo dices, Miles... En realidad, con que aguante para despegar, nos podremos largar de aquí. Luego ya veremos cómo se aterriza. A las malas buscamos el mar.