Partida Rol por web

-Cierra esa puerta, ciérrala -dijo ted, nervioso, en referencia a la compuerta negra aceitosa. Ya estaban todos de nuevo en el pasillo corto, al primero que habían llegado al abandonar su casa, pero el aullido, los golpes y los cambios en la luz al otro lado le habían espantado. Permanecieron un rato juntos, en silencio, reconfortándose mutuamente y sin atreverse a dar un paso, ni a mirar mucho más allá. Al cabo de un tiempo...

-No podemos quedarnos aquí así para siempre. Esta pesadilla tiene que tener una salida -dijo por fin. Miró a su mujer, y luego a sus hijos. -Busquémosla. Empecemos intentando entender qué es todo esto, ¿de acuerdo? Vamos a entrar en todas estas puertas. Lo haremos con cuidado, y volveremos de inmediato para contárselo a los demás. Veremos si para alguien esto llega a tener algún sentido. ¿Os parece bien?

Miró de nuevo a Joanna, o más bien al atizador que había traído consigo. Siempre previsora, siempre pensando en los demás, ahora se lo agradecía en el alma con la mirada. Porque estaba claro que en principio sería él, el padre de familia, el encargado de entrar tras aquellas misteriosas puertas que daban a la niebla púrpura. Y pensaba llevarse el atizador consigo.

Mi estado de alteración va en aumento y con ello, mis manos cada vez aprietan más fuerte las asas de la mochila. Escucho a papá con detenimiento. Es como si todo lo que pasaba a mi alrededor estuviera pasando a cámara lenta. ME siento quieta mientras todo a mi alrededor gira. Es un sentimiento raro que nunca, jamás, había sentido.

-Papá...-dije tímidamente-.Sé... sé que igual estoy metiendo la pata pero, ¿no deberíamos comer algo? Mamá cogió cosas y... si tenemos que seguir aquí mucho tiempo sería bueno que...-pero no termino la frase pues me parece todo tan ilógico como la idea de que el lugar donde nos encontramos exista.

Agacho la mirada y me mantengo en silencio. EStoy asustada y no se me ocurre cómo puedo echar una mano.

La situación estaba yendo de mal a peor, o por lo menos en mi cabeza así me parecía. Los aullidos, chillidos, golpes contra los cristales, aquellos escarabajos asquerosos que parecían tan perdidos como nosotros, todo ello conseguía que el miedo que había empezado a sentir se transformara en pánico. Un pánico que casi se convierte en histeria cuando la luz comenzó a menguar. Inconscientemente me acerqué más aún a mi padre, buscando un refugio y un consuelo que sabía muy liviano, pero que por lo menos me ponía en contacto con la realidad dentro de aquella pesadilla.

Los seguí a todos de vuelta al punto del que habíamos partido, esperando quizás que pudiéramos volver a la aparente seguridad de nuestra casa, la misma casa de la que hubiera dado cualquier cosa por escapar y que ahora me parecía el refugio mejor que podía encontrar. Pero me equivocaba. El acceso a la nuestro apartamento había sido sellado, lo que nos obligaba a permanecer en aquellos pasillos hasta que encontráramos una salida o bien hasta que… No, no podía pensar en nada malo, tenía que obligarme a olvidar la sangre y lo que parecía carne que habíamos visto, tenía que apartar de mi cabeza las imágenes que aparecían tras los cristales del pasillo que habíamos abandonado.

Quizás mi padre tuviera razón y la solución estaba detrás de aquellas puertas que, por mi culpa, no habíamos explorado con anterioridad.

—Pero ¿qué vamos a entrar todos o nos vamos a repartir las puertas?

Un escalofrío me recordó sólo de pensar en entrar sola en una de aquellas salas que a saber qué guardaban en su interior.

Al momento de sentir el tacto de la mano de su madre no pudo seguir ningún patrón de pensamiento o flujo de acción que hubiese tenido antes, quedando claramente algo pasmado ante el suceso. Su gesto, su sentir fue confuso y mixto, realmente, por un lado sintiendo que no quería aquello y por otro lado cayendo de plano ante el rostro de su madre. ¿No que lo odiaba? ¿No que no quería soportarlo? Pero ahora mismo estaba siendo amable y dulce incluso, como siempre necesitó que fuese. Quizá era la histeria del momento que nos hacía actuar a todos extraños, y lo entendía, suspirando y dejándose sin más, aunque a veces mirándola de reojo.

Tras volver, sin embargo, vió como se cerraba la compuerta, alejándoles de donde estuvo su hogar alguna vez. Aquello y las luces apagadas le hacían entender algo, en su mente que combinaba a un sujeto que debería a toda ciencia verse y ser popular además de ejemplar junto con un más que leve nerd de historias y cosas interesantes, música e ideas ambiguas que contrastaban con la vida normal, la diferencia entre lo mundano y lo horrible, entre lo fantástico y lo vano así como banal. Soltó un leve bufido entonces y dejó ir la mano de su madre, declarando sus intenciones.

- Padre, voy a ir a por esa luz brillante. Tú guía a los demás por favor.

Y con esto el mensaje era doble. Quería igualmente poder aliviar a sus hermanas, porque no soportaba más el verlas intranquilas. Su teoría era simple, como "nerd", y era que si podían resolver esto, este laberinto o "juego" entonces ganarían, al menos ganarían la supervivencia o chance de volver, si es que no, por lo menos una salida. No dudó entonces y aún teniendo que pasar por aquel pasillo con substancia grotesca, se dirigiría hacia la luz blanca, de no ser que alguien le detuviese, pero incluso así iría con tozuda determinación, convirtiendo el previo miedo y desesperación en impulsividad y furia, incluso.

Alex, confiado en sí mismo y desesperado por sentirse útil, decide alejarse hacia el punto de luz. El resto entráis de nuevo al pasillo del que habéis salido hace tan sólo unos minutos. La frustación toma forma entonces: en el interior de esa especie de pasillo técnico en el que estáis, que da a vuestro habitáculo así como a las demás, el resto de compuertas también se habían cerrado de manera silenciosa. El pasillo sólo cuenta ahora con dos aberturas: la que ya habéis utilizado cuando Joanna tocó el material oscuro y la abrió mientras recibía un mensaje en su cabeza que decía "accediendo a zona de esposición", y la otra salida idéntica en el otro extremo. El plan de acceder a los diferentes habitáculos se derrumba en vuestras cabezas.

Caminas en dirección a la luz, pero no puedes evitar estremecerte cuando tienes que saltar los restos de carne y tejidos esparcidos sobre el suelo. El rastro de muerte se aleja por tu derecha hasta uno de los habitáculos del mismo grupo en el que estaba el vuestro. En dicho habitáculo, desde lejos distingues una abertura circular de más de un metro de diámetro en el material transparente. En el suelo, bajo el agujero, hay más restos de carne, tejidos, material transparente y rocas, todo formando una especie de charco viscoso. Del contorno del agujero gotea material, como si hubiese actuado sobre él una especie de ácido.

Por otro lado, ahora que estás más cerca del foco de luz, distingues su forma. Se trata de un tubo vertical de material transparente con un agujero bastante amplio que comunica con la planta superior y con la inferior. Su interior está hueco por completo. Pegado al material, junto a lo que parece la entrada, hay una placa circular del material negro. Las luces que se veían desde lejos ves ahora que era debido a un aro luminiscente en el suelo y otro en el techo, rodeando al tubo.

El aspecto de todo el lugar es como el que se forma en tu cabeza cada vez que lees los magazines de ciencia ficción, mezclado con los diseños futuristas de algunas películas espaciales. Encuentras absurdo todo esto. No tiene sentido. Nada. Ni el extraño lugar, ni los peculiares seres que has visto en el interior de los habitáculos, ni la violencia extrema que ha causado ese despliegue de sangre en el suelo, ni... ni vosotros. Vosotros, los Krammer, sois una familia aburrida, llena de problemas, de odio... ¿Qué pintáis aquí?

En el último momento Alex opta por una acción completamente inesperada, y Ted lo mira con aprensión mientras la compuerta se cierra. Aprensión y algo más; lo hubiera agarrado por el pescuezo para retenerlo a su lado, si le hubiera dado tiempo y si su hijo no se hubiera convertido en un joven mucho más brioso que él al que ya no podría sujetar por el pescuezo nunca más.

En el Pasillo Corto, por otra parte, la situación había cambiado; los accesos a la niebla se habían cerrado. Ted tocó la puerta que daba acceso a la chimenea de su vivienda con una mezcla de sentimientos, pero la inquietud por lo que podría ser de Alex no le dejó mucho tiempo para pensar y se encogió de hombros, mirando impotente al resto de su familia.

-Creo que nada podemos hacer aquí. Busquemos a Alex, rápido. Ese muchacho... -refunfuñó, encaminándose de nuevo a la puerta

Esos gritos, olores y manchas... parecieron nimiedades, sabiendo que pronto estaríamos lejos de allí, de vuelta, pero me equivoque, una vez mas. Y ni la mirada cómplice de mi marido o la cálida mano de mi hijo, no sirvieron de nada ante la realidad de la imposibilidad que ese pasillo, antes lleno de puertas, ahora no mostraba nada.

Todo a mi alrededor se estaba alejando, mi hogar se alejo de mi cuando cruzamos aquella puerta dibujada en la chimenea de casa, mi hijo prefirió adentrarse solo en busca de esa luz como polilla a quedarse con nosotros. ¿Acaso yo había provocado esa situación? Sí, tal vez. O tal vez fuera mi intencion de mantener a la familia unida lo que le obligo a separarse mas todavia. Un intento tardío de mi parte tal vez solo haya sembrado dudas. No lose lo único que sabia es que mi propia cordura se alejaba de mi cuando mas tiempo pasáramos allí.

Aun así, aun me aferraba a la idea de permanecer justos, aun si ellos no lo quisieran, la razón de seguir juntos era necesaria como útil y así pareció comprendedlo Ted cuando decidió por todos seguir a Alex.

-Espera cariño, toma. -Le entregue el atizador, para dejarle esa responsabilidad a él, mientras yo me acercaba a la niñas y las guiaba por el camino que los Krammer varones habían elegido.

-Stacy cariño, ¿Quieres que lleve la mochila? Pareces cansada. -Sabia muy bien el terror que mi hija estaba sintiendo, pero no tenia palabras para poder reconfortarla, pues yo sentía el mismo miedo. Al igual que todos, pero de alguna manera debía mantenerlas calmadas. -Dorothy no te alejes, ven. -Ambas no estaban a mas de un palmo de mi, pero necesitaba sentirlas y cerciorarme que estaban, si no a salvo, si cerca de nosotros. Fue un segundo después que eche una mirada triste hacia donde marcho Alex, por suerte ese día llevaba gafas ahumadas.

Me hubiera gustado haber tenido el valor que mostraba mi hermano cuando se alejó de nosotros, pero yo ya había metido la pata en mi empeño de adentrarme por aquella puerta que había elegido, e intentar volver a hacer lo que me diera la gana me daba la sensación que traería más problemas que ayuda. Pero no por ello miré a Álex mientras se alejaba con cierta envidia y admiración hacia él. Sin embargo tenía que reconocer que, a medida que pasaba tiempo allí encerrada, más cobarde me estaba volviendo y eso era algo que no podía permitir. Yo era Dorothy, la rebelde de la familia Krammer, la que siempre hacia lo que le daba la gana, la fuerte y la dura aunque en el fondo sólo tuviera miedo.

Al ver que la vuelta al pasillo había sido una pérdida de tiempo ya que, nuestra idea de investigar lo que hubiera tras las puertas se había ido al garete al haberse cerrado herméticamente, no teníamos más remedio que volver por donde habíamos venido, lo que nos daba la oportunidad de ir tras Álex.

Preferí mantenerme la última, sin alejarme demasiado de mi madre que iba delante de mí, y comencé a avanzar en silencio intentando no fijarme en lo que se veía tras aquellas cristaleras que ahora se mostraban en una semioscuridad mucho más inquietante. De vez en cuando, echaba un vistazo atrás sobre el hombro, creyendo que en cualquier momento algún monstruo propio de la pesadilla que vivíamos cayera encima de mí por sorpresa.

Sopesando el atizador que su mujer, Joanna, le había entregado, Ted encabeza la marcha para reunirse con su hijo Alex. Era depositario de las esperanzas de su familia, algo que hacía años que no lo era. Lo que en la calidez de su caro y exclusivo hogar no había logrado, lo había conseguido en aquel lugar inquietante e impersonal. Joanna, un poco más atrás, intentaba controlar a sus dos hijas, prestándole toda la atención que jamás le prestó a Alex. Stacy, asustada, caminaba con la cabeza inclinada al suelo, pero su mirada iba de un lado a otro, vigilante. Dorothy notaba como algo ardía dentro de sí. Era rabia, pero por primera vez empezaba a comprender que no era hacia los demás, sino hacia ella misma.

Aquí, en la soledad, podía pensarlo claramente sin ojos mirándole, sus gestos, sus expresiones, sus pensamientos incluso. Tenía un claro sentimiento reprimido por su madre, el cual era posiblemente lo que le hizo terminar con Catherine, todo conectándose de una manera grotesca, sumado a sus delirios recientes y no tan meramente recientes, la mentira que dijo incluso para proteger a sus hermanas antes al contar su sueño. ¡Se estaba volviendo loco! Y su acto de valentía era más una huída de ellos, precisamente, lanzarse de cara como en un duelo de lucha para escapar de algo peor. Todo aquello lo pensaba mientras trotaba y corría en dirección al punto blanco.

Miró de reojo aquello, la cosa esa, la masa biológica y materia, sangre y ese agujero en uno de los vidrios. Mierda. ¿Acaso algo o alguien había hecho eso desde dentro o desde fuera? Si era así, quizá no estaban solos, pero debería dejar algo más que rastros, presencia, lo que fuese. Prefirió no pensar en eso entonces y encaminarse hasta el objetivo, aún acongojado por la sensación de la mano de su madre, pero entonces pensó en la canción que le obsesionaba y que decía muy claramente la idea que debía seguir, que seguía y había seguido por mucho tiempo.

_{- Los chicos no lloran...}

No lo hacen, no deben hacerlo. Hizo tripas corazón y llegó en frente de la cosa esta, una especie de doble tunel o algo con el mismo botón que apretó mamá. Pero si lo apretaba este tendría fecha de caducidad, digo, ella lo apretó para entrar al lugar, luego volvieron y se cerró la puerta de por donde vinieron, de la casa. Si lo hacía y luego no podía volver, la cagaba en grande. Pensando y pensando consideró algo más, algo obvio aunque menor.

Justamente el asunto era eso, eso que estaba pensando. "Una familia llena de odio". Por eso es precisamente que estamos aquí, y este mundo o cosa rara dimensional no era más que una representación de todos nuestros fantasmas, esqueletos y monstruos internos, apilados, plagándonos, como el sueño, como la voz que me dijo que papá no era mi padre, como el sueño que me hizo matar a Stacy o a mí, pero que nunca diría, usando a mamá como chiva expiatoria. Maldijo, apretando los dientes, teniendo que decidir.

- Y una mierda, hagámoslo... -Pensó entonces en una buena frase como buen estudiante de derecho que era y en vez de una clásica, usó otra.- Abandon all hope, ye who enter here.

Pronunciando eso, se tiró hacia el tubo que daba hacia la planta inferior, teniendo que arrastrarse o tirarse cual resbalín si era necesario. Pensó en que todo esto tan místico pero sci-fi era muy como la película que estaba esperando, Blade Runner. Le emocionaba un poco aún cuando le desesperaba y enervaba. Se estaba volviendo absoluta y definitivamente loco.

Le tiendo la mochila a mi madre pues es cierto que estoy cansada y, aunque yo no lo haya dicho, ella se ha dado cuenta.  Ahora que no tengo la mochila me siento como desnuda, descubierta. Inconscientemente, alargo mi mano y toma la de mi madre, como cuando era pequeña. Luego, no sé en que momento, mi otra mano vuela en busca de una de las de Dorothy, pero al notar el contacto, la aparto de inmediato pues no quiero provocar a hora una escena.

Sigo a mi madre bien de cerca, dejando sitio para mi hermana que lleva bastante tiempo callada.

Alex se ha alejado y ahora, además de luchar por salir de este extraño sitio, tenemos que encontrarle.

-¿Qué vamos a hacer, mamá?-le pregunto sin esperar realmente una respuesta, pero necesito saber que soy capaz de hablar de nuevo, aunque me da la sensación de que mi voz suena rara en aquella estancia.

Sujetándote a pequeñas rasgaduras y roturas presentes en el interior del tubo desciendes a la planta inferior. Conforme bajas del nivel en el que estás y llegas al techo del nivel inferior, descubres que la planta inferior es exactamente igual que la de arriba, donde estabas tú y toda tu familia: montones y montones de habitáculos llenos de criaturas formando grupos como si fueran las manzanas de Manhattan. Te es posible ver las luces repartidas de los otros tubos repartidas como una cuadrícula por el nivel al que ahora estás descendiendo. En esta planta también está el mismo estado de penumbra que arriba.

Con un poco de esfuerzo, haces pie sobre la superficie. Ahora calculas que abajo hay una planta más y arriba, dos (contando con la planta donde está el resto de tu familia). Al igual que arriba, también hay una placa negra junto al material transparente del tubo.

Camináis hacia el punto de luz al que se dirigió Alex y no podéis evitar estremeceros cuando tenéis que saltar los restos de carne y tejidos esparcidos sobre el suelo. El rastro de muerte se aleja por vuestra derecha hasta uno de los habitáculos del mismo grupo en el que estaba el vuestro. En dicho habitáculo, desde lejos distinguís una abertura circular de más de un metro de diámetro en el material transparente, junto a una placa negra como las que hay en cada habitáculo. En el suelo, bajo el agujero, hay más restos de carne, tejidos, material transparente y rocas que han caído del interior hacia fuera, todo formando una especie de charco viscoso. Del contorno del agujero gotea material, como si hubiese actuado sobre él una especie de ácido.

Un poco más adelante llegáis al punto de luz, que ahora de más cerca podéis identificar como un tubo vertical de material transparente que conecta el suelo con el techo, con un agujero bastante amplio en un lateral. Al asomaros en su interior, os parece que comunica con la planta superior y con la inferior. Su interior está hueco por completo, aunque el material incoloro presenta arañazos y roturas repartidas por todos lados. Pegado al material, junto a lo que parece la entrada, hay una placa circular del material negro, similar a otras tantas que ya habéis visto. Las luces que se veían desde lejos veis ahora que era debido a un aro luminiscente en el suelo y otro en el techo, rodeando al tubo. Estudiando las luces y la separación entre ellas, os da la impresión que hacia arriba hay una planta más, y hacia abajo dos más (lo que significa que saltar equivaldría a una caída de unos 40 metros, puesto que en la plata que estáis, del suelo al techo parecen haber unos 20 metros).

Entre las luces de abajo parece moverse algo, a juzgar de cómo perdéis de vista momentáneamente algunas luces.

Intentaba tranquilizarme para demostrar a los demás que seguía siendo la misma Dorothy de los últimos tiempos, malencarada, maleducada, rebelde, protestona y enfadada con el mundo en general, y conmigo en particular aunque eso no lo iba a reconocer tan fácilmente, pero el ambiente en el que nos movíamos no me facilitaba la labor.

—Parecemos polillas directas hacia la llama de una vela.

Esa imagen había acudido a mi cabeza cuando volví a mirar la luz hacia la que había ido Álex, la misma luz hacia la que nos dirigíamos nosotros también, atrayéndonos con sus promesas de encontrarnos algo mejor a pesar de que sabíamos que no podía haber nada bueno en aquel lugar. O por lo menos yo estaba convencida, visto lo que había visto hasta el momento, que allí sólo encontraríamos la representación más terrorífica de nuestros miedos más ocultos.

El leve contacto de mi hermana me dejó paralizada durante unos instantes, sin saber si rechazar ese contacto o, por el contrario, apretarle con fuerza la mano. Pero no hizo falta que yo hiciera nada ya que, el gesto apenas duró un suspiro. Sin saber cómo me sentía, si enfadada por el rechazo o aliviada por no tener que reconfortar a alguien cuando yo también necesitaba ánimo, seguí caminando sumida de nuevo en un mutismo que sólo servía para hacerme mil y una preguntas sobre el camino que había tomado en los últimos meses.

—Joder ¿dónde está Álex?

Fue lo que comenté al llegar al supuesto lugar donde debería estar mi hermano. El camino hasta ese lugar era un asco, sangre, restos de carne, se me revolvía el estómago sólo con pensarlo.

—¿Y dónde coño estamos?

Ni idea qué teníamos que hacer en ese momento, ni dónde pudiera estar Álex.

El maldito chico... A cada paso que daban por aquellos pasillos, Ted parecía más enfadado. Hizo pasar rápido a su familia en la primera intersección, como si no quisiera que vieran la inquietante escena del agujero que sugería que algo había salido de su escaparate. Llegados a lo que resultó ser un enorme tubo como el de un ascensor no pudo contenerse y dio una vuelta completa en torno al mismo, oscilando el atizador en su mano y mirando alrededor, sin duda en busca de algún rastro de su hijo.

-Mierda, Alex, dónde estás -masculló, irritado. Parecía culpar por momentos al chico de su situación, si bien no tenía culpa alguna de que se hubieran cerrado las puertas del Primer Pasillo. Miró hacia arriba, buscando tal vez una inspiración divina.

Frente a su familia de nuevo, todos parados, la pregunta estaba clara, flotando entre ellos y todo el espacio circundante: ¿qué hacemos ahora? Miró hacia atrás, como calibrando una idea que parecía atraerlo y repelerlo al mismo tiempo.

-Creo que... No quiero que nos perdamos. Es decir, quiero saber dónde comenzamos, para poder volver -al decir esto se le formo un nudo en la garganta; ¿volver a dónde? Cerró fuertemente los ojos un momento y sacudió la cabeza como para borrarse esa idea de la misma. -Voy a volver atrás para marcar dónde hemos estado. Pondré un 1 en nuestra manzana, un 2 en la siguiente que hemos dejado a la derecha, y así. Será un momento.

Miró de nuevo el atizador. Había pensado no aceptarlo, dejárselo a Joanna para su propia defensa, pero en aquel momento agradeció tenerlo en la mano. Le daba seguridad.

-No os mováis de aquí -añadió, severo, antes de volver atrás.